OCHO
Capítulo ocho: Todos somos perfectos... excepto Elvira.
Como la mayoría de las personas tengo sueños en los cuales por más que trate de buscarle sentido alguno no los tenía. Sueños sin pies ni cabeza.
También habían otros que se sentían tan reales que al despertarme quedaba con la duda de si en realidad los había vivido o solo fue producto de mi loca imaginación. Ese tipo de sueños me trajo a una etapa que había pasado desde tiempo atrás. Claro, no quedé debatiendo conmigo misma sobre si era real o fantasía, no pude.
— No puedo creer que a tus diecinueve años te hayas orinado la cama— mi tía Ellen haciendo quién sabe qué en mi computadora parece divertida con la situación.
Sí, eso era lo que había sucedido. Esperaba que no le diera por contarle a mis conocidos, no es que fuera chismosa pero a veces se le soltaba la lengua sin ella siquiera permitírselo y yo no quería ser apodada de una forma que terminara dañando mi reputación.
— En mi defensa diré que pensé y era real, — me preparo para vaciar mi vejiga al entrar al baño — Te juro que pude sentir hasta el retrete, tal como lo estoy haciendo ahora.
— He tenido de esos sueños, pero no he llegado a ese extremo.— habla fuerte haciéndose entender.
Yo tampoco había llegado a estos extremos, hasta ahora. Bien, no se me puede culpar por lo sucedido.
Empiezo a bañarme y hablar con mi tía riendo de las tonterías que decimos. Es bueno que en tu familia haya aunque sea alguien con tu misma locura y esa es Ellen, a quien llamo por su nombre porque creo que es demasiado joven como para llamarla de tal forma.
Salgo del baño en busca de ropa. Termino poniéndome lo primero que encuentro en el closet. No tenía tiempo de elegir cuando estaba apunto de perder un importante parcial, así que me visto rápido y voy hacia mi cama para retirar las sábanas y depositarlas en el cesto.
— ¿Qué tanto haces en la computadora?— Le pregunto y no obtengo una mirada de ella.
No miento cuando digo que mi tía ha de ser la mujer más bella sobre la faz de la tierra y no lo digo porque sea parte de mi familia porque si ese fuera el caso hubiera elegido a mi madre o sencillamente a mi abuela y ellas igualmente eran preciosas. Pero mi tía, ella en verdad era hermosa con su cabellera rubia, rostro fino, ojos verdes, cuerpo estilizado y con unos excelentes atributos físicos que la hacían resaltar donde llegara.
— Saco cuentas. Perdón por utilizar tu computadora pero la mía es una malagradecida que no quiere encender, creo que está molesta conmigo.— sonrío aunque ella no me vea.
A veces las personas disfrazan su dolor detrás de una sonrisa y creo que detrás de la de Ellen se halla sufrimiento, no era para menos después de todo.
Hasta hace un año atrás un anillo adornaba uno de sus dedos, pero su matrimonio no funcionó cuando su ahora ex-esposo se enteró que no podía tener hijos. Existía la posibilidad de adoptar pero el muy imbécil no estaba dispuesto a criar hijos que no llevaran su sangre.
Mi tía siguió con sus planes de adopción, pero se encontró con dos impedimentos: ser soltera y no tener amansada una gran fortuna pues alegaron que no tenía las maneras para sostenerlo. Eso era absurdo, una madre puede cuidar a un hijo sin una figura paterna de por medio y además el hecho de que no nademos en dinero no nos hacía los menos indicados para cuidar a alguien. Lo material no es lo más importante en la vida.
A veces no comprendo el sistema de adopción, se supone quieren el bienestar de un pequeño pero entonces cuando alguien desea adoptar ponen muchas trabas. Llegaba a entender que todo lo que hacen es por el bien de los niños pero ese bienestar a veces se convierte en un mal al pasar los años y no conseguir que alguien logre adoptarlos. En fin, ellos han de saber lo que hacen.
Como no tengo tiempo para quedarme como una estatua pensando en cosas que ya pasaron corro hasta el tocador y empiezo a maquillarme. Lo normal sería peinarme primero, pero no sé hacer más que alisar mi cabello cuando lo plancho o una coleta alta mal peinada, por eso lo dejo para después.
Es una suerte que los golpes estén desapareciendo de mi rostro, las vendas también se han ido, ahora solo queda que retiren la escayola, seré libre y podré volar como un pájaro.
— Por Dios Brad, esa camisa está tan desgastada que fácilmente con ella podríamos colar el café — no entiendo cómo puede saber lo de la camisa cuando estoy segura que en ningún momento ha dirigido su vista hacia a mi, aun así le doy la razón—. Deberíamos sacar un poco de nuestro tiempo e ir a esa tienda a la que siempre vamos y hace unos excelentes descuentos. Cuando tenga tiempo en la cafetería te llamo y nos ponemos de acuerdo.
Por mi parte, aunque estaba realmente ataviada con la universidad y el trabajo sacaría tiempo para un día de compras con Ellen. Ahora tendría que esperar porque ese día fuera pronto porque digamos que ella está tan enfocada en sacar adelante la pequeña cafetería que abrió hace poco que no tiene mucho tiempo para mi o para su vida.
— También debemos llevar a la abuela— agrega y yo gruño ganándome su atención por unos segundos— ¿Aún sigues molesta con ella?
— Más que molesta estoy furiosa. Prácticamente me corrió de casa si no hago lo que ella quiere. Sé que es mi abuela y la amo pero no me puede prohibir salir hasta la hora que quiera y disfrutar mi vida. — no encuentro qué hacer en mi cabeza, por mas que intente algo no me satisface el resultado, aun así sigo con mi intento.
>> Trabajo, estudio y mis notas son unas de las mejores ¿qué más quiere? No contenta con eso, tuvo la desfachatez de avergonzarme frente a Sean al decir que no me pude ver vellos allá abajo porque ya me creía una mujer. Si no soy una mujer, entonces ¿qué se supone soy, un hombre?— termino dándome por vencida con el peinado. Quizá hoy vaya como Mica, sin peinarme y pareciendo una loca— Tenías que ver la cara de Sean, se estaba conteniendo de reírse, pero sé que lo hizo al llegar a su casa el muy maldito.
— Déjame eso a mi — le agradezco cuando llega a donde estoy empieza a hacer una clineja en mi cabello.
>> Tienes que entender que para la gran Baley no es fácil saber que ya has crecido y te vuelves independiente, para ella sigues siendo su niña — habla viéndome de vez en cuando por el espejo—. No quiere controlarte, solo se preocupa por ti. Hoy quizá no llegues a comprenderla , pero mañana cuando tengas hijos entenderás que lo hace por tu bien — eso si decido tenerlos— . Ahí donde la ves, terca y orgullosa está sufriendo y no quiere estar molesta contigo . No seas tan dura con ella Brad, eres su única nieta y te adora.
Sé que tiene razón, que aunque mi abuela tenga un carácter fuerte también un corazón muy débil. Aun así no pienso perdonarla tan fácilmente, se me permite ser rebelde de vez en cuando y perder los estribos porque solo tengo diecinueve años y tengo derecho de equivocarme y decir lo que pienso, y eso es que tengo la edad suficiente para hacer con mi vida lo que se me plazca.
— No quiero hablar de eso ahora. Estoy tan enojada que aunque quiero ir y abrazar a esa vieja cabeza dura no puedo, tengo miedo de que mi enojo crezca y diga palabras que le hagan daño. Sabes que cuando el enojo habla la razón muere.
— Bien, cambiemos de tema — propone — . Es una suerte que no dañaron el precioso rostro de mi sobrina. Te juro que hubiera buscado a esas chicas y tendrían que escucharme. Les caería todo el peso de la ley.
— Hablaste como Vanessa.— aseguro y ella ríe.
Solo minutos después termina con el peinado y nuevamente se va a sacar cuentas. Tomo mi morral y mis muletas para salir, pero antes debo pedirle un favor.
— Por cierto Ellen— la veo desde el umbral de la puerta— ¿podrías sacar el colchón al sol? Tengo miedo de que tenga mal olor cuando llegue. Lo haría yo misma pero estoy un poco atrasada.
— No te preocupes, pero ¿De verdad no sentiste el líquido recorrer tus piernas?
— Siendo sincera sí, pero ya era tarde porque había liberado más de la mitad, por suerte me levanté apenas sentí eso y no me dio por ser perezosa y quedarme durmiendo.— ella niega.
Ah, cuanto amo a esta mujer.
***
Tenía ganas de entrar a la facultad y gritar: llegué yo perras, infantil lo sé, pero de vez en cuando la locura no está demás. El pasillo desierto fue todo lo que hallé matando mis ilusiones.
Demonios, yo merecía una bienvenida digna de una reina luego de ausentarme por semanas de clases y hacerle saber a esos que se han encargado de echarme mierda mientras no estaba que aún habría Bradley para rato.
Por boca de Vanessa y Hannah me había enterado de lo que se rumoreaba de mí. Algunos aseguraban que me habían propinado una paliza luego de no llevar una mercancía a su destino; otros que me había enredado con el líder de una mafia y al su mujer descubrirnos me golpeó la vida; muchos que luego de un accidente había quedado en coma; pero eso no era nada con los pocos que aseguraron había muerto y ellos habían ido a mi funeral. Eso era lo que las malas lenguas del lugar decían.
Vaya, lo que las personas no saben se lo inventan.
Camino rápido para llegar al tercer piso de la institución, pero por más que camine el pasillo parece alargarse más porque no había pisado siquiera el primer escalón de las escaleras del primero.
Me doy cuenta que hay un chico recostado en uno de los pilares, con sus ojos en la libreta que lleva en sus manos. Él será mi salvación el día de hoy.
— ¡Hey!— llamo pero él nada que escucha.
No sé si es sordo o me está ignorando, pero decido llamarlo unas cuantas veces más hasta que finalmente sus ojos caen en mi.
— ¿Es conmigo?— Cuestiona, señalándose con su dedo.
— No imbécil, con tu hermano.
Me es inevitable decir porque al estar el lugar solo es obvio que ha de ser con él, pero entonces recuerdo que posiblemente se encuentre estudiando y no se ha dado cuenta que es el único que queda en el lugar.
— Pero mi hermano a estas horas— ve su reloj—ha de estar comiéndole el culo a la profesora con su mirada o hurgándose la nariz para comerse sus mocos.— Ríe, levantándose y sacudiendo su pantalón.
¿Qué le sucede a este chico? Definitivamente él es raro.
— Bien, ¿qué es lo quieres?
Me permito verlo mejor mientras camina hacia a mi y bueno, creo que no vale la pena mencionar su apariencia. Solo diré que es alto, delgado y aunque no es extremadamente feo muchos menos guapo.
Debería estar pensando en estos momentos en lo que dirán los demás al verme hablando con alguien así pero recuerdo que me importa mierda el qué dirán y que posiblemente yo esté más abajo en la escala social que el chico porque hay que resaltar que mal no se viste.
— Tengo un parcial importante en unos segundos. — respondo al verlo frente a mi— Como te puedes fijar caminar es algo que no puedo hacer muy bien en estos momentos así que necesito que me cargues y lleves a mi aula.
No suelo ser dictatorial, pero el fin justifica los medios y yo necesitaba llegar al aula de clases. Además tengo pensado que esto será algo así como ayúdame que yo te ayudaré porque no me gusta quedarle debiéndole algo a alguien— no después de haber agarrado algunas cremas de Avon que regaba una vecina y la tuve día y noche cobrándome en la casa cuando el tiempo de pago había acabado—. Aunque ciertamente no sé qué puedo hacer por él.
— Claro su majestad— hace una reverencia que me deja en claro que se está burlando —. En estos casos lo normal sería pedir un por favor, pero para que veas que no soy tan malo haré eso por ti.
Soy feliz cuando se inclina delante de mi, paso mis brazos por sobre sus hombros sosteniendo las muletas con mis manos y empieza a caminar. Esperaba que por lo menos el chico tuviera fuerza para llevarme hasta el tercer piso.
El camino es realmente aburrido, por eso empiezo a darle golpes con las muletas a algunos estudiantes que pasan por donde caminamos. Ellos me ven y no hacen o dicen nada — excepto una castaña que parece querer golpearme —, muchos otros hasta me saludan. Mira que hay personas raras en este mundo y Boston no se escapa de ello.
— Jamás pensé que tendría la vagina de la gran Bradley Campbell pegada a mi espalda — eso me hace reír y dejar de hacer lo que estaba haciendo para concentrarme en el chico.— Siempre he considerado que eres perfecta, eres hermosa e inteligente.
Lucho con todas mis fuerzas para no decirle lo que pienso de él porque el chico no se lo merece cuando habló bien de mi y ha sido cordial de llevarme en su espalda pese a que no tiene ninguna responsabilidad de hacerlo, pero tengo arranques de sinceridad la mayor parte del tiempo y no puedo evitar que las palabras fluyan por si solas y esta es una de esas ocasiones en que mi boca decide no tener filtro. Por eso algunas personas dicen que soy cruel.
— En tu caso eres un poco feo, eres alto pero tu cuerpo es demasiado delgado, casi pareces un esqueleto por lo tanto está demás decir que aparte de tu lengua no posees algún otro músculo en tu cuerpo.—contrario a ofenderse el ríe — Esos lentes gritan que eres un nerd y ese cabello bajo me dice que eres uno de esos chicos que se pajea porque no puede conseguir que las manos o el cuerpo de una mujer estén en el suyo.
>> De verdad siento lo dicho y espero que no te molestes, no es como si me importara realmente tus sentimientos porque apenas te conozco, solo tengo miedo de que nazca tu lado vengativo y decidas lanzarme por las escaleras.
— No me molesta lo que has dicho porque en parte es cierto.— habla — Lo bueno es que aprendí a quererme y valorarme tanto que hice de mis defectos virtudes. Por lo tanto, yo también soy perfecto.
— Me agradas que lo veas de esa forma. — mi lengua parece picar dentro de mi boca— Permiteme agregar, porque siento que puedo llegar a asfixiarme si no lo digo, que tienes demasiados huecos en el rostro que parece alquilaste los cráteres de la luna ¿no has intentado con tratamiento?— asiente con su cabeza.
— Aunque no lo creas, soy feo de día pero hermoso de noche. Aquí donde me ves, flacucho y feo las mujeres se vuelven locas por mi cuando subo al escenario y bailo. Soy striper— me carcajeo no creyendo lo dicho.— No has cambiado nada.— eso hace detener mi risa.
— ¿Nos conocemos?
— Por supuesto. Estudiábamos en el mismo instituto, algunas veces despotricaste sobre mi y hasta te diste el lujo de caer sobre mi cuerpo luego de rodar por las escaleras.
La única vez que terminé rodando por las escaleras fue el día que me le confesé a Sean y caí en brazos de un chico que no se parece en nada a él. Busco algún indicio de que sea él y me encuentro con las largas pestañas que tanto envidié por días. Yo merecía unas pestañas así de largas.
— ¡¿Qué mierda te ha pasado en la cara?! — grito—Recuerdo que aquél chico era hasta lindo de ver y ahora parece que alquilaste todos lo cráteres de la luna en tu rostro.
— Bueno, ahora que lo dices fue en esa época en que tus lágrimas mojaron mis mejillas que empecé a marchitarme tal cual flor en un florero. Ahora estoy pensando seriamente que en vez lágrimas lo que cayó de tus ojos en realidad fue ácido que dañó mi belleza.
— Eso no tiene ningún sentido. — me defiendo.
— Acepta tu culpa— dice riendo— Bien, señorita hemos llegado.
Me doy cuenta que ya estamos en el tercer piso y frente al salón donde vería clases. Eso es extraño porque en ningún momento le dije algo.
— ¿Cómo sabes dónde veo clases?— pregunto en el instante en que bajo de su espalda y acomodo las muletas debajo de mis axilas.
— Porque vemos esta materia juntos— sonríe y hasta me siento mal por no reconocer a un compañero — . Soy Spencer.— lo veo entrar y hago lo mismo.
He decidido que él será mi amigo.
***
Miro a la estilizada mujer quien saca unas galletas del horno, lo sé por el indescriptible olor de las mismas. Mi abuela pese a la edad que tiene se conserva muy bien; es demasiado glamourosa al punto de andar en tacones y bien vestida en casa. Esa era Baley Willson, rubia, ojos verdes, alta y con buen cuerpo. Imponente, orgullosa y drástica. Pero después de todo era mi abuela, así que pienso dejar mi orgullo de lado y camino hacia ella.
Los días en que estuve molesta con ella fueron realmente duros, nos sentábamos en la mesa a comer pero solo hablaba con mi tía y ella hacía lo mismo. No nos dirigíamos palabra.
— Perdón. — paso mis brazos por su cintura y reposo mi mentón de su hombro. No es necesario voltear y ver quien es porque reconoce mi voz a la perfección. Solo se encarga de meter unas galletas en una bandeja.
— Me gritaste Brad.
— E iré al infierno por ello. Me meterán en una hoya y pelarán todo mi cuerpo con agua hirviendo por haberle gritado a mi abuela.
— ¡Por Dios Brad! — exclama— No digas eso ni en broma.
— Si me perdonas entonces no iré. — niega con su cabeza pero sonríe.
— Nunca estuve molesta contigo — asegura y entrecierro mis ojos hacia ella porque si no estaba molesta entonces porqué no me dirigía la palabra , pero no digo nada — ¿Cómo podría estar yo molesta con mi adorada nieta? Lo estoy con las cosas que haces que es diferente.
— Lo siento. Estaba sofocada en esta casa.
— Estaba preocupada de tu yendo y cayéndote por las escaleras, golpeándote la cabeza, nadie ayudándote y desangrándote— dice negando con la cabeza.
Por lo menos sé de dónde he sacado ser tan dramática.
>> Aunque no lo creas cada vez que sales imagino distintos escenarios que podrían llegar a ocurrir, la mayor parte de ellos no son muy felices que digamos. Pero sé que exageré un poco, lo siento por eso.
— ¿Acaso Baley está aceptando su culpa?— esto era increíble.
Mi abuela era orgullosa al punto de no aceptar cuestionamientos de nadie porque aseguraba tener siempre la razón.
— No seas falta de respeto Brad — reprende y yo rio—. Ahora llévale estas galletas a Sofía, sabes que las ama.
— Así como yo amo a su hijo.— digo saliendo de la cocina con las galletas y escucho su risa.
Reconozco que estaba cansada y solo quería dormir pero acepto, todo sea por ver a Sean probarlas y burlarme de su intento por no ensuciarse la ropa.
La jornada estudiantil había terminado hace ya como dos horas y fue normal como siempre, así que me regresé a casa luego de lo exhausta que me dejó cuatro clases en un día.
El parcial estuvo realmente difícil pero estoy segura que había sacado una nota decente. Hasta me divertí viendo lo estratégica que se han vuelto los de mi curso para sacar material de apoyo sin que la profesora Hugmark lo notara. Si tuviera dinero no dudaría en mandar a hacer unas estatuas en la facultad para quienes se llevaron las tres primeras medallas.
Según mi criterio, la de bronce se la llevó un rubio sentado en los puestos traseros y el cual sacaba el material de apoyo de uno de los orificios de su nariz y volvía a meterlo nuevamente cuando la profesora se acercaba; la de plata fue bien merecida a una castaña sentada en los puestos del medio quien escribió lo necesario en la parte de arriba del tobillo y fue astuta para cruzar su pierna por encima de la otra e ir copiando, le hubiera dado la de plata al rubio pero él estaba nervioso contrario a la chica.
Finalmente quien se llevó la de oro fue la rubia de los puestos delanteros quien fue inteligente de mandar a hacer la cinta plástica de una botella de refresco y colocar los ejercicios en ella, la profesora no se dio cuenta pese a que cada que pasaba por el lado de la chica ésta se disponía a beber de la botella. Después dicen que las rubias somos tontas.
Rosa, quien se encarga de hacer los quehaceres del hogar en casa de los Morris abre la puerta apenas toco el timbre. Hoy me la quise dar de interesante y quitarle un minuto de su tiempo a la insoportable mujer que parece odiarme. La muy maldita demuestra su descontento hacia mi persona resoplando, como preguntándome con la mirada: ¿otra vez tu?
— Hola Rosa, yo también me alegro de verte.— ironizo— ¿Se encuentra Sofía?— Niega — ¿Y Sean?— Pregunto, porque no estaba dispuesta a dejar las galletas con ella cuando estaba segura se las comería.
— El señorito está en su habitación con...
No dejo que termine cuando estoy subiendo las escaleras y llegando a la habilitación de mi amado. Escucho su risa y abro la puerta encontrándome una escena traumatizante para mi, la maldita de Elvira sentada a horcajadas y completamente desnuda donde debería estar sentada yo.
Oh mierda, siento como que me volveré loca. No, no lo siento, hoy me volveré loca y haré desastre. Hoy veré el mundo arder.
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