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-¿Y bien? ¿Que querías decirme Fred?-Preguntó la chica.
Habían entrado en la casa del azabache, estaban a solas, la chica de cabellos albinos seguía sin dudar a su pareja hacía las escaleras. Fred estaba nervioso, tenía dos cosas que decir y ambas eran sumamente importantes para él y la relación que había comenzado a tener con su albina. Tenía algo de miedo por la reacción de esta.
-¿Fred...?-Susurró la menor al estar en el pasillo, mirando las puertas que daban al baño y a las distintas habitaciones de la familia de su novio.
-Tranquila, te prometo que no es nada malo, en parte...-Le respondió el azabache con una pequeña sonrisa en su rostro, abriendo la puerta de su habitación, la cual, gracias al cielo estaba bien ordenada.
"Gracias mamá".
-¿Okay...?-La de mechó rosa aún podía verse algo confundida por la actitud del mayor, de todos modos no tenía motivos para desconfiar de él, así que entró en la habitación.
-Siéntate en la cama si gustas...-Comentó el de ojos grises, dejando su mochila en el escritorio para luego sentarse en la silla que daba al ordenador y acercarse a la chica sentado en esta suspirando.
Meg obedeció, sentándose sin ningún problema dejando su bolso a los pies de la cama, algo nerviosa por lo que tendría que decirle el azabache, aunque se tenía confianza de que no sería nada tan malo. No es como si su novio fuera a morirse de alguna extraña enfermedad ¿Cierto?
Su joya de la noche no podía ni debía acabar de ese modo, aun estaban en los inicios de lo que quería, fuera una bella y extensa relación, casarse y tener un hijo llamado Di-.
-¡Meg, te estoy hablandooooo!-Se quejó el chico debido a la falta de atención de la nombrada.
Cuando Meg lo vio alzó una ceja debido a la expresión ruborizada del azabache ¡Maldición! ¡Fred había dicho algo importante, meloso y muy cursi y se lo había perdido por soñar en su futuro con él! Suspiró para recuperar la compostura, sonriéndole levemente.
-Perdón, ¿Que decías cariño?-Le preguntó, besándole la mejilla con cariño intentando ignorar el pequeño mal presentimiento en su pecho que la hacía temer por la seguridad del mayor.
-Y-Yo... yo quería...-Y nuevamente, Fred parecía ponerse igual de rojo como el cabello de su hermano Foxy, cosa que le causaba algo de gracia, la timidez del mayor le seguía causando mucha ternura y cariño.
-Tu querías... ¿Que?-Le preguntó la albina aún sonriendo, acariciando las manos del azabache, intentando darle al mayor la confianza que parecía faltarle.
-Meg yo...-Un largo suspiró salió de sus labios, tomando por los hombros a la chica de mechón rosa, juntando sus frentes, seguía sonrojado pero en su mirada podía una pequeña pizca de seguridad.
-¿Si?-Susurró la chica, algo sonrojada por la cercanía y lo tremendamente bien que podía verse el chico que era suyo, casi del todo.
-Quiero... Yo quiero... Bueno si tu también es... es que yo...-Fred le estaba dado demasiadas vueltas al asunto, cosa que molestó un poco a su novia.
-Ya dilo de una vez, dudo que sea algo t-.
-Quiero que demos el siguiente paso, quiero que hagamos el amor.
Confesó, con sus mejillas totalmente rojas.
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