⠀⠀⠀⠀ 01.⠀ ⚠︎ ⠀ Grandpa Frank, again?
TW / Violencia verbal, muchas malas palabras, mención a temas sexuales.
Podría tener una buena noche si decidía levantar su flaco trasero de esas frías escaleras de concreto.
No tenía que hacer nada más que sonreír y aceptar la propuesta de la rubia sentada a su lado. Le estaba coqueteando, con ese vestido apretado que resaltaba su cintura diminuta y hacía ver sus muslos jugosos.
Tammy estaba invitándolo a cenar, tener sexo y cerrar de una vez por todas ese estúpido apodo que le había puesto.
Era bueno en el sexo, era jodidamente bueno, no estaba siendo narcisista ni presumido, él sabia exactamente lo que hacía y no había mentiras en ello, ¿por eso le molestaba tanto que la rubia a su lado hubiese esparcido rumores de una "precocidad" y un equipo diminuto? Seguro era su estúpida testosterona o masculinidad frágil como solía decirle su hermano Ian.
— ¿Entonces? ¿Aún sigue de pie esa oferta? —dijo, directa y segura, sonrió de manera divertida, dejando a Lip un poco aturdido.
Era sorpresivamente hermosa, con su rostro delgado y sus labios rosados. Sin maquillaje y con una cabellera brillante, podía oler su perfume y su piel en los pocos centímetros que los alejaban, así que comenzó a marearse.
Le gustaba la idea de despejar su cabeza acostándose con alguien, lo necesitaba. Había pasado un mes difícil y desde que su vida se había convertido en un ciclo de cuidar a otras personas que no fuesen él mismo, se había descuidado mucho y en esa área en especial — sobre todo ahora que no tenía privacidad para poder juguetear con su mano en la ducha. Así que acepto, con una sonrisa igual de divertida que la de Tammy soltó un simple: "sí, claro."
Pero sus labios fueron cerrados cuando un par de patrullas asustaron al bebé recién bautizado que venía saliendo en brazos del amigo y ex-padrino de Lip Gallagher.
El bebé comenzó a llorar, haciendo que Lip y Tammy se levantarán de las escaleras afuera de la iglesia. Los gritos de un par de policías hicieron que cada persona que había entrado a esa iglesia a recibir al mundo del catolicismo a ese pequeño bebé se quedará quieta viendo qué sucedía.
Sonaría raro, pero podría reconocer ese par de piernas regordetas y esa espalda donde fuese.
La vió correr mostrándole su dedo de en medio al hombre versión carne humana del jefe Gorgory de "Los Simpson", se paró unos segundos, a unos metros de él y Tammy. Sin mirarlo, sonriendo orgullosa, con su otra mano libre mostrando con orgullo su robo. Después, volvió a correr, tan rápido que desapareció de la vista de todos en segundos, sobre todo de los policías que la perseguían.
— Tengo qué irme... —fue lo último que dijo, dejando a Tammy con las palabras en la boca y con un rostro confundido que se propagó a todos los presentes.
Corrió tan rápido para intentar alcanzarla que sintió que sus pulmones saldrían expulsados de su boca. Oh, sí, Satine Moore, la única mujer que podría arruinarle el día con su presencia.
«La perra del South Side», solían llamarla las chicas de su cuadra, a excepción de Fiona y Debbie, sus hermanas. Incluso Vee solía llamarla así a veces, ella decía que no era un insulto, sino un halago por todas las cosas que había sufrido la rubia que aún perseguía, una perra con suerte y tan fuerte como el acero.
En algo tenía razón, Vee. Satine era una perra fuerte. Una con pulmones de acero.
A las siete cuadras le perdió el rastro y casi vomita por el mareo que golpeó su cuerpo. Seguro la había perdido y se cuestionó porque seguía intentando salvarle la vida a cualquier persona que se le pusiera enfrente, en especial cuando ni siquiera le agradaba Satine y toda su familia.
La conocía desde que tenía memoria. Habían crecido en la misma calle, en casas distintas y con una vida normal y aburrida.
El padre de Satine era un hombre relativamente aterrador, o por lo menos así lo recordaba su mente de alcohólico retirado. Wes Moore, un hombre alto, rubio y fornido sin mucho más que poca piel libre aparte de sus tatuajes repartidos por toda sus brazos y espalda podía hacer que la sola visión de él provocará en Lip un deseo repentino de orinarse encima.
El hombre, con sus ojos que parecían haber visto demasiadas mierdas que sólo se podían ver en el lado más sucio de Chicago y su eterno cigarrillo encendido entre los labios, se deleitaba en hacer sentir pequeño a Lip, exhalando el humo en su dirección mientras se burlaba y jugaba con la inseguridad de un pequeño que solía jugar siempre en el patio de su casa. Pero, su presencia rara e intimidante no se limitaba a Lip; recordaba a las mujeres del vecindario derretirse por el hombre, en cómo era relativamente joven para ser padre de una niña tan hermosa como él y cómo podía estar casado con la madre de Satine quién Lip apenas vio algunas veces en su vida. A Wes no le importaba mucho lo que solían decir de él, ni de su esposa, porque solía coquetearle a cada mujer que se le acercaba y a su esposa tampoco solía molestarle.
