Capítulo 4.
Audrey.
— ¿Dónde carajo estoy? —Le pregunté al hombre que me acompañaba.
La cabeza me dolía bastante.
—Estas en la Isla de los Perdidos. —Me contestó el padre de Jane, a quien conocía desde siempre, por obvias razones.
Pestañeé varias veces, procesando aquella información, ¿había oído bien?
— ¿En la...? ¿Por qué estoy aquí? ¿Y por qué me llamaste Quinn? —Cuestioné, sin entender nada, pero no podía quedarme aquí. —No tengo tiempo para esto, debo salir de esta prisión ahora mismo. —Exclamé, levantándome de la camilla rápidamente y empezando a caminar, pero fue mala idea porque estaba tan mareada que terminé cayéndome al suelo.
—Alto ahí, señorita. Debes volver a sentarte y dejarme que te cuente como es la historia. —Pidió Yen Sid, ofreciéndome su mano para ayudarme a levantarme, la tomé y me incorporé con cuidado para entonces volver a tomar asiento en la camilla. — ¿Qué es lo último que recuerdas?
Ladeé la cabeza, haciendo un esfuerzo por acordarme de lo que había sucedido, pero el dolor de cabeza no me ayudaba.
—Uhm, Ariana volviéndose mas loca de lo normal y controlándonos a Ben y a mi, yo intenté luchar y lo siguiente que sé es que terminé encerrada en mi propia mente. —Murmuré.
—Bueno, resulta que te moriste. —Informó el hombre. Lo miré extrañada para entonces observar mi cuerpo, todo se veía normal.
— ¿¡Soy un fantasma!? —Grité, confundida. — ¿¡Como esos que dicen boo!?
—No eres un fantasma. —Aclaró el padre de Jane, pero yo necesitaba pruebas, así que intente atravesar su hombro para comprobarlo; pero termine tocándolo. —Deja de hacer eso, ya te he dicho que no eres un fantasma. Escúchame. Tú moriste, o eso es lo que todos creían. Pero Mal presentía que algo extraño sucedía, por eso durante tu velorio te trajo acá. Y, como estaba diciendo, Mal me pidió ayuda para ocultarte aquí; sin decirle ni una palabra sobre esto a nadie en Auradon. —Prosiguió.
— ¿Cuánto tiempo ha pasado? —Pregunté, arrugando la nariz, que Mal hiciera todo esto era... extrañamente reconfortante. Era la única que no había dejado de luchar por mí, a pesar de que nuestra relación jamás fue la mejor. — ¿Por qué no le dijo al resto?
—Mas de un año. —Contestó el hechicero con certeza. —Ella mantuvo todo en secreto para no darles falsas esperanzas. —Aclaró, aunque la verdad era que no entendía por que no quería darles falsas esperanzas.
—A ver si todo esto me queda claro. ¿Ariana me mató, Mal me desenterró creyendo que seguía viva, y se lo ocultó a toda nuestra familia? —Dudé, tratando de comprender todo, el hombre asintió con la cabeza. — ¿¡Qué clase de capitulo de PLL es este!?
— ¿Te viste una maratón de esa serie antes de morirte? —Sugirió el hombre, asentí con la cabeza y él se aclaró la garganta. —Quiero decir, ninguno. Esto es la vida real. —Me recordó.
— ¿Dónde está Mal ahora? —Quise saber, acomodé mi cabello. —Necesito hablar con ella para que me aclare bien toda esta locura.
—Ella se acaba de ir. —Habló Yen Sid con tranquilidad. —Pero seguro volverá mañana, o dentro de unos días.
— ¿Unos días? ¡Acabas de contarme que he estado en coma por más de un año! ¡Yo no puedo esperar unos días, tengo que volver a casa! —Le recriminé, evitando decir que había estado muerta, porque de solo pensarlo se me rompía el corazón. Bueno, se rompería si lo tuviera, lo cual era otra cosa que debía agregar a la lista de cosas extrañas que había descubierto hoy. Me levanté nuevamente, pero él se interpuso en mi camino. — ¡Quiero ver a mamá, a Dizzy, al resto de mi familia! ¡Tengo que decirles que estoy viva, no sé cómo ni por qué, pero merecen saber que no me perdieron!
