Capitulo VIII
Gritos de guerra pasaban sordos por sus oídos, el movimiento sin sentido a sus lados, personas que pasaban ciegas ante sus ojos, la boca seca bloqueando el gusto, el olor a sangre bloqueando el olfato.
Sostenía con fuerza un peso muerto entre sus brazos. El cemento de Marineford paulatinamente se convertía en pasto y el mar tempestuoso de esos lares se volvió tranquilo. Ahora, no sostenía un solo peso muerto entre sus brazos, tenía a dos. El fuego consumía un barco a la distancia en el mar, a sus espaldas aún se sentían los choques de espadas o cañonazos.
Un cabello rubio y uno negro frente a sus ojos, no podía decir nada, le picaba la garganta y la sentía más seca que un desierto a pesar de que su cara estuviese empapada de ríos salados.
El fuego los rodeó y ya no sintió nada entre sus brazos, ni un peso, ningún líquido rojo, ni una temperatura que descendía.
Un escalofrío le recorrió el cuerpo mientras altos árboles comenzaban a brotar del suelo. Reconocía esos árboles, eran los de Sabaody. Como si del océano sobre él se tratase, no podía mover ni un músculo salvo sus cuerdas vocales.
Sus ojos no podían girarse ni cerrarse, así que la imagen de cada uno de sus nakamas aterrados desapareciendo uno por uno bajo una terrible desesperación por un shichibukai pasaba frente a sus ojos bajo los desgarradores gritos que él lanzaba.
...
Sobresaltado se levantó de golpe de su camarote. Su respiración errática junto a algunos ruidos que sus nakamas hacían dormidos era lo único que podía percibir. Vio que se encontraba rodeado de sus camaradas, cada uno tranquilo y con expresiones pacíficas. Era una de las pocas veces en las que decidían dormir todos juntos como grupo. Su mente se aclaró y el nudo en su garganta se dispersó. Miró a sus dos lados y tranquilamente fue cerrando sus ojos, sabiendo que todo estaría bien.
...
—Así que son del futuro.
—No puede ser, ¿cómo es que lo hicieron?
Una gran risa estruendosa se escuchó y varios marines voltearon a ver con la sorpresa calando en sus mentes y corazones. El héroe de la marina no paraba de reír como si toda esta situación le pareciese de lo más divertido de todo el mundo. Claro, es muy normal que tu nieto viaje al pasado para salvar a tu otro nieto.
—¿Ahora qué piensas hacer, Sengoku? —No perdió su sonrisa divertida al hacerle la pregunta a su viejo amigo que al contrario de él, detestaba encontrarse en esa situación. No tenía suficiente con enfrentarse con el hombre más fuerte del mundo, ahora también tenía que lidiar con viajeros en el tiempo.
—Por ahora seguiremos el mismo plan.
El viejo se levantó y dirigió donde su nieto encadenado y volvió a sentarse junto a él. Le dio una palmada en la espalda. El joven no sabía cómo reaccionar ante todo esto, pero su expresión lo traicionó y una pequeña sonrisa se asomó por sus labios. Pero era tan obvio.
"Claro... solo Luffy podría meterse en algo tan desastroso como un viaje en el tiempo."
***
El gyojin del futuro se separó de su nueva tripulación para encaminarse a su padre. Una sonrisa inevitable y lágrimas salieron aún cuando no era el momento para ponerse sentimentales, así que con una mano limpió la sal de sus ojos. Al pasar al lado de un hombre con un tatuaje de araña en la frente le palmó en la espalda llamando su atención. Siguió caminando hasta que frenó estando a unos dos metros del gigante y se sentó de piernas cruzadas y mirada seria.
–Oyaji, no sabe cuánto me alegra volver a verlo.
—Ya veo, hijo mío, te has unido a unos chicos muy interesantes. Ese chico es especial, lo suficiente como para que te unas a él por lo menos.
—Es como dice, Luffy es un chico muy especial que ganó mi respeto –Se quedaron unos segundos en silencio mirándose a los ojos y Jinbe agarró un bocado de aire y fuerza para seguir hablando —. Vengo a decirte qué va a pasar ahora.
—Te escucho.
–Los marines harán una emboscada, engañarán a Squard y este te traicionará. Los Pacifistas taparán la salida del mar y Akainu atacará. En esta guerra hubieron muchas bajas —Tuvo que volver a tener un momento de silencio para prepararse a lo próximo que iba decir —, entre ellos Ace-kun y... y...
Squard se detuvo a unos metros de ellos, con la cabeza gacha y la vista ennegrecida. Bajó sus brazos y se sintió terrible, de sus manos temblorosas se cayó el arma con el cual tenía planeado atacar a su capitán. Los recuerdos le empezaron a atacar.
"La sombra del almirante de la marina acechando por sobre él, sin parar de decirle que Shirohige los vendió para escapar con su verdadera familia. Que él y los demás no son más que carne de cañón y no importan una mierda.
Recordó a Ace riendo con él en el barco, con su padre sonriendoles un día soleado, con los demás capitanes celebrando su unión, la calidez de la familia."
—Yo... ¿caí en su trampa? —Sus ojos se aguaron y sintió como si mil cuchillos se hubieran enterrado en su corazón —. ¿Qué estaba a punto de hacer?
—Eres un hijo idiota sin remedio —El gran Shirohige le dirigió una sonrisa calmada y lo atrajo a su aún intacto cuerpo —. No importa lo que estuviste a punto de hacer, te arrepentiste y eso es lo importante. Y aunque seas un idiota sin remedio, sigues siendo hijo mío y te quiero como tal.
Un grito desgarrador se escuchó de su parte, cargado de rabia y arrepentimiento. Varios comandantes se giraron a ver la escena de su Oyaji abrazando con un brazo a Squard.
—Squard... —Susurra Marco desde el cielo.
—Shirohige, yo y los 43 capitanes piratas no nos arrepentiremos de dar nuestras vidas por los Piratas Shirohige. Esta guerra es para salvar a alguien de la familia. Nosotros también formamos parte de esa familia, ¿verdad?
—Jinbe —El mencionado enfocó toda su atención en su padre —, no necesitas seguir diciéndome nada. Lo que pase, tendrá que pasar –Se volteó hacia delante, plantando su mirada en el campo de batalla —¡Yo nunca traicionaría a mis hijos!
Se preparó y golpeó a sus lados. Rompió el aire al igual que las olas a su espalda, dando el pase libre para quien quisiera escapar.
—¡Ahora podríamos irnos cuando queramos! —gritó un pirata cerca de la costa.
—¡Si son piratas, pueden decidir lo que ustedes quieran creer! ¡Ningún Marine les quitará la libertad!
Un grito de guerra y auge se oye a través de todo el campo de batalla por parte de todos los capitanes piratas aliados a Shirohige.
Mugiwara no Luffy sonríe seguido por sus nakamas.
—Shirohige era increíble —murmura Usopp a Chopper, quien asiente sorprendido por la muestra de ferocidad del adulto mayor.
—¡Prepárense, el hombre más fuerte del mundo está preparando su ofensiva! —advierte Sengoku a todos los marines en cuanto el gran Shirohige salta desde el Moby Dick.
***
Jinbe seguía corriendo para alcanzar a Ace, estaba al lado de Ivankov. Algo estaba diferente, no se había topado con ningún marine y de su visión empezaron a desaparecer, pero no fue hasta que el de cabeza grande le indicó, que no se centró en eso.
—¡Jinbe! —Su cabeza se dirigió a la dirección que Ivankov señalaba. Los marines en formación entraban sincronizados a las murallas, como si estuviesen esperando para que llegara ese momento. Esto fue hasta que todos los enemigos de los piratas dejaron la plaza. Ahora, por parte del mar estaban rodeados de Pacifistas y por delante los marines se retiraron.
—Todos nuestros enemigos se han retirado a la plaza pasando olímpicamente de nosotros.
—Ciertamente esto da muy mala espina. Pero no podemos hacer nada más. ¡Nuestro padre ha empezado a avanzar! ¡Nosotros no podemos ser menos! Sobre todo viendo lo que ellos están haciendo.
Los dos dirigieron sus ojos a la fila que habían formado los viajeros del tiempo.
—¿Qué estarán tramando?
—¡No tengo idea! ¡Pero tú lo has dicho! ¡Ya es demasiado tarde para dar marcha atrás!
***
–¡¿Aún no está listo?! —preguntó enfadado el almirante de flota a un marine detrás del patíbulo.
—El hielo está atrasando el plan, señor.
Sengoku chasqueó la lengua y con el ceño fruncido volteó su mirada donde se encontraban todos los piratas, aún en la plaza.
Un vice-almirante se plantó frente a Shirohige, blandiendo una espada gigante con la intención de atacar. Pero de un simple movimiento la leyenda bloqueó el ataque. El Caballero del Mar, Jinbe se levantó.
—Estás en el medio, ¿lo sabías?
De un impulso hizo que el gigante retrocediera y su espada se fuera para atrás. En el momento en el que su enemigo retrocedió, agarró el aire y tiró.
Mugiwara no Luffy sonrió.
Un terremoto azotó la tierra y el mar, todo el mundo, enemigos y aliados. Del presente y del futuro presenciaron el poder de un hombre. De una leyenda. Pero lo más importante, de un padre.
Todos se caían, nadie se mantenía en pie. La tierra se abría y varias personas se caían por ahí. La desesperación inundó el lugar. Y como si fuera una bala antes de una carrera, diez personas comenzaron a correr.
Luffy se cayó, miró por todos lados, sus ojos no se podían mantener en un solo lugar. Anonadado giró su cabeza hacia atrás, encontrándose con el mar partido. Él no podía hacer nada, él era diminuto, muy pequeño. No se podía ni mantener de pie. Pero antes de poder siquiera pensar en su próximo movimiento, una mano se apoyó en su hombro. Sus ojos volvieron a mirar hacia el frente, encontrándose con una espalda protectora, madura y con mucho peso encima que corría.
Era él. Mugiwara del futuro con sus nakamas corriendo a su lado sin titubeos. No se tambaleaban, no dudaban, hasta creía que unos sonreían.
Volvió a perder el equilibrio y cayó por una grieta. Estiró su mano y fue sujetado por el Jinbe que llegó con él.
El miedo lo invadió, el océano se separaba, pero ellos corrían.
Una risa se extendió por el campo de batalla, Doflamingo estaba gozando, no luchaba en mantenerse de pie, él se dejó ir con la corriente.
—Vaya viejo cabrón está hecho.
***
El mar se calmó, y las personas al fin empezaron a reaccionar. El vice-almirante gigante se repuso y se disponía a atacar de nuevo, pero Shirohige se le adelantó y dirigió una ataque al patíbulo.
Todos voltearon a ver, los aliados se confiaron y los marines se asustaron. Ya daban por hecho de que Shirohige había destrozado el patíbulo, pero cuando el polvo levantado se disipó, los tres almirantes habían rechazado el ataque.
—Esto pasa por no activar el muro de contención a tiempo —Culpó el almirante de hielo
—La culpa de que no se haya hecho es de tu hielo.
—Oh, ¿y por qué no lo has derretido tú, Sakazuki? —El almirante de luz atacó a los otros dos.
El futuro Almirante de flota avanzó y sus dos brazos se volvieron lava ardiente.
—Aquí viene.
—¡Sí! —Responden los nueve restantes ante la vista de su capitán portando una expresión de enfado.
***
¡Hola! Estoy viva...
Mientras me recuperaba de mi operación me dio un golpe de inspiración y me dije "Ignora el dolor y todo, solo ponte a escribir" Ahora adivinen quién retomó el cariño a Niebla...
A ver, como ustedes no toman la iniciativa, lo haré yo...
¿Cuáles son sus teorías de Niebla?
Solo estoy curiosa por saber jsjs.
¡Nos vemos la próxima vez que actualice!
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