Dolor
Angelo no dejaba de pensar, al ver a los hombres junto a él que ni en la época dentro de los cincuenta los sintió tan cercanos. Los enfrentamientos con sus parejas los hizo unirse y la falta de intimidad planear ataques en contra de quienes creian eran culpables.
Lo que les está ocurriendo es por su causa y eso ha empezado a crecer en él un sentimiento de culpa. Es consciente, la actitud de Sasha es desproporcionada, al igual a la suya. La cadena de eventos que ha generado la obstinación de ambos está salpicando a Nikolái. El único soltero de la "Familia", hecho que es visto con molestia por parte de sus hermanos.
Hacerlo tomar hasta la perdición e impedirle con eso visitar a la chica o algún club, se ha convertido en su mejor entretenimiento. El día de hoy, no fue la excepción, la novedad fue el comportamiento distraído y callado del aludido.
—¿A dónde vas? —se queja Stan —La noche apenas empieza —Nikolái le hace una señal obscena de camino a la puerta del salón antes de responder en tono áspero.
—A dormir —le muestra su muñeca luciendo su reloj sin mirar atrás —mañana tengo un compromiso inaplazable.
—Son las diez —responde Akim viendo la hora un tanto sorprendido —¿Desde cuándo te recoges tan temprano?
No hay respuesta y, en cambio, sale del lugar sin hacer ruidos. El silencio que sigue a su salida es causado por el comportamiento mostrado durante la reunión. Noah toma el único vaso de vodka que le ofrecieron sin tocar y lo alza en dirección a todos. Es su bebida preferida, es difícil negarse si se trata de ella, Nikolái es adicto a ese vodka tanto como al sexo.
—¿Creen que sea la chica?
—Lo dudo, existe algo más —se anima a especular levantándose de la silla. —algo le preocupa.
—No lo va a decir —sigue Stan —no importa lo que hagamos.
—Les advertí dejarlo tranquilo —les recuerda —Sin importar si la relación con esa chica es buena o mala, con futuro o no... déjenlos en paz.
Un consejo que no será seguido y con el que se limpiaran el trasero, pero que bien vale la pena repetir. Deja en la mesa su vaso, estira la mano a cada uno de ellos y sonríe.
—Voy a solucionarlo, lo prometo —les dice —ustedes no tienen por qué pasar esto.
—Ellas no están en casa—les recuerda Noah y afirma.
—Anker está por llegar —comenta decidido —no me gusta dejarlo solo.
Menos en estos días cuando el aniversario del ataque a Persépolis se acerca y con ello la muerte de su madre.
—Si nos necesitas...
—Lo tendré en cuenta.
Agradece a Noah apuntando el dedo índice hacia arriba. Ni siquiera es parte de la familia, la que sea la conformen esos dementes, se repite bajando las escaleras del su restaurante. El ocasionó y, por tanto, debe solucionar.
Poco a poco, Anker ha empezado a retomar el curso de sus clases. Las visitas al psicólogo dieron frutos,tomar clases de pintura y decidió volver a practicar jiujitsu. Escoger a la escuela indicada trajo consigo un conjunto de recuerdos que no creyó su hijo podría manejar.
Lo había subestimado.
Anker iba por el tercer mes de clases y cada día estaba más emocionado. Pese a todo ello, aún manejaba cierto estrés en los días previos a la fecha. Llega hasta el parqueadero y a lo lejos observa la figura de Nikolái ingresar al auto.El ruido de la alarma de su vehículo lo hace detener en su avance y mirar atrás. Alza una mano a la distancia despidiéndose y perdiéndose en la oscuridad de la noche.
Le sigue minutos después con el pensamiento en la medida que debe adoptar para solucionar todo esto.
Detiene el auto frente al garaje de la casa vislumbrando la motocicleta de su hijo a un costado del jardín. Esta mañana, al salir de casa, la estaba lavando y podría jurar que no fue movida.
—Anker —le llama al salir del auto —¿No saliste hoy o se averió tu chica?