No entendió el poliamor de los padres de Satine hasta que cumplió los quince y lo aprendió a forma de su primera ex-novia.
Satine se parecía más a su padre ahora que estaba en la mitad de sus veintes. Con el cabello rubio del mismo color que el de su padre, y él mismo color de ojos, pero lo que más resultaba en sus similitudes era verla robar al igual que su progenitor y lograr escabullirse de la policía. Aún que eso no siempre había funcionado, padre e hija habían estado en la cárcel varias veces y hasta ese momento, Lip sabía que el padre de Satine seguía detrás de las rejas después de tráfico de drogas y un homicidio culposo.
Por eso ella estaba en Chicago, según Fiona, el pobre Wes Moore había cumplido su sentencia y estaría libre en cualquier día de la semana.
De alguna forma eso incómodo mucho a Lip.
— ¡Tú, maldito imbécil! —chilló Satine, en un callejón sin salida, había dejado tirado al rubio cuando lo tomó por el brazo derecho, el cuerpo de Lip cayó sobre el suelo debido a la sorpresa y ella se acomodó el cabello sudado y lo miró desde su posición, con ambas manos encima de su cadera y sus shorts cortos—. Deja de seguirme, maldito raro.
¿Seguirla? Estaba ayudándola, ese pequeño comentario hizo que su dolor desapareciera y con el cuerpo agitado se levantó del suelo, Satine dio un paso atrás como si le diese asco verlo jadeando y suplicando por aire después de haberla perseguido.
Había perdido su condición física, su físico seguía intacto y creo que había mejorado mucho desde que Satine lo vio por última vez antes de irse de Chicago hace algunos años, pero efectivamente cada cigarrillo que había fumado desde entonces había jodido sus pulmones y ahora parecía un enorme perro agonizante. Claro, ella estaba consciente que esa no era su primera vez juntos después de regresar de Los Ángeles, pero sí era la primera vez que hablaban sin querer matarse, bueno, hasta ahora.
— Bien, púdrete —dijo de mala gana, Lip la empujó al pasar a su lado, chocando parte de su brazo con el suyo, Satine sintió el golpe y se quejó pero Lip no volteó—. A ver con qué pagas tú fianza.
Lip volvió a la calle, sudando dentro del traje que alguna vez fue regalo de esa chica universitaria. La camisa apretada y la corbata lo hacían sentir como si estuviera atrapado en un cuello de botella. Sin pensarlo dos veces, se metió la corbata en el bolsillo, preguntándose si debería deshacerse de ella. Pero ¿para qué? No es que tuviera el dinero para comprar otra. Sacó su teléfono con torpeza y le echó un vistazo rápido a Satine, tratando de disimular su interés detrás de una apariencia casual.
Satine lucía sus característicos shorts cortos, revelando más piel de lo que la modestia aconsejaría pero que nadie iba a criticar debido al calor de verano. Su camiseta lucía un eslogan de alguna banda desconocida para Lip, quien no se molestó en preguntar. Su cabello rubio, en marcado contraste con el de Tammy, parecía opaco y desaliñado, impregnado con el aroma de su sudor mezclado con un desodorante de dudosa calidad. El maquillaje corrido en sus ojos añadía un toque de melancolía a su aspecto, haciéndola parecer aún más aislada y retraída de lo que ya era. Satine era hermosa a su manera, más guapa de lo que deseaba aceptar y quería ver, pero eso no era algo que le interesara ver en ella.
No iba a juzgarla, era una adicta y él también.
— ¿Qué estás haciendo? —preguntó confundida al ver a Lip llevarse el teléfono a la oreja.
— Llamó a la policía, ¿qué crees que hago? —escupió indiferente.
— ¿Ahora eres un puto traidor? ¡Dame eso! —no sintió cuándo se abalanzó sobre él, tomando su teléfono como si su vida dependiera de ello, o bueno, su libertad—. ¿Tienes la cabeza llena de mierda? ¡Dios!
— Bueno, sí dejarás de comportarte como una perra malagradecida, suéltame —la empujó como pudo, no iba a lastimarla pero ella se quejó cuando el codo de Lip rozó su seno derecho al empujarla—. Lo siento, no fue mi intención.
Satine le regresó el golpe, golpeando su brazo con toda la fuerza que le dio su cuerpo. Últimamente estaba más sensible de lo que podía admitir, le dolía cada parte de la espalda, esa mañana había vomitado toda la mañana, y para su mala suerte, sus senos habían amanecido hinchados y hipersensibles por lo cual el golpe la hizo jadear del dolor.
— Muérete. —bufó, soltando la bolsa de celofán por la que estaba siendo perseguida, Lip poca interesado en el dolor de la chica miró la bolsa caer y guardó su teléfono en la bolsa.
