18
Maratón (3/3)
Con su pecho en el suelo al igual que su mejilla,Jun era sometida por el alfa. Jungkook tenía alzando sus glúteos y entre una de sus manos sostenía sus muñecas por encima de su espalda, entraba y salía azotando la sin piedad alguna.
Quedaba poco tiempo para que él nudo apareciera y no sabía si debía tener lo pues tenía miedo de que eso no fuera algo que Jun aceptaría.
—Debo terminar ya....—hablo con su voz agitada tratando de ser claro con sus palabras.
—S-sigue...por favor sigue.
—J-jun...el nudo...
Ella sabía de eso, todos lo libros hablaban de él y sin importar le el significado le pidió continuar —Quiero sentir lo...por favor.
Suplico ya influenciada por el calor del momento.
Jungkook acepto sus palabras alzando la para pegar su espalda a su pecho, paso su mano por sus pechos hasta apresar su cuello, continúo con sus movimientos sintiendo en su brazo el movimiento de sus pechos y lentamente sintió como su falo de hinchaba dejando salir ese nudo.
Justo en ese momento en dónde Jun sintió como su interior era llenado al límite, unos colmillos se enterraron entre su cuello y hombro, justo donde aquella curva se mostraba.
Un temblor surgió en su cuerpo dejando en claro que todo aquello la llevo al límite, su interior palpitaba y se sentía tan caliente.
Jungkook por su parte lamió la herida que sus colmillos causaron otorgando le un poco de alivio en esa parte .
—No te muevas o te dolerá —le dijo mientras rodeaba su cadera con su brazo restante.
—No duele...
—Es... grande te dolerá si lo intentas—le advirtió sintiendo como ella trataba de continuar—Deja que baje un poco y prometo seguir.
Se recostó de lado en ella aún unida a él, una de sus manos estaba debajo de la cabeza de Jun y la otra aún permanecía en su cintura abrazando la con fuerza.
—Gracias...por ayudarme.
Él beso su cabeza después de decir aquello, aún que no quería unirse a ella , al final ya no podía negar que era lo que necesitaba.
—¿Me dejaras quedarme?
—Ahora...es imposible que te deje ir... Jun eres mía.
Ella nunca le agrado lo posesivos que podían llegar a ser los hombres pero su voz y saber que él lo había dicho fue más que satisfactorio.
—Soy tuya...
El tiempo pasó y ambos quedaron dormidos.
Esa fue su unión y solo era cuestión de tiempo para que el rumor se regará, los días serían contados desde ese momento.
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