3
Faltaban veinte minutos para las dos de la mañana. Nadine estaba deseosa por llegar a su casa, tomar una soda e ignorar el mundo en el que vivía hasta que sus ojos se volviesen a reencontrar con la luz del sol.
Tomó un taxi, y al abordarlo Nadine miró por la ventana notando que el mundo era otro.
Todos los vagabundos, ladrones, violadores y dementes estaban en las calles, gritando o peleando, mientras que Nadine los ignoraba.
¿Qué caso tenía, preocuparse por el mundo en el que ahora viviría por el resto de su vida?
—Ya llegamos —dijo el taxista
Nadine pagó su pasaje y salió del taxi notando que la entrada estaba cerrada, el letrero "FUERA DE SERVICIO" seguía en el elevador y Nadine solo dependía de su llave para entrar al edificio y subir los escalones para llegar a casa.
—Hogar, dulce hogar —de pronto las expectativas de un hogar limpio desaparecieron.
Esa día era el descanso de Rose. Tenía poco de haber recibido su cheque y la sala estaba destruida; el piso estaba repleto de basura, la televisión encendida, el sillón tenía una enorme pila de ropa y Rose estaba en el centro de la sala, mirando a su hija en señal de haberla esperado.
—¿En dónde estabas?
Nadine se sentía tan cansada que no quería discutir.
—Trabajando.
—¿A estas horas de la noche?
—Tuvimos muchos clientes. Sí no me crees pregúntale a Ling.
—¿Y quién rayos es Ling?
—Mi mejor amiga, a la que le dijiste: "Alla-está-el-baño", después de que ella te dijera que hablaba inglés.
—No uses ese tono conmigo jovencita.
—Entonces ¿cual tono quieres?; el que usa Fred cada vez que te encuentra en su casa robándote sus cervezas.
—¿Acaso me estas llamando "Ladrona"?
—¡Tal vez!, o ¡tal vez Sucia Perra!
Nadine no sentía miedo de sus palabras, porque para ella Rose no era nada más que una Sucia Perra.
—¿Qué acabas de decirme, estúpida?
—Lo que me oíste. "Sucia Perra".
—¡Dilo una sola vez más!—Rose miró a Nadine con seriedad.
—Sucia perra
—¡Dímelo solo una vez más! —Rose estaba actuando diferente, como sí quisiese llamar la atención de su hija—, ¡pero ahora dilo delante de mí! —y Nadine no lo entendía— ¡en la cara!
Ella sentía tanto sueño que no podía hacer más.
Pero Rose quería seguir jugando.
—¡Solo repítemelo una vez más!
—Como gustes —Nadine se acercó a su madre, sin sentir miedo por ella, la miró de frente y estando a solo unos pasos de ella, actuó sin pensar— "Sucia-perra".
—Ahora sí vas a saber lo que es respetar —Rose tomó a su hija del cuello y la sujeto al ritmo que la empujaba contra la pared, como un muñeco de trapo.
Nadine no reconocía nada de lo que pasaba.
Era la primera vez que Rose le hacía eso.
—¡Mamá! ¿qué estás haciendo?
—Guarda silencio, que aquí yo soy la que trae el pan a la casa.
Las cosas comenzaron a ponerse extrañas.
No era la primera vez que Nadine le decía a Rose "sucia perra", pero sí la primera que reaccionaba de esa forma.
—¡Mamá!, ¿Qué haces?
—¡Poniéndome firme! ¡Para que aprendas a respetarme!
Nadine comenzó a batallar para respirar y también para hablar.
—¡Mamá!, ¡por favor..., detente..., soy yo..., Nadine..., tu hija!
—Tus palabras son dulces Nadine, y créeme que me detendría de no ser porque mi amo te necesita —Nadine se quedó confundida— ¿oh qué? ¿en serio no viste bien el sillón de la sala? —Nadine miró al sillón, con detenimiento. La enorme pila de ropa sucia era en realidad una sabana manchada de rojo que cubría algo de lo que solo se podía ver un brazo humano— ¡Sí ahí fue donde la encontré, cuando llegué! ¡Y debo decirte que matarla fue fácil!
—¡Mamá! —el brazo Rose estaba tieso y mojado en sangre.
Su verdadera madre había muerto.
—Por favor, Nadine, no era eso lo que querías.
—Yo quería irme de aquí, no quería que la mataran.
—Entonces debiste ser más específica.
—¡Maldita!
—Tú no me hablas así —la falsa Rose volvió a sujetar el cuello de Nadine. Pero ahora con más fuerza.
—Dime quien eres.
—Digamos que alguien que hoy cumpleaños, como tú. Y como tal, tendré que llevarte al mundo de las sombras.
Los ojos de la falsa Rose comenzaron a teñirse de rojo, su piel cambió a un tono parecido al de la luz de la luna. Su cuerpo se fue encogiendo, pero sus manos seguían conservando la fuerza. Su busto también desapareció.
No era una mujer. Era un hombre y Nadine lo reconocía.
¡Es el chico que vi en la escuela!
—Tú — El muchacho era idéntico al joven que vio al salir de la oficina del decano. Tenía los mismos cabellos dorados y la misma postura. Solo que sus ojos eran de color rojo.
—No te preocupes, Nadine, pronto serás una de nosotros, y cuando eso pase, ya no sufrirás más hambre, dolor, enfermedades o sueño, solo oscuridad —. Repentinamente todas las luces de su casa explotaron; Focos, aparatos eléctricos y luces sufrieron de una repentina descarga— Serás una de nosotros Nadine Powers, para siempre.
—No...
Nadine estaba atrapada...
No podía hablar, moverse o ver luz.
Solo veía oscuridad.
—¡Déjala en paz, Jared! —gritó una voz— ¡Ahora!
Jared liberó un poco de la fuerza con la que sujetaba a Nadine para ver que detrás de él apareció un joven sumamente parecido; Mismo cabello, misma estatura, misma nariz, todo era idéntico, con la excepción de que sus ojos eran amarillos.
Nadine se sorprendió cuando lo vio, a pesar de que no podía respirar.
—Vaya, vaya, pero si es mi hermanito William, dime qué te trae por aquí.
—Hermano.
—Somos gemelos, y yo soy el mayor.
—Por un minuto y veinte segundos —contestó William— pero también eres él más idiota sí crees que voy a dejar que te lleves a esa chica.
—Temo decirte que llegas muy tarde. Yo la vi primero.
—Como a mí —el muchacho corrió hacía ellos en una velocidad que Nadine no distinguió—. Y aquí estoy, así que solo te lo diré una vez; Suelta a esa chica o haré que la sueltes.
—Ah sí —Jared actuó con cinismo— Pues quiero verlo.
William sujetó a Jared del hombro derecho, al ritmo que Jared reaccionó.
—Te falta práctica —Jared sujetó a Nadine con su brazo derecho, mientras que con el izquierdo sostenía la muñeca de su hermano, sin hacer esfuerzos—, pero no me extraña, sí tu siempre fuiste el débil— mientras que William hacía enormes esfuerzos por sostenerse—. Y lo mejor de todo es que al final yo siempre soy el que gana—Jared elevó el brazo de su hermano y le brindó una patada al estómago, arrojándolo contra una pared— hermano
William cayó sobre un anaquel, haciéndolo pedazos pero sin sufrir algún daño.
—¡NO! ¡VUELVAS! ¡A LLAMARME ASÍ! —William volvió a dirigise a su hermano, creando un extraño destello— Lumia— que salió de su mano y golpeó a Jared con una fuerza que lo obligo a soltar a Nadine.
Nadine quedó libre, pero sintiendo mucho dolor en su cuello.
—Te encuentras bien —William apareció delante de ella, ofreciéndole su mano en señal de confianza— Puedes hacerlo, no pasará nada.
—Cómo sé que no me harás daño.
—Porque fui yo al que viste en la preparatoria, no recuerdas mis ojos —Nadine se sintió como una tonta—. Por cierto me llamo William. William Bennett.
—Encantada —La caída del impacto hizo que Nadine solo se lastimara el brazo.
—No te preocupes, sanará en unos minutos —William sacó una pañoleta de su bolsillo para vendar a su amiga—. Listo, estarás bien.
William le sonrió a Nadine, con una mirada angelical.
—Vaya, se nota que llegué en un mal momento —aquella voz fue señal de que Jared se había recuperado— pero sí no es mucha molestia, vengo por lo que me pertenece.
—Eso lo veremos... Lumia—El segundo ataque empujó a Jared hacía la cocina, cayendo sobre el refrigerador— No puedo creerlo —el refrigerador quedó abollado pero Jared estaba intacto— Creo que será mejor que te vayas de aquí.
—¡Qué! ¡Pero de qué estas hablando!
—No se irá hasta que entres al mundo de las sombras con él. Mejor vete. ¡Ahora! —Nadine no quería alejarse de su captor, pero su rostro le decía que lo hiciera— Yo estaré bien, solo hazlo.
Jared comenzó a levantarse.
Tenía que irse ya.
Nadine corrió hacía la salida de emergencias, viendo como otra figura masculina la estaba vigilando.
—Lo siento niña —un muchacho alto, de ojos rojos el cabello corto que intimidó a Nadine— solo personal autorizado.
Una vez más Nadine estaba atrapada.
—¡Llévatela Ian! —gritó Jared— que aquí yo me puedo encargar de mi hermano.
En cuanto Ian sujetó a Nadine, William liberó otro Lumia hacía el rostro de Ian, empujándolo contra la pared, creando un orificio.
Nadine tuvo que verlo como una salida hacía una escalera que solo llegaba hasta el tercer piso.
Estaba incompleta.
—No puede ser —Nadine estaba a dos pisos de llegar a la superficie.
—No te preocupes —dijo una chica morena que apareció delante de ella— nosotras te podemos ayudar a bajar, no es así Sara.
—Claro Jen —contestó una chica de cabello oscuro que también apareció delante de Nadine— Solo tienes que venir con nosotras.
Nadine se sintió atrapada ante la presencia de esas chicas de ojos rojos y miradas frias.
—Sí, Nadine —dijo otro chico que apareció—será divertido.
—Ay Kevin —contestó Jen—se nota tú que nunca sabrás como hablarle a una chica. Así la vas a asustar.
—No me importa. Lo que importa es que tenemos lo que Demetri quiere.
—Eso será sobre nuestros cadáveres —Cuando Nadine oyó aquella voz sintió que ya no estaba sola.
Al otro lado de la calle aparecieron tres muchachos de ojos amarillos.
—Será mejor que la dejen sola —dijo la chica de rizos castaños, la única mujer que había entre ellos.
— ¡No te metas en donde no te llaman, Madison! —gritó Sara— Está Reclutada. Nos pertenece, asi qué...
Jen no pudo terminar de hablar porque la interrumpió una explosión que ocurrió en el departamento de Nadine.
Jared y William salieron disparados hacía el suelo.
—¡La chica! —gritó William— Que no se la lleven.
Los tres muchachos apareciendo delante de Nadine, como un suspiro.
—Será mejor que no la hagan difícil—dijo un chico alto de cabeza calva.
—Entonces déjanos trabajar, Stan... —dijo otro muchacho, que los veía desde abajo.
Un joven con rasgos adultos y mirada penetrante.
—Ted.
—... Recuerda que aquí quien lo ve, primero se lo queda.
Stan permaneció en silencio durante unos segundos.
—Madison —dijo Stan—. Tu y yo nos encargaremos de los payasos. Ethan tu llévatela ahora.
—Pero no hay sombras completas por aquí.
—Entonces búscalas —dijo Madison— y llévatela ahora.
Ethan actuó de inmediato.
Corrió hacía Nadine, tomando su brazo.
—Tienes que venir conmigo.
—Pero por qué.
—Porque somos nosotros, o ellos. Y créeme ellos no son los buenos.
Nadine no necesitó de una explicación.
—¡AHORA! —grito William
—Sujétate amiga
—Pero de qué.
—De mis brazos.
Ethan tomó a Nadine del estomago, cargándola. Al hacerlo Ethan saltó de la escalera y aterrizo sobre el piso, sin generar algún rastro.
Su cuerpo era tan ligero que no parecía pesar.
—Muy bien, ahora vámonos.
Nadine no se tomó la molestia de preguntar.
Solo dejó que Ethan corriera tan rápido como podía a través de las calles de Nueva York, al ritmo que Nadine veía a Ian y a Ted persiguiéndolos.
—Nos está alcanzando.
—Entonces tendremos que tomar mi atajo.
Ethan corrió por las calles, notando que todas estaban siendo iluminadas por la luz de la luna o alguna luz eléctrica.
—¿A donde me llevas?
—Al Mundo de las Sombras, pero para que eso pasé, tenemos que llegar a un lugar muy oscuro.
Nadine miró hacía la calle, viendo que a donde fuesen había una luz iluminando cualquier punto. No había un solo lugar en donde pudieran encontrar oscuridad.
—¡Ethan ¡Por allá!
Ethan encontró el punto que señaló Nadine.
Un callejón que tenía un punto donde no se podía ver nada.
—Perfecto —antes de que Ethan llegara, él notó que unos Lumias de luz aparecían delante de él.
Ian y Ted estaban detrás de él, arrojando Lumias con mayor intensidad, lo que obligó a Ethan a actuar con velocidad.
Ese callejón era el lugar correcto, y tenían que llegar antes que ellos.
—Qué vamos a hacer.
Fue entonces cuando Ethan supo que hacer.
—¡Sujétate!
Ethan se dejó llevar por el vértigo saltando igual que un avión en despegue. Toda la ciudad, las casas, los edificios y las luces las estaba contemplando desde los brazos de Ethan quien al empezar a descender logró llegar al callejón.
Una vez que eso pasó, Nadine ya no pudo ver más luces, solo oscuridad.
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