Capitulo VII
Ace y Luffy
Fuego.
Fuego era todo lo que sus jóvenes ojos lograban ver sobre el mar junto a una cabellera rubia desvanecerse frente a él sin que pueda hacer nada. El mundo había matado a su hermano y eso lo empezaba a carcomer, sus ojos aguados de todas las lágrimas, sus oídos corrompidos por gritos imaginarios de Sabo y el crujir del barco por el fuego lo estaban desesperando. Alzó un brazo y corrió en su dirección, pero mientras más corría, más lejos se veía cómo desaparecía.
Sobresaltado, el pequeño Luffy de nueve años se levantó como un rayo de su cama ahogándose en sus lágrimas intentando calmarse. A su lado, su hermano mayor se despertó por el movimiento del menor. Frunció su ceño irritado, ya habían sido varios días de lo mismo. Se estaba empezando a cansar.
—A-Ace...- Luffy tomó el brazo del pecoso. Sus manos temblaban y los ojos rebalsaban de lágrimas que intentaba retener conociendo el carácter de su hermano.
—Vuelve a dormirte.
—P-pero Ace... el fuego —El fuego esto, el fuego esto otro. El mayor ya se sabía ese discurso y agarró la mano del mugiwara, la tiró para tumbarlo y que este mirase el cielo estrellado.
—¿Acaso ves fuego aquí? Estamos seguros, no hay nada ni nadie cerca —le acarició levemente la mano con su pulgar —, anda, duérmete de nuevo.
El pequeño Luffy asintió con la cabeza mientras veía el perfil de su hermano que seguía viendo las estrellas. Alzó la mirada y vio fijamente las perlas del cielo, sintió el aire venir hacia él y cómo entraba y salía de él y de su hermano. El ruido de las hojas del bosque moverse con el viento y la calidez a su lado, suavemente sus ojos volvían a cerrarse.
Cuando cayó nuevamente dormido, Ace se volteó a verlo, soltó un suspiro y limpió sus ojos de las lágrimas que le amenazaban con salir. Le dolía. Maldición, le dolía. El fallecimiento de su hermano seguía grabado en su mente, pero al ser el mayor de los dos, debía de soportarlo; por él. Lo calmaba como podía, pero él no era tan amable como Sabo, así que en vez de tener un solo rol como hermano mayor, ahora debía de esforzarse y entregar el doble. Debía de aprender a hacerlo como sea.
...
—¡Ace! ¡Por aquí! —Luffy corría entre el bosque persiguiendo a un animal que al final del día se convertiría en su comida, dando la dirección con su punteando dedo a su hermano mayor mientras que con la otra mano sostenía el brazo de Ace.
Los dos niños sobrevivían bien en su casa del árbol, nunca les faltaba la comida gracias uno que otro robo y las cazas constantes que ayudaban al menor como entrenamiento. Así que Ace se sentía un poco realizado con ello. Al principio, cuando Sabo recién les dejó les iba fatal. Siempre se pasaban de la hora y Luffy sufría de hambre, pero el mayor fue aprendiendo a qué ángulo del sol les debería de tocar comer para evitar la molesta sensación de hambre.
—¡Idiota, es por aquí! —los dos se dirigieron en direcciones contrarias y como a Luffy se le olvidó soltar a su hermano, su brazo estirado fue cruzado por un árbol que los hizo frenar y retroceder abruptamente.
El silencio inundó el lugar mientras el animal escapaba aprovechando la oportunidad y se perdió entre el follaje. Los chicos se miraron a la cara mientras el brazo de goma volvía a su estado original, Ace se estaba parando y se preparó para sermonear a Luffy por su descuido. Sí, habían mejorado en el tiempo para comer, pero eso no significaba que todo saliese perfecto siempre.
—¡Si aún no sabes controlar tu poder, no lo uses para cazar! —Ace de verdad estaba enojado con él, pero antes de poder golpear la cabeza de su hermano fue interrumpido por una risa. Bajó la mirada y se encontró con el pequeño riendo mientras se acomodaba su sombrero que le quedaba grande aún. El otro se paró mientras terminaba de limpiar sus lágrimas de risa.
—Perdón, ¡pero ya lo estoy controlando mejor! —Luffy volvió a soltar su característica risa y el otro solo pudo soltar un suspiro y se forzó a crear una sonrisa para él. Pero en vez de pasar por una linda sonrisa, fue una escalofriante que al verla, el menor no pudo evitar retroceder un paso estando alerta.
—¿Qué?
—Tu sonrisa es escalofriante —no pudo evitar soltar el menor con unas gotas de sudor bajando por su frente ante el nerviosismo.
—¡Pequeño demonio! —volvió a tomar el fierro que soltó cuando frenó a causa del brazo de Luffy y se dirigió velozmente hacia él comenzando a perseguirlo mientras el otro reía.
Lo perseguía hasta que se fijó en los árboles que los rodeaban, identificó dónde estaban y empezó a llamar al otro para que dejara de correr.
—¡Luffy! ¡Ya para!
—¡No! No me vas a...
—¡Luffy, el acantilado! —fue demasiado tarde para cuando Ace terminó de avisarle ya que escuchó el grito del menor y lo dejó de ver simultáneamente —. ¡Luffy! —Se asomó rápidamente por el borde con cuidado para ver cómo estaba, lo encontró aferrado a unas raíces que sobresalían de la tierra a varios metro más abajo.
—¡Ace! —intentó estirar su fierro en la dirección de Luffy, pero este era demasiado corto.
—¡Espera Luffy, iré a buscar una rama más larga! —Se dio la vuelta y, lo más rápido que podía, se fue a buscar una rama gruesa suelta lo suficientemente largo y resistente como para poder subir a su hermano. Buscó entre árboles y el follaje, pero simplemente no encontraba, hasta que se fijó en una rama que estaba bastante elevado de su alcance. Así que trepó para alcanzarla y cuando la agarró con una mano, tiró de esta, pero se desequilibró y cayó varios metros abajo. Aterrizó sobre su codo y brazo derecho y empezó a sentir un horrible dolor, pero por el bien de su hermano menor se hizo el desentendido y corrió de vuelta a donde estaba.
—¡Ace, volviste!
—¡Sujétate fuerte a la rama! —el menor ya se encontraba en la recta final de la raíz, así que cuando pudo agarrar la rama, Ace, con sus dos manos tiró hacia él aguantando todo el dolor de su brazo derecho, los dos soltaron un grito, uno del dolor y el otro sorprendido.
Los dos se tomaron unos segundos para retomar su agitada respiración. En cuanto vio a Luffy a salvo, la adrenalina empezó a bajar y el dolor se hacía cada vez más grande.
...
—No podrá mover el brazo por dos meses hasta que se recupere —sentenció el doctor de la villa Foosha a la cual Dadan obligó ir a Ace al ver el horrible desastre de su brazo derecho, lo que la hizo convencer de usar de los ahorros de los bandidos de la montaña en Ace fue cuando vio que su brazo podía doblarlo hacia el lado antinatural.
El niño no estaba ni de acuerdo ni nada feliz con el veredicto del señor, pero cuando quiso replicar, la mujer que supuestamente cuidaba de su hermano y él, le proporcionó un golpe en la cabeza, le agradeció al doctor y lo obligó a pararse del asiento y dirigirse a la puerta de salida del lugar. El pelinegro estaba enojado, una cosa horrible que le inmovilizaba el brazo lo rodeaba desde la muñeca hasta más o menos la mitad del bícep. Intentó moverlo, pero le fue imposible. Así que refunfuñando se dirigió hacia el final y borde de la villa para ir hacia su hogar donde le esperaba su hermano.
Recordó las lecciones que tenía con Makino y con un leve sonrojo en las mejillas y el ceño fruncido, se inclinó levemente hacia Dadan y en un bajo volumen le dio un agradecimiento. La gran mujer actuó como si no le importara pero al momento de girarse, una pequeña sonrisa se divisó en su rostro.
Ace durante el camino a la casa del árbol seguía observando su brazo enyesado y pensaba en formas en las que podría seguir cazando. Pero al ver que era realmente imposible además de provocarle dolor, se resignó.
—Luffy tendrá que encargarse de la comida por un tiempo —inconscientemente, un escalofrío subió por su espalda.
...
La situación con su brazo pasó hace años ya y el tiempo seguía avanzando. Como lo supuso Ace, Luffy fue un desastre como encargado de la comida. Pero de alguna forma lograron sobrevivir. Actualmente, él contaba con catorce años y el mono tenía once y la adolescencia ya se empezaba a acentuar en el mayor. Le empezaron a salir vellos en la cara y otras partes del cuerpo, se mandó un estirón que hizo que el menor le llegara a los hombros haciendo que le tuviera que ver desde arriba. Pero sin dudar, lo peor que le podía tocar... era el cambio de voz.
—¡Luffy! ¡Vamos, ya es hóra! ... —Luffy asomó su cabeza por la ventana de su casa para ver hacia abajo donde lo esperaba Ace, lo miró sorprendido y el otro se sonrojó hasta las orejas y empezó a carraspear. Se quedaron viendo por unos segundos en silencio hasta que la risa estruendosa del menor se hizo escuchar hasta varios metros a la redonda.
—BWUAJAJAJA —se tiró al suelo agarrando su estómago del dolor que le estaba provocando la risa.
—¡CÁLLATE! —le exigía con la cara totalmente roja como las hojas de otoño. Pero no sirvió ya que eso le causó más risas al menor que ya estaba a punto de mearse encima.
—¡TU VOZ SUENA COMO UN GALLO!
—¡No es chistoso, Luffy! ¡Vamos a llegar tarde donde Sábo —Luffy ante la última palabra intentó mantener la risa inflando sus mejillas de aire. Aunque el nombre le resulte amargo y melancólico, la forma en la que le salía la voz a Ace le causaba una horrible gracia.
Para que el de mugiwara no volviera a reírse y burlarse de él, decidió que no hablaría durante todo el viaje hasta el acantilado donde montaron la tumba a su fallecido hermano. Luffy a unos pasos de distancia de él cantaba con su voz toda desafinada pero contento; una melodía sin sentido.
Siguieron avanzando hasta llegar a su destino, donde se instalaron en frente y vertieron un poco de sake –que habían conseguido de un ladrón– en un vaso en frente de la tumba. Los dos se sentaron en frente y como siempre, le iban a empezar a hablar, pero esta vez el primero en abrir la boca fue Luffy.
—¡Sabo! No vas a creer lo que está ocurriendo... ¡Ace se está convirtiendo en un gallo!
—¡No me estoy convirtiendo en un gallo!
—Pero estás hablando como uno.
—¡Eso no és verdad! —nuevamente el silencio después de ese agudo sonido en su voz y el pequeño volvió a romper en risas.
—¡¿Ves?! ¡Te estás convirtiendo en un gallo!
—¡Lu...! —soltó un suspiro frustrado intentando que el rojo desapareciera de nuevo —. Ya te quiero ver yo en unos años.
—¿Eeeeeeeh? ¿Y yo por qué?
Ace le sonrió burlonamente y le revolvió el cabello con su sombrero.
...
La risa mostraba todo lo que un Ace de dieciséis años podía disfrutar de la desgracia ajena.
—¡Áce! ¡No és gracioso!
El karma decían algunos.
...
A pesar de que la isla era bastante pequeña y si te apresurabas, podías cruzarlo de lado en lado en un día, los dos hermanos no habían ido a visitar a los bandidos de las montañas en dos años. Han visto a Dandan en varias ocasiones para algunas cosas puntuales, como unas cuantas visitas por parte del abuelo de los jóvenes.
Pero hoy era una ocasión especial, le quedaba menos de una semana al mayor para cumplir diecisiete años, lo que implicaba que pronto saldría a cumplir su sueño y vivir mil y un aventuras. Así que los dos cargando un cocodrilo, caminaban con dirección hacia la cabaña de la montaña.
—¡Hola! —entró sin cuidado el mayor siendo seguido del menor.
—¡Yo! —saludó el Monkey D recargando el cocodrilo en solo un hombro.
Todas las cabezas se giraron hacia los dos nuevos intrusos. Todos los hombres dejaron de comer y con sus manos a mitad de camino entre sus bocas y su plato de arroz los veían con los ojos bien abiertos de la impresión.
Tantos años acostumbrados de tener que ver hacia abajo para poder verlos bien les descolocó el tener que elevar tanto la mirada para apenas poder ver la mitad de sus cuerpos. A algunos se les aguaron los ojos y otros fruncieron sus cejas intentando aparentar desinterés, pero en el fondo de todos los corazones de ellos, se les ablandó al ver a ese par tan grande. Obviamente por sus orgullos inflaqueables, a menos de que se tratase del viejo Marine, no iban a demostrar ni un ápice de esa blandura.
—Mocosos, ¿qué están haciendo aquí? —habló con la boca llena la única mujer del lugar sin intención de dejar de comer.
—¿Oh, acaso no podemos visitar a nuestros viejos amigos los bandidos?
—¡Nos tendremos que comer estos cocodrilos nosotros solos! —viniendo esas palabras del hermano menor, no dudaban de que podrían ser capaces de volverlo realidad. Rápidamente dos bandidos se levantaron y tomaron los cocodrilos.
—Oh no, por favor sean bienvenidos —dijo uno de ellos con sonrisas falsas, los hermanos les devolvieron las sonrisas pero estos soltaron una leve risa, estaban esperando una acción parecida.
Los pelinegros se sentaron junto a los demás mientras esos dos bandidos anteriores se llevaron los cocodrilos y dejaron que Pandaman se hiciera cargo de cocinarlos y volvieron a sentarse en sus puestos de antes y siguieron comiendo. Les sirvieron unos platos con arroz a los dos nuevos invitados y estaban a punto de servirles sake, pero Dadan les golpeó evitando de que lo hicieran. Cuando le preguntaron por qué lo hizo, ella se quedó callada.
Cuando sirvieron la carne de cocodrilo, todo se volvió un caos, todos querían comer enseguida y no paraban de robar la carne de los platos de los demás o del centro. Cuando las cosas se calmaron un poco al finalizar dos tercios del segundo cocodrilo, Ace se aclaró la garganta y tragó lo que le quedaba de comida en la boca antes de hablar con una sonrisa.
—Me iré en una semana —avisó sin amortiguamientos, lo que provocó un flechazo venenoso en el corazón de la mujer. Varios lo miraron sorprendidos. Primero llegaba todo más grande después de dos años sin verlo trayendo un festín de cocodrilos y ahora dice que se va. ¡Denle tiempo a sus corazones para tranquilizarse!
—¡¿Qué?! —fue el grito sincronizado de todos menos del par.
—Ace cumple diecisiete, ¡así que va a salir al mar! Shishishi —Luffy estaba en un duelo de sentimientos, por un lado estaba extremadamente orgulloso de él, pero por otro se entristecía que se iría temporalmente de su lado.
No había de otra, habían hecho una promesa y no la incumplirían.
Ace se iría en una semana.
...
Los días pasaron rápido a la vista de los hermanos, al estar contados, no se daban cuenta de cuando el sol ya se estaba ocultando por estar disfrutando el poco tiempo que les quedaba juntos. Todos los últimos días han estado durmiendo juntos. Ace ya se había memorizado los comportamientos de su querido hermano menor al momento de dormir.
Primero venían los movimientos espontáneos. Eran bastante incómodos para intentar dormir, así que esperaba a que se le pasara al ser un lapso de tiempo muy corto. Le veía darse vuelta en vuelta. Ha visto poses inimaginables viniendo de su parte, incluso inhumanas gracias a su habilidad de goma.
Luego de esa fase viene la melosa. El mono se abrazaba de lo más cercano que tenía, sin importar si era su cuerpo, una almohada o un zapato cercano.
Y por último...
—Ace...
El hablar entre sueños.
Esta última parte dependía mucho de si estaba teniendo un buen sueño o si este trataba de una pesadilla. Si era un mal sueño, volvía a la fase uno de inquietud y balbuceaba fuerte y hasta llegaba a despertarse. Esto le empezó a ocurrir poco tiempo después de la muerte de Sabo. Pero gracias al pasar del tiempo, esa fase se fue aminorando hasta casi desaparecer.
Y aquí estaban, última noche juntos. Por más que el menor lo intentara, no pudo evitar quedarse dormido entre los brazos de su hermano. Esta vez se saltó la fase uno quedando totalmente tranquilo y sereno al momento de cerrar sus ojos.
Ace bajó su mirada para encontrarse con el tranquilo rostro de Luffy. Esbozó una sonrisa y fue cerrando los ojos con paz en su corazón.
Cerrando los ojos.
Confiando en que Luffy cumpliría sus sueños.
Holi, volví.
¡Felicidades Sword_2006 por ganar en el concurso de #Elsotanodewattpad!
¡Y muchísimas gracias por elegirme a mi y a Niebla para que lo actualizara como premio!
k¡Me han sacado del horrible bloqueo de Niebla que tenía!
Sin más que decir, ¡que les vaya bien y nos veremos en otra ocasión
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