Capítulo 2.
Freddie.
— ¿Acabas de oír lo mismo que yo? —Preguntó Celia, sin poder creer lo que acabábamos de ver en la televisión del arcade, donde hace unos minutos la reina acababa de anunciar que el Programa para VKs se reanudaría.
—Está funcionando, CeCe. —Afirmé con una sonrisa malvada. —Nuestra libertad ya casi llega. —Exclamé, señalándola.
—Espero que te refieras a todos nosotros, no solo a ustedes dos. —Exclamó Valentina, la hija de Yzma, una de nuestras mejores clientas y mejores amigas. —Toda la Isla merece esto.
—Exacto, hermanita. —Le dio la razón la otra rubia, Sabrina, las dos eran medio hermanas de Jane; la hija del hada madrina. Sí, larga historia, que honestamente no me importa. — ¿No es genial que podamos tener la oportunidad de volver a ver a Jane?
— ¿Perdón? —Les llamó la atención la ex mejor amiga de Dizzy, alzando una ceja, sin poder creer lo que estaba escuchando. — ¿Qué les hace creer que ustedes ganarán esto? —Dudó, señalándolas.
—La reina de Aburridón dijo que todos tendríamos nuestra oportunidad. —Exclamó Valentina, colocando ambas manos en sus caderas. — ¿Por qué nosotras perderíamos esta competencia?
—Porque no tienen magia tan poderosa como la nuestra. —Repliqué antes de echar mi cabello hacia atrás. —Nosotras manipularemos el destino de Auradon, ustedes... tienen muchísima suerte si no se convierten en gatas intentando usar las pócimas de su madre. —Alardeé, provocando que Celia se riera.
—Que ustedes dos sean capaces de crear pesadillas y atormentar a la gente con eso no les garantizará una manera de escapar de aquí. —Masculló Sabrina, indignada. —Las dos han intentado comunicarse con Ariana desde hace mucho, y solo funcionó una vez para Celia, así que no son tan poderosas. Y ustedes saben que una vez que abres ese mundo de las sombras, hay muchas posibilidades de que todo salga mal.
— ¿Y qué te hace creer que intentamos huir? Eso sería una pérdida de tiempo, haremos que nos lleven al reino. —Afirmó mi hermana, segura. —Funcionó una vez porque así lo quiso Ariana, el sueño que tuve con ella fue suficiente para que sepamos que debemos aprovechar nuestras oportunidades. Y no vuelvas a subestimarla, porque si tan solo ella estuviera aquí, te destrozaría con solo chasquear los dedos. —Gruñó, seria.
—Ok, deberíamos calmarnos ya. —Intervino la primogénita de Yzma, tratando de evitar una pelea que ninguna de las rubias ganaría. — ¿Por qué no vamos a la peluquería de los Tremaine y nos embellecemos para cuando recibamos nuestras solicitudes para ir a Auradon?
—Estamos a punto de llegar. —Aseguré, caminando hacia CeCe y colocando mis manos sobre sus hombros, luego miré a la rubia que acababa de hablar. —Val, no tenemos tiempo para maquillaje, eso tendrá que esperar.
La susodicha abrió la boca para quejarse pero levanté un dedo para indicarle que se callara.
—Ain't got time for messing around, and it's not my style. —Dije, negando con la cabeza, pues mis mejores amigas eran bastante superficiales. —This old town can slow you down, people taking the easy way. —Añadí, haciendo una mueca.
—But I know exactly where I'm going. —Proseguí, levantando la barbilla de mi hermana menor para lograr que ella observara el gran retrato familiar que había en una de las paredes del arcade. La VK sonrió. —And getting closer, closer, every day.
—And I'm almost there, I'm almost there. People down here think I'm crazy but I don't care. —Canté, encogiéndome de hombros. —Trials and tribulations I've had my share, there ain't nothing gonna stop me now 'cause I'm almost there.
—I remember Daddy & Ari told me, fairy tales can come true, you gotta make 'em happen, it all depends on you. —Prosiguió mi hermana menor, caminando hacia su puesto de trabajo y buscando un collar con una llave con forma de calavera para colocárselo en el cuello y sonreír. —So I work real hard each and every day, now things for sure are going my way.
—Just doing what I do. —Alardeé, caminando hacia la salida junto a Celia, las dos abandonamos el arcade y empujamos a dos VKs que se atrevieron a interponerse en nuestro camino. —Look out boys, I'm coming through.
—And we're almost there, we're almost there, people gonna come here from everywhere. —Cantamos las dos al unísono mientras nos metiamos por varios callejones de la Isla, con el objetivo de llegar más rápido hasta nuestro destino. —And we're almost there, we're almost there. —Dijimos, pues el tiempo corría.
—There's been trials and tribulations. —Exclamó CeCe, haciendo una mueca.
