* 37 *
El profesor Aldo separó a las chicas y les dio indicaciones a cada una. A Esme, le dijo que se imaginara que era una persona famosa, una estrella adorada por los jóvenes de su edad, a Luli le dijo que se quitara el zapato y metió en el interior un pinche que había tomado de la pizarra de corcho que colgaba en el pasillo. Ante las quejas de la muchacha por no poder caminar así, el profesor solo sonrió y le dijo que se imaginara que quería ser una gran modelo.
En el interior del salón, los alumnos preparaban los asientos en un semicírculo. Aldo ingresó e informó que harían un juego de roles. Les dijo que imaginaran que la primera compañera que ingresaba al salón era aquella persona famosa que cada uno admiraba, un cantante, una actriz, quien fuera, y que le hablaran como si en realidad aquel famoso o famosa ingresara al salón de clases. Luego les indicó que la segunda persona que ingresaba era una chica que no podía caminar bien y que ellos debían burlarse de ella lo más que pudieran.
Emocionados y divertidos, los chicos se prepararon para el juego. Así, cuando Esme ingresó al salón todos la miraron con adoración, algunos se acercaron a hablarle y le dijeron que era la mejor, que la admiraban, que soñaban con conocerla. Un compañero le dio un papel y le pidió que le firmara un autógrafo. Esme sonreía incómoda, nunca había recibido tanta atención de sus compañeros, todos la miraban y la admiraban como si en realidad fuera alguien famosa. Leo y Tefi sonreían a distancia sin inmiscuirse demasiado en el juego.
El profesor Aldo les dijo que volvieran a sus lugares y entonces hizo ingresar a Luli, ella intentó caminar y desfilar torpemente por el medio del salón, odiaba sentirse ridícula, pero no le quedaba de otra, tenía que seguir las reglas del tonto juego. Sus compañeros empezaron a burlarse, a ponerle motes divertidos y a reírse señalándola. Ella sintió que los odiaba a todos y no encontró gracia en aquel juego. Lo cierto es que algunos chicos y chicas que no la soportaban, aprovecharon la oportunidad para decir lo que en verdad sentían y que solían callar por miedo a ser ridiculizados.
Cuando terminó el juego, el profesor les preguntó a las chicas qué sintieron. Esme dijo que se sintió bien, importante, que nunca la habían tratado así. Aquello hizo que la clase quedara en silencio, algunos parecieron percatarse de que en realidad ella siempre había sido el blanco de burlas. Luli se quejó con voz chillona, dijo que a nadie le importó que ella no pudiera caminar porque tenía un clavo en el talón, que nadie se preguntó por qué rengueaba y que odió sentirse humillada, aunque hubiera sido solo un juego.
El profesor Aldo las mandó a sentarse y luego sonrió mientras esperaba que el silencio regresara al salón.
—Luli dio la respuesta —dijo entonces—. Nadie se puso en su lugar —afirmó—. ¿Alguna vez se han puesto en el lugar de aquellas personas que provocan sus burlas ya sea aquí en el aula o en cualquier otro sitio? Yo creo que no, si lo hubieran hecho, no se burlarían —zanjó—. Cada persona es y actúa de una manera por algo, un algo que a veces no conocemos ni nos disponemos a conocer, solo a juzgar. Medimos por nuestra regla, por lo que nosotros haríamos en su lugar sin pensar en cuál sería la realidad de esa persona.
El profesor Aldo borró el pizarrón y escribió una palabra en el medio: «empatía».
—¿Alguien sabe qué significa? —inquirió.
—Capacidad de ponerse en el lugar del otro —respondió Ana levantando la mano.
—Exacto... ¿Cómo andamos de empatía por aquí? —Nadie respondió—. ¿Luli? ¿Camila? ¿Me pueden decir qué es exactamente lo que les molesta de Esme? —preguntó. Camila se encogió de hombros, pero Luli respondió.
—Pues... creo que es una chica que no se preocupa por su bienestar y su salud, profesor. La obesidad es una enfermedad, tanto como la anorexia. Siempre nos hablan de la anorexia o la bulimia y sus peligros, pero no nos hablan de lo peligroso que es ser obeso, ella puede morir de un ataque cardíaco o alguna cosa así. Se le debería dar la misma importancia —zanjó orgullosa de sus palabras—. Ahora resulta que está de moda que modelos gordas suban sus fotos al Instagram y todos tenemos que alabar sus cuerpos enfermos y felicitarles por el coraje que tienen de hacer aquello.
—Entiendo, pero yo no te pregunté lo que piensas sobre lo que la sociedad cree de las cuestiones de peso, te pregunté qué es lo que te molesta de Esme.
—Pues... no lo sé... es que no la conozco bien... —respondió Luli—. No puedo saber qué me molesta.
—Eres una contradicción andante, Lourdes. ¿Por qué si no la conoces lo suficiente te has dedicado años de tu vida a criticarla? ¿No era más sencillo acercarte y preguntarle sobre su situación? ¿Enterarte si hay un motivo para su sobrepeso? Incluso ayudarla o apoyarla si es que tanto te preocupas por la salud y el bienestar físico del mundo —respondió con ironía, Luli bajó la mirada.
