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Veintiún años y Minji aún no se acostumbraba al helado invierno de la ciudad. Caminaba penosamente por la nieve, arrastrando las botas a través de la lechada de tierra y hielo. Odiaba el clima. Minji se decía a sí misma que esa era la razón por la que nunca salía de casa en estos días, pero le resultaba cada vez más difícil mentir, especialmente a sí misma.
No había mucha gente desafiando la tormenta de nieve este sábado por la mañana y Minji estaba agradecida, apreciando la gélida quietud del campus de la Universidad Nacional de Seúl. Entre el crujido repetitivo de la nieve bajo sus pies y su respiración uniforme, la chica se perdió en su propia nube de pensamientos. Eso no siempre era algo bueno, pero esta mañana era una salida que necesitaba para dejar de pensar en el ardiente deseo de darse la vuelta y regresar a su apartamento. Era un recordatorio vacío y resonante de todo lo que había perdido, pero de alguna manera era el único lugar que conocía, el único lugar al que alguna vez había querido...
Abrió la puerta de la clínica y entró en una escena caótica: los recepcionistas corrían de un lado a otro para recolectar formularios, una madre hizo caer a un niño pequeño que gritaba. Un televisor en la pared proyectaba una película para niños, pero no se podía escuchar sobre el alboroto de un hombre que discutía con una enfermera. Minji se abrió paso entre la multitud para llegar a la recepción.
"¿Puedo ayudarte?" dijo la recepcionista, golpeando las teclas de su computadora.
"Estoy aquí para las pruebas MOR", dijo Minji. "Con el Dr. Kang".
La recepcionista levantó una mano para disculparse y se volvió en su silla giratoria para enfrentarse a su colega que estaba junto al dispensador de agua. "Oye, Jungeun ¿Sabes si Kang está viendo a personas con TCE hoy?"
Minji trató de no poner los ojos en blanco ante el desaire. Jungeun bebió lo que le quedaba de agua y aplastó su vaso de papel cónico. "¿Kim Minji?" Cuando ella asintió, la otra chica digitó su identificación en un teclado. La pesada puerta trasera se abrió y dejó al descubierto un pasillo de baldosas blancas. "Sígueme."
***
Minji arrugó la nariz ante el embriagador e indeseable olor a alcohol y látex. Inspeccionó la habitación, los escalofríos recorrían su espalda. No había camillas ni enfermeros uniformados a la vista y la sala de examen estaba tan gastada como era posible, pero últimamente cualquier entorno clínico era suficiente para aumentar su ansiedad a toda marcha. Ropa de hospital verde, huesos rotos y alimentación por sonda, recuerdos dolorosos que nublaron las esquinas de sus ojos, recuerdos que tuvo que apartar con fuerza cuando el Dr. Kang entró en la habitación.
"¿Cómo estamos esta mañana, señorita Kim?" La voz del médico era fuerte y reverberante, cálida como la voz de un abuelo que solo se ve durante las vacaciones.
Siempre que veía al Dr. Kang, Minji tenía que recordarse a sí misma que el hombre mayor no era producto de su imaginación. El Dr. Kang colocó un taburete frente a Minji para sentarse frente a ella mientras escribía en sus hojas.
"Perdón por hacerte venir en un día tan feo", dijo, mirando por la ventana al otro lado de la habitación para ver cómo el invierno de Seúl causaba estragos en el exterior. "¿Algún cambio desde la última vez que te vi? ¿Sentimientos extraños, cambios en el apetito o en el comportamiento?"
Minji negó con la cabeza.
"Excelente. ¿Y tu sueño?"
"No ha cambiado", dijo la menor.
El Dr. Kang asintió, mirando a Minji intensamente. "¿Cuántas horas crees que dormiste anoche?"
"¿Dos? Quizás tres."
Él tarareó, escribiendo una nota en su hoja. Minji se sentó sobre sus manos temblorosas para calmarlas mientras el rasguño de la pluma del Dr. Kang contra el papel llenaba el aire.
El médico se levantó para agarrar una pequeña jeringa de una mesita de noche. Entrecerró los ojos para ver su contenido claro y viscoso contra la intensa luz de la habitación.
"Tu análisis de sangre llegó y todo ha salido muy bien. Esto", dijo, sosteniendo la jeringa en alto, "es tu refuerzo ROM".
Presionó la punta de la aguja contra el pliegue carnoso del brazo de Minji, y su brillo metálico desapareció en la piel de la menor.
"Queremos buscar mejoras drásticas en la calidad de tu sueño", dijo el Dr. Kang, vendando el pequeño pinchazo. "Con suerte, este será el final de dos horas sueño agotadoras, y las cosas puedan empezar a volver a la normalidad".
Minji dudaba, pero no hizo nada para revelarlo, bajándose silenciosamente la manga de su suéter.
"Vamos a necesitar que te quedes para hacer algunos trámites y hacer una cita para tu primer registro de progreso. No hay mucho por lo que apresurarse, ¿verdad?" El hombre mayor miró por la ventana con nostalgia. "No con este clima."
Minji siguió las instrucciones del médico y se encaminó hacia una sala de espera más pequeña al final del pasillo. Su único mobiliario eran seis asientos, tres de los cuales ya estaban ocupados. La chica cerró la puerta detrás de ella y ocupó silenciosamente su lugar entre las almas tristes que pasaban la mañana inyectando drogas experimentales en su torrente sanguíneo.
Había un reloj clavado en la pared frente a ella en el que mantenía sus ojos fijos. Observaba su segundero con atención, perdiéndose en el movimiento rítmico hasta que la habitación a su alrededor, junto con su ansiedad, comenzó a menguar. Salió de su estado relajado gracias a un par de agotados ojos color café que la miraban desde su costado.
