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DIEZ


Capítulo diez: Se vive el presente; se piensa el futuro.


Las cosas entre Sean y yo eran sencilla: me había enojado con él , él igual se enojó conmigo y entonces yo ,como soy mujer, me enojé más porque él se había enojado. Algo confuso, pero sé que llegaron a comprenderme.

Ahora, lo más probable es que en su mente me esté gritando cuan descarada era por el hecho de haberme aparecido en su casa luego de la discusión, pero me daba lo mismo porque sencillamente no pensaba dejar de venir y perder la amistad que tengo con sus padres por lo que pasó entre nosotros.

No podía decir que a Sofía le pareció bien lo que hice porque decir eso sería mentir, me regañó porque obviamente no vio con buenos ojos que su nuera fuese una loca desquiciada y se pusiera a gritar por la muñeca que le han quitado de sus manos, en este caso un muñeco. Por suerte, el señor Seb no se enteró de nada y pues Seth como siempre ajeno a lo que sucede a su alrededor.

Por su parte, el idiota se dedica a pensar en la forma de asesinarme mientras lleva un sándwich a su boca y esta vez no me parece lindo las migajas de pan que caen de ella y da a parar a su camisa, menos querer subir a la mesa y llegar hasta él para besarlo.

En este caso quiero que el pan se quede atorado en su garganta y se ahogue, o que de llegar a su estomago quede pegado en las paredes de este e igual muera y de no ser así que los pedazos de pan vuelvan a unirse y cuando vaya a defecar termine muerto por salir de su culo el pan entero. Estoy segura que eso no es posible, pero imaginármelo causa risa por lo que termino haciéndolo ganándome la atención de todos, quienes me ven como si estuviera loca. Mejor dejo de pensar estupideces.

—Pásame la mermelada —habla, más migajas cayendo.

Debo anotar que no puedo llevar a Sean a un restaurante porque me dejará en vergüenza con su fea forma de comer.

Me hago la loca y sigo desayunando importándome poco que lo pedido por él se encuentre muy cerca de mi. Sé que si decido pasarle lo pedido no lo tomaría porque así de infantil puede llegar a ser. Solo está buscando una forma para discutir y hoy no estoy de ganas para ello.

Su madre es quien termina de pasarle el frasco de mermelada y a partir de ahí todo es silencio. Al parecer los ánimos de todos estaban por el suelo, hasta el pobre Seth estaba callado. 

Sofía de seguro está triste porque el tiempo de despedirse de su trabajo se acerca; Seb pensando en cosas relacionadas con su trabajo; Sean no le agrada la idea de que algunas veces vaya a desayunar con ellos y arruine su día y pues el pequeño monstruo se levanta con un humor de los perros y no es hasta largos minutos que decide dar su primera sonrisa del día.

Dios, esto podía llegar a deprimirme y hasta me podía dar por cortarme las venas con un fideo si sigo en este incomodo y sepulcral silencio. Por lo mismo termino de desayunar y me despido para ir a mi trabajo.

Importa poco que Sofía diga que espere a Sean para irnos juntos. No lo hago porque no íbamos por el mismo camino ya que él hoy veía clases en el día y yo entro en la tarde. Además, no dudo de que nos mataríamos en los cortos pasos que lleguemos a dar juntos.

Suspiro. Caminar sola y pensar un poco de vez en cuando no viene mal.

***

—En conclusión te acostaste con tu vecino, el mismo con el que juraste no volver a tener sexo, luego de encontrar a Elvira siendo un jinete y montando el potro de Sean —asiento.

La cara alarmada de la señora Walker, cliente habitual de la boutique, a quien Hannah se dispone a cobrarle causa risa. Abanica su rostro con una de sus manos y hasta inhala y exhala rápidamente. Solo le falta sudar y parecería como si estuviera en labores de parto.

Soy consciente de que no deberíamos estar hablando de esto en el trabajo y frente a una mujer de avanzada edad porque corríamos con el riesgo de que le de un infarto o decida no volver a la tienda, pero como ciudadanas de los Estados Unidos podemos expresarnos libremente donde y como queramos, aunque esta vez solo lo hago porque quiero desahogarme. Igualmente no le veo nada de malo en hablar de sexo frente a una señora que ha de conocer muy bien un pene dado la cantidad de hijos que tiene. 

Le había ido a contar todo a Vanessa, tuve que discutir nuevamente con su madre para poder llegar a su habitación y cuando lo logré lo único que obtuve fue que me dijera: que bien, y luego se dispuso a dormir nuevamente.

¿Qué se supone estaba bien? ¿la infidelidad de Sean? ¿ el polvo con Drew? No me quedó claro.

Sé que aún sigue deprimida por lo de su feo ex-novio, sus ojos hinchados me lo hicieron saber, así que no podía llegar a culparla. Pero esperaba más de ella, mucho más.

Agradezco entonces que Hannah aunque no de los mejores consejos y no diga las palabras correctas haga lo mejor que puede escuchándome.

— Bueno, pasaron dos días en realidad de lo sucedido para acostarme con Drew. —recuesto mis brazos encima del mostrador viéndola pasar la tarjeta — Te digo esto Hannah, no es bueno emborracharse y llorar sola en tu habitación recreando la escena una y otra vez. — sacudo mi cabeza para sacar la escena que está volviendo —Sabes, hasta me puse a ver porno, aunque solo fueron unos cortos minutos porque lo que pasan hoy en día es una mierda. Seriamente no sé qué les pasa a las páginas para adultos. Aunque eso hizo que me pusiera cariñosa y pues obviamente mi temperatura corporal subió.

>> Igualmente, los dedos pueden ser placenteros pero mierda, un pene es un pene, por eso cuando vi a Drew llegar dos días después me sentí hasta emocionada de que calmara el dolor que sentía en mi entrepierna. — doy toquesitos en la espalda de la señora cuando empieza a toser. Cualquiera creería que nunca en su vida hizo lo que yo.

— Amiga, estabas como necesitada— rio cuando le pasa la tarjeta a Rossie, así se llama la señora, pero no deja ni que esta la toque cuando la alza y me señala con la misma. —Menos mal que llegó tu amigo para hacerte el favor y no el repartidor de leche porque entonces hubiera corrido con la suerte de encontrarse a una rubia cachonda con muchas ganas de follar.

—Serás asquerosa, ni porque estuviera muy necesitada le hubiera pedido el favor al repartidor. Si lo ves me das la razón, creo que el pobre es incapaz de darse a el mismo placer. Lo compadezco.

— Nadie te puede culpar, Drew está realmente bueno.—  la señora finalmente obtiene su tarjeta y las bolsas con su compra y se va.

—Eso no te lo puedo negar. — sonrío — Igualmente ya no tendré sexo con él.

— He escuchado esto tantas veces.—  imita. Sé que he escuchado eso pero no recuerdo de dónde.

Hoy la boutique está demasiado concurrida y me toca atender a muchos clientes hasta que finalmente mi hora de salida ha llegado.

— Ya me voy. —le aviso a Hannah, luego de haberme quitado el uniforme y puesto nuevamente la ropa que había traído.

— A mi aún me falta una hora para salir— suspira— . Nos vemos allá, supongo.

Salgo de la tienda y me encamino a tomar un bus, cuando veo uno en la parada tengo que correr lo más rápido posible para que no me deje y respiro hondo al subir a el.

Esto de ser estudiante no es un jardín de rosas porque fácil no es.

***

Sabía que conocía a Spencer de algún lado. Mi intuición nunca fallaba. Claro que nunca se me cruzó por la cabeza que este conociera a Hannah, pero escuchándolos conversar y reír mientras comemos en la cafetería de la facultad de ciencias me doy cuenta que no solo son conocidos sino grandes amigos.

— ¿Cómo se conocen?—Pregunto ganándome la atención de ambos.

—Realmente eres despistada — Responde Hannah. Hasta parece que me regaña.

— Claro, se me olvidaba que soy yo la que no sabe dónde deja casi siempre su celular, se vuelve loca buscándolo por todas partes para que a la final esté en sus manos —doy un bocado a mi hamburguesa mientras espero su respuesta.

—Obviaré tu sarcasmo — Spencer ríe ganándose una mala mirada de la loca castaña junto a él —. Con respecto a tu pregunta, somos amigos de la infancia. Te has encontrado con él algunas veces en mi departamento, hasta hemos caminado por los pasillos de la facultad juntos. Me parece una falta de respeto que te hayas olvidado de algo así.

—Tu y tus faltas de respeto — comento —. Y sabes que soy una mierda recordando los rostros de las personas. A veces hasta se me olvida que te conozco.

— Eres realmente estúpida — Ella rie y Spencer se une— . No entiendo porqué somos amigas.

— Porque tenemos el mismo desorden mental.— bromeo.

— A veces puedes ser muy sabia. Bueno, para ser esto oficial, él es Mike —señala a el chico y luego a mi—, y ella es Bradley.

—¿No te llamabas Spencer?— cuestiono.

— Ese es su apellido—  responde Hannah—. A veces también cuestiono tu inteligencia.

—Pues cuestiona la de él que se presentó como Spencer. Cuando se presentó ante mi dijo: me llamo Spencer. Así que para mi se llama Spencer y punto.—No puedo creer que haya dicho el apellido del chico tres veces en pocos segundos, me hace parecer estúpida.

—Llámame como gustes.—concluye con el tema el chico.

Seguimos comiendo y me doy cuenta que Vanessa no ha hablado. La miro y está con su ceño fruncido.

— ¿Y a ti qué te sucede?—le pregunto. No me mira, solo se dedica a comer — No has hablado y cargas una cara de culo que ni tu misma te la aguantas.

— Debe estar de mal humor porque yo estoy comiendo con ustedes— responde por ella el chico— . No le caigo muy bien que digamos. —termina encogiéndose de hombros.

No me sorprende lo dicho. Vanessa es realmente apática con las personas, más con los hombres. Hasta el día de hoy sigo preguntándome como logró Jorge llegar a ella, tumbar sus barreras y abrirla de piernas.

— Bueno, entonces tendrás que vivir con su odio para toda la vida. — vaya mierda de consuelo el que le doy.

No estaba mintiendo, el problema con Vanessa era que si no le caía una persona la primera vez de conocerla jamás lo haría. Igualmente sé que ha de haber alguna razón para que el chico no logre agradarle.

— Puedo con ello — piensa decir algo más pero su celular sonando lo hace callarse y contestar. — Hombre estoy comiendo en el cafetín de Ciencias, deberías venir— no sé a quien mierda le dice eso pero da lo mismo —Sí, lo sé pero no puedo ir en estos momentos. Estoy con tu sensual hermana, la insoportable de Vanessa y la hermosa Bradley —rio un poco por lo de Vanessa—... sí, la misma, ¿Conoces a Bradley?—eso llama mi atención. Ahora soy toda oídos aunque no sirva de nada pues sigo sin escuchar lo que dice la otra persona —¿No era que no vendrías?- Spencer ríe y odio no saber que se dicen— Bien, te espero aquí. —finalmente cuelga.

Hora del interrogatorio.

— ¿Quién era?, ¿porqué me conoce? y ¿porqué cambió de opinión sobre no venir?— pregunto tan rápido que lo hace reír.

— Evan, porque es hermano de una de tus amigas. Con respecto a la ultima pregunta no tengo la menor idea.— no me siento satisfecha con la ultima respuesta pero me lo callo.

No soy consciente de cuántos minutos pasan cuando veo el caminar seguro del hermano de Hannah apenas ingresa al cafetín en busca de nosotros. O más bien de Spencer.

Hannah aseguró que su hermano contaba con dos sombras más aparte de la propia, por eso se me hace extraño que no venga acompañado de una de las dos chicas. La primera, la rubia que conocí en el departamento de Hannah, la segunda ni rastros de ella.

Me avergüenza hasta pensar que se ve bien solo por tener sus manos en los bolsillos delanteros de su jeans. Hermoso al notar la sonrisa que tiene cuando nos divisa sentados en una de las mesas del fondo. Caliente cuando pasa una de sus manos por su cabello. No sé qué mierda tienen los hombres guapos con lo último.

Por otra parte, me doy cuenta de las miradas apreciativas que algunas chicas le brindan . Observen ángeles de Dios, al fin y al cabo los ojos se hicieron para ver y mirarlo a él no era un pecado, no hacerlo creo que sí. Por eso no puedo culparlas y hasta yo misma me encuentro en lo mismo.

—Vestido de esa manera parece un chico malo.

— Pensé que habías quedado muda Vanessa —digo sin observarla porque en estos momentos mis ojos se encuentran en el chico que se acerca a nosotros—. Igualmente me parece absurdo que solo por como viste se le tilde de algo. — Hannah me da la razón, los otros dos no dicen nada.

El simple hecho de que llevara puesto unos sensuales jeans que favorecían sus muslos, trasero y párese de contar; una franela blanca y sobre esta una cazadora de cuero negra no era suficiente para que fuera un bad boy.

El mundo tiene tantas etiquetas que ya parece un gran centro comercial. Por supuesto que no lo conozco tanto para ser mejores amigos, pero apuesto a que simplemente le gusta vestir de esa forma porque se siente cómodo o sencillamente porque lo hace ver bien.

—Hola. — saluda llegando y sentándose a mi lado.

Un rápido asentimiento de cabeza es todo lo que obtiene de mi pues debo comer rápido sino quiero entrar a la próxima clase con las tripas vacías, mas me es imposible seguir haciéndolo al sentir un mirada sobre mi. Sé perfectamente que se trata del recién llegado.

Pienso reclamarle pero apenas volteando mi rostro para verlo él es rápido para hacer lo mismo y preguntarle algo a su hermana. Vaya que es de reacciones rápidas.

Es una doble mierda intentar darle otro mordisco a mi hamburguesa ya que nuevamente siento esa mirada. Bien, tenia que ser más astuta que él y agarrarlo en el acto. Pero mi esfuerzo es inútil, no porque él haya quitado su mirada de mi, sino más bien porque cuando lo observo él lo hace abiertamente y hasta tiene el descaro de sonreírme.

—¿Puedes dejar de verme? —pido de mala manera. Sé que los demás están pendiente de nosotros.

— De poder puedo, pero no quiero.— Responde y sigue mirándome.

Termino resoplando y decido no gastar saliva en él porque eso sería como gastar pólvora en cuervo, inútil. Así que dejo que admire mi belleza.


***

Estaba feliz. Finalmente había terminado la jornada estudiantil por el día de hoy, por eso camino a paso firme a la salida del recinto para irme a casa.

Recuerdo que antes de entrar a la universidad estaba ansiando que el primer día de clases llegara rápido, pero esas ansias se fueron acabando posteriormente. Ya no estaba emocionada y hasta rogaba tener aunque sea unos días de vacaciones, claro que vuelve a ser lo mismo porque entonces me aburro en casa y extraño la universidad. Hay que ver que la vida es una ironía.

— No sabía que estudiabas aquí. — detengo mis pasos ante esa voz que ya estoy empezando a diferenciar muy bien. Evan.

Lo observo recostado en uno de los pilares de mi facultad con sus brazos cruzados por sobre su pecho y una sonrisa baja bragas desplegada en su rostro. Mierda, no iba a negarlo, este chico es hermoso. Con ese rostro y cuerpo fácilmente podría estar modelando para grandes marcas.

Dejo mis pensamientos a un lado al ver que su sonrisa crece al notar que lo estoy observando sin tapujo alguno de pies a cabeza.

— No tenías porqué saberlo.— es lo que respondo.

Retomo nuevamente mis pasos, no necesitaba distracción cuando solo quería llegar durmiendo. No obstante sé que eso será en vano porque soy consciente de sus pasos detrás de mi y de que seguirá hablando.

— Estoy suponiendo que la chica de la que tanto hablaba mi hermana para conseguirme una cita eras tu —  termino asintiendo — . De haberlo sabido hubiera aceptado y hasta permitido que arrancaras mi ropa.

— Yo nunca dije lo de arrancarte la ropa.— me defiendo. Mira en las situaciones en las que me pone Hannah poniendo palabras en mi boca que nunca pronuncié—Eso ya es invento de tu hermana.

—Lo sé.