—¡Profesor! —pidió la palabra Tefi—. Esme ha pasado por muchas cosas, ha dejado de comer por días intentando bajar un kilo y no por ella, sino por encajar... eso no es justo. Además, es una persona que se ejercita a diario y come sano, yo lo sé porque la acompaño, ella —dijo mirando a Luli y luego al resto—, ellos solo la están juzgando.
—Es lo que digo, no conocen su realidad. No sabes en realidad, Lourdes, si acaso ella no tiene un clavo en el zapato que le hace caminar así. Solemos pensar que las personas con sobrepeso son flojas, se dejan estar, no les importa, cuando en realidad no conocemos sus luchas internas —añadió y Esme bajó la cabeza algo incómoda—. A ti te molestan las chicas con sobrepeso que salen en Instagram, ¿y no te molestan las modelos escuálidas que salen en la televisión? No solo nos dicen que ese cuerpo que es casi piel y huesos es sano, sino que lo pintan como ideal de belleza, lo hacen moda, han logrado que las tallas de las ropas disminuyeran a nivel mundial... ¿Eso está bien? ¿Son esas modelos más sanas que una chica con sobrepeso que sube su foto al Instagram? —preguntó, nadie respondió—. Lourdes, ¿qué crees que esa chica que sube su foto está buscando?
—¿Llamar la atención? —inquirió la muchacha.
—¿Hacerse famosa? —preguntó Camila.
—Aceptación —dijo Esme con timidez y el profesor asintió.
—Exacto, no está pretendiendo ser más bella que otras, no está buscando atención o hacerse famosa, aunque en algunos casos sea así... lo que busca en realidad es aceptación. Ser igual que el resto... sentirse parte de algo. ¿Ustedes han hecho sentir a Esme parte de este grupo? ¡Y ahora necesitan de su talento para ganarse un viaje! ¿Por qué creen que ella tendrá ganas de ayudarlos? Ahora necesitan de aquello que la hace especial para que los ayude a ganar. ¿No es un poco irónico? Todos buscamos diferenciarnos, pero a la vez queremos ser iguales y lo que hicieron con ella es hacerla sentir diferente por algo que probablemente ella no eligió. Creo que le deben una disculpa, o no... muchas disculpas —añadió el profesor con una leve sonrisa.
Luli frunció el labio no muy convencida.
—De verdad pienso que el mundo sería mucho mejor si en vez de juzgarnos y criticarnos, buscáramos ser más empáticos —continuó y señaló de nuevo el pizarrón—. Entonces, y por si aún no entendieron mi punto, la cuestión es simple: potenciarnos en nuestros talentos, en aquello que nos hace especiales y únicos y dejar de destruirnos en nuestras diferencias, aquellas que ya de por sí a veces nos cuesta aceptar.
Los chicos quedaron unos minutos en silencio, en ese mismo instante el timbre anunció el cambio de hora. El profesor Aldo guardó sus cosas y cuando iba a irse Ana lo detuvo:
—Profe, ¿no hay tarea? —inquirió ante el abucheo de todos los compañeros.
—La tarea es la más difícil de todas —sonrió el profesor—. Analizar esto que hablamos hoy y pensarlo cómo lo pueden aplicar a sus vidas. Nos vemos mañana —añadió antes de dejar la sala.
Germán se levantó de inmediato y pasó al frente.
—Entonces, ¿armamos la banda? —preguntó y casi todos asintieron. El chico los llamó uno a uno de nuevo hasta que llegó a Leo y a Esme—. ¿Cuento con ustedes? —inquirió. Leo miró a Esme y le susurró:
—Si tú entras, yo entro —dijo tomándola de la mano, ella lo observó y frunció el labio pensativa.
—No sé, es mucha presión...
—Es tu oportunidad de demostrarles cuánto vales, y no por ellos, sino por ti... es tu oportunidad de demostrarte cuan talentosa eres —añadió Leo y ella asintió con timidez.
—¿Y si fracaso? —preguntó—. ¿Si todos deciden al fin apoyarme en algo y les fallo?
—Al menos lo habrás intentado... si no lo haces igual les fallas —dijo mirando a sus compañeros, todos tenían la vista puesta en ellos.
—Lo haré —dijo Esme y Leo sonrió—. Lo haré —repitió mirando a Germán.
—Yo también —dijo Leo con una sonrisa.
Todos aplaudieron menos Luli, Camila y Nadia que solo rodaron los ojos.
—¡Muy bien, amiga! —dijo Tefi acercándose a ella.
—Tengo miedo —aceptó la muchacha ante su novio y su mejor amiga.
—Lo harás bien —dijo Tefi convncida.
—Y no estarás sola —prometió Leo.
—El primer ensayo es mañana a las cinco en mi casa —informó Germán justo antes de que sonara el timbre y el profesor de matemáticas ingresara al aula.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro