Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

D I E C I S I E T E


Capítulo diecisiete: Prométete no ser tan estúpida.


Abro mis ojos. Cuando estos se adaptan a la luz me es imposible no reparar en el lugar donde me encuentro, es una habitación, pero no es la mía sino una que hasta ayer era desconocida.

La cabeza me duele, mis ojos se sienten pesados y siento como si me hubiesen pasado un tractor por encima mientras dormía. Jesús, si apenas con diecinueve años ya me siento oxidada no me quiero imaginar cómo será cuando tenga los treinta, pero capaz a esa edad ya esté usando bastón.

Intento levantarme pero es inútil, siento que la cama me atrae nuevamente hacia ella. Ya vencida hago memoria en traer a mi cabeza los acontecimientos de ayer o, mejor dicho, de hoy en la madrugada.

Evan, Evan, Evan. Ayer todo para mi giró alrededor de él y hoy, pues hoy no sé sobre quién lo haga. Tal vez alrededor de la tierra.

Ayer no hubo precisamente tierra, sino muchos besos y caricias. Lamentablemente todo tiene final y el nuestro lo propinó Mandy al hacer un escándalo cuando nos encontró de forma cariñosa. Terminó separarándonos a nosotros, pero por lo menos a ella le costó su estadía en el lugar por haber alterado el orden público o algo por el estilo. Junto a ella se fue Abby.

Pero tuvimos otro inicio. Luego del club Hannah vio conveniente quedarnos a dormir en casa de su hermano ya que era la más cercana. No me negué a ello, tampoco me negué a dormir en su cama, él menos se negó a devolverme los besos que le daba, pero sí que puso resistencia a que pasara más que eso entre nosotros.

¡¿Quééééé?!

Escucho la puerta del baño abrirse y mi primera reacción es cerrar mis ojos y hacerme la dormida. Sonará estúpido lo que voy a decir, pero ahora no quiero verlo. Por alguna razón desconocida me siento molesta con él, tal vez es el hecho de sentirme rechazada. Maldición, pensar de esa forma hasta logra herir mi orgullo.

Minutos pasan; gavetas se abren, se cierran y es cuando siento la cama hundirse que abro mis ojos para encontrármelo observándome. Huele delicioso, mis fosas nasales detectan el olor a crema para afeitar y alguna loción mezclada con lo que ha de ser su olor corporal. ¿Es que existe alguna regla de que todos los chicos guapos deben oler bien? si es así es injusto, más injusto aún cuando yo ahora he de oler a demonio.

— Buenos días. — resoplo al verlo con esa sonrisa que hace que sus ojos se achinen un poco.

Me levanto de la cama sin responder y voy directo al baño. Mi cara es un desastre cuando me miro en el espejo, por lo mismo hago una limpieza exhaustiva que no deja rastros del maquillaje de anoche. 

Busco en la repisa un cepillo de dientes nuevo, pero como lo pensé no encuentro. No me gusta lo que haré, pero el hecho de que ya hemos compartido gérmenes hace que cepille mis dientes con el de Evan. Estoy lo suficientemente molesta con él que hasta me cruza el pensamiento de pasar su cepillo por el retrete, pero como soy lo suficientemente madura no lo hago y termino saliendo del baño sin hacer alguna travesura.

Lo veo sentado en la cama, con sus brazos sobre su pecho pero con una sonrisa cínica en su rostro. Ahora todo lo que quiero es irme, pero para ello debo encontrar mis zapatos, tal vez cuando lo haga le lance uno en la cara y hasta le haré una estatua en su honor si le saca uno de los dientes incisivos a quien todo lo que hace es sonreír.

— ¿Por qué estás molesta conmigo?

Porque me negaste sexo. Cristo, hasta en mi cabeza se escucha sucio, pero es tan simple como eso. Claro que no pienso gritarle mi enojo en voz alta.

— No estoy molesta, solo quiero irme a mi casa para no volver a ver esa horrorosa cara que tienes.— lo intenté, en serio intenté no sonar molesta, pero claro que se escuchó de esa forma y obtengo como respuesta que él ria. Eso hace que mi furia se acreciente y termine caminando hasta donde se encuentra— Se puede saber qué es tan gracioso.

— ¿Sabes que cuando estás molesta tus mejillas se inflan?— no digo nada porque es algo que ya sé.— No es muy amenazador que digamos.

— Así como no lo es tu pene.— mascullo por lo bajo, pero al verlo reír sé que escuchó.

Estoy por retomar mi búsqueda cuando lo veo levantarse y siento sus brazos rodear mi cintura.

— No me digas que estás molesta porque no pasó nada entre nosotros — siquiera puedo responder a eso — Te lo dije ayer, quiero que estés en tus cinco sentidos cuando pase algo entre tu y yo. Ayer estabas ebria y aunque quería hacerte mía me obligué a ser un caballero.

Pestañeo, si lo pone así tiene lógica, pero ¡¿quién necesita un caballero cuando todo lo que se quiere es un hombre?! Sí, los caballeros nunca estaban demás, pero a veces terminan sobrando.

Ahora veo que no solo las mujeres somos complicadas; ellos también lo son. Lo único que debía importarle era que yo dijera que sí, y lo hice, en reiteradas ocasiones para ser sincera, pero él se negó. Hoy no escucho de razones, por eso ahora no importan sus excusas, eso no quita que me haya dejado como la novia de pueblo: vestida y alborotada.

— No estoy molesta. — soy madura, demasiado madura como para colocar mis manos sobre su pecho y empujarlo, pero por supuesto que ante él mi fuerza es nula y no logro ni que se tambalee. 

Ahora es que veo injusto que no sea descendiente de Sansón.

— Lo estás, pero eso lo podemos arreglar ahora.— me pregunto por micro-segundos cómo haríamos eso, mas cuando mi cuerpo reposa sobre la cama y es aprisionado por el suyo todas las dudas se disipan — ¿Qué te parece si lo hacemos ahora? Ya no estás ebria. 

Por alguna razón mi cuerpo empieza a temblar un poco debajo del suyo. Se lo atribuyo a que me sorprendió su osadía y así me niego que me están pasando cosas con él que no me gustan. 

— Ya nada se puede arreglar. Lo diré tan simple como salga, ayer estaba borracha y por eso quería tener sexo contigo. Pero eso fue ayer, en el tiempo presente todo lo que quiero es que te levantes para irme.

— ¿No es muy cruel eso?— pregunta en un tono al que denoto burla.— Belleza, eso ni tu misma te lo crees. No importa cuanto te digas que no pasará nada entre nosotros, pasará — como si no estuviéramos lo suficientemente cerca, siento sus manos en mis mejillas y su frente tocar la mía — Pero ciertamente no tendremos sexo, tu y yo haremos el amor.— trago saliva.

— ¿Hay alguna diferencia entre tener sexo y hacer el amor? — pregunto, haciéndome la desatendida sobre lo que quiso decir.

— Mucha. Eso hasta tú lo sabes.

— Para mi es lo mismo. A la final los dos llevan al mismo fin, a que dos partes se unan.

— Hacer el amor tres, si le agregamos el corazón.

— Para eso tendríamos que estar enamo...— y me detengo, no quiero decir esa palabra en voz alta y menos quiero que él me confirme lo que ya vengo sospechando desde hace tiempo — Eres asquerosamente romántico. — inquiero, tratando de llevar la conversación por otro rumbo.

— No mucho, solo me nace serlo contigo.

Já, si mi intento era que dejara el romance fuera de esto, yo misma me he encargado de traer posibles corazones a la ecuación.

No me gusta nada de lo que está pasando entre él y yo. Veo tanta determinación en sus ojos que me asusta, me asusta el hecho de siquiera pensar que él no solo tenga una leve fascinación por mi sino que... me ame. Hasta el pensamiento suena estúpido, digo, apenas nos conocemos y no soy de las que cree en el amor a primera vista, pero que yo no crea no significa que él tampoco lo haga, porque si de algo me he dado cuenta es que Evan puede llegar a ser extremadamente romántico.

Ya no necesito mentirme, puede que Evan no me ame pero definitivamente él está enamorado de mí. Yo no puedo permitir que esto avance, pero quizá, solo quizá, ya esto ha avanzado más de la cuenta desde que nos besamos el día de ayer. Necesito cambiar eso.

— Te diré algo, desde los besos hasta la parte en que casi tuvimos sexo fue un error. No volverá a pasar nada entre nosotros.

— Eso ni tu misma te lo crees. Pasará más de lo que te imaginas por la sencilla razón de que tu y yo nos tenemos ganas desde que nos conocemos.

— Eso es mentira.— el ríe.

Y como si la vida quisiera que me tragara mis palabras, reparo en lo bien que se ve su cabello desordenado; en lo hermoso que son sus ojos de cerca y en que me gusta su endemoniada sonrisa.

Siento la sensación de hormigueo recorrer algunas partes de mi cuerpo cuando deposito mis manos en su pecho para alejarlo; el calor que emana su cuerpo sobre el mio y que mi corazón parece estar participando en alguna maratón de lo rápido que late. Esto está mal y aunque lo sé, lo empeoro todo al ser yo quien sin pensarlo realmente acorto la distancia entre nuestros labios.

Sí, estoy lo suficientemente loca como para decir que haré algo y termine haciendo otra cosa, pero cuando se tiene un chico como Evan delante resulta imposible no querer lanzársele encima y obtener todo lo que él tenga para ofrecer.

Sus labios se mueven lentos sobre los míos. Sus manos han descendido a mi cuello y las mías han viajado a su cabello. Su lengua no pierde tiempo en entrar a mi boca y a partir de ahí todo se vuelve más intenso.

No me gusta Evan, pero miento si digo que en estos momentos no lo deseo con todas mis fuerzas. Lo deseo tanto que soy rápida para quitar su camisa y enredar mis piernas en sus caderas. Es cuestión de segundos para que mi blusa desaparezca de mi cuerpo; sus manos desciendan por mi cintura y luego se entretienen tratando de desabotonar mi pantalón.

Sus labios descienden de mi cuello a mi clavícula, bajan un poco más y... la puerta se abre. Joder, quien quiera que sea ahora se encuentra apreciando que nuestras respiraciones son un desastre y también como el rostro de Evan está entre mis senos.

— Mierda, se me olvidó tocar la puerta.— esa es la voz de Vanessa. Siento la puerta cerrarse y unos leves golpes en ella — ¿Puedo entrar? No me respondan, mejor hago como que no he visto nada y me voy. Solo vine a decirles que el desayuno está listo.— Evan ahora me observa mientras ríe por la estupidez de mi amiga.

Soy consciente de lo que estábamos a punto de hacer y aunque quería que pasara de alguna forma estoy agradecida con Vanessa por haber interrumpido todo. Hoy mis hormonas estaban a punto de ganarle a mi cordura. 

No puedo jugar con Evan, eso traería complicaciones para su vida, para la mía y posiblemente para la de Hannah al no saber a quien defender en dado caso de que todo salga mal entre nosotros. Tal vez mi temor es saber que lo más probable Hannah se ponga de lado de su hermano y nuestra amistad acabe. Como sabiendo el rumbo de mis pensamientos Evan hace alguna maniobra para girar su cuerpo y depositarme encima de su regazo.

— No te martirices tanto, solo debemos admitir que nos tenemos ganas y que tal vez no sea hoy pero terminaremos saciándola.— deja un corto beso en la comisura de mis labios antes de levantarse y dejar que mis pies toquen el frío suelo. — Si quieres puedes adelantarte, yo tengo que esperar a que "algo" deje de estar entusiasmado.

Entendiendo a qué se refiere y compadeciéndome porque eso ha de estar doliéndole, me pongo mi blusa y salgo de la habitación. Me cuesta controlar mi respiración cuando llego a la cocina; me siento en una de las bancas altas de la isla mientras espero que Vanessa sirva los panqueques, que ha de haber hecho, en cuatro platos. 

Mi vista viaja por los alrededores de la casa, ciertamente es más pequeña que la de sus padres, pero es casi idéntica a la de ellos. Desde los ventanales haciendo de paredes hasta en la decoración se asemejan mucho, solo cambia el hecho de que mientras en la casa de sus padres reinaban los colores marrones en la de Evan predomina las tonalidades grises y negras.

— Ayúdame a llevar los platos a la mesa.— pide Vanessa.

Ella toma el frasco con miel junto a dos platos; yo hago lo mismo con los dos restantes. Vanessa va en busca del jugo, los vasos y los cubiertos. Empezamos a desayunar en silencio. Ninguna es capaz de pronunciar palabra en minutos hasta que ella finalmente habla.

— No le creía a Hannah cuando me dijo que ayer los encontró besándose.— comenta con su vista fija en el plato.

— Solo fueron unos simples besos.

— Ni tan simples, ella aseguró hubo lengua y hasta manos volando a partes del cuerpo del otro.

— Me hará una mierda de persona lo que voy a decir, pero ayer necesitaba de la ayuda de Evan para deshacerme de alguien. Eso llevó a utilizarlo.— me siento hasta mal por usar ese término, pero no encuentro otra palabra.

— ¿Y de quién te querías deshacer hoy? — pregunta riendo — Creo que el término "utilizarlo" no viene bien hoy cuando parecías extasiada de que te tocara. 

— Solo...— no encuentro una respuesta lógica para eso, ni siquiera yo me explico que fue lo que sucedió— me poseyó un demonio.— termino por decir, ganándome una gran carcajada de su parte.

— Bueno Emily Rose, si esa es tu excusa por mi está bien.— habla con un bocado en su boca.

— No es ninguna excusa.

Hannah, saliendo recién bañada de alguna habitación, llega a la mesa interrumpiendo nuestra charla. Trae la misma ropa de ayer, pero una cara de espantapájaros que no se la quita nadie.

— Desde la madrugada estoy bañándome, mi cabello olía horrible porque alguien creyó conveniente vomitar sobre el. — informa viendo a la culpable de ello, Vanessa, quien le da una sonrisa de disculpa.

Las tres nos emborrachamos hasta decir basta, pero ni Hannah ni yo hacemos algo que raye la locura mientras tenemos tragos demás. No es el caso de Vanessa, ella ciertamente raya la cordura y subraya la estupidez.

Siempre era lo mismo cuando se emborrachaba, terminaba haciendo estupideces y luego se encargaba de devolver su estómago. Ayer no escapó de ello, pero ayer exageró más de la cuenta. Hizo cosas realmente estúpidas que estoy segura alguien debió grabar y subir a YouTube, con algún título como: las caídas más graciosas; si te ríes pierdes; o, sencillamente, las personas más estúpidas del mundo, encabezando la lista por supuesto estaba Vanessa.

Decidió subir a una de las barras, donde suponen su función era colocar tragos, a bailar. Intentaba ser sensual en su baile, pero lamentablemente ella nació con dos pies izquierdos y terminó por caer, por suerte, en los brazos de un chico que impidió diera a parar al suelo. Eso no la detuvo. Nuevamente subió pero esta vez no solo fue para bailar, ella se creyó stripers y se quitó su braga, luego la lanzó hacia algún lado donde chicos con las hormonas alborotadas la pedían a gritos y cuando iba por el vestido rápidamente enviamos a Evan a que la cargara en su hombro y así salimos del club. Ahí no terminó todo, sino cuando le dio la histeria de reír y llorar a la vez al meterla en el auto de Evan porque ella no quería irse y vomitándole el cabello a Hannah para luego quedarse dormida.

— Oh, pobre Evan, deberá esmerarse para limpiar el desastre que hiciste en su auto.— habla nuevamente Hannah.