— ¿Qué robaste? —preguntó curioso, se agachó y tomó la bolsa ignorando la advertencia de muerte que le dio la rubia—. ¿Por qué robaste una farmacia?
No era una historia complicada, profunda o sentimental.
Ella no era esa clase de personas que solía deprimirse o llorar por todo, había dejado esa etapa a los dieciséis junto a sus corpiños y su odio por Karen Jackson cuando pasó más de dos meses viviendo en su casa, con su madre, Sheyla. Después de que su padre la abandonara por una apuesta en Las Vegas y su madre dejará de alimentarla, fue obligada por quien decía ser su amiga en ese entonces, Karen la invitó a quedarse algunos días y esos días pasaron a ser semanas y meses.
Su pequeña amistad con Karen Jackson acabó cuando ella solía hacerle trabajitos orales a Lip Gallagher — Ambos eran demasiado asquerosos para ella.
Quizás una de las principales razones por las cuales odiaba a Lip era haberlo visto arruinar su vida por ella hasta que Karen terminó siendo casi asesinada por Mandy Milkovich. Después le tuvo un poco de pena a los tres. A Karen por lástima, a Mandy por ingenua y a Lip por idiota.
«¿Qué clase de idiota es para ser tan ciego y meterse con tipas tan raras?» le dijo una vez a su padre a través del teléfono público que estaba dentro de Alibi, el viejo bar donde solía trabajar para sus vecinos, Kevin Ball y Verónica Fisher.
No le interesaba los sentimientos, ni dejarse engañar por algo tan estúpido como una relación, por lo cual solía enfocarse en las cosas que realmente valían la pena en relación a lo emocional.
Había trabajado casi toda su vida para ayudar a su madre, aún cuando ella no deseaba verla o tener contacto con ella, y luego estaba su interés por su padre que aún después de todo, era la única persona por la cual Satine tenía un verdadero interés. Su padre era un maldito, pero era su padre y era el único que la había mantenido viva hasta entonces, solía ser amable a su modo con ella y nunca se había interpuesto en sus interés o vida a menos de que fuese necesario. Lo quería, a ambos y por eso había estado durmiendo en su viejo hogar —que ya había sido saqueado, con el miedo de ser atacada por la noche—, esperando la llegada de su padre.
— No te interesa —dijo arrebatándole la bolsa de las manos, apenas iba a darle una vista dentro pero logró ver lo que parecía ser un inhalador y algunas cajas de medicamento—. Ahora, vete a la mierda Lip.
Era su culpa por ser un idiota, porque de no serlo, no se habría preocupado por ella.
— Sí necesitas dinero, dime y te presto —le respondió un poco avergonzado, temeroso de ser golpeado de nuevo, Satine se mostró perpleja—. O podemos buscar ayuda médica en un hospital si...
— ¿Qué? —con las cejas ligeramente alzadas y con parpadeos rápidos sonrió—. ¿Crees que robe porque no tengo dinero? Deja de meterte en lo que no te importa, Gallagher.
No le agradaba Lip porque era un tipo demasiado sentimental.
— Gracias pero prefiero arreglármelas por mi cuenta, ¿sí? —agregó, con un tono menos hostil—. Te veo después, idiota.
Pensó que se había librado de él, hasta que lo escuchó caminar detrás suyo unos minutos después. Satine suspiró, cansada y harta de la presencia del rubio comenzó a ignorar cada pregunta que salía de su boca. Era un idiota, y no iba a molestarte en escuchar sus discursos morales de porque debía ser buena cuando ni siquiera sabía la razón por la cuál estaba siendo perseguida.
Abrió la bolsa sacando el inhalador dentro y lo metió dentro de sus bolsillos, las cajas a su lado las guardo debajo de su bolsa y tiro la bolsa al piso mientras cruzaba la calle para dar la vuelta por la siguiente esquina. ¿Y Lip? Lip la seguía repitiéndole que hablarán y le contará si estaba bien.
Una razón para no contarle. ¿Es que acaso en sus veinte y tantos años de conocerse Lip no sabía si ella tenía asma?
Otra razón más. Era demasiado insoportable escucharlo hablar, pero lo conocía y mientras peor lo tratarás más insistiría por lo cual ignorarlo parecía la vía más viable a tener paz y tranquilidad. Si le contaba, estaba perdida.
Tuvo una buena idea cuando lo miró de reojo por el hombro.
Lip se había cortado el cabello, fue lo primero que notó cuando lo vio por primera vez cuando llegó a Chicago. Sus rizos rubios ya no existían, y estaba más delgado de lo que recordaba por lo cual su mandíbula se había marcado haciéndolo lucir más delgado y alto. Aún con el traje puesto, lucía desaliñado después de sudar y deshacerse de la poca elegancia que un Gallagher podía tener usando ropa formal.
