Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

* 43 *

OBS: Leer el cap con la música del video en multimedia.

Esa noche casi no durmieron de los nervios y pensamientos que los llevaban a cada uno a lo que habían vivido antes. Por la mañana siguiente, luego de tomar una ducha y desayunar, Esme se dirigió a lo de Tefi, donde más tarde también irían las otras chicas para empezar con el proceso de prepararla para la final.

Allí habló con su amiga y le contó las cosas que habían sucedido, ella la escuchó sonriente y contenta por todo lo que Esme estaba viviendo. La hora pasó muy rápido y la tan esperada gala llegó antes de lo que pudieran imaginar. Esme y Leo, tomados de la mano, esperaban ansiosos el momento de salir al escenario.

Al inicio del concurso, un representante de cada grupo sacó un número que equivalía al orden en el que les tocaría participar. Germán, sacó el número tres. El evento era largo, había muchos invitados y todo estaba preparado para aumentar el nerviosismo entre los concursantes, podía tocarse con las manos el alto nivel de rivalidad que flotaba en el ambiente, pero Esme no se dejaba llevar por eso, sino por el miedo que tenía a fallar, a defraudar a todos los que por primera vez habían confiado en ella y le habían dado el lugar que por tantos años esperó.

—No seas ridícula —dijo Tefi cuando ella le mencionó su temor más temprano—. Deberían estar agradecidos contigo, ganes o pierdas, si yo fuera tú ni siquiera los habría ayudado en primer lugar —zanjó decidida. Esme solo negó encogiéndose de hombros. Quizás era cierto, quizá viéndolo de afuera era más sencillo decir que no, vengarse de quienes le habían hecho la vida imposible, pero ella no era así, además, siempre había querido ser parte del grupo y aunque estuvieran terminando el año, al menos por un rato le gustaba experimentar lo que se sentía, e intrínsecamente era una prueba para ella misma—. Además, si no fuera por ti ya se hubieran eliminado en la primera ronda —añadió.

El primer grupo que salió lo hizo genial, lo que aumentó los nervios de todos los concursantes. El presentador los despidió del escenario y llamó a unos invitados que entre en medio de los miles de anunciantes que patrocinaban el evento, iban presentando sus números.

—¿Quieres que salgamos a tomar algo un rato? —dijo Leo cuando llamaron a un nuevo invitado. Cada uno tardaba como diez minutos en escena y todavía quedaban dos antes de que saliera el segundo concursante, justamente el grupo de Susana.

—Vamos —aceptó Esme que sentía que el tufo del salón le estaba empezando a marear.

Fueron hasta el exterior del teatro donde estaba llevándose a cabo el festival, había una pintoresca cafetería situada justo al frente. Cruzaron la calle tomados de la mano y se sentaron en una mesa. Leo pidió un café y Esme un jugo natural.

—Mamá y tus padres llegarán en un rato —dijo Leo que acababa de recibir un mensaje de Bea en su celular.

—Estaba pensando en que si todo sale bien hoy, podríamos ir a cenar todos juntos e intentar decírselo a mis padres, ¿no te parece? —inquirió la muchacha.

—Es una buena idea —dijo Leo sintiendo que los nervios aumentaban en un cien por ciento ante aquella opción.

El mozo les acercó sus bebidas, pero entonces una persona se acercó a la mesa.

—¿Es por esta cosa que me dejaste, Leonardo? —Sorprendidos, ambos levantaron la vista. Una muchacha de pelo rubio y desaliñado, ojos delineados con un fuerte lápiz negro, enormes ojeras y labios muy rojos los miraba a ambos.

—¿Vicky? —preguntó Leo como si de pronto se sintiera en un sueño, en una pesadilla más bien.

—¿Ya no me recuerdas? —inquirió la muchacha y colocó los brazos en jarra y soltando una risita que resultaba algo desgarradora—. ¿Me dejaste por este cerdo? —preguntó. Esme tragó saliva confundida, sorprendida e incómoda. Leo se puso de pie y echó la silla en el proceso.

—¡¿Qué demonios haces aquí?! —preguntó desconcertado y molesto.