La joven parecía expectante, por lo que debió haber dicho algo que Minji no había escuchado. "¿Qué?"
"¿Por qué estás aquí?"
Minji parpadeó. "¿Disculpa?"
La chica se golpeó con los nudillos un lado de la cabeza, su cabello rosa oscilando con el movimiento. "¿Qué pasa con el tuyo?"
Otra de las chicas que estaban sentadas frente a ellas se burló. "No le preguntas eso a alguien".
La pelirosa se encogió de hombros y cruzó los brazos sobre el pecho. "Solo estoy tratando de entablar una conversación".
Minji se concentró en su respiración, tratando de ahogar el silencio sofocado e incómodo de la habitación hasta que los ojos de la chica se posaron en ella nuevamente.
"Creo que te he visto antes".
De repente, Minji prefirió el silencio incómodo de la habitación. "¿En serio?"
"Sí. ¿No juegas bádminton en el equipo universitario? No, voleibol. Tiene que ser voleibol. ¿verdad?"
Minji negó con la cabeza con lenta diversión. "No. Lo siento."
"Pero definitivamente tienes una beca deportiva. Igual no creo que seas tan buena, quiero decir, si lo fueras recordaría al menos tu nombre".
Minji se erizó, el músculo de su mandíbula se tensó. No le molestaban tanto las suposiciones de la chica sino el hecho de que incluso en su último año, este tipo de comentarios todavía tenían la capacidad de meterse bajo su piel.
"Así que eso crees, ¿eh?"
La chica de cabello rosa solo sonrió y asintió, sosteniendo la mirada de Minji cómodamente.
La puerta se abrió para dar la bienvenida a Jungeun a la habitación. "¿Lee Gahyeon?"
La mencionada se puso de pie y se apartó el pelo de la cara. "Agradable charla."
Salió de la habitación y Minji se alegró de verla irse, la tensión se deshizo en sus hombros.
La chica sentada frente a ella estaba negando con la cabeza. "Que idiota."
"No sería la primera que conozco", dijo Minji.
La sonrisa de la contraria era de disculpa y engendró un hoyuelo en una de sus mejillas. "Soy Handong."
La mayor asintió con la cabeza, evaluándola. "Minji."
"¿Cómo te enteraste del estudio?"
"Mi psiquiatra. ¿Tú?"
"La enfermera del consultorio de mi neurólogo". La rubia miró su regazo, donde su teléfono sonaba incesantemente. "Bueno, parece que mi vehículo está aquí."
Se detuvo en la puerta al salir y miró a Minji por encima del hombro.
"Encantada de conocerte", dijo Handong, pero sonó como una pregunta, y con eso se fue.
Minji lanzó miradas furtivas a la última persona que se encontraba con ella. Parecía que había estado dormida todo este tiempo, con la cabeza apoyada contra la pared detrás de ella, los ojos cerrados mientras permanecía quieta. Le faltaba un mechón de pelo en el área detrás de la oreja, y ahí mismo había una cicatriz pronunciada en forma de media luna, la costura aún levantada. Minji examinó su rostro y descubrió que sería muy bonita si no fuera por la forma en que su rostro se contraía actualmente, las cejas juntas y la nariz arrugada. Su respiración se estaba volviendo más fácil de escuchar en el silencioso zumbido de la habitación casi vacía, sonaba trabajosa.
"¿Estás bien?"
Su rostro se suavizó ante el sonido de la voz de Minji, sus ojos se abrieron rápidamente. La recién despierta chica le ofreció una sonrisa aunque era demasiado pequeña para ser categorizada como tal. "Sólo tengo dolor de cabeza."
"¿Eso tendría algo que ver con eso?" preguntó la mayor, mirando su cicatriz.
Cuando la chica se rió, fue aireado y casi inaudible, pero provocó una sonrisa mucho más sustancial que la anterior.
"Eso tiene mucho que ver con eso". Suspiró, apoyando la barbilla en la mano. "Sé que la otra chica preguntó antes, pero ¿Por qué estás aquí?"
Minji no ha hablado de esa noche y sus repercusiones con nadie a quien no se le pagara por hora para escuchar, ni estaba particularmente inclinada a discutir la ruina de su vida con un completo extraño, pero sintió que las palabras salían de su boca antes de que tuviera la oportunidad de conocerla mejor. "Accidente de coche".
La otra chica trazó su cicatriz con un delicado y pálido dedo, sin dejar de sostener su mirada. "Tumor".
Fue un pequeño reconocimiento de los desastres de la otra, una experiencia compartida de pérdida y sufrimiento, y Minji se sintió extraña al darse cuenta de que se sentía bien. Pasaron el resto del tiempo en esa habitación en un cómodo silencio, y Minji no sintió la necesidad de realizar ejercicios de respiración o ver el tictac del reloj.
Cuando llegó el momento de irse, la otra chica se desató el cabello para ocultar la cicatriz.
"Adiós, Minji", dijo, y la mencionada estaba tan perdida en lo extraños que podemos ser como humanos, y en cómo el dolor nos hacía a todos iguales, que se olvidó de preguntar su nombre.
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MOR (Sueño de movimientos oculares rápidos): Es uno de los dos estadios del sueño. Es una fase única del sueño de los mamíferos, caracterizada por movimientos oculares aleatorios y rápidos, tono muscular reducido en todo el cuerpo y propensión de la persona a soñar vívidamente.
TCE (Traumatismo craneoencefálico): Es la alteración en la función neurológica u otra evidencia de patología cerebral a causa de un traumatismo que ocasione un daño físico en el encéfalo.
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