—Sé que quieres volver a casa, pero no puedes hacerlo sola. Estás en una Isla llena de villanos, es peligroso que salgas de aquí. —Exclamó el hechicero. —Te llevaría a Auradon yo mismo, pero no puedo dejar este lugar sin protección, tienes que esperar a que Mal regrese. Veremos qué haremos en cuanto ella esté aquí, pero hasta entonces, debes quedarte aquí. —Me dijo.
— ¡Mírame! ¡Soy de la realeza, soy una de esas princesitas primorosas insoportables que tanto desprecian en este lugar! —Puntualicé con los ojos llenos de lágrimas. — ¡No pertenezco aquí!
—Ya lo sé, ya lo sé, pero aquí vas a estar segura. —Aseguró él, me senté en la cama nuevamente, cruzándome de brazos y mirándolo con desaprobación. Era consciente de que Yen Sid solo intentaba cuidarme, pero he estado lejos por mucho tiempo.
—La última vez que estuve aquí fui secuestrada, ¿quieres arriesgarte a que eso vuelva a pasar? —Cuestioné, ladeando la cabeza.
—No. —Se opuso el hechicero luego de unos segundos. —Mal me mata si algo te pasa, igual que Jane.
—Entonces me vas a dejar volver a casa. —Insistí, tan terca como siempre había sido.
—No puedo hacer eso, es arriesgado. —Sentencio el hombre, negando con la cabeza.
—Vamos, tiene que haber algo que puedo darte a cambio de que me saques de aquí. —Rogué, haciendo pucheros.
—No, yo no puedo desobedecer a Mal, lo siento. —Se disculpo, bastante seguro pero apenado al mismo tiempo.
— ¿No la vas a desobedecer ni siquiera por tu hija? —Pregunté, el hechicero me miro frunciendo su ceño. Sabia que estaba jugando sucio, tal vez demasiado, pero estaba desesperada. —Vamos, es obvio que te mueres por ver a Jane de nuevo, yo puedo ayudarte a hacerlo si me ayudas a salir de la Isla.
—Bien. —Accedió Yen Sid, cediendo finalmente, soltó un suspiro. —Yo conozco una manera segura de que regreses. —Sugirió, captando mi interés y dándome algo de esperanza.
— ¿Qué tengo que hacer? —Dudé, tratando de mantener la compostura.
—Cambiar tu aspecto y hacer todo lo que yo te diga. —Comentó el padre de Jane, alcé una ceja con interés al escuchar aquello. — ¿Recuerdas que me preguntaste por qué te llamé Quinn?
Jace.
Al día siguiente, era un día bastante importante, ya que se llevaría a cabo la reunión del Consejo Real en donde se decidiría quienes abandonarían la Isla de los Perdidos.
Y, como la mayoría de estas juntas, involucraba revisar expedientes y debatir; o sea que sería una reunión bastante larga.
Pero valía totalmente la pena.
Mi hermana estaba en el umbral de la puerta de la sala de reuniones, recibiendo a la gente que participaría en la junta.
—Buenos días, Carlos, Jane. Por favor, pasen. —Dijo Alex, sonriéndoles con cortesía, ellos entraron al cuarto; en donde ya habían llegado casi todos. Apresure el paso, aunque me gustaba hacer grandes entradas, pero antes de que pudiera ingresar a la habitación; la reina (de los idiotas) quiso cerrar la puerta; afortunadamente lo evité, colocando mi pie. —Tu no. —La oí.
Escuché las risitas de Mal y Uma.
— ¡Abrime, ridícula! —Exigí, adolorido. — ¡Tengo tanto derecho a estar presente en esta reunión como todos los demás! —Le recordé, entonces ella abrió la puerta, bloqueándome el paso.
—Lo tienes, técnicamente, pero no te tomas en serio tu cargo. Llegar tarde es un lujo que la realeza no se puede permitir. —Replico la chica, negando con la cabeza. —No vas a entrar.
— ¿¡En serio!? ¡Lo dice la que llega mas tarde que Cenicienta a todos lados! —Protesté, cruzándome de brazos. Alcé una ceja al escuchar eso, ella no era nadie para impedirme estar en cualquier habitación del castillo, ella no era nadie para evitar que estuviera en donde quisiera en mi propio hogar. — ¿Quién lo dice?
—Lo digo yo que soy la reina y soy la mayor, lo que yo digo es lo que se hace, si no te gusta te puedes ir por donde viniste. —Mascullo mi pariente, sonriendo victoriosa. Estaba disfrutando esto, lo veía en sus ojos, así como también veía que me consideraba una amenaza. Observé a mi padre, abriendo la boca para pedirle que interviniera a mi favor, pero antes de que él pudiera hacer tal cosa, los ojos de mi hermana se encendieron en un verde brillante. Benjamín me hizo señas para indicarme que desistiera antes de que Alex realmente se enojara, vaya progenitor cobarde que tengo, pobre idiota que ignora que no le temo a su primogénita.
Tal vez ella sea una reina con sangre de dragón y de bestia, pero no es rival para un hechicero como yo, sin embargo no es momento de que ella descubra lo que soy capaz de hacer.
Dejé escapar un suspiro, fingiendo estar a su disposición, elevé mis manos en señal de rendición.
—Tus ojitos de luciérnaga no me intimidan en lo más mínimo, y si, tienes razón; eres la mayor... la mayor de las perras. —Le eché en cara con desprecio. —De todas maneras, no quería estar en tu reunión de mierda. —Dije antes de darme la vuelta, caminando por el pasillo sin siquiera mirar atrás, sin embargo escuché como ella daba un portazo.
No tienes ni idea de lo que te espera, hermanita, pensé mientras me dirigía hacia mi nuevo destino: el cuarto secreto de mi madre.
—No me faltes el respeto, princesita. No me humilles, no te burles. —Murmuré, negando con la cabeza levemente, acelerando el paso hasta que llegue a la pared. Ni siquiera tuve que colocar la llave en la cerradura, pues inmediatamente la puerta apareció frente a mi, siendo invocada por mi sed de venganza. —Estoy en mi mundo, no en el tuyo. Y tengo amigos en el Otro Lado. —Hablé, la puerta se abrió y atravesé la misma, oí como se cerró a mis espaldas.
—Él tiene amigos en el Otro Lado. —Escuché el eco de los espíritus que se escondían en aquella habitación, aguardando por mi.
—Maldita ingrata, se cree la dueña de todo solo porque tiene una coronita de plástico con joyas de juguete, tal vez no me haya dejado entrar a la reunión pero eso no impedirá que yo participe... aunque ellos jamás lo sabrán. —Mencioné con una sonrisa victoriosa mientras caminaba hacia una mesa en la que habían varias bolas de cristal, tomé asiento frente a la misma y pase una mano por encima de aquellos objetos que inmediatamente se encendieron. —Muéstrenme la reunión.
Al instante, varias imágenes de aquel encuentro se aparecieron en el interior de las bolas de cristal, todas desde diferentes ángulos.
Me aproximé hacia un estante en el que habían muñecos voodoo y tomé los que representaban a algunos de los miembros del Consejo que se encontraban en aquella reunión, luego los coloqué en medio del pentágono que estaba en el suelo, chasqueando los dedos para que las velas que habían en el cuarto se encendieran.
—Que empiece el juego.
Alex.
—Quiero dar inicio a esta reunión agradeciéndoles a todos por su presencia, realmente me alegra que quieran invertir su tiempo para que el reino sea un lugar en el que todos podamos convivir estando unidos. —Mencioné con una sonrisa. —Oh, y he reducido la cantidad de VKs que vendrán de la Isla por motivos de seguridad, ahora serán solo dos. Pero, si esto funciona, podremos habilitar la salida de muchos más pronto.
—Creí que habíamos dicho que serían cuatro para seguir con la tradición que iniciamos. —Dijo mamá, algo confundida.
—Si, pero si estas tan asustada por esto, quiero mostrarte que no hay nada que temer. —Le aseguré, calmada. —Ahora, ¿alguien ha pensado en alguna propuesta acerca de nuestros nuevos huéspedes? —Quise saber, Jane levantó la mano, así que la señalé solo para ver como ella sacaba dos expedientes de su bolso.
—Yo tengo dos. —Exclamó la chica de ojos celestes, abriendo ambos documentos con mucho entusiasmo. Podía reconocer la ilusión en sus ojos. —Propongo que liberemos a Sabrina y Valentina, hijas de Yen Sid e Yzma, mis medio hermanas.
Carlos la miró con orgullo, tomando su mano por encima de la mesa y sonriéndole, algo me decía que estaba de acuerdo con su esposa.
—Hicieron lo que tenían que hacer para sobrevivir, al igual que todos los demás, pero si se alejan de su madre; pueden ser mejores personas. —Masculló el pecoso con seguridad, asentí con la cabeza.
—Y tal vez, cuando vengan, Valentina pueda encontrarse a alguien mejor que un ladrón fuerte y deseado por todas las chicas. —Añadió Jay, alzando una ceja, refiriéndose obviamente a él. Lonnie le dio un codazo. — ¿Qué? Yo solo te quiero a ti, amor.
—Okay, las tendremos en cuenta. —Hablé, anotando ambos nombres en mi libreta para luego levantar la vista hacia mis acompañantes. — ¿Hay alguien más que tenga alguna sugerencia?
Jace.
Alcé una ceja al escuchar la pregunta de mi hermana, mientras espiaba esa reunión.
—Me gustan las rubias pero no necesito a dos Barbies que son capaces de meter sus narices en mis planes. —Mencioné, tomando el muñeco de papá mientras sonreía con cinismo. —Sin embargo, hay algo en lo que concuerdo: la familia es la prioridad.
Mal.
Ben se aclaró la garganta para llamar la atención de los demás.
—Yo tengo dos, de hecho, cariño. —Intervino el castaño, sacando dos expedientes más del bolsillo interior de su chaqueta y abriendo los mismos, dejándolos encima de la mesa para que viéramos las fotos—. Freddie y Celia Facilier, descendientes del Hombre Sombra, hermanas de Ariana.
Solté una risita incómoda, mientras mi hija fruncía el ceño, mirándolo con incredulidad.
—Ja, ja. —Me burlé, tratando de disimular mis nervios. —Qué gracioso estás hoy, amor.
—Hablo en serio, Mal. —Replicó el chico Bestia. —Tenerlas aquí puede hacerles ver que confiamos en ellas. —Empezó a argumentar.
—Excepto que no lo hacemos. —Intervino Uma, cruzándose de brazos. —No quiero a esas perras aquí, pueden buscar venganza, son una amenaza que no pienso liberar.
— ¿Estás loco? —Le gruñó Alex a su progenitor—. ¿Cómo puedes considerarlo? Tu sabes bien lo peligrosa que fue Ariana, no tengo dudas de que esas dos son igual o peores que ella. —Exclamó, indignada.
—No puedes hablarme así, soy tu padre. —La regañó el castaño, mirándola con desaprobación. Tomé su mano, dándole un suave apretón para que se calmara.
—Lo siento, papi. —Se disculpó nuestra primogénita, bajando la mirada durante unos segundos para luego volver a observarlo con los ojos entrecerrados. —Seguramente quieres hacer lo mejor para ellas, no dudo que te mueres de ganas de liberarlas para poder embarazar a otra Facilier y darme otro medio hermano que nunca pedí tener.
Todos nos quedamos en silencio, mientras Ben observaba a la reina de Auradon con los ojos entrecerrados, su pecho subía y bajaba de forma agitada. Pero, antes de que le salieran colmillos, le creciera el pelo y se abalanzara sobre mi niña; Evie intervino.
—Okay, okay. —Exclamó la princesa malvada, calmada, mientras yo tomaba el rostro de mi esposo para tratar de captar su mirada; intentando tranquilizarlo. —La mayoría de nosotros aquí no somos animales, no hay necesidad de comportarnos como unos, ¿está bien? Y les voy a pedir por favor que los problemas familiares los dejen fuera de esto.
—Ya la oíste, Benjamín, deja de pensar como un animal en celo por un minuto. —Mencionó Alex con prepotencia, mirándolo de reojo para luego girar la cabeza hacia nuestra Consejera Real— Por favor, prosigamos. Ahora, si no hay ninguna sugerencia más, podemos decidir esto con una votación. —Dijo con más calma.
Una vez que pude calmar al hijo de Bella, volví a concentrarme en lo importante.
—Los que estén a favor de sacar a Valentina y Sabrina de la Isla, manos arriba. —Pedí, levantando la mano, igual que Uma; Evie, Jay, Carlos, Jane, Lonnie y Alex.
Esto está saliendo bien, pensé.
Jace.
—No canten victoria todavía, malditas. —Gruñí, negando con la cabeza y viendo los muñecos de Carlos, Jane y Lonnie. —Ustedes realmente no quieren que esas bastardas pisen Auradon. Benny-boo va a hacerlos entrar en razón.
Uma.
—Si queremos que el reino esté a salvo en caso de que algo suceda, necesitamos tener a Celia y Freddie de este lado de la barrera, en nuestro bando. —Prosiguió el chico Bestia, tranquilo, como si no hubiera sido acusado de volver a serle infiel a su esposa hace dos minutos. —Alex tiene razón en algo: yo sé por experiencia propia lo peligrosa que es Ariana, pero nunca terminas de descubrir el potencial de una persona, por eso debemos sacarle información a esas VKs sobre su magia. Ellas deben conocerla perfectamente.
Carlos, Jane y Lonnie intercambiaron miradas, luego bajaron sus manos.
—Proteger el reino debe ser nuestra prioridad, y si podemos usar a esas dos como nuestras muñecas, tendremos una ventaja —Murmuró la hija de Mulán.
Fruncí mi ceño e intercambié miradas con Mal.
—Mi familia puede esperar si Auradon está bajo amenaza. —Añadió el hada—. Quiero que vengan cuando sea seguro para ellas.
Nadie cambiaba de opinión drásticamente luego de oír un discurso, especialmente si aquellas palabras salían de la boca de un hombre, Lonnie y Jane no eran ese tipo de mujeres.
—Los que estén a favor de liberar a las Facilier, levanten la mano. —Dijo Ben.
Jace.
—No es que seas relevante para mi, enano, pero necesito sacar a mi familia de la Isla. Espero que entiendas. —Mencione, tomando el muñeco de Doug y haciendo que levantara su brazo, vi como las AKs y Carlos alzaban sus manos. —Y tú también vas a estar de mi lado, Sirenito. —Añadi, sosteniendo el muñeco de Dylan y levantando su mano, para luego sonreír y dejar a un lado ambos muñecos para tomar el de Uma.
—Tú solías estar del lado de la Isla, querida. —Dije simplemente—. Además, las brujas deben mantenerse unidas.
Uma.
Observé a mi esposo con desaprobación cuando él alzó su mano, ¿estaba loco?
No había pasado años protegiendo a mi familia para que Dylan tirara todo mi esfuerzo por la borda.
Y entonces oí la voz de Ariana en mi cabeza.
«Tú solías estar del lado de la Isla, querida» Miré a mi alrededor, buscando algo sospechoso que me indicara que ella estaba más cerca de lo que yo creía, pero todo estaba normal... demasiado normal. «Además, las brujas deben mantenerse unidas»
Mal tomó mi mano por debajo de la mesa, con solo mirar sus ojos pude saber que ella también sentía que aquí había algo demasiado raro, algo que no encajaba.
«Lo siento, maldita arpía, mis días de ser una de las tuyas acabaron» Pensé, alzando la barbilla con orgullo. «Esta bruja está del lado de Auradon».
Parpadeé varias veces, notando que la chica de cabello azul nos estaba mirando con una expresión seria que no supe descifrar, pero no indicaba nada bueno.
Los otros bajaron las manos.
—Parece que hemos llegado a una decisión final. —Exclamó Alex, evidentemente molesta por el resultado de la votación, pude distinguir la derrota en su voz. Quise decirle que tal vez habíamos perdido una batalla, pero todavía tenemos una guerra que luchar—. Freddie y Celia vendrán a Auradon.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro