Freddy no paraba de mirar con una sonrisa burlona la expresión de bobo que traía el azabache encima mientras caminaba en círculos, se veía algo nervioso y sus mejillas seguían estando rojas en su pálido rostro.

-Fred... calmate un poco ¿Si?-pidió el ojiazul, sonriendo levemente mirándolo.

-¡N-No puedo hacerlo! ¡Me enamoré de ella de verdad Freddy! ¡En serio lo hice!-gritó en una extraña mezcla de desesperación y felicidad.

-Hermano, alterarte te puede hacer caer otra vez y no creo que quieras arriesgarte a que ella te haga algo por dejarla plantada otra vez ¿O si?-mencionó curioso alzando una ceja, riendo levemente cuando lo vio temblar un poco.

-No...-murmuró en respuesta y dando un largo y profundo suspiro se sentó al lado del castaño.

-¿Estas bien?-le preguntó preocupado de ando suavemente su espalda.

-Odio tener una salud tan débil...-confesó mordiéndose el labio inferior- Realmente quisiera poder darme el tiempo de enamorla poco a poco, pero... No es como s-.

-Ya lo entendí - dijo el castaño interrumpiendo al azabache cubriéndole la boca- Hazlo como te sientas más cómodo, además... Se ve que ella tiene atención en ti.

-¿Eso crees...?-preguntó con la esperanza y la ilusión marcada en sus ojos y voz.

-¡Claro!

-... Bien... ¡Tengo una cita que planear!

Gritó el azabache riendo más confiado y levantándose con una mano en el pecho y la otra alzada, sin dudas quería hacer sentir mejor a esa albina que llevaba...¿Cuánto? ¿Dos o tres meses de conocer? Y aun así, de sólo oír su nombre se volvía loco.