— No fue para tanto.— se defiende Vanessa, pero ni ella misma se cree eso pues ha de recordar que estuvo apunto hasta de vomitar sus tripas.

—  Como digas. Por otra parte, debo ir a buscar mi auto al club. Ojalá y no me lo hayan robado.

—  Por Dios Hannah, a nadie se le ocurriría robarse una chatarra como esa — digo.

Evan saliendo de la habitación llama mi atención. Ah, me salió hasta un verso. Él podría inspirarme a muchos versos, puedo hacer uno con cada parte de su cuerpo. El chico es un poema completo.

Soy descarada de quedármele viendo mientras camina hacia la mesa, pero es su culpa por haber salido sin nada cubriendo su torso. 

No puedo evitar que mis ojos recorran cada parte de su grandioso cuerpo. Puede que no tenga abdominales muy marcados pero los que se hallan en el me hacen querer pasar mis manos por su torso desnudo y miento si digo que no quiero hacer lo mismo con su trasero. Dios, se sentiría genial apretar esas nalgas que se ven tan bien bajo el short que lleva puesto. Pero eso no es todo, me deleito con sus oblicuos, esos que me dicen que mas abajo hay algo realmente bueno, algo que estuvo presionando mi entrepierna hace apenas minutos.

Enfoque Brad, enfoque. Debo dejar los pensamientos sucios si quiero desviar los sentimientos de Evan hacia otra parte.

Ellos empiezan a hablar y yo solo me obligo a desayunar. Pero claro, a Brad no le sale nada bien, no puede salir nada bien. Termino escupiendo un poco de jugo cuando el descarado de Evan coloca su mano un poco más arriba de mi rodilla y empieza a descender hasta la parte superior de mi muslo.

— ¿Te sucede algo?— pregunta dando leves golpes en mi espalda.

Estoy pensando seriamente en clavar el tenedor en uno de sus ojos, pero decido callar y desayunar lo más rápido posible para salir de la cueva de quien pretendió ser un indefenso gatito pero en realidad es un enorme león. Este chico no es tan tímido que digamos, está sacando sus garras y yo debo correr antes que una de ellas me alcance y se incruste en mi piel.

— Nada.— logro responder al ver que Hannah y Vanessa esperaban alguna palabra de mi parte.

Desayuno en completo silencio. Cuando termino soy rápida para ponerme mis zapatos que siempre estuvieron en la sala. El propósito era salir rápido de esta casa, pero Hannah diciendo que espere para irnos juntas me lo impide.

Salimos los cuatro. Hannah está tan ajena a lo que sucedió ayer que no se da cuenta que mientras ella conversa con Vanessa, a unos pasos detrás de ella su hermano me roba un corto beso en señal de despedida. Cuando me suelta soy veloz para incorporarme en la conversación de mis amigas. 

Nunca he huido de algo, mucho menos de alguien, hoy es la primera vez que lo hago. Pero huir no es malo, siempre y cuando el fin al que te iba a llevar dicha situación sea peligroso. Y Evan es peligroso, me he dado cuenta de ello.


* * *

Ninguna palabra de reproche salió de la boca de mi abuela por haber llegado al día siguiente a la casa. Es más, ella hasta creyó conveniente mi mentira de que me había quedado en la casa de Hannah a dormir. Desde nuestra última discusión mi abuela es un poco más flexible con mis salidas y eso es algo admirable teniendo en cuenta que ella no es alguien que dé su brazo a torcer.

Estoy agotada y como tal todo lo que quiero es acostarme a dormir. Me baño y ya luego mi cama me da la bienvenida. 

Deseo cerrar mis ojos, pero Evan llegando a mi mente lo impide. Resulta increíble que por segundos, solo por segundos, mi corazón latió con la misma velocidad en que lo haría un caballo desbocado y hasta quedé sin aliento como uno cuando me besó.

