Imaginar y Crear
La arena del Valhalla se transformó en un escenario completamente distinto una vez mas.
El vasto coliseo donde tantas batallas se habían librado se redujo a un gran pilar hexagonal suspendido en el centro de un desfiladero colosal, cuyas paredes de piedra reflejaban la luz del sol como espejos abrasadores. Mientras en cada extremo del hexágono se encontraban una serie de pilares con murales inspirados y pintados con jeroglíficos y las figuras representativas de los dioses del desierto.
El calor que inundaba el campo de batalla era sofocante, casi palpable, como si el desierto más caluroso del mundo hubiese invadido el corazón del Valhalla. Arena seca se arremolinaba a los bordes del pilar, empujada por ráfagas de aire caliente que parecían rugidos de una bestia indomable.
El cielo, teñido de un naranja brillante, no ofrecía piedad a los espectadores ni a los combatientes. El sol ardiente reinaba inmisericorde en lo alto, bañando a todos los presentes en un sudor constante. La atmósfera era sofocante, intensa, y cargada de expectación.
Cada rincón de las gradas se llenó de murmullos mientras las deidades y las almas humanas trataban de anticipar lo que vendría a continuación.
De repente, un zumbido mecánico irrumpió en el aire. Heindall apareció montado sobre una máquina voladora imponente y extravagante. El aparato era una mezcla de arte y tecnología divina:
Un trono con alas doradas que brillaban al reflejar la luz solar. Con múltiples engranajes expuestos y turbinas rugiendo, parecía más una fusión entre las maravillas mecánicas humanas y el esplendor celestial.
Heindall llevaba su icónico cuerno en mano, pero también sostenía unas gafas oscuras ajustadas sobre sus ojos, protegiéndose del brillo deslumbrante del sol. A pesar del calor, el pequeño dios no mostraba señales de incomodidad; su postura era firme y confiada mientras dirigía la máquina hacia el centro del pilar, elevándose por encima de la arena. Finalmente, la máquina se detuvo y flotó en su posición, permitiendo que Heindall observara la escena desde su asiento elevado.
El público guardó silencio, esperando con ansias sus palabras. Heindall tomó aire, sosteniendo su cuerno con ambas manos, y comenzó a hablar con su usual entusiasmo y potencia.
Heindall:—¡Señoras, señores, dioses y mortales! ¡El sol arde con intensidad! ¡El desfiladero ruge con ansias de guerra! ¡Y la arena del Valhalla, como siempre, se ha transformado para recibir una nueva batalla que quedará marcada en los anales de la historia!
Su voz resonó con fuerza, amplificada por la acústica natural del lugar y la magia del Valhalla. Los espectadores, cautivados por su energía, guardaron silencio absoluto.
Heindall:—¡Hoy, el Ragnarok da un nuevo giro! Este campo de batalla no es como ningún otro que hayamos presenciado antes. ¡Hoy, el pilar hexagonal será el único terreno que separará a los combatientes del abismo infinito! ¡Y bajo el implacable juicio del sol ardiente, un heroe de la humanidad y una deidad se alzarán para demostrar quién tiene el derecho de gobernar!
El desfiladero respondió con un eco profundo, como si el mismísimo Valhalla aguardara con hambre el inicio de la contienda. Heindall levantó su cuerno y lo apuntó hacia el cielo, pero no lo tocó todavía.
Heindall:—¡Hoy presenciarán la fuerza, la voluntad y el sacrificio de aquellos que se han alzado por su bando! ¡Un combate donde no habrá lugar para el descanso, donde cada movimiento será decisivo y cada aliento puede ser el último!
La máquina comenzó a girar lentamente sobre su eje, permitiendo que todos los presentes tuvieran una visión clara del presentador. Heindall apuntó con el cuerno hacia las dos puertas opuestas del desfiladero, todavía cerradas.
Heindall:—¡Pero! —continuó con dramatismo, señalando hacia las enormes entradas— Antes de que nuestros valientes guerreros entren, el sol juzga a todos los que se atreven a estar aquí. ¡El calor es una advertencia y una promesa! ¡No hay lugar para los débiles! ¡Solo los mejores pueden soportar lo que está por venir!
El público estalló en vítores, pero Heindall no se dejó interrumpir. Con un gesto solemne, bajó el cuerno y lo colocó a un lado, mostrando una sonrisa traviesa.
Heindall:—Todavía no es momento de abrir esas puertas. No. Antes de que cualquiera de los combatientes ponga un pie en esta arena, esta tierra abrasada, deben prepararse. ¡Prepárense para ser testigos de un duelo que hará historia! ¡De un enfrentamiento que definirá el destino del Ragnarok!
El calor se intensificó aún más, como si el sol respondiera al llamado de Heindall. Las sombras se redujeron, y el desfiladero entero pareció brillar con un tono dorado infernal. La máquina voladora descendió levemente, colocándose cerca del borde del pilar. Heindall inclinó su cabeza hacia la arena, esperando con paciencia.
Heindall:—La hora de la verdad se acerca, espectadores. ¡Así que prepárense para lo que está por venir!
El desfiladero permaneció en silencio absoluto. El público contuvo la respiración, y los rumores entre los dioses y los mortales se extinguieron. Heindall, con un brillo misterioso en los ojos, permaneció quieto, esperando a que las primeras puertas del desfiladero comenzaran a abrirse.
La puerta del bando divino comenzó a abrirse lentamente, dejando escapar un ominoso chirrido que resonó por todo el desfiladero. La atmósfera, ya cargada por el calor, se tornó aún más pesada, como si el mismísimo aire se inclinara en reverencia hacia quien estaba a punto de aparecer.
https://youtu.be/ucmaSFfqpok
Tras los portones, un largo túnel oscuro se extendía hasta perderse en la penumbra. Pero al final de ese corredor, apenas visible, se distinguía la figura imponente de un dios sentado en un trono dorado.
Con una postura relajada pero cargada de autoridad, el dios permanecía de piernas cruzadas, apoyando su mentón en el puño como si la espera lo aburriera profundamente. Sus ojos amarillos brillaban intensamente en la oscuridad, observando a los presentes con un juicio silencioso, como si su mera presencia fuera suficiente para declarar su supremacía sobre todos.
El trono en el que estaba sentado era majestuoso, adornado con jeroglíficos que parecían relatar epopeyas de eras antiguas, y cada rincón de su estructura reflejaba el resplandor del sol.
Heindall:—¿QUÉ HAY DE ZEUS? ¿QUÉ HAY DE ODÍN? LO QUE ENVUELVE ESTE CUERPO ARDIENTE ES UN MANTO MISTERIOSO QUE SÓLO LOS DIOSES PUEDEN USAR.
Por un momento, todo quedó en silencio. Ningún murmullo, ningún movimiento. Solo el sonido del viento abrasador del desfiladero y la creciente tensión que invadía la arena.
Finalmente, el dios se puso de pie. Su paso fue firme, calculado, y con cada movimiento, su presencia llenó el espacio como si el mismo sol hubiese descendido a la arena. El túnel permanecía oscuro, pero su silueta era clara y definida, mostrando un cuerpo perfectamente tallado, un ícono de fuerza y perfección divina.
Heindall: —¡EL DIOS DEL SOL ES UN DIOS ENTRE LOS DIOSES! ¡ÉL ES EL VERDADERO AUGE DE LOS DIOSES!
Cuando el dios emergió por completo de la penumbra, un séquito de dioses menores apareció detrás de él corriendo frenéticamente, sudando y jadeando como si hubiesen recorrido un maratón. Sus rostros mostraban un fervor absoluto mientras gritaban al unísono:
Dioses Sirvientes:—¡Gloria a Ra! ¡El Rey del Sol! ¡El Señor del Cielo y de la Tierra!
Sin detenerse, los dioses menores se apresuraron a la arena. Al llegar, comenzaron a trepar y apilarse los unos sobre los otros, formando una gigantesca estructura viva de cuerpos que se alzaba como una improvisada escalera hacia la cima del inmenso pilar.
A pesar del agotamiento que reflejaban sus rostros, no mostraban queja alguna, llamando con devoción absoluta al dios que seguían.
Heindall:—¡AQUEL QUE VINO DESDE EGIPTO CON UN CUERPO ARDIENTE UN HOMBRE QUE SIEMPRE VA AL FRENTE EL ES SIN DUDA UNO DE LOS DIOSES MAS PODEROSOS DE TODOS LOS CIELOS Y UNO DE LOS CREADORES PRINCIPALES DE LA HUMANIDAD EL CUAL AHORA VINO PARA CASTIGARLOS POR SUS PECADOS!
El dios llegó al borde del pilar y observó con un ceño fruncido a sus subordinados. Su mirada severa parecía juzgarlos por no ser lo suficientemente rápidos, aunque no pronunció palabra alguna. El dios avanzó, pisando los cuerpos de sus seguidores sin piedad ni remordimiento, como si fueran meros escalones hacia su destino.
???:—"Observa bien Zeus"—pensaba sombrío el faraón, perdido en su propia furia, en la oscura malevolencia que residía en su luminoso ser—. "Este es el momento de demostrarles a todos en los cielos quién es el más digno para ser el verdadero rey"
Con cada paso que daba, los dioses menores se estremecían bajo el peso aplastante de su señor, pero ninguno osó moverse o quejarse. Las grebas doradas que adornaban las piernas del dios brillaban intensamente bajo la luz del sol, como si absorbieran y reflejaran su poder.
Finalmente llego hasta la cima del pilar. Allí se detuvo, cruzó los brazos sobre su amplio pecho desnudo, y observó el desfiladero con una expresión de absoluta autoridad. Su piel morena y brillante parecía emanar calor, como si el propio sol estuviera encarnado en su figura.
Su cabello corto y negro, junto con sus pequeños ojos amarillos que parecían atravesar el alma de todos los presentes, completaban su imagen imponente.
Era una visión que dejaba a todos petrificados. Su clavícula ancha y su estructura muscular eran una obra de perfección divina, cada músculo definido como si hubiera sido esculpido por los mismos dioses. Llevaba un collar egipcio dorado que caía sobre su pecho, decorado con símbolos sagrados.
Brazaletes dorados adornaban tanto sus muñecas como sus brazos, mientras que un shendit negro con un centro dorado cubría su cintura. Incluso sus uñas, negras como el abismo, parecían relatar historias de poder y destrucción.
Heindall:—¡EL REY DEL SOL! ¡EL AMO ABSOLUTO DEL CIELO Y LA TIERRA! ¡EL FARAON SUPREMO!
El Dios alzó la vista hacia el sol abrasador que reinaba sobre la arena. Su mirada parecía conectarse con el astro mismo, como si le recordara que era él quien gobernaba sobre su luz y su calor. El público entero, dioses y mortales por igual, permaneció en silencio absoluto. Incluso los dioses más poderosos en las gradas se estremecieron ante la presencia del mencionado, incapaces de desviar la mirada de su imponente figura.
Heindall:—¡¡RECIBAN AL SUPREMO DE EGIPTO EL DIOS RA HORAKHTY!!
Sin pronunciar una palabra, Ra permaneció inmóvil en la cima del pilar, dejando que su mera presencia hablara por él. El desfiladero se llenó de un silencio tenso, roto solo por el sonido del viento y los jadeos de los dioses menores que aún yacían apilados en la base del pilar.
Heindall, desde su posición en su máquina voladora, observaba la escena con una mezcla de asombro y admiración. Por un momento, incluso él pareció dudar de qué decir, antes de finalmente llevar el cuerno a sus labios, listo para anunciar el próximo momento épico del Ragnarok.
Y para encarar al rey del alto y bajo Egipto, al faraón de los cielos y la tierra, Heimdall volvió su atención al extremo opuesto del escenario, en donde una puerta con el grabado de una bobina aguardaba con paciencia.
Heindall:—¡¡AHORA, EL REPRESENTANTE DE LA HUMANIDAD QUE SE ENFRENTARÁ AL DIOS MÁS BRILLANTE DE LOS CIELOS, AL MISMÍSIMO SEÑOR DEL SOL RA, ES ÉL!!
La puerta del bando humano comenzó a abrirse lentamente, dejando entrever un oscuro túnel que parecía prolongarse hacia el infinito. Un momento de incertidumbre llenó la arena. Nadie se movía, ni siquiera un susurro escapaba de los labios de los espectadores.
—¿EH...?
—¿Qué es eso?
—¿Nadie saldrá?
De pronto, un destello cegador rompió la oscuridad, y en un instante, una explosión de relámpagos de un color celeste radiante salió despedida desde el túnel, extendiéndose con fuerza en todas direcciones.
—¡¿QUÉ?!
El Valhalla entero se estremeció bajo el impacto de aquella descarga eléctrica. Los relámpagos danzaban con furia, iluminando la arena y el desfiladero como si el mismo cielo hubiera descendido para participar en el Ragnarok.
Los dioses observaron con sorpresa, mientras los mortales en las gradas miraban boquiabiertos, maravillados por la entrada del luchador humano.
Heindall:—¡UGH! Así son los humanos, todos ellos—maldijo Heimdall—. ¡¿Quieres hacerlo de una forma tan vistosa?! ¡¡Bien!! ¡¡Acepto el desafío!!
https://youtu.be/H_6JU6vJMS0
En el túnel, un largo camino descendía hacia el centro del coliseo. Allí, al final, una figura comenzó a hacerse visible entre los destellos de luz. El hombre, erguido y sereno, llevaba puesto un super traje altamente tecnológico, una maravilla retro futurista que brillaba intensamente bajo el sol abrasador de la arena.
Con una postura decidida, colocó una de sus piernas sobre una plataforma circular que estaba al final del túnel.
Heindall:—NACIDO EN UNA NOCHE DE TORMENTA ELÉCTRICA, ES LITERALMENTE EL HIJO DE LA LUZ. ¡EL HOMBRE QUE ILUMINÓ AL MUNDO CON UN CEREBRO TAN BRILLANTE QUE VA MÁS ALLÁ DE LOS LÍMITES HUMANOS!
En cuanto su pie tocó la plataforma, esta se cargó de inmediato con la electricidad que emanaba de su traje. Un estallido resonó en el aire, y en un abrir y cerrar de ojos, el humano salió disparado hacia el final del túnel como un cohete, moviéndose a una velocidad absurda.
Con los brazos extendidos hacia los lados como si estuviese volando, el hombre cruzó la distancia con una elegancia y precisión que dejó al público completamente maravillado.
Los niños en las gradas saltaban de emoción, gritando y señalando la figura que avanzaba con tal majestuosidad. Los dioses observaban con atención, algunos fascinados y otros claramente tensos ante la inusual entrada del luchador humano.
Heindall:—¡¡ES GRACIAS A ÉL QUE NACIÓ UN NUEVO TIPO DE MAGIA LLAMADA CIENCIA PODRIAMOS DECIR QUE EL ES EL PADRE DE LA CIENCIA!!
Finalmente, el hombre aterrizó con fuerza en el centro del pilar hexagonal, creando un poderoso impacto que hizo temblar la arena. Cientos de relámpagos cayeron del cielo, rodeándolo en un espectáculo de luz y poder. Las descargas eléctricas se extendían en todas direcciones, arrancando jadeos y exclamaciones de asombro del público.
Para rematar su entrada, el hombre extendió ambos brazos hacia los lados. Desde las 3 bombinas de energía ubicadas en sus manos y en el centro de su pecho —la más grande de las tres—, comenzó a liberar una inmensa cantidad de electricidad.
Heindall:—TODA CREACIÓN QUE PROVIENE DE SU IMAGINACIÓN ÉL LA MATERIALIZA CON UNA SIMPLE VISIÓN. ¡UN HOMBRE QUE INTENTÓ TRAER A LA HUMANIDAD MÁS CERCA DE LOS DIOSES! ¡¡CON ASOMBRO Y RESPETO LA GENTE LO LLAMÓ EL ÚNICO MAGO EN LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD!!
Con una precisión asombrosa, utilizó las corrientes eléctricas para dibujar su nombre en el aire, cada letra formada por brillantes rayos celestes:
Heindall:—¡¡EL HIJO DE LA LUZ, EL UNICO MAGO DE LA HISTORIA HUMANA, EL HOMBRE QUE ILUMINO AL MUNDO HUMANO EL ES!!!
¡¡¡NIKOLA TESLA!!!
(Imperio Austriaco)
El público rugió de emoción al ver aquel despliegue de genialidad y poder. Los niños en las gradas miraban embelesados, algunos con los ojos brillando por la emoción y otros imitando los movimientos del luchador, extendiendo sus brazos como si ellos mismos fueran capaces de controlar la electricidad.
Cuando la luz se disipó parcialmente, Tesla quedó allí de pie. Su figura era impresionante, un símbolo de la evolución humana y la ciencia llevada al máximo nivel. El hombre castaño, con un rostro apuesto y sereno, observaba a su alrededor.
Su armadura retro futurista brillaba bajo el sol, reflejando los colores dorados y azules que la componían. Cada detalle del traje parecía diseñado para la perfección, desde las líneas que recorrían sus extremidades hasta las luces que parpadeaban al ritmo de su energía.
El traje liberaba pequeñas descargas de electricidad, que chisporroteaban en el aire a su alrededor, envolviendo su figura en un aura de poder absoluto. Tesla, bañado en la luz del sol y rodeado por el resplandor de sus propios relámpagos, alzaba la mirada hacia el dios que lo esperaba en el otro extremo de la arena.
Heindall:—Nikola Tesla, el hombre que desafía a los dioses—, dijo Heindall, cuya voz resonó por todo el coliseo, cargada de emoción y asombro. —¡El genio de la humanidad ha llegado!
El público estalló en vítores mientras Tesla, sin perder la compostura, flexionaba sus manos enguantadas, y las bombinas de energía a su alrededor emitían un destello sincronizado. El enfrentamiento definitivo estaba a punto de comenzar.
Fin que les parecio?
Que opinan de este enfrentamiento?
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