Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

D I E C I O C H O


Capítulo dieciocho: Mi corazón comienza a latir por ti.


El clima en Boston por lo general es húmedo. Hoy no escapa de ello, pero tampoco impide que Drew y yo estemos sudados por llevar alrededor de veinte minutos jugando a la pelota en cada extremo  de la calle. 

Luego de semanas ausentándose, él solo llegó tocando a la puerta de mi casa y lanzándome un guante apenas le abrí. No soy ni tan buena lanzadora ni recogedora como él, pero cualquiera a menos de dos metros de distancia se defendería bien. 

Pero nada de eso es realmente importante. Lo importante es que él está demasiado callado y eso es por demás extraño, él está extraño. No hemos dicho una sola palabra, solo nos creemos David Price  y Chris Sales en plena disputa por ver quien es el mejor pitcher de los Boston red sox. 

— ¿Me vas a decir qué es lo que te tiene así?— pregunto, pero no obtengo respuesta de su parte.

Estoy a punto de lanzar la pelota, mas él con un gesto de mano me indica detenerme.

— Tiempo, ¡está pasando la dama de Winterfell! — exclama.

No sé a qué se refiere, pero eso no impide reírme. Busco sobre qué habla y no es de otra persona más que la señora Anderson, la vecina que vive a cinco casas de la mía. Trae puesto un largo vestido verde oscuro y un velo se encuentra cubriendo su cabeza.

— ¿Quién se supone es la dama de Winterfell?— pregunto, retomando el lanzar la pelota cuando ya ella ha pasado y no hay amenaza alguna de darle un golpe.

— Definitivamente tú arderás en el infierno por haber preguntado eso. —  riñe —¿En qué planeta vives?

— En uno ilógico, uno que está cubierto de agua pero increíblemente se llama Tierra. — él no responde porque nuevamente ha viajado a otro mundo. Un mundo donde él es el único habitante y yo un extraterrestre planeando invadirlo.

Calculo que pasan alrededor de diez minutos cuando finalmente pide que entremos a casa. Lo sigo, dejo el guante en la misma mesa donde él depositó el suyo junto a la pelota y me dirijo a la cocina en busca de dos sodas.

— Ten. —  le ofrezco una apenas vuelvo a la sala y me siento en el sofá junto a él. 

Su postura encorvada, sus codos reposando en sus rodillas y sus manos en su boca me dicen que está dándole vueltas a algo y yo debo averiguarlo.

— ¿Qué es lo que pasa?— resoplo al saber que nuevamente seré ignorada y todo porque su vista está perdida en la lata de refresco que le entregué.

Una lata de refresco es una simple lata de refresco. No es como si te fuera a aclarar alguna duda, te brindara sabiduría o te confesara la razón de tu existencia, pero aún así soy tonta de quedarme viendo la mía por largos minutos con la esperanza de encontrar en ella el eslabón perdido, pero todo lo que obtengo es el secreto de que la bebida ha caducado desde hace unos días. Bueno, por lo menos descubrí algo. Dejo de tomarme la soda, pero no le digo nada a Drew porque lo que no mata engorda, él puede tomársela.

Me sorprendo cuando él abre la lata y se toma el contenido sin detenerse por un segundo, porque Drew es uno de esos seres humanos extraños que aseguran no poder beber algo muy frío de manera rápida porque le duele el cerebro. Lo que no me sorprende para nada es que luego de terminar la bebida deje la lata en la mesa y eructe, hombres.

— Perdoname Dios, sufro de gases.— rio al verlo con sus manos extendidas a los lados y sus ojos fijos en el techo de la casa.

— Eres tan tonto.

— Pero así me quieres.— afirma con una sonrisa en su rostro, una sonrisa que no es capaz de llegar a sus ojos.

— ¿No sería una mala persona si no te quisiera? — cuestiono y él asiente.

La curiosidad es parte de la vida y yo confieso que soy demasiado curiosa al punto de averiguar por todos los medios lo que me causa intriga, pero esta vez decido dejar que él piense en todo lo que quiera. Sí, soy una buena amiga, una buena amiga que está apunto de comerse las uñas por saber lo que le pasa pero aún así no lo presiona.

Estoy por ir en busca de algo para comer, pero su voz haciendo eco en la sala me deja pasmada al pronunciar un escenario que nunca creí posible.