Espera una respuesta que no llega. Habla con Anker en el día un par de veces, la gran mayoría mensajes de texto de cosas que necesita o pidiendo permiso para extender su llegada a casa. El día de hoy no lo hizo, recuerda haber enviado un mensaje que no obtuvo respuesta y al que no le restó importancia.
A pasos rápidos cruza el jardín, la preocupación aumenta al notar la puerta abierta.
—¿Anker? —vuelve a preguntar cerrando la puerta de la casa con seguro.
Si hay alguien dentro tendrá que saltar por la ventana o enfrentarse a su humanidad para salir de allí. En ambas situaciones no saldrá ileso, se encargará que así sea.
En el buró está su juego de llaves, las reconoce por el llavero en forma de Lamborghini obsequiado por Axel. El recordatorio que al tener la mayoria de edad una replica en tamaño natural será suyo. En la isla el morral y la parte superior de su kimono. Con ojos críticos observa todo en búsqueda de algo anormal y las imágenes de esa mañana en persepolis llegan a él.
El que no exista sangre o violencia no elimina el miedo que sigue creciendo en su sistema. Desde ese día está arraigado en él, jamás se irá, su pasado le perseguirá hasta su último aliento.
Con lentitud se retira la americana y saca el arma de su cinto. Hasta las escaleras no hay nada anormal, ni a mitad de ellas eso no lo alivian, todo lo contrario. El silencio puede traer grandes tragedias, lo sabe, ha sido partícipe y protagonista en un par de ellas.
Unos pasos en el segundo piso acercarse y el balbuceo infantil guardar el arma.
Adara, su hija, avanza hacia el sonriente y repitiendo papá en griego, como odia su madre y brazos abiertos. La toma en brazos y continua su avance en busqueda de su primogenito.
—¿Dónde está tu hermano? —le pregunta y señala su habitación —¿Y mamá?
—Se fue...
—Ella estaría feliz de escucharte decir esto —susurra dejando un beso en su frente.
En retaliación a ese beso, su niña abraza sus mejillas y las aprieta con fuerza. Adara, habla en pocas ocasiones el idioma de su madre, la mayor parte del tiempo cuando ella no se encuentra.
—¿Te dejó con Anker? —afirma sin dejar de señalar la habitación.
—Se durmió.
Puerta sola, su hijo dormido y una pequeña de dos años libre de explorar, debería estar enojado por la irresponsabilidad cometida.
Existe un fallo.
Anker es todo en la vida, menos irresponsable. Peor, si está de por medio la seguridad de su hermana a quien cuida, protege y atiende como si fuera una hija. Con la preocupación a mil ingresa a la habitación y tal como la niña lo indicó duerme.
Solo que no es un sueño normal, está de brazos extendidos al igual que las piernas. Sostiene en una de sus manos una botella de whisky vacía y un vaso reposa a un costado de su mano libre. Con cuidado deja a la niña en el suelo y avanza a la cama.
—Anker —lo llama palmeando sus mejillas y la pequeña escala la cama sentándose al lado de su hermano.
—Anker —repite molesta y su padre sonríe.
—Está borracho, cariño —le dice.
Ella afirma como si conociera el término, pero vuelve a llamarlo, esta vez acompañado de un tirón de cabello. Sigue sin haber enojo y la preocupación es cada vez más alta.
—Debemos llevarlo a la ducha... —su hija arruga la nariz y hace un puchero —huele a diablos, lo sé cielo.
—Sí.
—Y darle un café.
—Ajá.
Sin dejar de sonreírle a su hija, toma uno de los y lo sienta en el borde la cama admirando su altura. Está más alto de lo que recuerda ¿En qué momento se convirtió en esto?
—Papá —le siente decir.
—Adara, linda... los zapatos.
Con una agilidad digna de admirar, su pequeña salta de la cama y se lanza a su tarea. No necesita darle más órdenes, ella capta en segundos la idea y con movimientos lentos ayuda a su padre.