—You know I've had my share. —Le recordé y ella asintió, dándome la razón.
—But I've climbed the mountain. —Dijo mi pariente, acelerando el paso, pues estábamos cerca del lugar al que nos dirigíamos.
—I've crossed the river. —Exclamé, mientras ambas salíamos del último callejón que teníamos que atravesar.
—And I'm almost there. —Aseguró Celia, deteniéndose frente a la mina, cuyas puertas permanecían cerradas y habían unas enormes letras encima de las mismas: «Piérdanse» y un cartel de «Cuidado con el perro».
—I'm almost there. —Mencioné, observando a mi alrededor para asegurarme de que nadie nos había seguido.
—We're almost there. —Finalizamos ambas y le hice una señal con la cabeza a mi hermana, quien se sacó el collar del cuello y metió la llave en la cerradura para hacerla girar dos veces, abriendo una de las rejas y permitiéndome pasar primero.
Ingresé a la mina y suspiré hondo, girándome para ver a mi hermana, quien acababa de entrar y estaba cerrando la reja; la cual hizo un fuerte ruido ya que ella había usado bastante fuerza.
— ¡Celia! —La regañé, dándole un golpe en la nuca. — ¡Mantente callada, sabes que aquí hay mucho eco! —Le dije, llevando uno de mis dedos a mi boca para indicarle que no hiciera ruido.
— ¡Auch! ¡Eso me dolió! —Se quejó la menor, llevándose una mano hacia el lugar en donde la había golpeado, mientras hacía pucheros. — ¡Ya lo sé, tarada! ¡Te recuerdo que yo trabajo aquí desde hace años!
— ¡Pues no será lo único que no te duela si continúas haciéndome perder el tiempo y faltándome el respeto, mocosa! —Le advertí, ella puso los ojos en blanco. —Ahora, cállate y sígueme. Tenemos mucho que hacer en menos de dos días, CeCe. —Ordené, antes de comenzar a caminar por el interior de la mina, con mi hermana yendo tras de mí.
Unos minutos después, finalmente llegamos a la verdadera guarida de Hades, en donde el susodicho estaba practicando alguna canción rockera para no tener que escuchar las estúpidas noticias provenientes de los canales de televisión de Aburridón.
— ¡Toca la canción de la macarena, pitufo griego! —Pidió Celia, bajando las escaleras rápidamente para poder escuchar mejor todo ese... ruido.
¿Por qué tengo una hermana tan imbécil? Pensé, negando con la cabeza, mientras descendía las escaleras y observaba el desorden que había en este agujero; buscando algo en específico.
— ¿¡Cuántas veces te he dicho que detesto que interrumpas cuando estoy haciendo mis ensayos privados!? —Se quejó el Dios, dándose la vuelta y fulminando a la joven con la mirada, para luego dejar de tocar. — ¿Qué hacen ustedes dos aquí? Hoy no es día de visitas.
—Tal vez no sea día de visitas, pero el Programa de VKs se reanudará, y eso significa una sola cosa: ¡Hoy es día de manipulación! —Mencioné con emoción, captando el interés del adulto. —Aún tienes tú ámbar, ¿no es así?
Mal.
Luego del tremendo caos que mi descendiente había causado al anunciar el Día del VK a todo el reino –que honestamente, me llenaba de orgullo porque yo era igual de desobediente cuando tenía su edad–, simplemente necesitaba saber cómo estaba todo del otro lado del puente.
Y la única manera segura para hacerlo era a través de mis contactos.
Tomé mi celular y marqué aquel número, esperando a que no tardara demasiado en contestar.
— ¡Buenas tardes, Majestad! —Saludó la otra persona, luego de unos segundos.
—Buenas tardes, Yen Sid. —Exclamé, tratando de no sonar demasiado nerviosa, aunque lo estaba. Ese hombre, además de haber sido mi profesor en Dragon Hall, también era el padre de Jane. Y el Guardián de la Isla de los Perdidos, además de que siempre había sido un hechicero bastante sabio. — ¿Cómo se encuentra todo por allá? ¿Cómo están sus hijas?
—Estaba esperando a que lo preguntaras, querida. Por aquí, todo el mundo está muy emocionado, no había visto a esta gente sonriendo tanto desde hace mucho tiempo. Y mis niñas están bien, de hecho ahora mismo estoy con ellas, ¿quieres hablarles? —Dijo el anciano. —Aquí extrañamos a nuestra pequeña hadita.
—Oh no, de seguro ellas están muy ocupadas y no quisiera interrumpirlas, pero mándales mis saludos. —Repliqué, luego suspiré hondo. —Sí, lo comprendo, ella también los extraña muchísimo. Pero, tal vez, ambas puedan ser seleccionadas para el Programa de los VKs. —Sugerí, sonriendo.
—No suenas muy contenta por la reanudación del Programa, ¿no estás de acuerdo con eso? —Dudó el hombre, quien me conocía desde que era una niña.
—La Isla es mi hogar, siempre seré la chica de la Isla, siempre querré lo mejor para los VKs. Pero... También se supone que debo proteger Auradon, y con esta decisión que ha tomado mi pequeña, temo no ser capaz de seguir cuidando a todo el mundo. —Admití en voz alta, sintiéndome un poco más aliviada al poder confesarlo. —Pero mi chiquita sabe lo que hace, y a pesar de que me aterra la posibilidad de volver a perderla, no soy nadie para impedir que tome sus propias decisiones.
—Cariño, has pasado por mucho desde que pisaste Auradon por primera vez, y desde entonces has hecho todo lo posible para cuidar a todos. No veo por qué no seas capaz de hacerlo esta vez. —Le recordó Yen Sid, tratando de subirle el ánimo. —Sé que estás asustada, pero todo ha mejorado desde la última vez que viniste aquí, tal vez será mejor que vengas en algún momento para verlo con tus propios ojos. Puedes venir con Jane, algún día, si te sientes más segura. —Sugirió.
—Y también he perdido a mucha gente al tratar de salvar este lugar una y otra y otra vez. —Mascullé, haciendo una mueca, sacudí la cabeza para dejar de pensar en eso. Había pasado mucho tiempo, debía caminar hacia el futuro. —Mh, creo que tienes razón, hablaré con ella en cuanto pueda y te avisaremos si decidimos ir. Además, no soy nadie para separar a una familia.
—Pero nunca has dejado de pensar en ellos, y has salido adelante. —Le recordó el hechicero. —Excelente. Las estaremos esperando en cuanto decidan venir. Y, disculpa que cambie de tema de forma tan repentina, pero ¿ya han elegido a cuántos VKs sacarán de aquí? —La interrogó.
—Oh, no. Todavía no hemos pensado en eso. Es una decisión que tomaremos en la próxima reunión del Consejo, pero puede estar completamente seguro de que tendremos en cuenta a Sabrina y Valentina. —Afirmé, porque yo sabía perfectamente lo que era estar lejos de tu propia familia –lo había experimentado dos veces– durante mucho tiempo, no deseaba que nadie más tuviera que pasar por eso.
—Muchas gracias, Mal, pero deseo que esto sea justo para todos los VKs. Y hablando de ellos, permítame recomendarle a una de mis alumnas más brillantes: Quinn Blake. —Habló el Guardián de la Isla, quien sonaba emocionado. —Es una de las chicas más perversas que he conocido, sin embargo, detrás de su actitud de chica malvada; tiene un buen corazón. Me recuerda mucho a ti, si debo ser honesto.
—Será justo para todos, nos encargaremos de eso. —Prometí, y relamí mis labios lentamente al oír aquella recomendación. —Excelente, agradezco tu interés por esta causa, sabía que podía recurrir a ti; los dos queremos lo mejor para la Isla. —Dije, pero entonces Lumiere ingresó a la sala de estar.
—Majestad, la señorita Dizzy ya ha llegado. —Informó el hombre, antes de que la pelirroja apareciera detrás de él.
— ¡Holis! —Saludó la descendiente de Drizella, feliz. —Ya he dicho que no es necesario que me anuncies cada vez que aparezco.
Les sonreí a ambos y les hice una señal que los dos captaron, el Consejero Real hizo una reverencia antes de retirarse mientras que la recién llegada tomaba asiento cerca de mí y comenzaba a sacar cosas de su bolso.
—Yen Sid, lamentablemente debo finalizar nuestra llamada, pero antes de irme; quiero que sepa que conseguí las flores. —Hablé, sin poder creer que había ido cinco veces a Nunca Jamás durante los últimos cinco años, pero esas malditas flores de mierda no habían crecido hasta ahora. —Gracias por toda la información que me ha brindado, espero que nos veamos pronto. Adiós, profesor. —Añadí antes de terminar la llamada y dejar mi celular a un lado.
—No puedo creer que me pidieras que viniera porque no eres capaz de hacer unas pulseras con pétalos de flores, pero vine porque disfruto estar contigo. —Comentó la pelirroja, negando con la cabeza, divertida. Se encogió de hombros. —Creí que también le pedirías a Evie que viniera.
—Iba a hacerlo, pero E no podía venir hoy. —Repliqué, haciendo una mueca, para luego chasquear los dedos; apareciendo una canasta llena de aquellas flores. La coloqué encima de la mesa ratona que estaba frente a nosotras. — ¿Y cómo se hace esto, Di? Sabes que lo único que sé sobre accesorios es como lucirlos perfectamente. —Bromeé.
—Que raro, ella siempre está disponible para ti, pero bueno. —Dijo la otra VK, arrugando la nariz. —Es muy fácil, de hecho, pero ¿para qué quieres hacer esto? ¿Es un regalo para el cumpleaños de Sabrina? ¿Se lo vas a llevar a la Isla? ¿Puedo ir contigo, por favor, por favor, por favor? —Me interrogó con entusiasmo, la miré con el ceño fruncido, pero luego reaccioné.
—Evie sigue ayudando a que Sofi pueda manejar Evie's 4 Hearts, no la necesitamos por hoy. —Le aclaré y luego suspiré hondo. —Mh, sí, es por eso precisamente. Y sí, puedes venir, pero nadie tiene que saberlo. Ven mañana al castillo y regresaremos a casa.
Luego de aquel pedido, ambas comenzamos a trabajar.
Uma.
Un par de horas más tarde, a la medianoche para ser exacta, estacioné mi motocicleta –que mi esposo Dylan me había regalado para uno de nuestros aniversarios– frente al Castillo de Bestia; esperando a que algo pasara.
Había venido con un solo propósito, y no iba a irme hasta que descubriera qué sucedía.
No tuve que esperar demasiado, pues el sonido de un motor me puso alerta, pude notar como una persona en una motocicleta bastante familiar abandonaba el palacio.
— ¿A dónde vas, Mal? —Susurré, colocándome mi casco y acelerando mi transporte, con la intención de seguirla a una distancia prudente para que ella no me descubriera.
De todos los lugares a los que la VK quisiera irse, no imaginé que uno de ellos fuera la frontera entre Auradon y la Isla.
La oí recitar un hechizo para abrir la barrera y acelerar, conduciendo por encima del agua, esperé unos segundos antes de ir tras ella y la cúpula mágica volvió a cerrarse luego de que yo entrara a nuestro antiguo hogar y la ojiverde continuara conduciendo hacia quien sabe dónde.
Minutos más tarde, la chica pareció llegar a su destino, porque estacionó su motocicleta y se quitó el casco cuando llegó a un lugar que yo conocía bien: el hogar de Yen Sid.
Ella se acercó para golpear la puerta y el hombre la recibió, haciéndola entrar en la casa luego de mantener una breve conversación sospechosa sobre «¿Cómo está ella?»
¿De quién carajo están hablando? Pensé, bajándome de la moto y acercándome a la ventana para vigilarlos, vi que se metían al sótano y suspiré.
Miré a mi alrededor, dándome cuenta de que en el jardín delantero, había una pequeña puerta que seguramente me llevaría hacia el mismo lugar en el que el profesor y la VK estaban.
No tardé mucho en abrirla y entré con discreción, ocultándome detrás de un enorme armario –¿Quién carajo tenía este tipo de cosas en este lugar? ¿Qué era esto? ¿Una entrada secreta a Narnia?–, asomando un poco la cabeza para ver como la chica de cabello morado y Yen Sid estaban alrededor de una cama, en la que había alguien, pero no podía ver bien quién era porque esos dos me bloqueaban la vista.
—No sabes lo mucho que me costó conseguir estas cosas, más vale que funcionen. —Se quejó la hija de Maléfica, sacando dos pares de pulseras hechas con pétalos de flores de su mochila. Se colocó un par en las muñecas.
—Te dije que eran difíciles de conseguir, Mal. —Le recordó el padre de Jane. —Estos accesorios van a traspasarle un poco de tu magia, solamente la cantidad que sea necesaria para que esto pueda realizarse. —Explicó, mientras le ponía las pulseras restantes a la persona que estaba recostada en la cama.
—Este es uno de nuestros últimos métodos seguros. —Masculló la chica de cabello morado, nerviosa. —No voy a rendirme, se lo debo... a todos.
Me moví un poco más, abandonando mi escondite –aquí no había privacidad, obvio–; para ver mejor.
—No eres la clase de persona que se rinde cuando todo parece perdido, Mal, solo tienes que concentrarte y pensar con positivismo para que todo esto salga como lo planeamos. —La calmó el adulto, sonriéndole. — ¿Ya estás lista para esto? —Dudó.
La VK se acercó a la cama y tomó las manos de la persona.
—Sí, lo estoy. —Aseguró la progenitora de Alex.
—Buena suerte, entonces. —Le dijo Yen Sid.
Me acerqué a ellos lentamente, aprovechando que ambos estaban demasiado concentrados en lo que sea que intentaban hacer –aunque tenía un millón de preguntas al respecto porque claramente no tenía ni idea de qué demonios estaba pasando, ni de por qué Mal había regresado a este lugar para hacer esto–, hasta que estuve lo suficientemente cerca de los dos.
La ex reina de Auradon sostenía las manos de alguien a quien no había visto hace mucho tiempo.
—Audrey.
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