— Mi hermana está embarazada.— es lo que dice.

Busco algún indicio de que lo dicho sea mentira, pero Drew está serio. Además, él puede ser como sea pero no bromearía respecto a la vida de su hermana. Todo es cierto y aún así me resulta increíble creerlo. 

—  Mierda, siempre creí que ella quedaría para vestir santos.—  digo, tratando de procesar toda la información.

Emmy Smith no era tímida, tonta o ingenua, sino demasiado inteligente como para saber que por el simple hecho de que un chico susurre palabras de amor en su oído no significaba que estaba enamorado de ella, sino que lo más probable era que solo quisiera bajarle las bragas.

Ella era un gran saco de incógnitas y también una gran muralla impidiendo que titanes entraran en su fortaleza. Era capaz de socializar y relacionarse con otras personas, pero se caracterizaba más por ser desconfiada, reservada y cautelosa. 

El tipo de chica que piensa primero las cosas antes de hacerlas y tal vez era el hecho de pensarlo demasiado que nunca terminaba haciendo nada más que estudiar y comer libros con su vista;  con su miraba cargada de suspicacia, siempre eras el sospechoso y ella un investigador tratando de descubrir tu secreto para incriminarte.

Por todo esto, siempre creí que ella sería como la vieja de los Simpson, con un título pegado a la pared y siendo acompañada por el silencio de su casa mientras le acariciaba el pelaje a cuarenta gatos, pero me equivoque.

— ¿Quién es el padre de la criatura?— pregunto, porque eso es algo que llama mi atención teniendo en cuenta que nunca se le ha conocido un novio.

— No lo ha dicho, pero por un instante pensé en Jerome ya que siempre los veo juntos. Estaba a punto de ir a su casa para exigirle que se hiciera cargo; luego lo pensé mejor y llegué a la conclusión de que eso era absurdo.

— Ni tan absurdo, es hombre después de todo.

—  Un hombre quien parece temerle a una vagina.— rio un poco.

Ese era el concepto que se tenía del pobre hermano de Vanessa y no era para menos, con la única chica con quien logra relacionarse es con la hermana de Drew porque al parecer las demás son como horribles adefesios para él. No obstante, sabía que detrás de esa mirada inescrutable se escondía algo.

—  ¿Cómo tomaron tus padres la noticia?

—  Mal, desde que se enteraron se la han pasado echándose la culpa el uno al otro.

—  ¿Y cómo está Emmy? 

—  Bien. Ella solo suspiró, se levantó del sofá y dijo que saldría a buscar trabajo para que a su hijo no le faltara nada.

No me sorprende, pese a ser menor que yo siempre fue demasiado madura, tal vez esa era la razón por la que terminé por alejarme de ella. Demasiado seria y aburrida, aunque eso no impide que la admire un poco, porque si yo estuviera en su posición ahora, no dudo en que estaría llorando sentada en mi cama largándome los cabellos mientras me chupo el dedo gordo.

— Entonces, ¿qué harás?

— Emmy tiene que crecer y yo debo hacerlo con ella.

Eso si que me sorprende. Primero hablaba un perro a que Drew Madurara. 

Puede que ya sea todo un hombre, pero se podría decir que él solo ha crecido físicamente porque de lo demás seguía siendo un niño en el cuerpo de un adulto. No hablo de que el cerebro de Drew fuera del mismo tamaño que el de los elefantes, sino más bien de que al igual que un infante él no se tomaba nada enserio y a veces daba la impresión de que carecía hasta de sentido común.

Y ahora, cuando me dice que debe crecer, no por él sino por su hermana, resultaba hasta imposible imaginármelo.

—   Siempre pensé que serías como Rob Hilliard o Marcus Higgins, viviendo de bromas como el primero, promiscuo como el segundo y negándote a crecer como ambos.—  él ríe sabiendo que me refiero a los personajes de aquella películas que tanto nos gustaba ver— . Pero supongo que a la final serás como Lenny Feder, un hombre preocupado por el comportamiento de sus hijos, en tu caso sobrino o sobrina.— suspiro— Bien, en algún punto de nuestras vidas se ha de crecer y el tuyo ha llegado. Como tu amiga no me queda más que decirte que cuentas conmigo para lo que sea, menos para cambiar pañales.

