Capítulo V: "Destrucción"
La noche anterior, no serían los únicos en encargarse de algunos asuntos, también Amber, Jareth y Benjamín habían tenido una velada de planificación con más de veinte asesores en como destruir a la familia Fleming. Pero para eso deberían convencer a todos los inversionistas que retiren su confianza y financiamiento en la misma.
—¿Pero como rayos haremos eso?—inquiría Benjamín sin entender lo que Amber había explicado.
—Como todo en el mercado querido, imitemos la producción de estupefacientes de AYS Company.—decía la joven.
—Que idea más estúpida, nadie arriesgaría su vida por una imitación.—formulaba Jareth.
—Lo que hay que hacer es generar un mejor producto.—soltó Benjamín como si le hubiera leído la mente.
—Exacto.—asentía el muchacho con su expresión en el rostro diabólica.
—¡Y como creen que vamos a hacer eso!—vociferaba Amber.
—Pues preguntémosle a todos estos que están aquí, para algo les pagamos.—decía Jareth señalando a los asesores.
De ese modo los asesores comenzaron explicando que necesitarían de un laboratorio con la capacidad aún más grande que el que tenía AYS Company, también los distribuidores, pagar a la policía para no ser detenidos y darles su comisión de paga. También tener la capacidad de exportar al exterior la mercancía sin que asuntos internacionales intervenga, para eso deberían camuflar la producción con otro tipo de productos.
Lo que comprendía una inversión extremadamente riesgosa, ante la posibilidad de perderlo todo y sin respaldo alguno de las familias más influyentes del país estaría algo difícil de concretar. Al menos que la familia Fleming se diera por vencida y traspasará su poder a otra.
Para eso, inició el plan de desacreditar a AYS Company, algunas entidades anónimas pagaron miles de dólares para que la prensa y periódicos escribieran todo tipo de especulaciones de la compañía y la más alarmante fue escrita por el New York Time, especulando el narcotráfico en la misma.
La policía comenzó a ser presionada por los tribunales y las fuerzas federales debieron intervenir, esto no era agradable para ninguna de las partes, primero el pedido de revisar el establecimiento pasó por la comisaría más cercana del edificio, continúo a fiscalía y finalmente llegó al tribunal de justicia de San Francisco el cual enviaría a las fuerzas especiales.
—Maldición.—pronunció Austin en su oficina adjunta a la de Elay.
El muchacho se puso de pie y sin tocar la puerta del joven Elay, soltó prácticamente una bomba, inmediatamente llegaron a la compañía André y Douglas, quiénes se miraban con gran preocupación.
—Me encargo de esto.—inquirió André con total seguridad saliendo de la oficina.
De ese modo comenzó llamando a los encargados de trasportar la mercancía tanto a la sede central, como a la nueva sucursal aún no inaugurada, que desviran todo hacia el puerto de la ciudad colocando todo en uno de los contenedores de emergencia que tenía la compañía.
Douglas, a su vez, debía resguardar todo el dinero posible, ya que si las grandes familias no recibían sus pedidos tendrían que hacer rembolsos millonarios. Varios de los inversionistas en las últimas horas, le habían pedido iniciar la tramitación para irse del financiamiento al proyecto de negocios que tenía la misma, incluso sus aportes a la caridad y beneficencia.
Luego estaba Austin, que demandó a todos los medios físicos y digitales por dar noticias falsas y poniendo a algunos medios de comunicación casi en la quiebra, el joven de hierro era una joya para la compañía de Elay Fleming, además de su lealtad a los intereses familiares.
Al mismo tiempo, se encargó de hablar internacionalmente por medio de una conferencia digital, en la que se negaban todos los cargos y se mostraban registros que la compañía incluso había excedido su capacidad de ayudar a los más necesitados, jamás AYS Company, llegaría a caer tan bajo. Su capacidad para convencer a los demás era extraordinaria, que incluso muchos salieron a defender a la empresa multimillonaria.
Mientras tanto, Elay se informaba que había provocado aquel desequilibrio en la empresa, y todo daba los indicios a que alguien estaba detrás de ello, pero para su sorpresa, se dio cuenta que no era una persona, eran varias personas desde cuentas bancarias anónimas que habían patrocinado todo el tema de las noticas.
—Llamen a nuestras fuerzas especiales de ciberseguridad.—habló Elay a sus oficinistas de la planta baja en la compañía.
A la oficina entró Benjamín, el hijo de quién en minutos arribaría a la empresa con todo un equipo de fuerzas armadas y revisarían de pie a cabeza el edificio.
—¿Han recibido mí mensaje?—preguntó el chico quedando a mitad de camino en la oficina de Elay.
—Por supuesto y agradezco que nos lo hayas comunicado.—estrechó Elay la mano del chico una vez se acercó hacía el.
—Me alegra, por poco pensé que estarían en apuros.—expresó Benjamín.
—Bueno sí has visto las noticias no es que tu mensaje nos ayudara demasiado.—vociferó Elay.
—Lo lamento, si te molestó algo.—dijo el muchacho moviendo los hombros.
—Es más mí equipo de ciberseguridad ya está aquí, debo dejarte.—formuló Elay.
—No entiendo, sabes que se de eso, puedo ayudar.—hablaba Benjamín con animo de ayudar.
—Seré franco, no te quiero metiendo tus narices dentro de mi empresa, tampoco te pedí que enviaras ese mensaje, solo agravaste las cosas, ahora tendremos que hackear tu teléfono y el mío para eliminar esa conversación.—de volteó Elay hacía el joven.
—Espera, ¿Que?—inquirió Benjamín sin entender nada.
—Lo que entendiste o prefieres que vayamos todos a la cárcel, tú por encubrimiento y yo por recibir tú recado de paloma mensajera.—pronunció Elay molesto.—Ahora lárgate de aquí.—sentenció el muchacho saliendo del sitio.
Pero Elay hizo exactamente lo que Benjamín quería que hiciera, dejarlo solo en su oficina para acceder a su computadora, lo que él no sabía que el joven se había prevenido de su llegada y el equipo de ciberseguridad tenía todo bajo control. Así Elay, sobornaría al padre de Benjamín para que se desviará la investigación a la compañía.
A su vez, Douglas, logró que la paga al FBI y máximos representantes de las fuerzas federales se efectuará correctamente, por lo que solicitarán la retirada del escuadrón que había arribado al edificio empresarial. En cuanto a André, el joven modelo a cargo de la mafia Fleming, ya se ganaba el respeto de los hombres más fuertes y sanguinarios que podrían existir, luego de haber concretado su labor correctamente.
En primer lugar por reverencia a Elay Fleming, quién les explicó que si algo malo le llegaba a pasar los haría desaparecer de la existencia misma y por supuesto André sabía defensa personal, era alto, delgado y muy ágil, a lo que les dio algunas clases a otros miembros aproximadamente de su edad, quedando así enamorados del chico estrella.
En cuanto a lo que respecta a Douglas, el era muy buen amigo de Elay, una vez hizo su trabajo, se fue de la compañía a casa para encargarse de sus propios asuntos familiares y tratar de convencer a sus padre para que siga apoyando a la familia Fleming, por amistad y por el bien para con los más necesitados.
El día había sido tan caótico que pasó cómo un rayo a la velocidad de la luz, aún a Elay le quedaba mucho trabajo por delante, debía testificar para cerrar el caso y presentar todos los papeles correspondientes de la compañía.
—Andando, te acompaño.—formuló Austin, asomando la cabeza por el rabillo de la puerta a la oficina de Elay.
—Cuando aprenderás a tocar la puerta antes de entrar.—expresó Elay quitándose los lentes que llevaba puestos.
—En mí defensa no estaba cerrada, sino que la dejaste entre abierta.—promulgó el joven con gracia.
—Quizás porque quería verte pasar por aquí, ¿No crees?—espetó Elay con seriedad.
—Emm...—solo pudo decir Austin poniéndose algo tenso.
—Es una broma, andando y gracias por ofrecerte a acompañarme.—comentó Elay cambiando su expresión de seriedad por una más amigable y salió de aquel cubículo tomado del cuello de Austin.
—Quién más lo haría, ya son las 7pm y todos ya se han ido de la compañía.—sentenció Austin moviendo la cabeza.
—Al menos estás tú.—dijo Elay casi en un susurro, pero que Austin logró escuchar aún así decidió seguir caminado en silencio junto al chico yendo hacía la fiscalía.
CONTINUARÁ...
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