Satine amaba a los niños Gallagher. Amaba a Carl, era su favorito y era su compañero de travesuras infantiles. Era quien curaba las heridas de Carl cuando sabía que Fiona iba a regañarlo y ayudaba a Debbie cuando Mandy estaba llevándola por el camino del embarazo adolescente. ¿Cuál fue su sorpresa? Enterarse que Carl era un niño ñoño apuntó de entrar a la Academia Militar y a Debbie con una bebé pequeña que tuvo a los quince.
¿Y si pensaba en los mayores Gallagher? Aún peor. Sabía que Fiona iba a terminar de alguna manera bien, la había visto trabajar en su cafetería, ella le regaló un Pie cuando se vieron y se sentó a hablar con ella. Ian por otro lado parecía ser algo de no creer y cuando pasó de contarle que se había vuelto un paramédico a ser llamado «Dios», Satine no quiso escuchar más y lo detuvo preguntando por los más pequeños.
Supo de Lip por Ian, y también se enteró que lamentablemente Frank Gallagher seguía vivo también.
Se había perdido demasiadas cosas pero hubiese preferido perderse el funeral de Frank que enterarse que esa escoria humana seguía viva.
— ¿Quieres saber? Bueno, cierra la puta boca y sígueme. —casi gritó sin voltear a verlo, apresurando su paso siguió adelante y Lip hizo caso a su petición confundido.
Ya no tenía nada más que perder. Había perdido su oportunidad de tener buen sexo por perseguirla y dudaba mucho que Satine aceptara a recuperarle su tiempo perdido con Tammy, entonces la siguió y se quedó callado mientras caminaba a su lado cuidando en ver alguna patrulla o policía que reconociera a Satine aún.
La tarde se puso rara para Lip cuando Satine lo arrastró hasta lo que parecía una alcantarilla unos diez minutos después de caminar en un silencio incómodo.
— ¿Va a tragarme Stephen King allá abajo? —bromeó cuando la vio detenerse frente a la estructura gigante de cemento—. Espero que sepas que el homicidio es peor penalizado que un robo.
Satine rodó los ojos, suspirando cansada se detuvo y lo miró por primera vez en unos minutos.
— ¿Sabes...? Usar tu cerebro es gratis, deberías intentarlo, Phili —sus ojos brillaron con malicia mientras lanzaba una sonrisa igual de burlesca—. Escucha a tu alrededor, y analiza dónde estás parado.
Por arte de magia o no, los oídos de Lip captaron el sonido de música y el retumbe bajo sus pies. Con la sol cayendo en Chicago y el calor entumiendo su cuerpo, pudo notar las luces fosforescentes que salían del fondo del túnel, parecía ser una fiesta clandestina en un terreno baldío a los lejos del South Side, con una entrada demasiado peculiar para despistar a cualquier patrulla que pasará cerca.
— ¿Qué carajos es eso?
— Un bar, ¿es genial, no? Vamos, ya se me hizo demasiado tarde por tu culpa.
Tuvieron que agacharse para entrar, con la espalda levemente curvada, Lip podía ver la espalda de Satine más de cerca y notó cómo el tatuaje que tenía en la espalda se traspasaba su camiseta blanca.
El sonido de la música más de cerca le resonó en las orejas y mientras la veía caminar, más recordaba de la última vez que la vio.
Unas noches después de su llegada, Lip la vio entrar a su sala de estar con una caja de pizza y su hermano Carl a lado.
Estaba aburrido, esperando a que Xan regresara de su clase de boxeo. Jugando con sus cigarrillos y viendo un partido repetido de béisbol la sintió tomar un lugar a lado de él en su sillón frente a la TV mientras tiraba la caja de pizza y lo saludaba como si lo hubiese visto ayer. Lip la miró confundido mientras ella se metía un pedazo monumental imposible de pizza en su boca dejándolo aún más confundido cuando ella le ofreció una rebanada para que cerrará la boca — Se quedó hasta tarda esa noche en su casa, hablando con sus hermanos y tomando gran cantidad de la reserva de cervezas que había dejado Frank un día antes en su refrigerador y para cuando la madrugada llegó, Lip fue obligado por Debbie a llevar a Satine a su casa. No era demasiado trabajo, tenía que arrastrarla hasta su habitación en la casa de enfrente, así que eso hizo, aún cuando la rubia le pidió que no la tocará.
Satine no estaba ebria, su pelea unos minutos después lo hizo dudar — La sesión de besos agresivos con ella unas horas después lo terminó confirmando.
Hasta esa tarde, no la había visto y duda mucho que ella quisiera hablar de esa noche porque ella huyó de su propia casa, y cuándo Lip despertó horas después confundido intentó llamarla, para sorpresa de nadie, ella no respondió. No volvió a verla hasta ahora que ella estaba arrastrándolo a su posible muerte por asfixia en el bar más pequeño que había visto en toda su vida.
— ¿Qué hacemos aquí? —preguntó cuándo uno de los que parecían ser guardias los dejaron pasar por la pequeña puerta detrás de un pequeño cuarto abandonado bajo un terreno escondido unos metros más abajo que una solidificación normal.