—  Seré un Lenny, pero sin dinero. —  bromea— Gracias por todo, siempre he sabido que puedo contar contigo.—  dice sonriéndome y luego me abraza.

Una hora después, en la que solo hablamos sobre el tema, él se despide y como no tengo nada que hacer pienso en ir a visitar a Vanessa, pero eso será después de tomar un baño.

* * *


No tuve que escalar el castillo más alto para luchar con un dragón, solo fue cuestión de llegar a casa de Vanessa para encontrarme con uno. Ebba echando fuego por la boca trató de impedirme el paso, pero por suerte logré escabullirme como un ratón y llegar a la habitación de mi amiga, mas ella no valora mi esfuerzo y solo me ha ignorado.

Ella está extraña, de hecho, hoy todos están extraños. Y como no quiero ser la única cuerda en un mundo ilógico entonces me uno al club de los incomprendidos y me da por ser rara también.

Y ahí estaba yo, sentada en el escritorio que se halla en la habitación, con mis piernas cruzadas, unos lentes de pasta gruesa y un viejo libro que tomé prestado junto con un bolígrafo y haciendo las veces que soy una psicóloga. Yo en serio me metí en el papel de tratar que se desahogara y me confesara qué era lo que la tenía tan deprimida, enojada o cualquier sentimiento o emoción que pudiera sentir en estos momentos, pero ahora solo me mira con una expresión neutra.

Estos días Vanessa ha estado feliz. Era como ver a esas personas que con algunos tragos demás se reían por todo, hasta por cosas que solo tenían gracia en su cabeza. Llegué a pensar que hasta llegaba borracha a la universidad y por eso una vez revisé su bolso esperando encontrar una botella de licor, pero en vez de eso fue una rosa lo que hallé y me hice ilusiones de que tal vez se estaba dando una nueva oportunidad con alguien, por eso me sorprendió que apenas entrando a su habitación me encontrara con la viva reencarnación de un muerto. 

Su habitación nuevamente es un desastre, solo la lámpara cerca de ella logra alumbrar, por ende todo lo demás se encuentra a oscuras y le brinda un aspecto un poco aterrador.

— Esto es absurdo.— dice ahora con su vista fija en el posters de Shawn Mendes que tiene pegado en su puerta.

— No lo es.

— Claro que lo es — asegura.

—Bien, puede que lo sea pero el hecho es que quiero que te desahogues y me cuentes lo que te pasa.— estoy tan frustrada con su comportamiento que tamborileo con mis dedos el escritorio.

— Ya te dije que no me pasa nada.

— No se te olvide que soy una psicóloga reconocida y sé cuando las personas tienen algún problema.— la escucho bufar y llevo mi vista hacia ella— El tiempo corre señorita Williams y mientras lo haga más aumenta lo que me tienes que pagar y has de saber que es mucho dado que cobro por minuto.

— Realmente estúpido.— informa, pero se digna a mirarme por segundos para luego llevar su vista a sus manos — Siento que la vida me está pasando por encima. Estoy fracasando en todo lo que hago y las pocas cosas que me salen bien no las consigo disfrutar.

No era experta en el tema, pero sé que esas eran características de una persona perfeccionista.

— Por lo que comentas tienes un leve Trastorno Anancástico de la Personalidad.

— ¿Y con qué se come eso o que?— pregunta, mirándome tal vez por un segundo.

— Lo que quiero decirte es que puedes tener tendencia a ser perfeccionista.—informo — Herencia o ambiente, en tu caso posiblemente existan tres razones—puntualizo con mis dedos—: tener una madre autoritaria que te exige notas perfectas; tener un hermano exitoso que logró entrar a Hardvard y ganarse una beca, tal vez sientas que debes estar a su altura; y, ser hija de una madre perfeccionista.

— ¿Y es malo serlo?— pregunta esta vez dejando de jugar con sus manos para quedárseme viendo, esperando alguna respuesta.

— Todo tiene sus ventajas y desventajas.— respondo, subiendo un poco los lentes que han descendido por mi nariz— Desde mi punto de vista no es malo ser perfeccionista, después de todo no hay nada de malo en creer que se puede hacer todo bien, pero eso cansa y a la larga sentirás que nada te complace. No es muy sano tratar de ser el mejor en todo.— concluyo.

— Comprendo.

— Aunque claro, lo tuyo lo atribuyo más al hecho de que recientemente has pasado por el trago amargo de una infidelidad, porque aunque a veces eres pesimista y un poco depresiva dudo mucho que una persona perfeccionista tenga su habitación como la tienes tu, y menos deje sus bragas y calzones regados por el piso.— digo viendo el desorden que es su habitación — Lo que no me explico es por qué estás de ese modo cuando hace unos días estabas rebosando de felicidad, hasta pensé que estabas saliendo con alguien.

— Lo estoy.— susurra más para ella que para mi.

— ¿Lo estás?— ella asiente —  ¿Y entonces?— pregunto caminando hasta ella y me siento a su lado. Ya es tiempo de que deje el papel como psicóloga y le dé paso a la amiga. 

—  No es lo que esperaba.

— ¿Te hizo algo? Te juro que si te hizo algo voy y lo castro.— ella no responde y yo termino alterándome por un pensamiento que ha cruzado fugazmente por mi cabeza— Ya sé, ¡te tiene amenazada!— chillo, asustándola un poco.

— Ves cosas donde no las hay.

— Si no es así, entonces no entiendo nada.

— No hay nada que entender.

— Si lo hay, pero como no quieres decirme nada mejor dejo de insistir. Solo te diré algo, cualquier cosa que te tenga así no vale la pena. No te preocupes tanto y solo vive a tu manera, después de todo tu vida te pertenece y yo seré feliz con cualquier decisión que tomes.

— No creo que te haga feliz la manera en que estoy viviendo ahora.— comenta y veo lágrimas rodar por sus mejillas.

— Bueno, no es como si hubieras vuel...— y lo entiendo cuando ella rehuye de mi mirada — ¡¿Eres tonta o qué?!— termino explotando y levantándome de la cama— Demonios, ese chico trataba mejor al suelo por donde pasaba que a ti. Te humilló de todas las maneras posibles y aún así... ¿has vuelto con él?, ¿por qué?— pregunto, rogando para que haya escuchado mal, pero ella se echa a llorar y yo a sentirme mal por lo que dije.

— Tu misma lo has dicho, porque soy tonta Brad. Solo por eso.

Entiendo que no debo inmiscuirme en sus asuntos por mucho que me enoje, que es su vida después de todo y que estoy siendo un poco hipócrita al decirle tonta cuando yo he sido también una de ellas ya que prácticamente me he arrastrado por Sean.   

— No eres tonta, solo estás enamorada. Cuando se está enamorado eres todo menos inteligente.— digo, llegando hasta ella, quien no pierde tiempo en abrazarme y llorar en mi hombro. — Ciertamente hubiera preferido que me dijeras que te has vuelto puta o vendes drogas, pero no se le puede hacer nada. — ella ríe un poco y me suelta.

— ¿Me apoyas?— Pregunta, limpiándose el rostro con el dorso de sus manos y yo niego.

— Apoyo todas tus locuras, hasta si me dijeras que quieres cambiarte de sexo, pero en esto no. — ella me mira con tristeza — No puedo apoyar la muerte de una amiga, porque eso es lo que harás, irás muriendo por dentro con cada día que pases a su lado. 

—  Entiendo. ¿Crees que Hannah se moleste?—  niego a su pregunta.

—  No lo hará. Sabes su frase: tu vida, tus decisiones, tus consecuencias. Ninguna de las dos te apoyaremos, pero no significa que te dejaremos sola. Todos pronosticamos lo que va a suceder, hasta tu, y aun así estaremos para ti cuando caigas nuevamente y no será precisamente para decirte: te lo dije, sino para llorar juntas.

Termino despidiendo me de ella, porque aunque he dicho lo que he dicho no puedo evitar sentirme impotente por su elección.

Uno siempre espera ser feliz, pero increíblemente aunque esta se nos presente terminamos escogiendo el camino que nos lleva al sufrimiento. Tal vez la vida no es tan complicada, quizá nosotros mismos somos que la volvemos de esa manera con nuestras decisiones.

Llego a mi casa y mi abuela me da el recado de que Hannah ha llamado diciendo que pasará por mi y por Vanessa en la noche para ir a la fiesta de su madre. Se me había olvidado por completo y estoy segura de que Vanessa tampoco lo recuerda y si lo hiciera igualmente no asistiría.

