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V E I N T I C U A T R O

Antes de leer: Recuerden que cada personaje tiene sus propios pensamientos. Con esto quiero decir que la manera en cómo actúen o piensen los mismos no significa que yo también lo haga. Aprendamos a separar la ficción de la realidad.


Capítulo 24: Cuéntame tus pensamientos.

La mayoría de los seres humanos buscamos ayuda en Dios solo cuando nos encontramos en dificultades, del resto nos olvidamos por completo de él. 

Yo no era muy devota a rezar, principalmente porque no sabía cómo hacerlo y porque muy en el fondo no creía en un ser supremo a quien no he visto o, tan siquiera, sentido. Pero ahí, frente a la cama donde Sean reposaba me arrodillé y empecé a orar por él sin importarme que desde el Credo hasta el Padre Nuestro estuviera mal; lo importante era que estaba pidiendo. 

Prometí tantas cosas y a la vez no prometí nada, porque siendo sincera no sé si pueda cumplirlas. Entre esas cosas las más resaltantes son: dejar de hacerle daño a las personas, por lo menos conscientemente, y permitir que Sean siguiera con su vida sin mi en ella si eso haría que despertara. 

Pero aún cuando la mayoría de lo que pedí era bueno, por lo que más oré fue para que Sean se despertara con amnesia o, por lo menos, bloqueara todos los recuerdos que tenía con Elvira; mas supongo que Dios no cumple peticiones malas porque nada de eso sucedió, de hecho, el primer nombre que salió de su boca apenas abrió sus ojos fue el de ella. Intenté ser una buena persona, lo intenté, pero en vez de sangre por mis venas ha de correr ácido ya que la maldad terminaba fluyendo en mi como un rio sin cauce. 

Como si se tratara de una asquerosa película de romance, el amor entre la pareja nuevamente surgió y también el odio hacia mí parece más latente en el chico a quien prácticamente le salvé la vida. Tan solo recordar ese momento me produce un escalofrío en todo el cuerpo y me lleva a pensar que no siempre tengo respuesta para todo como yo creía.

Mi desespero por no saber qué hacer casi le cuesta la vida a Sean, por suerte reaccioné a tiempo y pedí ayuda a los vecinos de la casa del frente donde él había chocado; ellos me trajeron al hospital.

No ingresó en las mejores condiciones: su corazón casi se detiene a causa de un infarto —por haberse pegado tan fuertemente en el pecho y haber estado presionado entre el asiento, que logró echarse hacia adelante, y el volante por varios minutos—; y su cerebro con alguna lesión lo llevó a un coma inducido por alrededor de una semana. Una semana en la cual prácticamente mi casa fue el hospital, porque me pasé día y noche cuidándolo; solo yendo a mi casa a bañarme y regresar.

Sean no valoró nada de lo que hice, pues apenas despertó pidió que lo dejaran solo con su novia y me echó de la habitación sin darme un gracias siquiera. Igualmente, no esperaba agradecimiento de su parte, pero sí una sonrisa que me hiciera saber que todo estaba bien; lamentablemente si Sean me mostraba sus dientes sería únicamente para masticarme, tragarme y de esa manera hacer que desapareciera de su vida. 

Dolió darme cuenta que por mucho que haga, siempre le dará la oportunidad que esta vez merecía yo, por estar todos los días vigilando hasta su peor pesadilla, a una persona que venía a verlo de vez en cuando porque a según ella tenía otras cosas que hacer. 

— Nunca me cansaré de agradecerte.— habla Sofía, sentada a mi lado— Sabes que te quiero como si fueras mi propia hija Brad, al igual que sabes que me hubiera encantado que Sean se fijara en ti. Lo siento por no haber podido ayudarte.

— Y tú eres como una madre para mí; una que me incluyó en todos los ámbitos de su vida. Me diste un lugar en tu mesa; colocas cada año un regalo debajo del árbol de navidad para mí; ibas a verme a cada recital o a cada obra que hacía aunque sabías que iba a ser una perdida de tiempo porque siempre terminaba saliéndome a mitad de las mismas por lo cursi que era el guion, por eso y tantas cosas más es que te quiero tanto. — le sonrío, viendo como las primeras lágrimas se asoman por sus ojos.

>> Con respecto a Sean, hiciste todo lo posible para que se fijara en mí, no es tu culpa que él sea tan ciego y no vea lo que se está perdiendo.— ella ríe.— Me contaste sus gustos para así tratar de conquistarlo; hasta me dijiste que le gustaba las niñas dulces.— inquiero, recordando esos días en los que aparenté ser una. 

Me vestía con vestidos que me hacían ver como una princesa y hasta actuaba como una cuando en realidad quería gritar. Pero como a lo dulce siempre le cae hormigas y yo no quería ser devorada por las mismas dejé ese papel y volví a ser quien era. Si viajo a ese tiempo, puedo recordar perfectamente lo tonta que era y doy gracias porque no perdí mi identidad por complacer a alguien más; quien me iba a querer tenía que aceptarme con los enormes demonios que cargo encima.

Desde que naces hay muchas cosas que querrán amoldarte a su antojo: familia, amigos, pareja y, quien más influye, sociedad. La mayoría termina haciéndolo, pero otros, como yo, determinan que no desean complacer a alguien más que no fuera a ellos mismos. 

La puerta de la habitación se abre y Sean ya preparado para irse a su casa aparece. Se dispone a hablar con su novia en todo el transcurso hasta el auto y luego se queda dormido sobre los brazos de la misma en el camino.

Concluyo que no tendría nada que hacer en casa de los Morris y me dirijo a la mía para darme una buena ducha y prepararme a dormir para despertarme cuando sea año nuevo. 

El cansancio se refleja en cada parte de mi cuerpo, sobretodo en mis hombros que parecen haber cargado kilos de plomo porque tengo más jorobas que un camello y en mis párpados que me hacen parecer un panda por las enormes bolsas negras que había debajo de mis ojos.

— Tienes más ojeras que vida.— me digo a mi misma, estando frente al espejo.

Mi celular anuncia un mensaje; abriéndolo tengo uno de Hannah preguntando si le han dado el alta a Sean; respondo que sí y diciéndole que me espere más tarde en la boutique, dado que ya era tiempo de regresar a trabajar, nos despedimos y me meto a bañar.

Hannah aunque aparente ser despiadada es una buena persona y sobretodo una buena amiga. En ocasiones fue a visitar a Sean aunque este no le agrade y hasta se dio la tarea de buscar con mis compañeros de clases lo que tenía que hacer. Otros que vinieron a visitar a Sean fue Mi abuela; mi tía; Vanessa, junto a su estúpido novio; Drew; y hasta Evan se apareció por el lugar, no quise mirarlo y mucho menos dirigirle la palabra porque me daba vergüenza que me viera sufriendo por otro.

Terminando de bañarme, me pongo la primera ropa que se me cruza y me preparo para dormir.

***


No dormí tanto como quería, pero sí lo suficiente como para que mi cuerpo estuviera más relajado.

Tenía que ponerme al día con la universidad; lo irónico fue que terminé metida en Facebook riéndome con las tonterías de los abuelos de Evan. Ambos están locos si creen que me lanzaré en paracaídas de uno de los edificios más altos de Dubai como se ve en el video en el cual nos han etiquetado a él y a mi. Pero ya sabía de su locura con solo leer el post que dice: Este será uno de sus destinos cuando se casen.

Dejo de lado el video y, por mucho que me niegue a hacerlo, me pongo a Stalkear a Evan. Es increíble que llevemos meses conociéndonos y no nos hemos enviado una solicitud de amistad. Pero sé que de su parte se debe a que más activo es un volcán que él en Facebook, porque su última publicación fue hace meses.

Blobel ladra y sé que se debe a que se le ha acabado la comida, así que voy en busca de más y es cuestión de segundos para que se la devore. El pobre come más que un remordimiento de consciencia.

— Te saldrán parásitos. — en respuesta, mueve su rabo en mi dirección.

Mi abuela entra a mi habitación y es cuando miro nuevamente hacia ella que me doy cuenta de lo que tiene en sus manos: la foto mía y de Evan besándonos. Niega con su cabeza, pero no dice nada y solo se sienta en mi cama.

— Te vi llegar con Sean del hospital, ¿algún progreso con él?— niego con mi cabeza en lo que me siento nuevamente frente a la computadora— No te preocupes, falta poco para que se dé cuenta de la grandiosa mujer que eres.

No digo nada; no podría. Con Sean puede que avance un paso hacia adelante, pero no vale de nada porque se aleja mil hacia atrás.

Converso con ella por alrededor de treinta minutos hasta que Sofía me pide el favor de cuidar a Seth. Si Sean estuviera del todo bien podría hacerlo, pero debe descansar o eso creí, porque apenas cruzo la puerta de su casa lo veo con su vista fija en su celular. Está tan concentrado en ese aparato que no nota mi presencia sino hasta que Seth grita mi nombre, pero no es como si le importara demasiado mi visita porque es cuestión de un pestañeo para dejar de verme. El maldito no tiene educación.

Por razones obvias, su presencia en el lugar me irrita tanto que solo duro unos diez minutos en casa de los Morris; luego decido llevarme a Seth a mi casa, en donde mi tía se encarga de cuidarlo por largo tiempo. A Ellen le gusta demasiado los niños.

Paso largos minutos sentada en la silla de la computadora; con mi vista fija en esta, porque tenía que terminar un trabajo, y sintiendo que el poco trasero que tenía estaba en peligro de extinción si seguía en dicha posición. Como no quiero ser una tabla de surf, plana por todos lados, bajo a la sala a jugar con quien se ríe a carcajadas por las cosquillas que le está haciendo mi tía.

— Pareces cansada.— no respondo, porque se siente tan bien sentarse en un mueble tan acorchado. Mi espalda y cuello me lo estaban agradeciendo.

El timbre suena, por mucho que me niegue a levantarme lo hago y abro la puerta. Al enorme perro que me encuentro parece agradarle bastante mi pierna, porque no pierde tiempo en subirse a ella y empezar a tener sexo con la misma.

— Por algo dicen que las mascotas se parecen a sus dueños, este es igual de pervertido que tú.— Evan ríe para luego hacer que su perro detenga lo que lo tenía tan entretenido. El faje para el pobre estuvo tan demoledor que su lengua parece una corbata a punto de llegar al suelo —¿Cómo se llama?— pregunto, inclinándome para acariciarlo.

— Chris.

— ¿Qué clase de nombre es ese para un perro?

— Pregúntaselo a Hannah. Tiene una insana obsesión con ponerle nombres de cantantes a las mascotas. Creyó conveniente que como la mascota de Mason se llamaba Rihanna, la mía se llamara Chris.— rio, levantándome para ver a Evan.

— Te entiendo, hace días vino y también quería bautizar al perrito que me regalaste.

— ¿Qué nombre quería ponerle?— hago el ademán de que pase y empezamos a caminar hacia la sala.

— Justin.— ambos reímos.

— Lo imaginé, hace días compró una perrita y le puso Selena. Era natural que quisiera encontrarle un Justin.— asiento.

Llegamos a la sala y se me hace hasta extraño que Evan y Ellen se saluden y hasta se tuteen porque no recuerdo haberlos visto interactuando alguna vez, pero no digo nada sobre ese hecho y en cambio me desplomo boca abajo en el sofá.

Me da risa la cara de Seth. Desde donde estoy puedo verlo con sus manos cruzadas por sobre su pecho, su cejo tensado y un puchero adornando sus labios. No le ha agradado Evan, bueno, en realidad Seth es muy renuente con las personas que no conoce. Dándose cuenta de que lo observo, se baja de las piernas de Ellen, llega a donde estoy y no pierde oportunidad de subirse encima de mi espalda.

— Pff, claro Seth, cuando quieras puedes subirte encima de mí. No tienes ni por que pedirme permiso. — el ríe aunque no entienda mi sarcasmo.

— Iré a la cocina, ¿deseas algo de tomar?— le pregunta mi tía a Evan y él niega.— Ven Seth, dejemos hablar a Bradley y al chico.— ni porque mi tía extienda sus brazos hacia él se va con ella, sino que se aferra a mí y se queda pegado como una sanguijuela.

— Déjalo, no te preocupes.— le digo, y la veo salir de la sala. Miro a Evan y no se me hace extraño que él también se encuentre en lo mismo — ¿Y a qué se debe el honor de tu visita?

— Salgamos a dar una vuelta.

— Estoy cuidando a Seth.

— Lo llevamos con nosotros.

— Se aburriría y pediría que lo regresemos a su casa.

— Depende de a donde lo llevemos. Podemos ir al zoológico y luego a comer helado.— Evan se acerca a Seth — ¿Qué dices campeón? ¿te gustaría ir a ver los animales y a comer helado?— y con eso la perspectiva de Evan ha cambiado ante los ojos del pequeño. A Seth no le interesaba tanto los animales, sino el helado. Siempre terminaba vendiéndose por uno.

— Tengo que llamar a sus padres para que me den permiso.— voy en busca de mi celular a mi habitación y regreso a la sala. Espero que Sofía conteste y cuando lo hace obtengo lo que necesito.— Bien, podemos irnos.

A Chris Brown le dio por quedarse dormido en la sala, así que espero por algunos minutos a que se despierte pero nada.

— ¿Estará muerto?— pregunto un poco asustada. Evan niega y con un silbido la mascota se levanta.

Ya acomodados en el auto empezamos nuestra travesía. Nuestro primer destino es la heladería porque así lo ha decidido Seth y ya luego tomamos rumbo al zoológico.

Parecemos un feliz matrimonio paseando a su pequeño hijo, eso según la parte volatil y soñadora que tengo y también según una señora sentada en una banca diciéndole a su amiga que nosotros brotábamos amor hasta por los poros. Será por los inexistentes poros del culo, porque aunque llegue a querer a Evan no lo amo y esperaba que él tampoco sintiera eso por mí.

Seth mira divertido los animales que hay en el lugar, mientras va subido de los hombros de Evan. Por horas recorremos el lugar y nos apresuramos a ver las jirafas antes que el zoológico cierre como están avisando.

Estoy tan entretenida escuchando a Seth riéndose por cosas que le dice Evan que no es hasta que siento un jalón en mi cabello que me doy cuenta que una jirafa se ha acercado a masticármelo.

— Joder, mis cabellos no son hojas.— intento zafarme pero mi intento es nulo porque ella sigue comiendo.

Para cuando Evan se da cuenta de lo que sucede y llega a mi rescate, ya el animal se ha ido y consigo se ha llevado algunos cabellos.

— Es hora de irnos. — digo un poco molesta; empezamos a caminar.

Chris aún duerme cuando llegamos al auto.

— Ese perro duerme más que un león recién castrado.— digo, viendo del animal a mi cabello. Odio tenerlo corto, por lo mismo determino que cortándome sólo el flequillo estaba bien.

Cierro mis ojos en espera de llegar a casa.

* * *

Esta estúpida está equivocada si cree que se quedará en casa de los Morris hoy. Eso solo pasaría sobre mi cadáver, y si hay algo que no pienso hacer es morir a tan temprana edad. 

Viendo la hora en mi celular, me doy cuenta de que aún es temprano, así que dejaré que pase algunas horas y si para cuando llegue de mi trabajo ella aún está aquí tomaré cartas sobre el asunto.

La miro desde el sofá dándole la comida a Sean como si fuese un niño pequeño y mis ganas de vomitar se hacen presente, más cuando la infantil pelirroja se atreve a hacer esas aviones imaginarias que le hacen las madres a sus hijos cuando no quieren comer y para colmo él sonríe. Retengo mi impulso de levantarme; gritarle que él podía comer solo, porque no es como si tuviese las manos fracturadas; darle una bofetada a ella y un enorme golpe a él en su cabeza para que dejaran de ser tan estúpidos y se comportaran como los adultos que son, pero tengo que tragarme todo para no arruinar el ambiente de alegría que se respiraba en el hogar por la llegada del castaño.

Name. — dice Seth, arrebatándome la hoja que llevaba en mis manos y en la cual dibujaba un Superman para él. Seth mira el dibujo con su cejo tan tenso que tengo que acercarme hasta él para ver mi obra de arte; o ni tan obra de arte, porque por estar mirando a esos dos todo lo que logré hacer fueron rayones en círculos.

— Es un... remolino. Sí, un remolino. — me excuso con el pobre niño que ya tiene un puchero en sus labios.

— ¿Y Supeman?

— Ahm... se lo tragó el remolino.— y ese es el error más grande que he cometido porque se pone a llorar.— No te preocupes Seth, Superman es fuerte, saldrá de ese remolino y vendrá a regalarte su capa.— digo, apresurándome a pintar a ese personaje que me ha traído problemas el día de hoy.

Hago un diminuto Superman sobre lo que dije era un remolino y se lo entrego nuevamente a Seth. Él me regala una genuina sonrisa, aunque ciertamente lo que he hecho no se parece en nada a dicho personaje. Rio cuando Seth se encarga de repartir besos por todo mi rostro.

Siento una mirada sobre mi y llevando la mía por el lugar es Sean viéndome fijamente, pero su mirada solo dura escasos segundos porque su novia reclama su atención y él se la da completamente.

Sigo jugando con Seth, hasta que soy bendecida por el cielo, supongo, porque sin que yo haga algo Elvira se marcha.

Sofía llega a la sala y le pide a Sean acercarse para cambiarle el vendaje que tiene en su cabeza. Está por comenzar a hacerlo, pero una llamada entra a su celular y soy yo la que tengo que hacer el trabajo de enfermera y curar a Sean.

— ¿Acaso quieres que me mate?— le recimina a su madre quien solo lo ve, rueda los ojos, niega con la cabeza y toma la mano de Seth quien quiere irse con ella— Bradley es capaz de asesinarme.— espero a que Sofía se retire a contestar y cuando lo hace coloco mi indice y pulgar en su mentón para hacer que me mire.

— Oye, hice un esfuerzo enorme intentando salvarte la vida y tú sabes que no soy de las que hace nada en vano. Si hubiera querido que murieras créeme que hubiera dejado que lo hicieras ya que tu vida el día del accidente practicamente estaba en mis manos. Tenía la opción de dejarte morir, pero opté por dejar que vivieras. — todo lo que hace es mirarme — Ahora, será mejor que dejes de ser tan infantil, separes tu odio hacia a mi y permitas que te cure.— no obtengo ninguna respuesta, pero esa es la señal de que me está dando permiso.

Empiezo con mi labor de curarlo y cuando termino lo veo con sus ojos cerrados. Con sus ojos cerrados parece un ángel, puro e inocente, pero sé que apenas abra sus ojos su mirada será la de un demonio por el mero hecho que delante de él tiene a Lucifer.

— Tuve tanto miedo de perderte.— digo, aprovechando que no me ve.

Y tal vez esas palabras hayan calado hondo en él, porque no es una mirada endemoniada lo que me brinda sino una dulce. Lo abrazo, agradeciendo que aún esté aquí conmigo, pero ningún abrazo me será suficiente para describir lo bien que se siente estar junto a él y que me sonría como lo hace apenas me alejo.

Una figura se hace presente detrás de donde estamos. Conozco perfectamente a quien pertenece el vestido que lleva puesto esa persona, así que armándome de valor para afrontar las consecuencias luego, pongo ambas manos en las mejillas del chico frente a mi y lo beso.

Delicado, así describiría el beso que yo me encargaba de impartir, pero Sean me besa como si no hubiera un mañana y lo vuelve casi que feroz con lamidas, succiones, mordidas... en fin, todo lo que podría hacerse con unos labios. A ese paso podríamos bautizarlo como un beso canibal, de esos en los que casi nos arrancamos los labios.

— Esperaba que no le correspondieras — es capaz de decir la chica, haciendo que Sean salte del sofá como si tuviese un resolte en el culo que lo hubiera impulsado a levantarse muy rápido —, pero lo hiciste. No me busques más.— y se va, con Sean siguiendo sus pasos.

Bufo. La muy perra es capaz de hacerse la ofendida cuando hubiera hecho lo mismo si hubiera tenido a Evan delante de ella. A este paso no sé quién sea más perra, si ella por tener novio y pensar en otro o yo por besar a alguien que tiene novia.

Tomando mi cartera, salgo de casa solo para ver a la pareja discutir. No pasa mucho tiempo cuando luego de una bofetada que le da a Sean, se sube a su auto y finalmente se larga.

— Eso debió doler.— digo, llegando hasta él.

— Todo esto es culpa tuya. — recrimina, sobándose la parte golpeada.

— No recuerdo que me hubieras intentado alejar, de hecho, si no llegaba esa perra en estos momentos seguiríamos besándonos y en el mejor de los casos desnudos.— soltando un grito de frustración, se adentra nuevamente a su casa.

Sonrío, y con esa sonrisa me voy al trabajo.

***


No sé si estoy demasiado feliz o es que todo lo que se ha vivido hoy en la boutique amerita que esté de esa manera.

Hoy los clientes han sido seres peculiares, sobretodo el señor que ahora se dedica a discutir con Hannah. La razón de ello es el cartel que está en la entrada y en el cual se leen dos palabras: Pase y, debajo de la misma, abierto; no sé si es que este ser ha venido de otra galaxia, pero él no entendió la clara sugerencia que transmite el cartel, sino que creyó que se debía pasar abierto y así lo hizo, por eso ahora lo escucho decir que es injusto que solo él pasara de esa forma y los demás no.

Voy a atender a un cliente y cuando vuelvo ya el señor no está. Eso parece un alivio para la pobre Hannah, quien fue que tuvo que aguantar por largos minutos el sermón sin fundamento del señor.

La boutique hoy está a reventar, por lo mismo estoy de un lado para otro y no me da tiempo siquiera de hablar con ella. Entre caminatas las horas pasan y sin percatarme mi hora de salida ha llegado.

Me despido de todos y apenas pongo un pies fuera de mi lugar de trabajo veo a Evan fuera, esperando por mi.

— ¿Qué haces aquí? — pregunto, al llegar a él.

— Es de noche. A estas horas no hay bus— alzando una de mis cejas, veo algunos buses transitar por la avenida, lo cual quiere decir que lo que ha dicho es solo una excusa — . Bien, vine a verte.— dice, sonriendo.

— Pero me viste hace unas horas atrás.

— No me fue suficiente. Te extrañé durante esa semana en que no te veía que ahora quiero recuperar el tiempo perdido.— y sin pronunciar otra palabra, me jala hacia su cuerpo y me envuelve en un fuerte abrazo que amenaza con asfixiarme.

Me quedo ahí, con mi cabeza recostada de su pecho, inhalando el olor de su perfume y escuchando los desbocados latidos de su corazón.

¿Qué se dice en situaciones como esta? No lo sabía y como no lo sé recurro a decir que tengo hambre. Tonto, lo sé, pero son pocas las veces en que no sé cómo comportarme alrededor de alguien y la verdad es que aunque conozco a Evan lo suficiente, muchas veces me deja sin palabras.

Proponiéndole ir a uno de esos puestos callejeros que están cerca, empezamos a caminar. Llegados a la zona donde están los puestos con diversas comida chatarra, optamos por unos buenos hot dogs.

Todo va bien hasta que noto a Evan incómodo, así como noto que se debe a la chica sentada en la mesa al lado de la nuestra y que no hace más que mirarlo. Siempre he dicho que no hay nada malo en que te miren si es una mirada genuina, pero he de admitir que la de la chica da hasta miedo ya que lo ve insistentemente; parece un maldito depredador esperando cazar una presa.

— ¿Se te perdió uno igual?— le pregunto, luego de que Evan se haya levantado para ir a pagar. En respuesta obtengo que me saque el dedo medio y se levante para ir precisamente a donde está Evan.

Nunca he sido como esas novias celosas que cuando notan que otra chica mira a su novio le da por tomarlo de la mano o besarlo para que sepa que tiene dueña, pero ahora no me importaría convertirme en una con tal de ayudar al pobre chico que se ha ganado una acosadora el día de hoy. No lo tomo de la mano y mucho menos lo beso, pero sí me levanto lo suficientemente rápido como para llegar a él al mismo tiempo que la chica y empujarla para que no se le acerque.

Si las miradas mataran yo ya estaría tres metros bajo tierra, juzgando por la que me da la chica. Una mirada llena de odio que asustaría a un cobarde, pero como no soy una, ahora sí tomo de la mano a Evan y empiezo a caminar con él hasta su auto para regresar a casa.

* * *


Tenía que ser una broma, eso debía ser. De otra manera no me explico cómo es que estoy sentada en el sofá con Evan a un lado mío y Sean al otro, mientras nos dedicamos a ver alguna novela coreana que pasan en algún canal televisivo y que tanto le gusta a mi abuela.

El ambiente se siente denso; la tensión se puede palpar y hasta cortarse con una tijera; sin hablar de la incomodidad que, así como yo, han de estar sintiendo los dos chicos junto a mí.

Todo esto es culpa de Baley quien no solo dejó entrar a Sean, ya que según él tenía que decirme algo, sino que también lo invitó a cenar. No tendría ningún problema con eso si no fuera porque Evan está presente y se podría desatar un torbellino. Vaya situación en la que me mete mi abuela.

Llamándonos para que vayamos a la mesa, empezamos nuestro camino. Para mi abuela la cena es tan divertida por que no solo se la pasa hablando con Sean sino también con Evan y a mí, aunque estén hablando, me parece tan silenciosa y tortuosa como el hecho de que me estuvieran implantando el peor de los castigos.

La comida me sabe insípida, pero creo que se debe a lo patético de la situación: ambos chicos luchando por ganarse la atención de Baley; luchan tan arduamente que se han olvidado por completo de mi. Ellos al parecer creen eso de que si te quieres ganar a la chica, primero hay que conquistar a su madre o, en este caso, a su abuela.

Resoplo.

— Pásenme la salsa.

Y supongo que decir eso es mi mayor error, porque, aunque el pobre frasco no tiene la culpa de nada, la batalla campal para ver quien lo obtiene empieza. El ganador es Sean.

Pienso que todo acabará ahí, pero ambos están pendientes de lo que hago o dejo de hacer. Si quiero tomar el vaso con jugo, entonces se adelantan y lo llevan a mi boca para que yo tome el contenido; si digo que quiero agua, ellos se levantan, van hacia la cocina y me la traen... y ahora, cuando observo cuidadosamente la ensalada y me dispongo a tomarla sin que se den cuenta el plan falla y entonces tenemos que nuevamente los dos pelean para ver quién se queda con el plato y me lo da. Forcejeando de un lado para otro, el plato se desestabiliza y una rueda de tomate cae sobre el rostro de mi abuela.

Silencio, eso es todo lo que hay hasta que Baley se echa a reír y ellos siguen en lo suyo. Estoy molesta por el comportamiento infantil de ambos; tan molesta que me levanto, doy golpes con mi mano a la mesa y les grito que se vayan.

— Ya escuchaste, vete. — le dice Sean a Evan. Sé que Sean está algo delicado aún, pero eso no me impide darle un sonoro golpe en la cabeza para ver si deja de ser tan tonto.— Oye, no me puedes dar en la cabeza.— rodando los ojos, le doy otro golpe.

A empujones los saco de mi casa. Finalmente se había acabado esta pesadilla y podía respirar con tranquilidad.

Mi abuela fue rápida para quitar la mesa y refugiarse en el enorme sofá de la sala para ver en la TV algún contenido proveniente de Asia, eso juzgando por las personas que se logran divisar a través de la pantalla.

— Me pusiste en una situación difícil.— reclamo, sentándome junto a ella.

— Quería confirmar algo.— dice sin verme.

— ¿Y qué era eso?

— Que Sean gusta de ti.— rio, ganándome la atención de mi abuela.

— No estoy tan segura de eso.

— Él gusta de ti, Brad. De otra manera, ¿por qué parecería un poseso hace rato?

— Pues por eso, porque es un loco.— ella niega con la cabeza y finalmente vuelve su atención a la novela.

Por más que no quiera pensar en el comportamiento extraño de Sean termino haciéndolo. Todo con él me resulta tan desquiciante que por instantes quisiera abrirle la cabeza con una motosierra para ver qué es lo que pasa por ella; quisiera meterme en sus pensamientos para saber si en realidad siente algo por mi.

— No te martirices tanto dándole vueltas al asunto y concéntrate en ver el dorama.— interrumpe mi abuela.

Le hago caso. Aunque al principio me parece tedioso ver algo con subtítulos, la trama vale la pena. Estamos tan entretenidas viendo todo que no le hemos prestado atención al timbre que ha sonado infinidades de veces. Con todo el dolor de mi alma me levanto a abrir la puerta y cuando lo hago me encuentro con Evan, quien parece nervioso juzgando por el hecho de que se rasca su cabeza, o eso eso o este chico tiene piojos.

— Lo siento.— es lo que dice, mirándome fijamente — Perdón por haberme comportado como un idiota y haberte hecho pasar un mal momento.

Suspiro, reposando mi cabeza del umbral de la puerta.

— Bien, te perdono — él sonríe —. Ahora, ¿quisieras pasar y ver una novela con esta hermosa joven y su abuela?— él ríe, asintiendo con su cabeza.

— Suena bien.

— No tienes porqué mentir, suena aburrido. Pero bueno, pasa y cierra la puerta.— me apresuro a caminar, mas soy detenida por unos brazos rodeando mis hombros.

— Te quiero tanto que a veces hasta me da miedo la fuerza en que lo hago. Tengo miedo de mis propios sentimientos, pero de lo que tengo más miedo es de que tú nunca me correspondas y yo sea incapaz de olvidarte —la sensación de sus labios tan cerca de mi oreja envía escalofríos a diversas partes de mi cuerpo y se extiende por todo cuando me gira para verme —. Por suerte, belleza, no se me da muy bien ser masoquista. — y con esas palabras me toma de la mano y empezamos a caminar hacia la sala.

No me gustó la última frase, porque es una que claramente refleja que él podía olvidarme. Pero aquí lo importante no era que él pudiera sino que yo quisiera que me olvidara.

¿Quería yo que él me olvidara? Por muy egoísta que suene, no quería que lo hiciera. Ante ese pensamiento mi corazón se siente pesado hasta para respirar.


* * *

Y dime, ¿cuánto tiempo hace que la autora no actualiza?  

No sean malos, límpienle las lágrimas a la señora ajajjajajajajjaja. 

Sí, sí, ya sé que merezco que llueva mierda y me caiga toda encima por las tres semanas que los hice esperar por el capítulo. Pero de verdad que se escapó de mis manos poder hacerlo.

Explicación (vamos por partes como dijo Jack el destripador):  

Primero, la situación en Venezuela está tan arrecha que en el rancho por donde vivo se robaron los cables del internet ajjajajajaj (riendo para no llorar). Por suerte, CANTV, o que sé yo cual sea el servicio que arregla esto, vino a ponerlo hace algunos días atrás con el ultimátum de que si los vuelven a robar nos quedaríamos sin el servicio porque a según ellos los cables no se encuentran en el país. 

Créanme, la situación con "los amigos de lo ajeno" es crítica por estos lares. Los malditos no respetan (lo siento, a veces no puedo contener la emoción por el sentimiento patriótico y revolucionario, por eso se me salen malas palabras), hace meses se robaron la campana de una iglesia (aun sigo sin entender cómo le hicieron para bajarla teniendo en cuenta que pesaba más de 500 kilos) y hace poco la cabeza de una estatua de Simón Bolívar; que horror.  

Segundo, intenté escribir en el cyber de la universidad, pero era incómodo porque sentía que las personas me miraban y pues se me iba la inspiración.

Tercero, ustedes se dirán: ah, pero ya debe tener capítulos adelantados porque pasó alrededor de tres semanas. Queridos amigos: ¡no tengo nada! ¿Por qué? por el simple hecho de que han comenzado los exámenes finales en la universidad y no me puedo dar el lujo de reprobar ninguno ya que valen la mitad de la nota.

En fin, trataré de hacer lo mejor que pueda para que esta situación en donde los dejo esperando tanto tiempo no se repita. Roguemos al señor para que no se vuelvan a robar los cables.

Por cierto, si ven algún error ortográfico me lo dicen. La verdad no tuve tiempo de corregir el capítulo.

Y esto fue todo. Besos, la Divaza se despide ajajajajjaja. Adiós.


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