Ella no respondió, y aún que lo hubiera hecho, Lip no habría escuchado nada por el ruido de la música retumbando en sus tímpanos. El cambio de clima lo hizo sudar apenas vio a toda la gente amontonada bailando unos con otros bajo la luz neón, el olor a alcohol y sustancias ilícitas lo hicieron arrugar la nariz y bajo la mirada de curiosidad vio a la gente en la barra susurrar sobre él.
No era un lugar tan grande, apenas podían entrar algunas doscientas personas y Lip estaba siendo injusto pues pensaba en que todas ellas apenas entrarían en la pequeña pista de baile pues la otra gran parte del lugar era ocupado por un escenario con muy poco presupuesto pero con las luces y el ambiente se veía interesante bajo sus ojos azules.
— ¡Muévete, Gallagher! —gritó Satine, tomándolo del antebrazo lo jalo lo suficiente como para él tambaleara y dejará de prestarle atención a las chicas de piernas largas y faldas cortas que bailaban a unos metros de él. Satine rodó los ojos con asco.
Lo llevó hasta lo que él consideró un "backstage", detrás de la pista de baile, justo a lado de unas escaleras que llevaban arriba del escenario había una puerta que en algún punto fue roja, desgastada y fea. Al cruzar la puerta la música bajo un poco, lo suficiente para que pudiera escucharla pero ella no dijo nada más que soltar su brazo con desdén y seguir caminado por todo el pasillo negro a su frente.
No había luces neones dentro de ese cuarto, sólo productos de limpieza y cajas negras movibles dónde se llevaban estéreos y accesorios para el escenario. Mientras caminaba detrás de ella podía observarla bufar, llevándose la mano derecha al bolsillo trasero de sus shorts, sacando el inhalador y aprestándolo en su puño.
Cuándo vio al montón de personas tumbadas al final del pasillo, Lip se frenó de golpe.
— Ten, ¿estás bien? —preguntó Satine cuando se inclinó frente a una joven de pelo corto y negro. Sus perforaciones decoraban todo su rostro y el labial negro le daban una apariencia ruda aún cuando estaba tirada en el piso y tomaba el inhalador cuando Satine se lo arrojó—. Tuve qué... tomarlo prestado, no quisieron vendérmelo con tu receta, aún cuando les mostré la maldita identificación.
Un inhalador robado para alguien que parecía estar teniendo un ataque de asma. Satine no era asmática, ahora lo recordaba.
El silencio de todas las personas alrededor de la chica ruda hacía un ambiente incómodo mientras ella tomaba grandes respiraciones. Un hombre grande y fornido estaba a su lado, de cunclillas, a su detrás otra mujer pero con pelo rojo y largo, casi llegando a su cadera con accesorios exóticos de piedras y una camiseta corta muy delgada, no llevaba sujetador y parecía igual de preocupada que la chica en el suelo, pero todos parecían interesados a excepción de el otro hombre — En una esquina con un tatuaje de escorpión en su bícep derecho masticaba alguna fritura sin observar a su grupo de amigos, con el pelo castaño y delineador en los ojos miraba a Lip sin un rostro leíble.
— ¿Y esté quién es? —preguntó.
— No importa, ¿Ally? —respondió Satine, sin mirarlo puso su mano sobre el hombro de la mujer y ella asintió—. Bien, intentemos levantarte.
Todos hicieron un esfuerzo para ayudarla, y ella sonrió amablemente después de dar otra respiración profunda después de usar el inhalador.
— ¿Es tú novio? —volvió a inquirir el hombre delineador, Lip frunció las cejas.
— No, Nixs, no es mi novio, pedazo de imbécil —regañó Satine, está vez la chica miró al hombre y después soltó un manotazo directo hacía él, su bolsa de fritura cayó al suelo—. ¿Ahora sí vas a explicarme porqué carajos se te ocurrió fumar marihuana en el camerino de tu banda con una mujer asmática? ¿Tienes pura mierda en el cerebro, es eso? Van a despedirte por imbécil y no pienso darte ni un dólar más hasta que me pagues lo que me debes.
El hombre miró la bolsa de frituras en el suelo y luego a Satine.
— ¿Vas a reponerme eso? —inquirió sin interés.
El rostro de Satine se tornó muy rojo, más de lo que Lip había visto antes. Aún quieto detrás de ella volteó a ver a los demás que parecieron notarlo igual que él y sus rostros pasaron de tener una pinta preocupada a una de terror instantáneo.
— ¡S, está bien! —gritó la chica del inhalador—. Puedo salir a tocar, no fue un ataque, estoy bien, ¡mírame!
Lip reconocía los ataques de ira de Satine desde hace muchísimo tiempo, sobre todo cuando él había provocado muchos durante su infancia y adolescencia — Era verbalmente doloroso pelear con ella, sabía que decir para defenderse y dejarte sin palabra alguna en la boca, otras veces su instinto físico era peor y terminabas recordando que la chica era cinta amarilla en Karate.