—Vine a recuperar lo que es mío, Leonardo —zanjó la muchacha decidida—. Pero debo admitir que no me esperaba verte con... esta... ¿No que la odiabas? ¿No que vivir con ella era lo peor que te había sucedido? ¿No que te daba asco y repulsión? —gritó.

Esme no pudo contener las lágrimas y aunque quiso levantarse y huir de aquel sitio, no lo hizo, era como si algo la hubiera anclado a aquella silla.

—¡Vicky! ¡Estás enferma! ¡Vete de aquí! —exclamó acercándose y tomándola por el brazo.

—¡No! ¡No me iré hasta que regreses conmigo! —dijo la muchacha que de un minuto al siguiente cambió su actitud histérica por una llorosa abrazándose a Leo y suplicándole que volviera con ella.

—Vicky, debes marcharte, te estás humillando —añadió Leo con pena en su voz, no le gustaba verla así.

—No me iré, no... no... yo te amo, no me dejes... por favor, no puedo, no sin ti... no sola... —Lloriqueó la muchacha.

—Vete, Vicky, no lo hagas más difícil —dijo Leo apartándose de ella.

—¿Eso es lo que quieres? ¿Quieres que me vaya? ¿La prefieres a ella? —inquirió mirando a Esme, Leo solo asintió—. Me iré, pero creo que antes deberías ver esto —añadió sacando el celular y dejándolo frente a Esme.

Esme vio las fotos que tenía en frente, eran de ella agachada. Su trasero tenía letras, lentes y pelucas que habían sido agregadas con alguna aplicación, debajo de esas fotos leyó los siguientes mensajes:

«Seguro que está haciendo las magdalenas para que el novio le dé un poco de alegría esta noche. Debería estar agradecida por eso jajajaja».

«Aún no me explico cómo lo hacen, el tipo es un fideo... ¿No tiene miedo de morir aplastado? Ha de ser una especie de deporte extremo».

Las lágrimas empezaron a rodar, recordaba ese día, había hecho magdalenas y se las había dado a Leo. Hacía tiempo de eso, pero igual le dolía, le dolía mucho, demasiado... ¿Cómo había podido creer que Leo gustaba de ella?

Leo arrebató el celular, pero ya era tarde.

—No, Esme... no es lo que crees, eso fue hace mucho... —dijo Leo mientras Vicky comenzaba a carcajearse.

Esme se levantó secándose las lágrimas como pudo y salió de allí corriendo, casi tropezando con las sillas y manteles de las demás mesas.

—¡Eres una idiota! ¡Vete, no quiero verte nunca más! —gritó Leonardo empujando a Victoria y echándola al suelo. El mozo corrió para ayudarla a levantarse e intentó detener a Leo, pero este ya había salido corriendo del local.

Esmeralda llegó al teatro y se encerró en el baño, envió un mensaje a su amiga diciéndole que viniera a verla, que estaba muy mal. Tefi apenas recibió el mensaje corrió hasta el sitio y allí se encontró con Esme convertida en un mar de llanto negro que rodaba por su mejilla y se llevaba con él gran parte de su maquillaje.

—¿Qué demonios sucede? —inquirió la muchacha.

Esme se lo contó como pudo, entre sollozos y lágrimas, Tefi no dijo nada, no tenía palabras para ese momento, pero la abrazó y la contuvo. Por los altavoces escucharon que llamaban al segundo grupo.

—Debes calmarte y cantar —pidió Tefi mirando a su amiga a los ojos mientras le secaba una lágrima.

—No puedo... no quiero —lloriqueó la muchacha.

—Debes hacerlo, no por los chicos sino por ti, Esme, para demostrarte a ti misma que eres fuerte a pesar de todo lo que cualquier imbécil te haga sentir. No puedes dejar que esa zorra arruine lo mejor que has logrado en este tiempo, la confianza en ti misma y en tu capacidad...

—Yo solo... confiaba en mí porque Leo lo hacía —susurró entre sollozos.

—No seas idiota —dijo Tefi con rabia empujándola suavemente para que reaccionara—. Creí que ya habías aprendido que tu vida no depende de un chico, Esmeralda. Si él no te valora y es un imbécil es problema de él, tú te levantas, te sacudes y haces lo que sabes. Demuéstrale que no respiras por él aunque por dentro te desgarre el alma. Eres fuerte, has demostrado serlo durante todo este tiempo. Hazlo por ti, para demostrarte a ti misma que puedes sola —añadió.

Esme no dijo nada, Tefi le dio una mano para que se levantara y la sacó fuera del cubículo en el que se había metido. Frente al espejo, suspiró preguntándose cómo haría para arreglar aquel desastre en el que su amiga se había convertido. Entonces no se le ocurrió nada más que pedir ayuda. Mandó un mensaje a Nadie pidiéndole que viniera con sus maquillajes pues había una emergencia, en cuestión de segundos la chica y sus dos amigas estuvieron allí.

—Demonios, ¿qué sucede? —inquirió Luli asustada al ver a Esme toda llorosa.

—Problema de chicos —dijo Tefi negando—. Deben prepararla, nos queda menos de media hora para nuestro turno —añadió.

Las tres se pusieron manos a la obra y en menos de diez minutos Esme estuvo lista de nuevo.

—No llores —dijo Luli mirándola con tristeza—. No dejes que un chico empañe tu día —añadió.

—¿Saldrás a cantar? —preguntó Nadia y Esme asintió con pesar.

—No les voy a fallar —suspiró.

—No es por nosotros, Esme —dijo Camila—. Es porque lo haces genial y no deberías dejar que nada ni nadie te aparte de algo para lo que eres buena o te gusta hacer... No sabemos qué sucedió con Leonardo, pero sabemos que debe ser por él por quien estás llorando, lo único que puedo decirte es que no estás sola... A todas nos han roto el corazón alguna vez.

—No hemos sido las mejores amigas durante estos años —añadió Luli—, lo sabemos... pero podemos entender cómo te sientes, solo no dejes que él se dé cuenta, sé todo lo fuerte que puedas.

—Te estaremos apoyando, sabemos que lo harás bien —dijo Nadia entusiasmada.

Las tres chicas salieron del baño dejando a las amigas de nuevo solas. Tefi abrazó a Esme y luego la miró a los ojos tomándola de las manos.

—Deja todo en el escenario, tu rabia, tu dolor, tu frustración. Anda, demuéstrale al mundo que eres la mejor —añadió abrazándola de nuevo.

El presentador llamó entonces a los alumnos de su colegio y Tefi tiró de ella haciéndola caminar con prisa para llegar al escenario.

Germán estaba nervioso, ya todos estaban en sus lugares, solo faltaban Leo y Esme. Miró de reojo a sus compañeros preguntando si alguien sabía algo, pero solo el silencio fue la respuesta. El presentador preguntó si todo estaba en orden y él asintió nervioso.

Esme apareció entonces por un costado y trastrabillando cruzó el escenario para llegar al centro y detenerse ante su micrófono. La sarcástica risa de Susana mirándola desde uno de los asientos de adelante la hizo reaccionar. El mundo pareció detenerse un instante, Germán hizo un gesto a uno de los compañeros que observaba tras la cortina y cuando estaba por pedirle que reemplazara a Leo, este apareció de entre el público, sudoroso, trepando por el escenario con la cara colorada y las facciones desencajadas. Se detuvo al lado de Esme quien lo ignoró como pudo mientras intentaba tragar aquella bola de lágrimas que se había formado en su garganta.

—¡Leo! —chistó Germán haciéndolo volver en sí para que se dirigiera a su sitio y alistara su guitarra, y así lo hizo. Los primeros acordes de la canción comenzaron a sonar y Esme cerró los ojos intentando encontrar la paz en su interior.

Ya me han dicho que soy buena para nada
Y que el aire que respiro está de más
Me han clavado en la pared contra la espada
He perdido hasta las ganas de llorar

Tomó decidida el micrófono entre sus manos y abrió los ojos, la gente la observaba en silencio, muchos pares de ojos desconocidos la miraban solo a ella, sintió como si pudieran leerle, como si pudieran ver en su interior el dolor que manaba de su corazón.

Pero estoy de vuelta estoy de pie y bien alerta
Eso del cero a la izquierda no me va.

Entre aquellos ojos de desconocidos descubrió a su familia. Magalí la miraba con una expresión que nunca había observado en su rostro: orgullo, su padre sonreía y Coti cantaba mientras ondeaba un cartel que decía el nombre de su colegio, del grupo y la frase: «los mejores» en letra desprolija de niña pequeña. Al lado de ella Beatriz le sonreía animada.

Ouh ouh oh
Creo, creo, creo en mí
Ouh ouh oh
Creo, creo, creo en mí

Sacó el micrófono del pedestal y caminó unos pasos hacia el centro del escenario. Un calor intenso se le encendió en el pecho, una sensación poderosa la tomó presa, sabía que podía hacerlo, podía convertir todo su dolor en canción, siempre había hecho eso.

No me asustan los misiles ni las balas
Tanta guerra me dio alas de metal, ah
Vuelo libre, sobrevuelo las granadas
Por el suelo no me arrastro nunca más
Ya no estoy de oferta estoy de pie y bien alerta
Eso del cero a la izquierda no me va.

Su voz retumbaba en el teatro y la gente comenzaba a vibrar, podía sentirlo, podía percibirlos a todos en su sintonía, estaban recibiendo lo que ella les daba, estaban bebiendo de la potencia de su voz.

Ouh ouh oh
Creo, creo, creo en mí
Ouh ouh oh
Creo, creo, creo en mí

Caminó entre los músicos mirándolos uno a uno, compartiendo un segundo de escenario con ellos, comiéndose al público con su talento y adueñándose del momento.

Todos somos tan desiguales
Únicos originales
Si no te gusta, a mí me da igual
De lo peor he pasado
Y lo mejor está por llegar

Se detuvo al lado de Leo para cantarle esa parte y el chico no pudo más que sonreír, estaba orgulloso de ella, era la dueña de aquel momento, tenía al público entero en sus manos, probablemente también a los jurados y a los demás concursantes, pero sobre todo a él, que volaba a su merced guiado por su tono de voz, por la fuerza y la melancolía de la canción. Esme se acercó mucho, lo miró a los ojos, desafiante, fuerte, decidida.

Yo creo en mí...
Ouh ouh oh

Creo, creo, creo en mí
Ouh ouh oh
Creo, creo, creo en mí

Los últimos acordes de la melodía fueron llegando y Esme volvió a su sitio, cantó la última frase cerrando los ojos y convenciéndose a sí misma de que sí, de que en realidad creía en ella y en todo lo que había crecido en ese año. La música acabó mientras ella colocaba de nuevo el micrófono en el pedestal y recorría en su mente las escenas de aquel año.

Leo llegando a la ciudad humillándola, Tony mintiéndole y engañándola, Tefi apoyándola, su madre exigiéndole, Leo acercándose a ella y cambiando de a poco, ella terminando con Tony, su padre y su machismo extremo, su hermanita con la sonrisa limpia y libre, Leo entre sus rosas, cantando, Adrián y su cariño tan puro, sus palabras de aliento. Leo entre sus brazos llorando. Leo besándola, haciéndola sentir tan bella, acariciándola con devoción... la chica rubia llorando...

«Creo en mí»

Susurró para sí apartándose un poco del micrófono mientras abría los ojos y observaba al público ovacionándola, algunas personas se habían puesto de pie y la miraban con lágrimas en los ojos. Ella misma sintió de pronto que sus mejillas estaban humedecidas. Entonces vio a Tefi en primera fila aplaudiéndole y mirándole con orgullo, la señaló con el dedo y musitó.

—Lo lograste, tú lo lograste.

Esme entendió sin oírla y sonrió. Era cierto, ese día algo había cambiado para siempre en ella, algo había dejado de ser para dar paso a un nuevo ser. Esme había florecido, y lo sabía, era por fin una rosa, una que podía ser bella y frágil, pero que también era fuerte si lo quería, cuyas espinas se habían forjado en las dificultades que había atravesado y que ya no la harían caer, sino mantenerse, cuidarse y protegerse.

Esme sintió en ese momento que el mundo era suyo, observó de nuevo a las personas aplaudiendo, era como si el tiempo se hubiera detenido y todo eso sucediera en segundos, en eternos segundos. Era a ella a quien aplaudían, era ella quien había logrado todo aquello, sonrió ante la ironía: todo había sido tan fácil como creer en ella, todo había sido tan difícil como creer en ella. 


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro