* 44 *
Los días que siguieron a ese fueron un infierno para todos. Adler no entendió nada hasta que revisó su celular y vio los mensajes que supuestamente él había enviado. Quiso aclararlo con Frieda pero la chica lo bloqueó de todas las redes sociales, pudiendo experimentar en carne propia lo que él mismo había hecho con ella hacía unos días. Encaró a Ava y esta solo negó que fuera ella quien había enviado los mensajes. Por su parte, Carolina —muy molesta— habló con Rafael y decidieron tomar el asunto de forma legal, con la ayuda de Marcia —quien convenció a Alan de que le pasara las conversaciones—, denunciaron a Mauricio y a todos los chicos que habían dicho cosas de Frieda por difamación y calumnia, e incluso amenazaron al chico con denunciar lo de la fiesta y las drogas, aunque para ello contaban con pocas pruebas y el tiempo que había pasado no favorecía a la causa. Además llamaron a Nikolaus y a Berta diciéndoles lo que Adler había hecho y ellos no pudieron creerlo.
Carolina dejó bien en claro que por ser Adler no lo denunciaría, pero que era mejor que se mantuviera alejado de la familia, de hecho, Frieda no quería volver a saber de él e intentaba rehacer su vida alrededor de sus nuevos compañeros en la Universidad. Nikolaus no estaba de acuerdo con el trato que su amiga del alma le estaba dando a su hijo, no lo creía capaz de algo así y le dolía que dudara de él quien en realidad era como su segunda madre. Sin embargo entendía que su hija estaba de por medio y aquello dificultaba todo. Las relaciones entre ellos se enfriaron también, ambas familias no habían podido mantenerse neutros y terminaron tomando partido por su hijo o hija, como era natural, y aunque no se decían las cosas de frente y mantenían un contacto algo formal, lo cierto era que ya no se hablaban como antes, ni confiaban en el otro, ni se decían todo. Carolina seguía molesta con Adler mientras Nikolaus y su mujer estaban desilusionados porque lo creyeran capaz de algo así, aunque a su vez sabían que el chico se había equivocado bastante, después de todo ellos le habían dado un techo por un año y él no se había comportado a la altura.
Por su parte, Adler dejó de intentar comunicarse con Frieda. Ella simplemente lo evitaba, le había cerrado todas las puertas y no quería escucharlo, ni verlo, ni saber de él mientras intentaba rehacer su vida y olvidarlo. Pero la verdad era que todo, siempre, le recordaba a él y no creía ni quería volver a enamorarse de la misma forma en que lo había amado, de hecho, se prometió a sí misma no volver a confiar. Adler se volvió un chico malhumorado y desagradable, de tener muchos amigos pasó a ser solitario y encerrarse en sí mismo, quiso hacer lo que le decían sus compañeros, distraerse y olvidar disfrutando de otras mujeres, pero no podía dejar de pensar en lo que Frieda le había dicho una vez que habían visto una película juntos:
—No entiendo por qué los hombres de las películas y las novelas cada vez que terminan con un gran amor se vuelven déspotas, mujeriegos, vengativos, fríos y con alma perversa. ¿Por qué simplemente no pueden sufrir y ya? Sin embargo a las mujeres, cuando terminan con su gran amor siempre las hacen ahogarse en lágrimas y no volver a salir con nadie más en su vida... ¿Qué está mal con la gente? Lo peor es que luego aparece una tierna y dulce muchachita, casi siempre menor que se enamora del hombre que se volvió malo y lo saca de ese encierro... y de la chica que se ahogó en lágrimas, nadie se acuerda —había expresado aquella vez y Adler rio besándola.
—Yo prometo no hacerlo cuando terminemos —susurró.
—Nosotros no tenemos final, Adler... —murmuró la chica entre besos—. Hemos sido desde siempre y somos para siempre —añadió.
¡Qué lejos quedaba el siempre! Adler sonreía al recordar esas ocurrencias de su ex novia, o cualquier momento, situación que habían pasado, sin poder evitar pensar en lo tonto que había sido y culparse por haberla perdido.
Lo cierto era que lo único que no se había detenido era el tiempo, que seguía marcando los segundos, minutos, horas y días. Justo aquella mañana, habían pasado dos años desde la última vez que habló con ella y un poco más de que la había visto, sin embargo, su cama se sintió tan tibia como si ella hubiera salido de allí hacía solo diez minutos.
Sus padres ya casi no viajaban junto a sus tíos, solo fueron en una ocasión para una Navidad pero todo se sintió tan incómodo que decidieron no repetir la experiencia. Hablaban, sí, pero todo había cambiado, y por ello también Adler se sentía culpable, sabía que para su padre Carolina era como una hermana.
Cuando volvieron en aquella ocasión le habían comentado que Frieda estaba bien y que estaba estudiando, le dijeron que parecía estar saliendo con un chico, noticia que hizo que su mundo se viniera abajo de nuevo, como si todo hubiera sucedido recién. La verdad era que su padre solo quiso que esa noticia lo ayudara a entender que ella ya había pasado la página, pero fue peor, pues luego de aquello, Adler se pasaba las noches preguntándose si acaso lo amaría como lo amó a él.
Frieda por su parte dejó que el dolor que genera la traición la ayudara a olvidar, amaba a Adler pero había decidido que necesitaba odiarlo para seguir adelante, dos caras de la misma moneda, como ella misma lo había dicho en la carta. Y el pensar que él quiso humillarla de forma tan vil, hizo que esos sentimientos negativos crecieran con facilidad. Aun así y en medio de sus noches, le gustaba ponerse su playera —la que él le había regalado una vez— y cerrar los ojos recordando sus momentos, aquellos de amor, aquellos de pasión, los de bromas, los de lucha y los de infancia. Sentía que él era una parte de su vida que nunca podría extraer por completo, era como vivir con un dolor crónico o algo sin cura, que uno terminaba por acostumbrarse.
Muchas veces se sintió tentada a escribirle, a preguntarle por qué le había humillado así, por qué había hecho eso, pero no tenía sentido, ya había pasado el tiempo y hablarlo solo removería las heridas. Trató de distraerse saliendo con sus amigas y amigos de la universidad, había cambiado mucho después de aquello, se volvió más madura, menos radical, entendió que la vida no se basa en los extremos y en defender las convicciones a diestra y siniestra, sino en vivirla como mejor se pueda dentro de la realidad y las creencias de cada uno, respetando a los demás, siendo y dejando ser. Ya no era una adolescente rebelde intentando no encajar en ningún estereotipo para solo terminar encajando a la perfección en otros, sino que se convirtió en una joven desenvuelta, libre, madura, que hacía lo que creía correcto. Tener que atravesar los primeros días de la universidad siendo el flanco de las burlas le ayudó a lograrlo, su madre le recordaba día a día quien era y lo que valía en realidad... sin ella y su mejor amiga probablemente habría caído en alguna depresión o se hubiera dejado hundir. De hecho había llegado a estar muy mal cuando un grupo de chicas la trataron de lo peor burlándose de ella y llamándola con adjetivos viles y bajos.
—Hace poco vi una chica que se suicidó porque su ex novio publicó una foto de ellos teniendo relaciones —le comentó Carolina ese día cuando ella llegó llorando a su casa y diciendo que no volvería a ir a clases—. Fueron tantas las burlas que recibió de su entorno, de su familia, de sus conocidos, de la sociedad, tantas personas en redes sociales tratándola de lo peor, que no aguantó... ¿Crees que hizo bien? —inquirió.
—No lo sé, no es sencillo, mamá... —suspiró.
—¿Tú crees que las mujeres que la tacharon de puta no lo hacen? ¿Crees que los hombres que la tacharon de mujerzuela no lo disfrutan? ¿Crees que es justo que ella haya acabado con su vida por haber hecho algo que es tan normal que hoy en día se ve en cualquier película? —preguntó su madre y Frieda solo la observó encogiéndose de hombros—. Somos una sociedad hipócrita, Frieda... nos gusta juzgar y criticar a los demás, hundirlos... disfrutamos con el morbo y nos jactamos de ser perfectos señalando las equivocaciones de los demás. No dejes que esas tonterías te afecten, no creo que las personas que se burlan de ti no hayan hecho lo mismo que tú, solo no se hizo público. Deja que ellos se ahoguen en su propia falsa moral pero no dejes que te hundan a ti. Nadie tiene derecho a juzgarte, ni siquiera tú.
Después de esa charla Frieda decidió que ya no le importaría lo que le dijeran y saldría adelante, pero eso no sacaba el dolor que la traición de Adler había generado en ella, ese espacio tan grande que a veces sentía que nunca más se podría rellenar. Se había vuelto una chica desconfiada con los chicos, Adler había sido su primer amor y ella se había entregado de lleno a él en todos los sentidos, ya nunca volvería a querer de esa forma, ya nunca volvería a entregarse así, a confiar así.
Sin embargo, un chico logró distraerla, conoció a Guido y se llevó bien con él desde el inicio, era un estudiante de intercambio y como era alemán y ella dominaba el idioma, se habían hecho cercanos muy pronto. Se volvieron inseparables, y aunque ambos sabían que no durarían para siempre, pues él tenía su vida en Alemania y ella no tenía intenciones de nada serio, se dejaron llevar por el momento y por la química que existía entre ellos, y salieron por todo el tiempo que Guido había venido a estudiar allí, luego decidieron quedar como amigos y se despidieron como si nada hubiera sucedido.
Adler, sin embargo, no logró salir con nadie, la culpa y la pérdida lo tenían completamente ahogado y la depresión lo iba tragando.
—Adler... debes acabar con esto, ha pasado demasiado tiempo —le dijo un día su padre.
—No sé cómo hacerlo —suspiró el chico—. Me hubiera gustado que todo fuera distinto —susurró.
—Lo sé, pero nada sucede porque sí, Adler. Hay muchas cosas que a mí me hubiera gustado que fueran distintas en mi vida, pero con sentarme aquí y llorar por ellas no soluciono nada. Además hay cosas que deben suceder, hijo, y luego en algún punto entendemos el porqué.
—No lo entiendo, papá... todo fue mi culpa, ¿cuál sentido escondido puede tener el haber perdido por necio y terco al amor de mi vida? —cuestionó Adler.
—No lo sé, pero en principio te has dado cuenta que eras necio y terco, así que la pérdida te ha ayudado a cambiar, a mejorar eso de ti, la próxima vez ya no actuarás así. Y si Frieda fuera en verdad el amor de tu vida, Adler, un día se encontrarán de nuevo, eso lo tengo muy claro.
—No lo sé, no creo en esas cosas —musitó con desgano.
—Solo mira a Rafa y Caro y toda su historia y sabrás lo que te digo, dale tiempo al tiempo... a veces necesitamos madurar por separado en el camino de la vida para luego poder encontrarnos de nuevo y caminar juntos...
—No lo sé, ya estamos tan lejos y separados... ya no somos los mismos, ya no queda nada de lo que fuimos —suspiró negando.
—Eres muy negativo, Adler, solo son dos años, versus los diecisiete o dieciocho que compartieron sus vidas... ¿Qué pesa más? —inquirió Nikolaus levantándose y dirigiéndose a su habitación, últimamente se sentía muy cansado—. Además, todo en esta vida tiene solución hijo... menos la muerte.
—Gracias, papá, al menos tú todavía crees en la magia y en lo imposible —añadió con algo de ironía su padre sonrió.
—Sabes, hijo, no eres el único que ha perdido a una Frieda en su vida —dijo volviendo a acercarse, Adler lo miró con dolor, Frieda era el nombre de su hermanita, una que él nunca conoció pues había nacido muchos años antes que él, sin embargo, había escuchado hablar de ella toda su vida, había visto fotos, había oído a su padre describirla un millón de veces, ella era la adoración de Niko, pero falleció de un trágico accidente que causó la desgracia de toda su familia. La madre de Frieda era la primera esposa de Nikolaus, ese matrimonio no duró pues el recuerdo y la culpa por la muerte de la niña terminaron por destrozarlo todo, incluso la vida de su padre. Si no fuera por Carolina, él no hubiera salido adelante, por eso eran tan cercanos, por eso eran como hermanos, por eso Frieda se llamaba Frieda, en honor a su pequeña hermana. A Adler se le llenaron los ojos de lágrimas tras aquellas palabras—, pero la tuya no se fue para siempre, hijo... Si la amas como dices, recupérala.
—Papá... perdóname... yo no quise... me siento un estúpido hablándote de pérdidas cuando que tú has perdido lo que más has amado en la vida —susurró.
—No, a mi niña la amé y la amo muchísimo, Adler... pero a ti te amo con la misma intensidad... ¿Sabes? Si las cosas no hubieran pasado como pasaron, tú no estarías hoy aquí. ¿Ves lo que te digo, Ad? A veces en el momento no entendemos o no queremos aceptar lo que sucede, luego nos damos cuenta de que algo bueno puede devolvernos la sonrisa... siempre sale el sol después de la tormenta, dicen... y tú eres ese sol para mí, muchacho —dijo el hombre abrazando a su hijo—. Si dejas de llorar, te sacudes y te levantas, verás que el sol vuelve a brillar para ti y que la vida te presentará nuevas y buenas oportunidades. Deja de ahogarte en el pasado, Adler, la culpa solo debe servir para aprender, y tú ya lo has hecho... ahora toca vivir y poner en práctica lo aprendido, deshazte de la culpa, hijo, esa solo sirve para encadenarte al pasado y no deja disfrutar de lo que queda por venir.
—Gracias, pa... eres el mejor —dijo el muchacho abrazando a su padre.
Le deben este cap a CMStrongville que al fin se puso al día con la nove y me lo está pidiendo y yo no puedo negarmea nada que ella me pida. Te amo, corazona... prepara esas lágrimas (jajaja)
¡Besos!
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