Satine estaba completamente desquiciada, pero su belleza sobrepasaba cualquier tipo de locura que hacía.
La primera vez que se besaron tenían quince años, aunque no fue su primer beso, para ninguno de los dos. Satine dio su primer beso con un chico del equipo de rugby, uno que aprestaba y le dejó la boca con sabor a sándwich de pollo. Tuvo que lavarse los dientes y empezar a usar hilo dental durante unas semanas. Por otro lado, Lip tuvo su primer beso con una chica en una gasolinera en un viaje de escape junto a su hermano Ian. Ella era mayor, llena de tatuajes y un piercing en la lengua que se le dificultó a Lip seguir besándola; terminó sintiendo asco por la sensación y después conoció a Karen Jackson.
Unas cuantas noches después beso a Satine porque Ian se lo pidió.
Ella le había contando a Ian su horrible primer beso, insistente en que Ian debería besarla para quitarse esa "mala suerte" de primer beso, cosa que el pelirrojo le negó muchas veces. Harto de ella y un poco abrumado por el bullying en la escuela, Ian le pidió a Lip que besará a Satine, mientras él salía con Mandy Milkovich.
El beso fue extraño, ella le enseñó lo que no le gustaba y lo que debía hacer mientras lo hacía, todo para mejorar su experiencia. No hubo lengua de por medio, y fue lento, algo eterno para la paciencia de Lip, pero el sabor de su brillo labial se le quedó durante unos días después.
Nunca pensó que la boca de la rubia fuese tan deliciosa con cada vulgaridad que salía de ella.
— Voy arrancarte los ojos si vuelves a cagarla —aseguró al hombre que aún veía su bolsa de frituras sobre el suelo—. Tienen cinco minutos para salir, y más vale que toquen bien o todos se van a pudrir en el basurero dónde los encontré.
No era una historia triste, ni sentimental, Satine no es esa clase de persona. Tenía algo de decencia humana pero no solía preocuparse por alguien que no fuese sí misma — Eso lo había aprendido a la mala con su tiempo en Los Ángeles.
Su trabajo cómo "mánager" le resultaba exasperante pero le gustaba su forma de trabajar. Era su propia jefa y lo disfruta más de lo que le gustaba aceptar. Solía preocuparse por su propio bienestar, y le pagaban muy bien por su excelente oído y su buen gusto musical, sin embargo trabajar en una ciudad tan llena de talento como LA y después pasar a la peor parte de Chicago le estaba jugando en contra. La mayoría de las bandas locales eran mediocres, con talento pero poca responsabilidad; muchos eran adictos, y ella había dejado atrás sus días con el polvo de ángel hace algunos años tras el fallecimiento de su tía.
La única familia que le quedaba era su padre, y necesitaba todo el dinero que pudiera obtener si planeaba llevarlo a Los Ángeles para comenzar de nuevo.
— ¿A dónde vas? —preguntó Lip, nuevamente la seguía como si fuese un cachorro; ella se encaminaba por el largo pasillo oscuro de nuevo—. ¡Satine!
— ¿Qué? —respondió en seco—. Tengo que ir a orinar, ¿también quieres venir? ¿Quieres ver si no me robó el puto inodoro?
Un silencio se apoderó entre ambos, uno donde Satine había dejado en claro lo ofendida que sentía por la manera en la que Lip la había juzgado. Él negó en silencio avergonzado y ella le sonrió irónica sin mostrarle la dentadura blanca que había conseguido con algunos años de brackets que su papá pagó de alguna forma que jamás quiso decirle.
Satine se alejó, dejándolo solo al final del pasillo, con la música sonando tras la puerta roja y un fuerte dolor de cabeza que comenzaba a marearlo. Para empeorar las cosas para Lip, su ropa no era adecuada para el insoportable calor del lugar. Le dolían los pies por los zapatos, y aunque se había quitado el saco, seguía sudando. Lo último que quería era parecer un cachorro faldero frente a Satine Moore, pero su cuerpo suplicaba desesperadamente un poco de agua. Dudaba que en la barra del bar le sirvieran algo que no contuviera alcohol, así que unos segundos después, arrastrándose tras ella, con el calor agobiándolo y el saco sobre el antebrazo, se había desabrochado la camiseta blanca. Su pecho seguía cubierto por la camisa blanca sin mangas que llevaba debajo en su intento de verse decente para un bautizo.
Ahora lamentaba no haberse quedado del lado de Tammy.
La música golpeó de nuevo sus oídos mientras las luces desaparecían, siendo reemplazadas por una luz blanca que iluminaba todo el lugar mientras la banda se posicionaba. Con la luz iluminando y la gente sin bailar, se podía respirar un poco mejor. Al levantar la vista, pudo ver la silueta de Satine a unos metros de él, de espaldas, caminando directamente hacia la barra del bar y luego hacia una de las puertas que indicaban los baños del lugar. Mientras pasaba entre el gentío de personas sudorosas y hombres ebrios, volvió a pensar en cómo siempre tenía que actuar como el salvador.
Xan había sido su último proyecto fallido. ¿Qué pensaba que sucedería? Tener a una pequeña niña a punto de entrar en la adolescencia bajo su cuidado, a un hombre que contaba los días desde su última ingesta de alcohol, que fumaba diariamente para intentar olvidar la sed que sentía en la garganta cada vez que veía una botella de whiskey. Nunca iba a funcionar, al igual que no funcionó cuando intentó formar una familia con Sierra, o cuando intentó salir del gueto al ir a la universidad.
Tenía que aprender un poco de Satine y volverse lo más egoísta que pudiera si deseaba vivir una vida plena.
— Eh, niño bonito. —un golpe en la madera de la barra llamó la atención de Lip, ya divisaba el letrero que separaba los baños de mujeres y hombres cuando un hombre moreno lo llamó, Lip frunció el ceño—. ¿Quieres algo de beber? El primer trago lo invita la casa.
«Es lo menos que podían hacer sí éste lugar es una mierda» pensó Lip.
— No, gracias. —respondió con una sonrisa torcida y luego entró al baño.
Sí creía que lo más horrible de ese bar de mala muerte era su exterior era porque no había entrado al baño — Iba a vomitar y lo haría encima de Satine por haberlo arrastrado a ese lugar.
Tendría que pagar cincuenta dólares más. Quizás unos veinte más si la mancha amarilla no desaparecía al intentar lavarla en casa, pero devolver el traje usado iba costearle mucho más que una semana de trabajo en el taller.
Y iba a exigirle la mitad a la rubia que bailaba entre el gentío.
Sentado en la barra con un refresco barato con más azúcar que agua, Lip miraba fijamente a la rubia con odio y cansancio mientras ella parecía estar disfrutando de las manos de un hombre dos cabezas más alto que ellas, tomándola de la cintura y aparentando su cadera contra la suya. Ella sonreía mientras apretaba las palmas del hombre sobre su abdomen no dejándolo tocar más de lo que debía. Lip no podía quitar la vista y su cabeza buscaba alguna otro marco más interesante que el futuro revolcón de su vecina para poder distraerse, suponiendo que fue suficiente para él cuando la vio besarlo mientras se paraba de puntillas para alcanzar su altura.
Esa fue su señal para ir a casa.
Dejó un billete de cinco en la barra, uno arrugado que había salido de una de las bolsas del saco arruinado por una fuga de agua en el baño inservible del bar. Se despidió de manera cordial y caminó directo a la salida sin voltear a ver la escena detrás de sus espaldas, podía sentir la frescura de la noche de Chicago mientras más daba pasos hacía la salida, podía sentir la agua fría de su hogar y la comodidad de su cama. Estaba cansado y estresado, no quería hablar con nadie y esperaba que sus hermanos ya estuviesen dormidos, había perdido horas sentado en un bar sin compañía alguna más que la de un barman que lo veía raro por pedir un refresco de diferente sabor cada ciertas horas.
— ¿Ya te vas? —jadeó, había dado un pequeño salto, las ondas naturales de su pelo lucían desaliñadas y su maquillaje ya no estaba corrido ahora que no llevaba ninguno después de horas dentro de la pista de baile. Satine grito por encima de la música y Lip la miró confuso—. ¿Ya te vas?
Repitió haciendo un ademán hacía la puerta para que él pudiera entenderla. Él asintió y volvió a caminar, un puchero se formó sobre la boca de una Satine. Está vez ella lo siguió a él por todo el pequeño camino hacía la salida y dentro del diminuto túnel intentó levantar la cabeza ganándose un golpe que se escuchó retumbante, ella se quejó de dolor y Lip volteó a verla.
— ¡Auch! —chilló—. Ya estarás contento.
Lip bufó soltando una risa que hizo que Satine levantará la ceja.
— De verdad te crees el centro del mundo, ¿verdad? —se quejó—. Debí haberme ido desde hace horas. Lamento si te hice sentir mal por la mierda del robo, pero es un puto robo, Satine y sea la mierda qué intentes hacer a dentro con el tipo idiota del delineador con su banda de Stevie Nicks o el Pie Grande, déjame fuera de todo esto, ¿quieres? Ya no tengo tiempo para estás mierdas.
— ¿Y tú te crees tan importante, no? —ella bajo la mano de su cabeza para dejar de tocarse la zona golpeada y después lo siguió hasta el final del túnel—. Yo no te obligue a venir, fuiste tú quien me siguió, así que púdrete, Lip. No te puede importar más una mierda mi vida si ni siquiera preguntas porqué carajos estoy aquí, ¿así que ahora debo soportar que me llames zorra?
— Yo jamás te llamé así...
— Lo pensaste por la forma en la que me veías —lo interrumpió, su cabeza se ladeó, regalándole una sonrisa complacida se mostró sobre su boca antes de hablar—. Pero a ti te gustan así. Karen era una zorrita, y Mandy era una perra, ¿te gustan así, te gusto yo, Lip?
Satine Moore podría ser muchas cosas pero no había ni una pizca de idiotez en su cuerpo.
La forma en la que el rostro de Lip se enfureció frente a ella mientras mantenía su sonrisa firme y sus ojos mieles y grandes lo observaban con detenimiento para regalarle una vista siniestra de su rostro. Su pequeña mirada inocente hacía contraste con su sonrisa sarcástica mientras él aparentaba la mandíbula sin decir nada, controlándose por no ser grosero y recordar cada palabra que solía escuchar en sus reuniones de AAA.
— ¿Sabes cómo te llaman todos aquí? —la sonrisa de Satine se desvaneció con su respuesta—. Exacto, no te gusta, no es divertido. Pobre Satine, nadie la soporta, nadie la quiere porqué es una maldita perra. Pensé que estabas haciendo algo bueno por alguien por primera vez en tú vida pero sigues siendo la misma persona egoísta, la misma qué dejó que su madre muriera.
El sonido del golpe sobre su mejilla resonó contra la tenue música detrás de ellos. Ella lo había abofeteado tan fuerte que la cabeza de él se giró del golpe. Lip quedó atónito, sintiendo el calor en su mejilla mientras que las palabras que había pronunciado quedaban suspendidas en el aire, ahora tragadas por su incredulidad y su silencio. La mirada de furiosa de Satine era lo único que podía ver con claridad, podía ver su mano temblar por el dolor del impacto y su pecho subir y bajar con rapidez.
— Vete a la mierda, Lip. —murmuró ella, pudo escuchar como su voz se quebró en el intento de no llorar.
El estómago de Lip se sintió como un pozo sin fondo cuando un dolor gigante se apoderó de esté haciéndolo ver lo que había hecho. Había cruzado la raya, había cruzado el límite que tenía con ella y ni siquiera se había dado cuenta.
— Satine... —llamó siguiéndola, tambaleaba mientras intentaba detenerla pero sus pasaron eran firmes y a unos metros pudo divisar al par de guardias que los habían dejado antes—. ¡Satine!
Ella le murmuró algo a los hombres que Lip no alcanzó a escuchar y cuando intento pasar entre ellos fue empujado bruscamente haciéndolo caer contra el pavimento. Se quejó de dolor mientras intentaba levantarse a duras penas, de rodillas y con el pantalón de mezclilla lleno de lodo y tierra.
— Ah, por cierto, —la escuchó decir, detrás de los dos hombres que le dieron espacio para que Lip pudiera verla, ella se inclinó para quedar a su altura en el suelo—, dile al pendejo de Frank que será abuelo de nuevo —ella lanzó lo que pareció primero un pedazo de plástico, al atraparlo en el aire Lip abrió los ojos al notar lo que era y su rostro palideció—. Tenía que ser un maldito Gallagher.
— ¿Estás embarazada? —jadeó, los dos hombres a su frente levantaron la mirada sorprendidos, mirándose entre ellos mientras su silencio le daba privacidad al shock de Lip.
— Te juro que si te a través a compararme con Karen Jackson voy asesinarte —aseguró, ella tragó en seco y se aclaró la garganta carraspeando—. Es tuyo, así que puedes irte a la mierda porqué ya no quiero verte.
El silencio incómodo que se inició después dejó a Satine decepcionada, lo suficiente cómo para darse la vuelta y encaminarse dentro del bar antes de poder pensar o decir otra cosa más.
A su detrás, un hombre sobre el suelo miraba atónico la prueba de embarazo y a su lado dos hombres el doble de su tamaño lo habían ayudado a levantarse. Sin color en el rostro y entre las manos el pedazo de plástico, sin movilidad y sin parpadear.
— ¿Lo dejamos aquí? —dijo uno de los trajeados mientras su compañero se encogía de hombros.
— Pobre imbécil.
Imbécil, fue lo único que escuchó. Imbécil, imbécil. Era un completo imbécil, un imbécil con mala suerte que iba a ser padre.
Hola, gente de Wattpad. Bienvenidos a la historia más cliché y original (sarcasmo) de la plataforma, soy Lily y vi demasiado "Mamma Mia!" y el "Diario de Bridget Jones", está es una versión medio turbia de estás dos porque OQLWKDK, es Shameless y siempre me dio ternura el Lip que ansiaba ser padre.
Me cae mal Tammy, q les digo. Yo era Team Mandy, y ni modo. 😔
Porfas, no funen a Satine es una buena chica pero está demasiado traumada, es bien grosera y será un dolor en el culito pero su intención no es lastimar a Lip, así q ténganle paciencia y disculpen su vocabulario de albañil. Esperemos q Wattpad no quiera borrarme la historia. :') — Disculpen si hay una faltita de ortografía/gramática, la corrijo después.
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© TERRALISE, SWANN'S BOOKS
2024, SHAMELESS, SEASON ONE
A LIP GALLAGHER FANFIC
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