***

Hannah me ha engañado.

Tal vez no lo hizo adrede y su excusa de que se le hizo tarde arreglando a su madre sea cierta, pero inconscientemente me está poniendo en peligro al ser su hermano quien se encuentra parado en la puerta de mi casa con una enorme sonrisa y no ella.

Se ve bien, más que bien con un traje negro que le queda casi ajustado a su cuerpo y su cabello peinado hacia un lado. Parece uno de esos chicos que salen en Pinterest: sexy y denotando cierto aire de chico malo. 

De verdad que he tratado de escapar del demonio, pero él siempre aparece para hacerme saber que aunque puedo correr siempre me atrapará. Resignada, lo invito a pasar a la sala y subo para terminar de arreglarme o mejor dicho empezar a arreglarme.

En todo lo que pensé cuando Hannah me invitó a la fiesta de su madre fue en qué iba a ponerme; no podía ir en pantalones, vestidos cortos y el único largo que tenía era el que se hallaba en una caja guardado, creyendo que nunca más me lo pondría. Me equivoqué, aquel vestido color vino que había usado hace casi un año en el baile de graduación era el mismo que ahora me encargaba de poner en mi cuerpo. Ruego porque no haya subido de peso y aún me quede, porque si no es de esa manera entonces tendría que enrollarme con una sábana o una cortina.

El vestido aunque sencillo era hermoso, no contaba con grandes extravagancias como alguna piedra preciosa sino con la simpleza de unos tirantes, un escote en tipo V, ceñido hasta la cintura y a partir de ahi se extiende en sencillos volados hasta mis pies.

Sonrío satisfecha con el resultado. Tanto el vestido; mi cabello completamente liso y el maquillaje habían quedado perfecto. Parecía una princesa y lo mejor, o peor de todo, es que un pervertido príncipe me esperaba abajo para hacer quién sabe qué travesura. Evan es tan descarado que no dudo en que puede preguntarme: Ey Brad, ¿Qué te parece si te subes en mi caballo? Y es obvio que no hablo del animal de cuatro patas. 

Estoy bajando las escaleras cuando veo a Ellen subiendo. Ella me mira con una sonrisa y se detiene frente a mi.

— ¿Vas a algún lado?

— Que va. Solo me levanté hoy y me dije: Brad, ¿qué te parece si te pones tu mejor vestido y desfilas por el vecindario?— me mira con confusión— Es sarcasmo Ellen, sarcasmo. Voy a una fiesta.

— Oh, ¿con el chico que está en la sala?— asiento— Disfrútalo entonces.

Retomo mis pasos nuevamente y llego a la sala donde se encuentra mi abuela conversando con Evan. Parece encantada con él, mientras que yo busco de todas las maneras una posible solución para este enredo en el que me he metido sin darme cuenta. 

—   Podemos irnos.— aviso.

La enorme sonrisa que me da Evan al momento de verme sería digna de plasmar en un retrato. Es como esas sonrisas que le da un novio a la novia cuando camina por el altar hacia él. La sonrisa de un tonto enamorado.

— Estás hermosa.— le sonrío como agradecimiento.

— Salió a su abuela.— bromea ella y él ríe.

— Bien, será mejor que nos vayamos.

Para el momento en que salimos de casa se me hace extraño que Evan no haya unido nuestras manos, pero no digo nada y me dispongo a subir a su auto. Por un momento me pareció que se quedó viendo hacia la casa de Sean, pero han de ser suposiciones mías. 

Sean, Sean, Sean. Hasta recordar su nombre me hace tener un amargo sabor de boca. Estos días él se ha encargado de atestar mi buzón de mensajes con disculpas innecesarias y yo me encargado de atestar el suyo con un punto, seguido de un palito y otro punto, sí, lo sé, soy demasiada romántica.  Subo al auto rápido, sin esperar a que Evan abra la puerta para mi, porque Sean es capaz de aparecer en los momentos menos oportunos, y lo último que quiero es que arruine la noche al pedirme perdón por lo sucedido hace unos días.

El camino es demasiado silencioso. Evan solo está concentrado en manejar y yo pienso en lo que puede estar pasando por esa cabeza, pero no doy con nada así que hago silencio hasta que llegamos a la fiesta.

No le doy tiempo a Evan de ser un caballero y salgo del auto y él no me da tiempo de siquiera sacarme la bendita braga que ha decidido meterse hasta el fondo de mi trasero cuando me toma de la mano y avanzamos. Cruzamos la casa hasta el jardín donde se desarrolla la fiesta y ahi se encuentra Maya dando algunas palabras de agradecimiento.

No le presto la mayor atención a lo que puede estar diciendo porque la verdad los discursos siempre me han parecido tediosos de escuchar, por lo que termino visualizando cada detalle del lugar. La iluminación, el servicio y la decoración en general es excelente, lo que no va a ser excelente para mis pobres pies en tacones es que no hay donde sentarse. Todos visten elegante y todos han de pertenecer a la crema y nata de la sociedad, excepto yo que he de ser un pudin.

Para el momento en que Maya termina de dar el discurso empieza a hablar con los invitados como la buena anfitriona que es. Finalmente llega a nosotros y me parece reconocer expresiones de curiosidad ante el hecho de que su hijo sostiene mi mano. Eso me incomoda e intento zafarme del agarre de Evan, pero él sosteniéndome más fuerte lo impide. Él la felicita dándole un fuerte abrazo y como no quiero ser descortés hago lo mismo. Logro respirar con tranquilidad cuando se va a atender a otros invitados.

Muchos empiezan a saludar a Evan y muchas parecen estar follándoselo con la mirada. No las culpo, Evan puede inspirar cualquier tipo de pensamiento y más si son sucios, pero esos pensamientos por hoy quedarán resguardados en sus cabezas porque esta noche él es mio.

— Bailemos.— ni siquiera es una invitación, no cuando avanza conmigo sin siquiera decirle que sí.

Llegando a la pista él no pierde tiempo para tomar mis manos y llevarlas detrás de su cuello y menos para rodear mi cintura con sus brazos y atraerme a su cuerpo. Sus labios a escasos centímetros de los míos me tientan, pero logro controlarme y solo cierro mis ojos y me dejo llevar por la música que para colmo es romántica.

Doy un respingo al sentir algo frío descender por mi cuello, brazos y parte de mi espalda. Joder, alguien me ha lanzado una maldita bebida y ese alguien no puede ser otra más que Mandy. Ella me mira con diversión y si no fuera porque Evan está ahi conmigo se hubiera atrevido a reírse en mi cara.

— Lo siento, me tropecé.

— No te tropezaste una mierda, Mandy.— reprocha Evan.

Ella sigue insistiendo en que sí; Evan en que no y yo todo lo que puedo pensar es en alguna forma de controlarme para no asesinarla. Hemos llamado la atención de algunos invitados, así que como lo último que quiero es arruinar la fiesta termino sonriéndole de manera afable.

— No te preocupes, es muy común tropezarnos.— miro a Evan— ¿Dónde queda el baño? debo limpiarme.

— Oh, yo te llevo.— propone la chica.

— Tu no llevarás a nadie a ninguna parte — dice Evan molesto—, Ven.— tomo la mano que me brinda y nos adentramos a la casa.

— La mataré.— digo de manera tranquila — Le iré quitando la piel poco a poco con una afeitadora. Si fuera hombre atravesaría sus pelotas con un alambre y la guindaría de alguna parte para que todo el mundo la vea.— Evan ríe tal vez pensando que bromeo.

Él me escucha seguir hablando de planes macabros para terminar con la vida de la perra de Mandy, hasta que nos detenemos frente a una puerta.

— Llegamos.— dice abriendo la puerta y sin más paso.

A la habitación de Vanessa le daría envidia este lugar. Todo está pulcro y cada cosa está en su sitio. Pero hay cosas en la decoración que están demás, una de ellas es el chico parado en la puerta.

— ¿Y tu por qué entraste?— pregunto en tono de reproche.

— Te puedes perder.— no me gusta la sonrisa ladina que me regala porque hace que quiera hacer muchas cosas con él y aunque en todas las que se me ocurren terminamos disfrutando sé que no sería lo correcto.

— A menos de que me vaya por el retrete no veo como.—tomo una pequeña toalla y empiezo a mojarla para limpiarme.

Mi corazón se detiene cuando lo veo avanzar y llega hasta a mi bajando el cierre del vestido. Una corriente atraviesa mi cuerpo al uno de sus dedos tocar mi desnuda piel y sus labios dejan un beso en mi cuello. Mi cara es de incrédula sorpresa, eso me ha agarrado con la guardia baja.

— ¿Qué? — pregunta, viéndome a través del espejo. Luego me quita la toalla de la mano y suelto el aire que no sabía estaba conteniendo cuando agrega—: solo quiero ayudarte. No resultará problema para ti limpiar tus brazos y cuello, pero dudo que llegues a tu espalda.— asiento y él empieza a pasar la toalla por mi cuerpo.— Un pajarito me dijo algo.

— Los pájaros no hablan.— interrumpo y él ríe.

— Pues este sí.— asegura, deteniendo lo que hacía.

— Bien, ¿y que te contó ese pajarito?— la expresión en su rostro ha cambiado y ha dado paso a una de seriedad.

Nunca he visto a Evan tan serio. Espero por su respuesta, pero él solo me ve a través del espejo hasta que finalmente lo suelta.

— Belleza, ¿te gusta alguien?— es lo que dice.

Ignoro el hecho de que hace días me ha puesto uno de esos motes que tanto les gusta ponerse los novios y me concentro en su pregunta. Nunca le he dado motivos para pensar de esa manera.

— ¿Quién te ha dicho eso?— pregunto, girando mi cuerpo para verlo.

— Eso no es lo importante, sino que me respondas— su mano toma mi mentón y uno de sus dedos pasa por mi labio inferior. No sé si es por inercia o por otra cosa pero termino cerrando mis ojos y cuando los abro me encuentro con su rostro demasiado cerca.— Ten presente esto, si dices que sí te dejaré en paz y si dices que no pues estaré detrás de ti.— su cálido aliento acariciando mis labios se convierten en plegarias para besarlo.

Quiero responderle porque ésta tal vez sea mi única oportunidad para alejar a Evan, pero él no juega limpio sino demasiado sucio para dejar cortos besos en mis labios; también para que sus manos hagan contacto con mi espalda baja y sus dedos reposen en el inicio de mi trasero. Se me olvidaba que si no fuera pervertido entonces no sería Evan.

— Estás haciendo trampa.— logro pronunciar — No me estás dejando pensar claramente.

— Cuando quiero algo, también puedo jugar sucio.

— ¿Y qué quieres Evan?— pregunto en un jadeo.

— No eres tonta Bradley, sabes que me gustas. — él ríe sobre mis labios y esa es una deliciosa tortura — Al parecer después de todo no soy tan romántico, no cuando me he confesado en un baño. — intento besarlo pero él lo evita— si bajo el cierre y hago a un lado los tirantes el vestido bajará y no habrá marcha atrás ¿lo sabes, cierto?

— Que maldito, ya bajaste el cierre.

— También los tirantes— dice riendo y confirmo lo que ha dicho— . Ahora falta que caiga lo más importante.

Sé que sigue hablando pero no puedo prestarle atención cuando sus labios moviéndose parecen una invitación a pecar. Y lo hago, tomo su rostro y sin temor a arrepentimientos lo beso. Tengo el control del beso solo por segundos porque lo pierdo cuando su mano se enreda en mi cabello y sus labios atacan los míos con exigencia. La forma en que sus suaves labios se mueven sobre los míos resulta maravilloso.

Mi cuerpo empieza a encenderse en partes que conozco muy bien, sobre todo en mi parte baja que para el momento está húmeda y llega a ser dolorosa. Increíblemente me estoy excitando por un beso.

Él rompe el beso para observarme un momento y nuevamente me besa, pero esta vez atrapa mi labio inferior succionándolo; luego siento un mordisco y aunque resulta un poco doloroso también es en extremo delicioso. Se me escapa su nombre en un jadeo que para mi resulta vergonzoso pero para él es todo lo contrario, pues se separa y me sonríe.

— Me gusta como suena mi nombre en tus labios.

Y me besa nuevamente, solo que esta vez no es por mucho tiempo ya que alguien tose.

— ¿Y no te gusta cómo suena en los míos, sobrino?— pregunta una mujer, posicionándose a nuestro lado y empezando a maquillarse— Ciertamente no puedo hacer lo que la rubia, pero dame créditos por haberte puesto el nombre.

Perplejos, así ha de ser nuestras caras al verla de lo más relajada echándose lápiz en los ojos.

— Por supuesto que sí tía. — dice riendo Evan.

Alterno mi vista entre ambos y he de reconocer que se parecen demasiado, hasta parece que ella fuera la verdadera madre de Evan y no Maya.

— Bien. Ahora, ¿quién es la rubia a quien parece gustarle demasiado el trasero de mi sobrino?— pregunta mirándome.

No entiendo a qué se refiere hasta que veo mis manos apretando el trasero de Evan, así que rápidamente las quito de ese lugar y le digo mi nombre de manera segura, aunque por dentro me muero de vergüenza y ella parece notarlo porque me sonríe.

— No te preocupes rubia, yo hice cosas peores a tu edad. — dice pintando sus labios— No soy de mente cerrada como muchos. Si quieren fornicar, pues no le veo el problema. Ah, recuerdo cuando tenía 

— No la escandalices con tus historias tía— interrumpe Evan.

— Solo iba a contarle el día de mi boda. Pero bueno, otro día será Bradley— asiento viéndola meter su maquillaje en su cartera— Te me haces conocida.— dice con su ceño fruncido, pero al no lograr recordarme se va.

— Te has sonrojado— dice Evan sonriéndome.

— Es normal, siento tanta vergüenza con tu tía que quiero que la tierra me trague y me escupa en algún país del continente asiático.— ese beso me nubló tanto la razón que no es hasta que sus manos me agarran de la cintura y me bajan del lavamanos que me doy cuenta que mis pies ya no tocaban el suelo.

— ¿Por qué en Asia?— pregunta, empezando a subir el cierre y yo hago lo mismo con los tirantes.

— Porque quiero casarme con un asiático, obvio.— respondo a modo de juego, empezando a verme en el espejo y peinar con mis dedos el desastre que es ahora mi cabello.

— Eso no fue gracioso.— parece molesto con su ceño tensado; y me toma por sorpresa que apenas me dispongo a girar mi cuerpo me veo acorralada por él. — Te casarás conmigo.

Nuevamente nace esa corriente en mi cuerpo; las punzadas en mi vientre y mis piernas y mi corazón parecen temblar. Todos mis sentidos empiezan a fallar. Esto no es bueno.

 —  Deja de bromear.—  digo y él sonríe.

—  ¿Te pongo nerviosa Bradley?— pregunta de manera socarrona.

—  Por supuesto que no.  — miento y como puedo empujo su cuerpo y empiezo a caminar, pero su mano sosteniendo mi brazo me detiene. Quiere decir algo, pero a la final solo sonríe y toma mi mano para salir del baño.

Joder, a veces no sé cómo reaccionar ante Evan, pero lo que sí sé es que no me podré deshacer tan fácilmente de él. Tuve la oportunidad, pero la desperdicié. Culpo a las hormonas de ello.

Cuando salimos nuevamente al jardín Hannah y Spence nos intercepta, así que nos quedamos hablando con ellos. Evan ríe por algo que dice su hermana, pero yo todo lo que hago es verlo y él se da cuenta de eso. Lo veo posicionarse detrás de mi y pasar sus brazos por mi cintura; ahi me quedo, pensando en lo bien que se siente estar en sus brazos. 

Él es como una brisa fresca en el verano más caluroso; como la lluvia en tiempos de sequía o sencillamente como una luz en la tinieblas. Y aunque lo sé, aunque sé que él representa la parte buena, soy tan estúpida como para no aceptarlo completamente en mi vida. No obstante, he de admitir empieza a gustarme Evan, porque de otra manera no me explico cómo es que me vuelvo loca cada que me besa.

* * *


Como pudieron darse cuenta Sean no apareció en este capítulo. La razón de ello es que está molesto y mandó a decirles algo, cito: "En vista de los muchos comentarios que dicen no quererme me vi en la obligación de comprar dos lobos siberianos e irme a vivir a la Antártida en compañía de los pingüinos. No obstante, si alguien me quiere aunque sea un poco que me lo haga saber y volveré para hacer mas interesante la historia, mientras no". 

Oh, pobre Sean, no sean tan duras con él, sí, el chamo se hace odiar pero es importante en la trama. ajajjaja.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro