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Detenida

Conciliar el sueño me fue imposible luego de lo que presencié en ese sótano. La imagen de Ludov siendo herido a y su cuerpo cayendo al suelo venían a mí al cerrar los ojos.

Todo empezó por una discusión tonta y sin sentido. Nikolái tenía razón al desconfiar, mi orgullo y sentido común me impidió verlo.

Ingresé al taxi y le pedí al chofer avanzar con la promesa que yo le diría en donde detenernos. No había un destino claro, en ese instante mi deseo era alejarme y controlar mis nervios.

El conductor notó mi llanto y sin hacer comentarios me entregó un par de pañuelos descartables. Hizo un viaje de más de veinte minutos sin rumbo fijo y se detuvo en un parque luego de muchas vueltas sin que yo decidiera. "—Aquí podrá relajarse"

Se negó a recibirme el pago y preguntó si necesitaba llamar a alguien.

En ese instante me permití verlo, era un hombre de mediana estatura, tez trigueña y ojos oscuros. Era poseedor de esas miradas que no podías sostener, por lo intensa y oscuras que parecían. Sostenía en sus manos un móvil que extendía hacia mí al tiempo que insistía, llamara a alguien. No quería dejarme sola a tan altas horas de la noche y en medio desconocidos.

"—Son malos tiempos y los antisociales pululan en todos lados." Había susurrado el desconocido con esa sonrisa de hombre bueno.

Mis emociones se habían estabilizado y eso me permitió darme cuenta, las palabras del hombre estaban cargadas de verdades. Aunque yo seguía sin querer ver o hablar con nadie, me sentía a punto de explotar. Y en nada Nikolái tenía culpa, toda era de Ludov Vass.

El móvil en mi bolsa no dejada de sonar, contribuyendo a desestabilizar mi corazón. Yo lo había acusado injustamente, debería estar enojado, pero, en cambio, estaba preocupado. Le envié un mensaje pidiéndole un tiempo a solas y le di un vistazo a mi alrededor. Un centro comercial se alzaba a pocos pasos y sonreí con la idea que tuve en mi mente. A Nikolái se le bajaba el enojo con comida y recurría a eso para hacerme perdonar.

"—Solo estaré aquí unos minutos. Luego pasaré al centro comercial." Respondí tras pensarlo un poco.

Después de eso aceptó el pago, se despidió y senté a esperar tranquilizarme del todo. Durante el tiempo que estuve allí, llamé a casa, mi madre confesó, estar preocupada por mi hermana y su comportamiento. Su esposo estaba preocupado por la conducta distante y ausencias que no sabía justificar.

"—Cree que tiene una amante."

Aquella declaración me hizo reír, ante la idea de mi hermana siendo infiel a Gustavo. Mamá confesó que lo tomó de igual manera con la primera acusación. Un par de comportamientos la ha hecho reflexionar en que es posible.

"—Recibe llamadas y se aleja, tarda mucho tiempo al teléfono. Después de lo cual se va con cualquier excusa, sin decirme quien es. Antes que de que la defiendas, no va a su casa."

Yo seguía confiando en el amor que mi hermana le profesaba a su esposo. Su proceder debía tener una razón distinta a un tercero como lo imaginaban.

Colgué a mi madre, luego de prometerle hablar con mi hermana y encontré un par de llamadas de Ginger y otra de Nikolái. Lo apagué tras enviar un par de mensajes más y crucé la avenida.

Había decidido volver a casa e iría al restaurante del lugar para comprar comida. Nikolái se había salido de la fiesta antes de comer y aquello lo tendría de mal humor.

Pensaba en mi arrebato de hace unas horas mientras me atendían y en lo irracional que había sido. ¡Por supuesto que había ocultado cosas! La presencia de Ludov en el jardín, su extraño comportamiento y el arma que desapareció de mi bolsa.

El centro comercial contaba con un espacio en donde se posaba varios taxis. La mayoría eran de confianza, había escuchado a varios clientes mencionar. El único problema es que había que cruzar el sótano para llegar a ellos. Me dirigí allí, mi sentido común estaba de vuelta, fui estúpida al salir de esa manera.

En general, el espacio estaba iluminado, existía un pequeño tramo con ausencia de claridad que hacía la diferencia. Fue al decidirme por lo seguro y bajar en que todo cambió. Pasé todo el perímetro con luz y cuando tuve que atravesar la parte oscura. Lo vi.

Después de ser asaltada por él tantas veces mi cuerpo había adquirido el don de divisarlo en cualquier escenario, estuviera cerca o lejos. La figura en traje oscuro en pie en mitad de la oscuridad, que discutía con alguien, era inconfundible.

Nunca vi con quien hablaba o discutía, el que sea estaba fuera de mi campo de visión. Él me había seguido todo este tiempo, me acechó hasta encontrar el momento exacto y yo se lo di. Un sudor frío recorrió por mi cuerpo ante lo revelado.

La certeza de haber sido cazada llenó mi alma de odio y rencor. Todo cuando había vivido gracias a Ludov y su egoísmo me hizo tomar la decisión de enfrentarlo.

Nikolái me había estado dando un par de clases, me sentía confiada en ellas.

Lancé la bolsa de comida al suelo y busqué el arma en mi bolso aferrándome a ella con fuerza. Era regresar al centro comercial, o enfrentar a mi agresor. Sentí que era el momento de lo segundo, mi vida no se detendría por él.

—Saqué el arma de mi bolsa, constaté que estuviera cargada y di un par de pasos —describo limpiando mis lágrimas —dos o tres antes que él me viera.

—¿Vass?

Nikolái está sentado en la mesa de comedor, en remera blanca y jeans. Allí lo encontré luego de dejar mis cosas en la sala e ir a la cocina por una pastilla para dormir. Señaló la silla frente a mí y me exigió decirle lo que había ocurrido. No tengo idea como hizo para ingresar a mi casa antes que yo, pero allí estaba.

—Sí. —respondo en un hilo de vos sorbiendo mi nariz.

—¿Lograste ver con quien estaba? —niego y sigue—¿Qué hizo al verte?

Ahora que lo pienso en su rostro se reflejaba paz, pese a que su vida corría peligro. Di un paso atrás al ver que sonreía con pesar antes de darme la orden más extraña.

—Me dijo, ¡Corre! —narro —me quedé estática sin entender el pedido, hasta que vi los fogonazos.

—¿Escuchaste ruido? —niego y guarda silencio. Sus ojos están fijos en mí y hay que decir, no se ve feliz —¿Qué hiciste después?

—Huir. —susurro. —lo hice al ver que lo habían herido.

—Con el arma en manos —sigue por mí y cubre su rostro —Maldita sea Ana Lucia —golpea con fuerza la mesa y salto asustada ante el tono de voz.

—Lo siento, no quería...

—Tu móvil —ordena estirando la mano sobre la mesa —¿Cuánto tiempo duraste en ese restaurante?

—Un aproximado de veinte minutos —escucha mi respuesta revisando mi móvil.

—¿Cuánto tardaste en llegar acá?

—Media hora, un poco menos ...

Él sigue comprobando mi móvil al tiempo que hace varias preguntas. Su enojo empezó desde que se enteró el arma había desaparecido y no lo reporté o se lo hice saber. Se complicó conforme mi relato fue avanzando.

Se incorpora de la silla y me observa con rostro severo. Nunca su estatura había sido tan imponente, desafiante e intimidante como en este instante.

—Ludov te visitó, te robaron el arma, no la reportaste pese al pedido y consejo de Weber —apunta hacia mí con el móvil en manos —¿Qué otra ocultaste? —finaliza dejando mi móvil y sacando el suyo.

—No quería defraudarte o que me vieras como una estúpida...

—¿Quién ...? —suspira lanzando una maldición y cierra los ojos —¿Qué te dijo Ludov esa noche?

—Incoherencias...

—Quiero escucharlas —me interrumpe—también cuando, como y por qué, te diste cuenta de que el arma no estaba.

No tengo otra opción más que obedecer, esta vez escucha mi relato en silencio y en pie. Ha dejado el mío sobre la mesa y ya no mira en mi dirección en ningún instante. Sin que pase desaparecido lo decepcionado que está de mí.

—¿Qué harás? —pregunto al verlo dar la vuelta y avanzar hacia la salida por la cocina —¿Nikolái? —insisto, pero no se detiene.

—No podré pasar por ti en estos días —es su respuesta.

****

Solo con Nikolái hablé sobre lo sucedido aquel día. Darles a mis padres más preocupaciones me resultaba difícil, con el extraño comportamiento de mi hermana y su inminente divorcio tenían suficiente.

El trabajo me impedía ver a Ginger que había regresado hace dos días, entraba temprano y salía a altas horas de la noche. Los fines de semana acudía a media jornada, en un inútil intento de no pensar en Ludov. El cansancio laboral me hacía caer en una especie de coma al llegar a casa, que me alejó de mi amiga sin proponérmelo.

Me he disculpado en varias oportunidades, Ginger me conocía lo suficiente para saber algo me pasaba. Ese mismo conocimiento le decía, debía esperar a que yo hablara por mi cuenta, así que no me presionaba.

Dos semanas después la relación con Nikolái estaba tensa. Desde aquel día no pasa a recogerme, envió un mensaje pidiendo excusas.

"—Estoy al frente de una situación que no puedo delegar a otros."

Consiente que esa situación era yo y mi poca confianza en él. Le di espacio. No lo he visto llegar a casa y el auto hace varios días dejó de verse en la entrada o los ladridos de Dante.

Eso y no saber lo sucedido a Ludov, aumentó mi nerviosismo. He comprado la prensa desde ese día y en ningún lugar se hablaba de herido en ese centro comercial. En el pueblo tampoco se sabe de él, mis padres hablaban conmigo todas las noches y siempre preguntaban si seguía sin aparecer.

"—Ojalá haya encontrado el rumbo de su vida." Rogaba mis padres.

Abro la puerta de la casa y salto al encontrarme con Ginger en pie frente a mí. Sostiene en su mano una bolsa de regalo que mueve ante mis ojos con una sonrisa traviesa.

—¡Qué sádica eres! —me quejo apoyando una mano a la altura del corazón que galopa sin control.

—De París, para ti —habla con orgullo, dejando la bolsa en mis manos. —Lo siento—sonríe al excusarse y entorno los ojos —he intentado saber de ti y ha sido imposible. Recurrí a tu semental de hermoso trasero—me dice— tu chico— corrige — una piedra resulta más comunicativa que ese hombre.

Sonrío como estúpida ante la mención de Nikolái como lo que nunca será de mí.

Mi chico.

—¿Qué tal te fue? —lanza el suspiro de mujer enamorada y ruedo los ojos. —no esperas que te crea enamorada. He conocido a más de veinte de tus ligues desde que estamos aquí y a todos has amado.

—Tienes razón, lo que amé fue París —responde sin pudor alguno —cuando te cases con el gorila y te vea feliz a su lado, me iré a vivir allí tranquila.

—¿Clientes nuevos? —enarco una ceja y su sonrisa la delata.

—Te llevaré al trabajo y de camino me pones...

—¿Ana Lucia Edevane Cock? —la autoritaria voz viene de un oficial acompañado de otro que se detienen a pocos pasos de ambas, viéndonos a una y a otra interrogante.

—Soy yo —respondo dando un paso al frente y apretando con fuerza el bolso de manos cruzando en mi hombro—¿Qué desea? —pregunto viendo la inconfundible figura de Nikolái y Dante venir a nuestro encuentro.

—Soy el oficial Thomas y estamos investigando la desaparición del señor Ludov Vass —comenta y palidezco viendo a Ginger.

—Espero no aparezca jamás y/o esté muerto —responde desafiante —Ana Lucia es a la última persona a quien debe buscar...

—¿La señorita es?

—Ginger Taylor, su mejor amiga —responde —y conocedora de todo lo que ese truhan...

—Señorita Taylor, déjenos hacer nuestro trabajo —le interrumpe un segundo oficial y en ese punto Nikolái está a mi lado sosteniendo mi mano. —hay una investigación en su contra señorita Edevane.

—¿Qué desean saber? —interroga Nikolái que aprieta con fuerza mi mano y yo intento hablar, pero me es imposible —soy Nikolái Borch, el entrenador y escolta de la señorita Edevane.

Lo dice sin verme. Toda la atención está en los oficiales, a quienes parece, la imponencia de Nikolái le intimidan al punto de llevarse la mano ambos a su arma. Movimiento que nota y del que se mofa sin disimular.

—Será mejor si nos acompaña y coopera —sugiere uno de ellos —Requerimos información sobre el señor Vass, usted fue quien lo vio por última vez...—no escucho lo demás, lo que describe, lo conozco y no porque haya halado el gatillo.

El oficial da un paso al frente sacando las esposas, Nikolái retira su mano y la apoya en mis hombros. Deja un beso en mi frente y me pide no tener miedo.

—Deja todo en mis manos —afirmo dando un paso al frente para ser esposada y es Ginger que intenta impedirlo.

—Señorita Taylor...

—Señorita Taylor, mis cojones —le escucho decir —¿Desde cuándo la víctima es tratada de esa forma?

—Todo va a estar bien —susurra Nikolái cuando mi cuerpo amenaza con desplomarse y Ginger discute con los oficiales que insisten en esposarme.

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