| Siete |
Te mandé mensajes pidiéndote que vuelvas, diciéndote que arreglaríamos las cosas como se debía. Te llamé tantas veces que simplemente perdí la cuenta y con cada tono que sonaba sin que atendieras, la lluvia se volvía menos lluvia y se hacía más granizo.
La desesperación ya no me golpeaba como gotas, ahora eran piedras.
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