—¿Sabes qué día es?
—jueves, once de la noche —le responde en calma retirando su remera y consciente que no es lo que su hijo quiere decir —dejaste a Adara sola con la puerta abierta...
—Estaba dormida cuando empecé... —balbucea —¿Estás enojado?
—No. —responde con tranquilidad —la mía fue a los once y tu abuela me dio hasta con la botella vacía.
—Eres mejor que ella...
—Eso me alivia —comenta divertido —¿Qué días es hoy para ti?
—El día en que me convertí en tu enemigo... —solloza.
—Eres mi hijo —le recuerda tomándolo por los hombros —no importa si me odias o cuanto lo hagas, te amaré siempre.
—Fue el día en que los encontré en la cama, me hizo odiarte y pude hacer la diferencia.
El camino al baño se le hace eterno y su hijo pesa más de lo normal, se debe en gran media a los recuerdos que sus palabras le producen. Adara comanda sus pasos avanzando primero que él y deteniéndose en la puerta para verlos.
Si lo que sucede no fuera tan delicado, la imagen podría perpetuarse. Su pequeña impidiendo que la puerta se cierre, manos en jarras y rostro preocupado. Él sosteniendo a un adolescente, con dos pies izquierdos y los recuerdos atiborrados en su cabeza.
—El alcohol no te hará olvidarlos, es peor...
—Debiste decírmelo —susurra deteniéndose a mitad de camino para verle. —¿Querías que lo descubriera?
Sostiene su mirada y afirma en silencio sin poder pronunciar palabra. Son pocas las veces en que hablan de su pasado, en algún momento tendrán que hacerlo, deseaba con todas sus fuerzas que nunca ocurriera.
Tal parece, hoy era ese día.
—Si te lo hubiera...
—Existe el ahora, después y el futuro —le interrumpe al ver que está por destrozarse —Tú estás en los tres en mi vida y es todo lo que importa.
—No entiendes —se queja sacudiéndose.
—Anker ¡Baño! —ordena con las cejas rojizas juntas y labios apretados.
La orden de Adara es recibida por ambos sin chistar retira el pantalón y lo deja en ropa interior. Su llanto le destroza y derriba lento las barreras del muro que alzó tras lo sucedido en Atenas.
—Ellos sacaron lo peor de ti ayudados por mí... Debí morir con ellos ese día papá.
Lo sabe, es lo que me dice su rostro cargado de dolor al verle. Constata que Adara esté con ellos y sonrío al verla apoyada en la pared, bastante lejos para no mojarse, pero con la vista fija en ambos.
—Vas a mojarte —se queja cuando abre el grifo e ingresa con su ropa y zapatos puestos en ella ayudandole a tener equilibrio.
—¿Desde cuándo? —Una pregunta escueta, pero que sabe su hijo entiende.
—No sé, —confiesa —supongo que siempre lo supe y no quise pensar en ello.
—Lo siento —no puede evitar decir y lo ve pasar saliva —quien debió morir ese día fui yo, todo sería distinto ahora.
—Sería peor, yo no soportaría verlos felices. Ni vivir sabiendo que te traicioné.
De todas formas, debe vivir con la certeza que su padre asesinó a su madre por traición ¿Qué es peor?
Contrario a lo que supuso se deja guiar y cierra los ojos cuando el agua empieza a caerle. Su trabajo se divide entre vigilar al borracho y cuidar a la dama que los observa en silencio.
*****
Lo primero que hace en la mañana es ir a verlo, constando sigue dormido y con compañía. Adara se ha unido a su resaca y duerme abrazada a él. Baja las escaleras, dispuestos a ayudarle a aliviar con la resaca de la mejor forma posible. A él nunca la guiaron con eso, desde la primera le reprendieron y eso lo hizo querer hacerlo. Solo por llevar la contraria.
Detiene su avance al toparse con Sasha en la cocina preparando el desayuno de Adara y Anker. Desde el conflicto, no participa de esos detalles, su mujer era una tentación ambulante y él no era un hombre de estar rogando por sexo.
—No dormiste en la habitación —se queja alzando la mirada hacia él.
—Buenos días, cariño —saluda cortes.
—¿Hasta cuando Angelo? —su voz se quiebra de repente y suelta el aire —tengo mis motivos para no quererla cerca.
Cuenta con un motivo de peso con lo que hace y solo quien ha pasado por lo mismo que él puede entenderle. Si Sasha le es inverosímil perdonar lo realizado por su cuñada, será peor el día que se entere lo que hizo. Asesinar a la madre de su hijo.
Sin importar que esta le había sido infiel, destruyó muchas vidas o llevara la muerte a Persépolis. Ella solo vería lo mismo que todos, asesinó a su esposa y haría lo mismo con ella de estar en la misma condición. Es el razonamiento que llegan todos los que conocen el tema.
Fue algo que los Vryzas se lo hicieron saber desde qué insistió en formar un hogar con Sasha.
"—No eres un hombre de hogar Angelo, acéptalo." Habían sido las palabras de alguno de ellos, hoy no recuerda cuál.
—He cometido cosas peores que ella —inicia aventurándose a compartir su mismo espacio —Si no puedes perdonarla, menos a mí.
—¿De eso se trata? —pregunta incrédula y sonríe —¿Crees que no sé con quién me uní?
—No tienes ni idea —le confieso encendiendo la hornilla.—si me caso por la iglesia no habrá divorcio Alexandra.
—Tenemos un hijo Angelo, dos —corrige —porque Anker también es mio ¿Qué te hace pensar que querré alejarlos de ti?
—¿Por qué es tan difícil perdonarla? —deja la tetera en el fuego y la enfrenta —¿Rencor o hay algo más?
—Alexis no quería, yo insistí —apoya su mano en su corazón al decirlo y sus ojos brillan.
—Están juntos, cielo —le recuerda—tienen un niño y otro en camino...
—Y ha sufrido mucho —sigue pro él —, mamá me lo dice seguido. No es el punto amor ...
—¿Cuál es?
Se cruza de brazos mientras espera por respuesta y ella niega haciendo trozos una manzana. Sasha conoce a su cuñada mejor que cualquiera, solían ser amigas y confesarse los secretos más oscuros.
—Mauren y yo hicimos todo lo que estaba a nuestro alcance para que sucediera. —continúa —Lo hicimos imaginando, lo amaba en realidad, pero no fue así.
Era conocedora de los sentimientos de Alexis y Emma aseguró empezaba a amarlo. Fue convincente al decirlo, ella inocente al creerlo. Su hermano estaba renuente, por considerar había pasado poco tiempo desde lo de Ethan. Ambas insistieron a tal punto que lo ilusionaron, la hicieron participe de cuanto evento familiar existian creando así situaciones para unirlo.
—Sientes que presionaste las cosas y te culpas por ello —sigue por ella quien guarda silencio — Es improbable que tus actos llevaran a la unión de esos dos.
—Estamos mejor así —dice con voz quebrada. —se acercó a mí en estos días y me demostró que no ha cambiado. Lo hizo solo para quedar bien con Alexis y mi famial que ahora me ve como villana.
—Agápi mou...
—Es importante para mí que lo entiendas —insiste —que no hay nada que hallas echo que no pueda ser perdonado por mí. No ocurre lo mismo con ella. No importa que tanto nos unas, nuestra amistad se rompió el día que se le ofreció a Gadien Doyle. Amaba a Alexis en ese entonces ¿Por qué desquitarse con Ethan) por que lo amaba.
Alzo la mirada y me topo con la de Anker que trae en brazos a su hermana, ambos recién bañados y vestidos. Adara sonríe prendida al cuello de su hermano en donde deja besos sin dejar de reír.
En los siguientes minutos y antes de partir le sirvo la bebida a Anker. Se esforzó en parecer normal, pero la cruda hace presencia en su cuerpo y aliento. Muestro mi bandera de la paz al quedarme a desayunar, preocupado por Anker y la conversación inconclusa de ayer.
—Tienes aliento de dragón —se queja Alexandra en medio de risas —Los vicios solo sirven para desviarte de la realidad y en este plano te queremos mucho —toma una de sus manos antes de seguir —lo sabes ¿Verdad?
Afirma en silencio contemplando las manos tomadas y al alzar el rostro hacia tiene los ojos humedecidos. La mañana acaba como todas las demás, con Anker lavando los trastes y Adara sentada en el buró canturreando.
—La moto se averió —habla al acabar—¿Puedes acercarme a la escuela?
—Si deseas lo hago yo —se ofrece Alexandra, pero entiende que es con su padre que desea hacerlo.
—Puedo hacerlo, tengo tiempo.
*****
Detiene el auto frente a la escuela repleta de chicos de todas las edades. La gran mayoría van en grupo de dos o tres, Anker sigue con dificultades para hacer amistades. Desde Ava, no logra conectar con nadie.
—Me gustaría poder darte una explicación que llene las dudas que tienes sobre el porqué lo hice —le dice apagando el vehículo y calculando el tiempo que les queda a través del reloj. —Mis razonamientos en aquel tiempo y ahora, no serán entendidos por ti.
Aydey y Anker eran su punto débil, Kanoe lo sabía y por eso los usó para vengarse. Anker estaba en su poder y protegido, quien en últimas era el que importaba. En cuanto a su madre, dejó de importarle en el mismo instante en que comprometió la seguridad de su hijo.
Que llevar en el vientre el producto de la traición y el hijo de su peor enemigo la condenó aquella mañana. Era imposible que su hijo lo entendiera, darle excusas sería una ofensa para él.
—Todo este tiempo he intentado odiarte, sin éxito —empieza a decir.
Permanecen en silencio observando su vista de perfil, la solemnidad de sus palabras y el porte serio al decirlo le hace sentir orgulloso. Hay tanto de él en Anker que algunas veces le asusta, no merece el infierno que resulta su temperamento. Al girar su rostro en dirección a su padre sigue sin sonreír y puede ver en él rastros de rabia contenida.
—Te perdoné hace mucho tiempo, sin entender tus motivos. —sigue —quizás tengas razón y nunca lo haga —abre la puerta del auto y saca una pierna, está por irse, pero lo detengo.
—Odiaría que lo hiciera y hasta me justificaras.
Lo convertiría en un ser como él y no lo deseo. Salir de ese mundo fue para rescatar lo mejor que la vida le había dado en ese tiempo.
—Me basta con saber que puedes llegar a perdonarme alguna vez.
— Por eso tomé anoche.
Buscaba una razón por la cual no le odiaba y se encontró buscando los motivos por los cuales su padre lo hizo. Aquello lo llenó de frustración y dolor, encontrando alivio en la bebida.
—Llegué a la conclusión que mi amor por ti ralla lo absurdo. —confiesa sin verle— Si sus sentimientos igualan los míos ...—se detiene un instante y niega —dudo que Sasha llegue a amarte más que yo —calla al verle afirmar, es una verdad que nadie puede discutir —te va a perdonar esa y todas tus tonterías.
—No te merezco...
—Soy tu mejor creación. —le mira con suficiencia saliendo del auto. Cierra la puerta y pasa el puño por la ventana antes y apoyo el suyo contra el de su hijo permaneciendo asi por unos segundos— deberías casarte, por lo mínimo antes que yo...
Sin decir más se aleja a pasos lentos rumbo a la puerta principal. Varias chicas sonríen entre sí ante su paso y él luce ajeno a todo. Se permite ver mientras su figura haciendose cada vez más pequeña y el temor que su perdón sea por ser como él le invade. El ruido de un mensaje aleja la vista de su hijo encontrandose con un mensaje de Stan. Mía está organizando una reunión con motivos de su cumpleaños y estan todos invitados.
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