Me obligo a dormir. Por horas lo hago, pero alguien llamando insistentemente a la puerta hace que me despierte. Bajo las escaleras con un humor de los perros, siempre me despierto de ese modo cuando interrumpen mi sueño.

— ¿Qué mierda es lo que quieren?— pregunto apenas abro la puerta.

Me sorprende un poco que quien se encuentre delante de mi sea Sean. Es raro que él venga a casa. Su vista viaja por mi cuerpo e inevitablemente suspiro recordando lo que llevaba puesto: un enorme pantalón de pijama y un blusón que podrían envolverse más de dos veces en mi cuerpo. No es para nada sexy; el mundo lo sabe, Sean lo sabe, yo lo sé, pero bueno, lo importante es que es cómodo.

— Lo pregunto nuevamente, ¿qué es lo que quieres?—él me mira— Te juro que si no es para algo importante te puedes dar por muerto. Has interrumpido mis horas de sueño y eso no se lo perdono a nadie, siquiera a ti.

— Salgamos... a ver una película.— ruedo los ojos, no había necesidad de que aclarara que era a algún sitio que saldríamos. No es como si hubiera pensado me estaba pidiendo ser su novia.

— No quiero, ve tu solo.— cierro la puerta en su cara.

Mientras subo las escaleras lo escucho gritar que por supuesto iba a ir solo. Idiota, si hay algo que le desagrade a Sean es ir solo a algún lugar y si hay algo que me desagrade a mi era que me tuviera en cuenta ahora cuando no tiene novia. Puede que me guste Sean, pero no soy estúpida, en todo este tiempo he sido invisible para él, por eso que se joda por los momentos. Yo no quiero ser el reemplazo de nadie, quiero que me elija por sobre ella.

Mi celular avisa una llamada apenas abro la puerta de la habitación. Supongo que es mi madre, quien desde lo acontecido el otro día se ha encargado de llamarme en reiteradas ocasiones para convencerme de irme con ella, obteniendo la misma respuesta de mi parte. Contesto.

— ¿De verdad no irás conmigo?— resoplo, recostándome en la cama. 

Me he equivocado, no es mi madre sino Sean. Se me olvidaba lo insistente que puede llegar a ser.

— No iré, solo me invitas porque soy tu única opción en este caso.

— Eso es mentira, podría invitar a... mi madre o a mis amigos.

— Tu madre ha de estar cuidando a Seth; tus amigos, por Dios Sean, tu no tienes senos muy grandes para que ellos dejen los planes que seguramente han de tener para ver que una película contigo.

— Bien. Igualmente vayamos a ver una película, tu y yo.

— ¿Por qué quieres ver una película conmigo?

— Solo... porque si.

— Porque si no es una respuesta Sean, porque como dice mi profesor de Introducción a la Psicología, eso es lo mismo a decir: No es tu problema. Y como no es mi problema, entonces me despido y mejor me voy a dormir porque tengo demasiado sueño.

— Podrías dormir en mi hombro mientras yo veo la película.— propone.

Eso suena bien. Claro que no tan bien como besarlo, pero eso lo puedo arreglar. Está decidido, si quiero me elija debo comenzar por algo y esta salida puede ser el inicio de nuestra historia.

— Bien, dame treinta minutos. Pero conste que solo lo hago porque no quiero imaginarte en el cine desdichado al estar solo.— el ríe y yo cuelgo la llamada.

En menos de lo acordado estoy lista. Hoy he decidido vestirme más femenina de lo habitual, debía reconocer que me sentaba de maravillas el vestido azul cielo que había elegido para la ocasión.

Me complace ver que cuando salgo de casa a Sean también parece agradarle lo que llevo puesto, pero no dice nada y solo se dispone a caminar. He decidido que la no cita sea una cita, así que camino hasta él y uno su mano con la mía; él se sorprende y hace intentos por separarlas.

— Puedo devolverme a casa.— canturreo.

Él gruñe, pero sigue con su mano unida a la mía. Por una mano se empieza.

— Eres tan aburrido, en vez del cine nos hubiéramos quedado en casa viendo lo que quisiéramos.— agrego, subiendo al auto de su madre.

— A esa cabeza tuya no se le ocurre ideas buenas.— habla, empezando a manejar— Eres tan pervertida que no dudo que para la noche estaría violado.

— No se le considera violación a un acuerdo mutuo — digo, viéndolo— . Seamos sinceros, hubiéramos terminado en mi cama sin necesidad de obligarte.— él no dice nada.

Decido descansar un rato y cuando abro mis ojos ya estamos entrando al estacionamiento del centro comercial donde queda el cine. No pierdo tiempo para enredar nuestras manos apenas bajamos del auto y así empezamos a caminar.

Estaba tan feliz que siquiera me doy cuenta de que una persona se acerca corriendo hacia nosotros y pasa tan cerca de mi que nuestros hombros chocan, estaba tan desprevenida que estoy por caer. Pero por suerte, la primera escena romántica entre Sean y yo llega.

Tan romántica que no tendría que envidiarle nada a una escena de telenovela. Sean logró sostenerme pasando uno de sus brazos por mi cintura; sus ojos desbordaban amor y todo lo que logró salir de su boca fueron palabras bonitas para mi. Já, eso es sarcasmo. La realidad es que aunque evitó mi caída, fue tan brusco como para que mi cintura se doblara hacia atrás en una inclinación que era casi descomunal; y así como fue rápido para sostenerme también lo fue para levantarme, decirme que viera por donde caminaba y seguir caminando como si nada. 

Espero algunos segundos a que el leve dolor que dejó en mi cintura pase y salgo corriendo en su dirección. Como hoy igualmente he decidido que seamos una pareja, o por lo menos nos veamos como una, llego subiéndome en su espalda y enredando mis piernas de sus caderas.

— No sé porqué, pero ya esperaba esto.— dice, poniendo sus manos en mis muslos para sostenerme.

Me bajo al entrar al centro comercial. Espero que Sean compre las entradas y en menos de cinco minutos ya estamos tomando asiento para ver la película. Como él mismo lo propuso, busco conciliar el sueño depositando mi cabeza en su hombro. En las películas hasta se ve romántico, pero esto es realmente incómodo y para nada lindo, por eso vuelvo mi cabeza a mi asiento, dispuesta a ver la dichosa película que ha elegido Sean.

Diez minutos para confirmar que es tan deprimente que hace hasta quiera ir a comprar alguna galleta, mojarla en leche y cortarme las venas con ésta. Nunca debí dejar que Sean eligiera, si la hubiese elegido yo indudablemente estuviéramos riendo y no viendo una película sobre alguna guerra en la cual obviamente hay muertes. Con razón no hay muchas personas en esta sala.

La película termina dos horas despuésy salimos de la sala en busca de un lugar para comer. Sean quedó fascinado, yo por el contrario terminé aburriéndome y en todo momento esperé que los créditos aparecieran para salir. Lo reconozco, no fue mala, pero prefiero algo cómico porque como dice Renoir: Ya hay demasiadas cosas desagradables en la vida como para que nos inventemos más.

Me siento en una de las mesas, esperando que Sean llegue con lo que ha ido a comprar. Agradezco que sea tan amante como yo a la comida chatarra, porque sonrío cuando me extiende una hamburguesa y un refresco.

Está por sentarse, pero no lo hace por quedarse mirando insistentemente hacia algún punto del lugar; llevo mi vista a esa parte. Ciertamente yo estoy más salada que la vagina de la Sirenita, porque Elvira y su grupo de amigas han decidido hacer su aparición en el lugar. Vuelvo mi vista nuevamente a Sean, esperando que él no haga lo que creo hará, pero lo hace, termina corriendo hacia ella y me deja sola.

Como mi hamburguesa mientras algunas lágrimas empiezan a descender por mi rostro. No entiendo como fui tan ilusa para pensar que algo cambiaría entre nosotros. Siquiera termino la hamburguesa cuando me levanto para irme, veo a Sean rogándole a la chica, seguramente para que hable con él. Eso duele y enoja a la vez.

