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El día apenas comenzaba y Nadine Powers ya sentía que iría a ser un fracaso.

A solo una semana de que terminaran las vacaciones de verano, Nadine ya estaba cansada de ver las fotografías que todos sus compañeros publicaban en instagram de sus viajes.

—Por favor, Jake, quien te va a creer que te fuiste a París

Nadine quería imaginar que la foto en la que Jake Barkley posaba al lado de la torre Eiffel fuese un simple photoshop, para ignorar el pesado verano en el que trabajó en un restaurante de comida oriental y poder pagar la universidad. Todo por culpa de una persona a la que Nadine le tenía rabia cada vez que la oía gritar...

—¡En donde está mi jugo de tomate!

—Ya voy mamá. Lo estoy buscando.

—¡Entonces date prisa que lo necesito! —El tono de Rose le hacía entender a Nadine que otra vez estaba sufriendo los efectos secundarios de pasar una noche en el bar de Sammy— ¡TRAÉMELO AHORA!

La voz de su madre rogando por atención, le recordaba a Nadine que estaba a solo un año de terminar la preparatoria y todavía no conseguía una beca. ¡Y le era extraño! Por lo general ella era una de las mejores estudiantes; Siempre estaba al tanto de las tareas y tenía el valor necesario para corregir a sus profesores, aún cuando ellos terminaran dándole reportes de manera injusta.

Ella se sentía confiada con que obtendría una beca un año antes, para poder graduarse e irse lo más lejos de Rose y sus dolores de cabeza.

—¡Que no me oyes! ¡NECESITO EL JUGO!—El refrigerador lleno de cajas vacías, botes de leche echada a perder, paquetes de tocino caducados y vegetales con hongos que le hicieron saber a Nadine que Rose no había hecho las compras, de nuevo—¡Date Prisa! —y con solo imaginar el dolor de cabeza que estaba sufriendo, Nadine pensó que lo mejor para ella sería sentir lástima...— ¡Te estás tardando!

...De sí misma.

—Por qué a mí.

Nadine siempre pensó que la vida no era justa. Muchas chicas tenían madres que trabajaban o cuidaban la casa. Ella, por otra parte, tenía una madre que no podía pasar un solo día sin beber.

—¡El jugo!

El día estaba empezando. Tenía muchas cosas que hacer y Nadine no se sentía capaz de ir a la tienda por un jugo o de limpiar el baño, después de que Rose lo decoró como sí hubiese sido Linda Blaire. Por esa razón, Nadine decidió salir sin siquiera decirle a su madre un "adiós", aún cuando ella seguía exigiéndole el jugo.

Los gritos se fueron enmudeciendo acorde a como Nadine avanzaba, sin sentir una pena por Rose ya que para ella su madre no tenía un valor especial. Nunca conoció a su padre, siempre estaba sola, vivía en el cuarto piso de un edificio donde muy rara vez había agua caliente y siempre que Rose estaba en casa, Nadine la encontraba tomando, fumando, viendo la televisión o con tipos semi desnudos de los que ni siquiera sabía su nombre.

Esa Rose, la madre que le hacía saber lo mucho que necesitaba de esa beca para poder huir de ella y del elevador que una vez más tenía un letrero que decía...

FUERA DE SERVICIO

—Lo lamento —dijo Fred, el encargado de mantenimiento— pero lo van a arreglar hoy.

Nadine sabía que eso no era cierto.

Ese letrero había estado indicando que el elevador estaba fuera de servicio desde hacía más de un año.

—No hay problema —pero Nadine no le daba importancia.

— ¿Está segura?

—Sí, ahí será para la otra —Fred era un pésimo intendente, pero siempre se encargaba de que hubiese agua caliente en su departamento, mientras que su madre no estuviese consiente.

—Gracias, y que tengas un buen día Nadine.

Perder el agua caliente sería una pesadilla para Nadine, por eso ella siempre evitaba tener problemas con Fred, ya que para eso, Nadine contaba con los ochenta escalones que pisaba diariamente para salir del edificio y mirar al exterior. Un entorno repleto de contaminación, violencia y vagabundos semidesnudos que corrían por las mismas calles que Nadine transitaba para ir a la parada de camión y encontrar a la única persona en el mundo que la podía entender...

—Nadine, ya era hora de que llegaras, qué pasó.

—Ay Ling, si supieras. Mamá tiene resaca y no hay jugo de tomate.

—No puede ser.

—Es un desastre esa mujer, pero tú que tal, le pudiste preguntar a Baba lo que te dije.

—Sí, y me dijo que tal vez no te pueda dar el aumento, por como están las cosas en el restaurante, pero acepta que te quedes con el 95% de tus propinas, por ayudarnos con los agentes de migración.

—Sabes que por ti haría lo que fuera.

Nadine había trabajado en el negocio del padre de Ling como mesera, desde el séptimo grado. Para ella no era un problema porque podía contar con dinero, dos platos de buffet diarios y todas las sobras que quisiera. Trabajando ahí ayudaba a que los agentes de migración pensarán que ella era la única persona que hablaba inglés, y así Baba podría esconder a todos los inmigrantes a los que les había dado trabajo.

—Pero dile a Baba que me guarde más de esas sopa Wonton que hace. Le queda rica.

—Lo haré.

* * *

—¿Qué es lo que intenta decir?

—Temo decirle que usted no cumple con los requerimientos necesarios para una beca.

—Pero, ¿cómo que no los cumplo?, sí tengo buenas notas, nunca falté y los profesores se han...

—...quejando de su comportamiento

—¿Mi qué?

—Su comportamiento. Tenemos reportes de mala conducta que afectan su solicitud.

—Pero. ¡esas cosas no tienen nada que ver con el ámbito escolar!

—Me temo que sí, porque los trámites de beca, requieren cumplir con ciertos puntos que se ameritan en todas las áreas. Tener historiales como el suyo podría dificultar las solicitudes, sin importar que tuviera excelentes calificaciones.

Nadine quería creer que escuchaba una broma estilo cámara escondida, pero la única cámara que había era la de seguridad.

—¡Esto es ridículo!, ustedes no pueden negarme la solicitud solo porque tengo problemas de conducta.

—Lo lamento, pero así son las cosas. Le sugiero que tome algo; Una terapia, algún pasatiempo, y venga el próximo año. Quizá para entonces nosotros le habremos resuelto algo —. Las palabras del Decano hicieron que Nadine desease sujetar su corbata roja y tirar de ella, hasta que no pudiese respirar.

Pero con tantos problemas en la cabeza Nadine supo que lo mejor para ella sería hablar con Ling.

* * *

—¿Y qué te dijo?

—Que ¡no!, por mis problemas de conducta.

—¿Hablas en serio?

—Como no tienes idea.

—Pero eso es imposible, eres la mejor alumna de la generación.

—Así es. La mejor alumna que le arrojó un libro de química al profesor, después de encontrar un error que puso en su enlace covalente

—¿Y tenías que hacer eso?

—No me hacía caso cuando se lo decía.

—Nadine, en serio que me preocupas —Ling conocía la situación por la que pasaba— acaso no les dijiste a los profesores de que tienes Asperger.

—Sí, pero nunca me creyeron.

Y sentía lástima por ella.

—Ven acá —Nadine padecía de un síndrome del que pocas personas estaban informadas. Lo que hacía que su vida fuese más difícil—. Hablaré con Baba para que te de ese aumento, así quizá puedas...

—Ling, ¿tienes idea de cuánto cuesta un curso?; Tendría que trabajar años solo para pagar la mitad.

—Entonces buscaremos otra oportunidad. Recuerda que todavía tienes un año.

Tener una madre como Rose hacía que Nadine batallará más para controlarse ante los profesores.

Nadine no merecía que le cerrasen las puertas de un futuro por culpa de un síndrome que no pidió.

—Ya..., tranquila...., encontraremos la solución dijo Ling abrasándola y tratando de consolarla,

El dolor que abundaba en el corazón de Nadine, se agravó.

Ella quería un futuro.

Pero vivía en un medio donde lo mejor para ella era controlarse y evadir su cruda realidad, mirando alrededor.

En medio de los pasillos Nadine notó que entre las sombras se podía ver a la figura de un joven alto, delgado, de cabello dorado, piel blanca, ojos amarillos y que iba vestido con un traje de mezclilla tan oscuro que parecía ser una sombra.

—¿Quién eres tú?

Él joven acaparó la atención de Nadine.

La veía con una penetrante mirada que le hacía sentir que lo había visto en algún punto de su vida.

—Nadine, Nadine, ¿estás bien?

Nadie volvió al mundo real al escuchar la voz de Ling.

—¿Qué?

—Te pregunté que sí ¿vas a hacer algo antes de ir a trabajar?, recuerda que mañana es nuestro cumpleaños.

—Creo que nada.

—Está bien. Entonces le diré a Niam que nos haga unos pasteles de luna. Ya sabes que a ella le encanta cocinar.

—Sí

Cuando Nadine volteó, notó que los pasillos estaban vacios.

El chico había desaparecido.

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