Seguimos conversando y para cuando nos vamos acercando a la parada de buses sé cosas sobre él, por ejemplo que tiene 22 años; vive solo; cursa tercer año en administración de empresas, con razón nunca nos habíamos visto en la universidad, dado que su facultad era la más lejana a la mía y nunca he puesto un solo pies en ella y apuesto que hasta el día de hoy él tampoco había pisado la de ciencias; que no tiene novia pero le gusta alguien.

Pienso seriamente en preguntar quién es la afortunada para irme de chismosa con Hannah, pero eso no es asunto mio así que lo dejo ser.

Por la avenida no se ve auto alguno, por lo mismo decido cruzar para llegar a la parada, pero solo logro dar dos pasos cuando siento un brazo rodear mi cintura y arrastrarme hacia atrás. Estoy por gritar si está loco mas cuando un auto pasa me doy cuenta que estaba a punto de ser atropellada.

Mierda, ¿de dónde se supone salió ese vehículo?

— Debes tener cuidado. Estuve a punto de perder a mi futura esposa. —  me sorprende lo dicho, pero trato de no verme afectada y lo tomo como una broma, porque tenía que ser eso, una broma.

— Estás loco.— me suelto de su agarre y giro para darle las gracias por haberme salvado, mas no digo nada cuando sus manos son depositadas en mis mejillas.

Él me observa fijamente y por segundos me pierdo en lo lindo que son sus ojos, que no son verdes como pensé en un principio sino avellanas.

— Llámame como quieras. Pero recuerda que en tu cuarto dedo estará un anillo que yo mismo me encargaré de poner y mi apellido adornando tu nombre.

Eso llega a estremecerme, no porque me haya sentido volar en una nube de algodón por el hecho de que un chico lindo dijera esas palabras para mi, sino por la complejidad de lo dicho. Él está pensando en un futuro cuando yo ni sé qué hacer con mi presente.

— Deja de decir absurdos.— pido, esperando que se eche a reír.

Joder, hasta permitiría que gotas de saliva de a parar a mi rostro mientras se carcajea porque así podría respirar con tranquilidad. Pero eso no sucede, él está serio y solo se dedica a mirarme y a acariciar con sus pulgares mis mejillas.

Confieso que Evan por instantes puede ser un pecado en el que desee caer ¡Vamos, el chico es guapo! pero solo es eso, una leve atracción física. No habrá sentimientos en el caso que decida ser lujuriosa y acostarme con él y ahí radica el problema, él se ve como alguien que se enamora fácilmente y yo no quiero más problemas en mi vida, porque sé que eso es lo que traerá.

— Bien —dice sonriendo y aunque no me convence de que lo dicho sea falso quiero dar por hecho que tampoco fue sincero— . Igualmente debo cuidar de la amiga de mi hermana.—agrega y su mano se entrelaza con la mía.

Intento soltarme de su agarre en lo que empezamos a caminar nuevamente pero él tiene más fuerza que yo, así que termino dándome por vencida.

Me doy cuenta que la vida a veces puede ser una perra, porque mi corazón no se ha acelerado pues ya pertenece a alguien y ese alguien no es quien sostiene mi mano en estos momentos.

No iba a mentir, se siente bien estar tomada de la mano de alguien, más si su contacto es suave, pero no se siente muy bien que ese alguien no sea quien en realidad quieres que sea. Él no es Sean, nunca lo será.

Por estar pensando demasiado sobre el asunto es que no me doy cuenta que ya hemos llegado a nuestro destino y que aún nuestras manos siguen unidas, casi parecemos novios, y sé que eso es lo que pasa por la cabeza de algunas colegialas que nos ven.

No es mucho tiempo el que debo esperar para que el bus llegue y subir a el. Doy una última mirada a Evan cuando me siento en uno de los puestos y lo veo sonriéndome y saludando con una de sus manos. Le regreso el saludo y finalmente el bus arranca convirtiéndolo en un fino punto mientras nos alejamos.

Soy consciente de que él aseguró gustar de alguien y aunque apenas nos conocemos no resulta imposible que esa persona fuese yo.

Mierda, presiento que esto se está saliendo de control. Rogaba porque ese no fuera el caso.

Ya mi corazón está demasiado enredado para venir hacer lo mismo con el de otra persona.


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