Declaración
David Rogers sale de la estación una hora y media después, lo hace solo, con una sonrisa de superioridad en el rostro mientras camina en mi dirección. Es la ausencia de Ana la que me genera sospecha y causa escozor.
A dos metros de mí, Ginger contempla su salida. No hay duda del alivio que siente ante la sonrisa del hombre. Pueda que en verdad sea buena amiga y esté exagerando. Aun así, sigue estando la duda sobre ella en mí interior.
—¿Qué tan grave es? —pregunto al hombre una vez se detiene frente a mí.
—Hay que investigar a ese chico, si existe un motivo por el cual debería morir. —responde —su desaparición es un truco o su sadismo mutó y ahora desea dañarla de otra manera.
Guardo silencio procesando ese comentario, Ludov es un hombre inestable con problemas de drogas y alcohol. Es muy probable que todo sea un truco para dañar a Ana. Por otra parte…
—Le pidió huir al verla allí —recuerdo —si está desaparecido dudo que sea por dañarla. La siguió por protección —paso la llave del auto de una mano a otra buscándole sentido a todo esto —¿Le comentó sobre el encuentro de cierta noche?
—Le pedí narrar los hechos precisos —explica —¿Qué encuentro?
A pocos pasos de ambos Ginger nos observa en silencio. De vez en cuando mira hacia la entrada de la estación y regresa la atención a ambos.
—La abordó una noche al sacar la basura, tengo el video de las cámaras de seguridad —describo y asiente —ella le dará mejores detalles, pero en resumen, hablaba de que el viejo no era su padre y una herencia.
En silencio Rogers asiente escuchando todo mi relato y con la cabeza baja. Se abstrae por varios minutos una vez finalizo y cuando pienso he perdido mi tiempo, habla.
—Ella asegura que cada vez que lo vio en los últimos tiempos estaba drogado —sin que lance la pregunta, le doy la respuesta.
—Ese día lo estaba,—le confirmo —de hecho, asegura que parecía desvariar. Hablaba de que solo él podía cuidarla y estaban en peligro.
El comentario me hace reaccionar y proporciona una pista por donde iniciar. El problema radica en que cuento con poco tiempo libre para hacer ese tipo de investigaciones.
—Vio el asalto y su caída —recuerdo de pronto —¿No hay nada en cámaras al respecto? —niega y maldigo su mala suerte.
—Su desaparición no es común, no obstante, que su padre de por sentado que esté muerto resulta atípico. —suspira girando su cuello en círculos y su mirada cae en Ginger que se acerca a ambos. —cuando tienes un hijo desaparecido no piensas en muerte, sin importar lo mal portado que sea. Lo deseas vivo.
La trigueña se detiene frente a ambos y le sonríe a un Rogers qué la contempla sin emoción en su rostro. Lejos de intimidarle su comportamiento ella le sonríe aun más y la ceja rojiza del abogado se enarca.
—Ginger Thomas, amiga de Ana —extiende su mano hacia él.
Antes de estrechar su mano se queda viendo su rostro por largo tiempo sin hacer un movimiento. Su quietud causa nerviosismo en la mujer y una sonrisa en mis labios.
—¿La que abandonó su casa y la siguió tras el asalto? —afirma con orgullo y el abogado asiente—me habló de usted.
Me intriga saber que le dijo que lo hace verla de esa manera. Quizás nada malo para Ana, pero que sembró dudas en el astuto personaje.
—¿Cuándo saldrá?
—En unos minutos, la dejé firmando unos documentos —Ginger se aleja a pasos rápidos al escuchar aquello y de alguna manera su lejanía me alivia.
—¿Te molesta que su oscuridad toque a tu impoluta chica? —se mofa—nadie daña a nadie, lo que en verdad ocurre es que ciertas compañías arrancan de nuestro interior nuestros pecados más ocultos.
—Aún no me dice que tan delicado es la situación de Ana…
Le divierte que evada la pregunta la que hasta cierto punto está cargada de verdad. Sin embargo, hay algo en Ginger muchas cosas que no acaba de encajar. Su excesivo gasto de dinero es una de ellas y la suerte que le cambió al llegar la ciudad.
—Seguirá unida a esta investigación. —le siento decir —la pilicu no tiene interés en hallar más sospechosos. No están viendo en otra dirección que no sea tu chica.
En resumen, me toca a mi averiguar lo que corresponde para sacarla de este lío.
—Lo averiguaré —prometo y vuelvo la mirada a él —¿Hablamos de honorarios?
—Después —responde viendo su reloj —te haré llegar la factura al acabar.
—Esperaré por ella — afirma avanzando a su auto del qué retira la alarma y gira un instante hacia mí.
—Inicia por el centro comercial y las salidas anexas —aconseja.
—Lo obvio resulta —replico —De ser yo quien deseara deshacerme de un cadáver lo haría por la salida frontal.
—Eso suponiendo que sea un cadáver lo que buscamos —dice divertido.
—¿Salió por sus propios medios y se encuentra escondido? —se encoge de hombros y tuerce los labios. —le pidió a Ana huir al verla allí.
—Me temo que la insistencia de su padre de señalar a la chica tiene que ver. —apunta hacia mí antes de seguir su camino —no tardes, lo espero.
Ya en soledad proceso los pro y los contra de ir tras ella. No tengo intenciones de ser abordado por preguntas o reclamos sobre mí acusaciones. Tengo una vaga idea de como acabará.
Ella querrá compensar la afrenta yéndose con su amiga y este servidor odia los dramas. Asi que, permanezco en mi lugar en espera que salga y me largaré a mi trabajo.
He enviado un mensaje a la mansión Frederick excusando mi tardanza y prometiendo compensar el tiempo perdido. Soy un hombre de palabra, he prometido cuidar de Ana y lo haré, aunque me resulte exasperante su amistad con esa mujer. Pero también tengo un contrato qué cumplir, uno que se ha complicado un poco.
Intentando no ser más patético de lo que parezco ingreso al auto y espero su salida. Sin dejar de repetirme qué mis teorías no serán escuchadas, Ana no podrá ver a Ginger como sospechosa con todo lo que hizo por ella.
¿Qué otra persona pudo ser? Los Weber, es imposible, no tengo interés en dañar a Ana, pero Ginger ¿Qué interés puede existir? La pregunta me la formulo viéndolas a ambas salir de la estación alejada una de la otra.
Se detienen un instante y discuten siendo Ana quien esté más enojada. Soy un espectador silencioso de la trifulca en la que supongo, soy el tema principal. Eso me explica que hizo a Ana enojarse tanto.
Ginger intenta tomarla de las manos, pero se sacude con fuerza avanzando a pasos rápidos hasta mi auto. Ingresa en silencio, ajusta el cinturón, cruza sus brazos e infla mejillas. Su respiración es irregular, su pecho sube y baja descontrolado al tiempo que su labio inferior tiembla.
—¿Al trabajo? —afirma en silencio —¿Te lo dijo?
—¿La acusaste de robar el arma?
—Sí.
No lo hice directamente, pero la intención era obvia y no pretendía a irme por las ramas o excusarme. Ginger Thomas, no era tan inocente o superamiga como pretendía hacerse ver.
—¿Por qué? —pregunta con la vista al frente y el temblor en sus labios es más evidente.
—Por descarte, —confieso— no fui yo, los webers, tú o tu hermana. En caso de que lo esa trastornada dijo sea cierto y ella lo supiera.
Ingreso la llave y enciendo el auto con la vista fija en la vía. Cada poro de mi piel es consciente de la suya sobre mí. Mi cuerpo es consciente de su cercanía y eso me altera de tal forma que me ha mantenido lejos de ella todos estos días.
No conozco a su familia, aunque me gustaría hacerlo alguna vez. Solo sé que la cuidan, protegen y sacrificaron su presencia solo para que ella estuviera bien.
—Todo consistentes con el amor. —le digo viéndola un instante.
—¿No es ella? —la pregunta es un ruego que hace mientras pasa saliva —¿Tú tampoco cree usted que sea mi hermana?
—¿Por qué lo dudas?
Debe existir algo que la haga dudar de su sangre y no de una desconocida. Por muy amiga que sea, es lo que Ginger es. Una desconocida oportunista a la que pienso investigar.
—Se comporta extraño, en casa sospechan que tiene un amante.
Avergonzada desvía la mirada y se distrae viendo los autos pasar a nuestro lado. Narrándome los temores de su madre y la agonía de su familia ante el evidente quiebre de ese matrimonio. Han intentado que diga lo que le ocurre, pero se niega a soltar información.
—Pide que confíen en ella, pero es difícil para su esposo y mis padres. —finaliza.
—¿Es como tú? —curioseo y soy un poco más claro —¿Educación, comportamiento, valores?
—Peor. —no puedo evitar la tentación de verla y noto sonríe —se enojó cuando se enteró de que trabajaría en un club “No importa tus motivos, una dama jamás usa su cuerpo para esos fines.”
—Conozco a mis hermanos y se dé lo que son capaces. Hasta donde pueden llegar o sus límites. —confieso —no somos hermanos de sangre, pero el lazo que nos une es más fuerte que eso. Si me piden confiar en ellos, lo haría. Debe ser lo mismo con tu hermana y los tuyos.
—Te han hecho cosas terribles. —ante el cúmulo de recuerdos de todas ellas sonrío.
Me he desquitado en cada una de ellas, ha sido nuestra manera de socializar y conocernos a lo largo de estos años. Pese a sus bromas o ataques, nunca han hecho algo que causara daño directo a mi humanidad.
—No tengo la verdad en mis manos Ana —le calmo —quizás el arma nunca saliera de tu casa, Ginger sea inocente y mi desconfianza es lo similar que es a …—me tengo cuando su rostro cruza el mío y niego —no importa.
No quiero sembrar intrigas por una duda en mi cabeza. No es que sea el mejor a la hora de valorar a las personas. Quizás todo sea real y solo esté siendo prejuicioso.
—Perdón por no decirte lo que ocurría —habla tras un largo silencio —no tengo palabras para justificar mi comportamiento. Hice mal y lo siento…
—Yo sé lo que es confiar ciegamente en alguien y que esa persona te traicione —le interrumpo deteniendo el auto en un costado cerca de su trabajo.
La mano que hasta hace un momento estaba en la palanca de cambios viaja a la suya y se aferra con fuerza. Sigue controlando el llanto, sé que tiene ganas de llorar y sacar de sus entrañas el miedo que la embarga. El terror por ir a prisión es superado por la sospecha que alguien cercano es capaz de traicionarla.
—Te vuelves hermético en tus emociones, hablar de ellas o demostrarlas es síntomas de debilidad. —sigo. —desconfías de todo y todos.
Que sea una amiga es delicado, pero de ser una hermana, resulta un acto difícil de procesar.
—Te compare con Ludov y no fue justo...
—He hecho cosas peores que él —confueso y le muestro mi mano libre —estas manos han hecho cosas dañinas de las que no me arrepiento. Tantas que no acabaría en un día y me arriesgo a que no desees verme nunca...
—Nikolái —ruega y niego pidiéndole que me deje seguir.
—Tengo errores Ana. Viví tanto tiempo rodeado con ellos, que me es imposible superarlos—libero el aire de mis pulmones antes de seguir —pero jamás te haría daño, no podría hacerlo.
—Ahora lo sé…
—No eres una mujer convencional, he intentado alejarme de ti y lo que me haces hacer o sentir; sin embargo, es imposible —sus ojos se abren sorprendidos y sonrío acariciando con el dedo pulgar su muñeca —eres un privilegio al que bastardos como yo no merecen acceder.
Eso no me impide soñar en que tal vez sea posible, se has convertido en todo lo que necesito para seguir viviendo. La única persona que me mantiene vivo eres ella. En este instante entiendo que es una quimera. El tipo de cosas que deseaba de chico y que en el fondo, sabía eran imposibles.
—Estas siendo duro…
—Solo quería que supieras que sin importar si confías o no en mí, yo cuidaré para que nada te pase —finalizo encendiendo el auto y avanzando los metros que hacen falta hasta llegar a su lugar de trabajo. — envié un mensaje a Marck, te recomiendo ir primero ante él y decirle lo que sucede.
—Sobre lo que…
—Hablaremos después —le interrumpo y afirma en silencio.
—Te veré luego —afirmo en silencio, aunque no tenga planeado verla esta noche.
Cuidaré de ella y velaré que esté bien, pero es necesario que me aleje porque su cercanía resulta dañina.
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