—  Ojalá te dé diarrea con hipo.— musito, lágrimas rodando por mis mejillas.

Termino llamando a dos niños quienes se encuentran sentados en una mesa esperando a que su madre, quien le ha ido a comprar algo, vuelva.

— ¿Quieren ganarse cincuenta dolares?— pregunto; ellos lo piensan.

— Que sean cien— dice el mayor, a quien le calculo unos diez años. —, a cada uno.— agrega y yo quedo con la boca abierta ante los pequeños estafadores que tengo delante de mi. Son doscientos dolares de los cuales me tengo que despedir, pero lo vale.

— Bien, les daré cien primero y los otro cien se los entrego cuando cumplan la tarea. — ellos asienten y yo saco de la pequeña cartera que había traído lo acordado.— Les advierto que si fallan tendrán que devolverme el dinero.

— Nosotros no fallamos.— habla el menor, sorprendiéndome un poco.

— Bien. Ven a esa pareja — señalo y ellos asienten —, quiero que le echen este refresco encima a la... no, mejor que sea al chico porque ella no tiene la culpa de nada. Agréguenle también unas patadas. Si le meten dos de sus dedos en los orificios de su nariz y lo traen arrastrando a mi, estaría genial.

— Hecho.— dice el menor, tomando los cien dolares que le extiendo y el refresco que le doy.

Los dos se acercan por detrás de Sean y, como si así lo hubiesen planeado, al mismo tiempo le dan una patada en cada rodilla que hace que este quede arrodillado en el suelo y por último le echan el refresco en la cabeza. Ellos corren hacia donde estoy mientras Sean gritando se levanta. Reconozco que aunque no hicieron todo lo pedido ha salido mejor de lo planeado. 

— ¿Qué mier...?— cuestiona Sean, girando hacia donde los dos niños han corrido y cuando da conmigo termina abriendo sus ojos y yo enseñándole mi dedo medio.

Mil veces maldito Sean. No te deseo nada malo, solo que antes de cumplir los treinta se te salgan todos los dientes y quedes calvo.   

— Lo han hecho bien.— les digo a los dos niños, dándole lo restante del dinero.

— Te lo dijimos, nosotros nunca fallamos.— habla el mayor, sacando de su bolsillo una pequeña tarjeta y me la extiende — Cuando tengas cualquier problema, pequeño o grande, llámanos. Estamos a la orden, claro, siempre y cuando haya dinero de por medio.— y se van a sentar nuevamente. Joder, estos dos parecen haber salido de alguna pandilla de ganster.

Veo por última vez a Sean, quien nuevamente le ruega a su ex, y me voy de vuelta a donde nunca debí haber salido el día de hoy. Me repito lo tonta que fui al creer que algo cambiaría entre nosotros.

Siempre me digo que está bien de desplantes de su parte; en muchas ocasiones que lo olvidaré, pero este corazón mio es por demás masoquista. Se acostumbró durante años a ser una pelota que ahora le importa poco cuantas veces es rebotado.

Al final los humanos somos tontos, nos gusta sufrir por quien no se lo merece y de la misma manera hacemos sufrir a quien no lo hace. Sean no merece nada de mi parte, pero sigo aquí esperando por él. Realmente estúpido.


|Hola. ¿Qué les ha parecido el capítulo?

En lo personal, odié a Sean con todas mis fuerzas. Sí, sí, lo inventé yo misma pero soy libre de odiarlo. Por su parte, amé a Evan, él es puro amor; quisiera encontrar un chico como él y vivir una intensa historia de amor ajajaj. Ey, no me digan que esos chicos solo existen en libros en la vida real también los hay, solo hay que buscar un poco.

Bien, ya me despido. 

No se olviden de votar y comentar si les ha gustado el capítulo. Si pueden, déjenme en los comentarios qué les está pareciendo la historia hasta el momento y cómo creen que se irá desarrollando|.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro