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Extra 4 ✔️ [Corregido]

¿Qué pasó con Ian?

Sabes que estás enamorado cuando no quieres acostarte, porque la realidad es por fin mejor que tus sueños.

-Dr. Seuss

Narra Ian.

Solo dos meses llevo conociendo a Selene, y ya me tiene loco.

No hablo del tipo loco enamorado desesperado, más bien me refiero al tipo loco paciente, ese tipo que me vuelve loco su silueta tan pequeña y frágil, sin tantas curvas, pero con las necesarias, su cabello largo que muere justo donde sus nalgas empiezan, esas nalgas que tanto me provocan morder y acariciar —y que no me deja, por ahora—.

Creo que es justo eso lo que me tiene loco: que sabe que muero por ella y le encanta jugar con mi muerte en cámara lenta. Si me deja besarla en los labios, no me deja tomar su mano; si acaricio su cintura, entonces no me abraza, y así sucesivamente.

Lo cierto del caso es que por algún motivo, disfruto como me tortura, como me enciende con un simple beso en el que termina jadeando sobre mis labios, pero me prohíbe intensificarlo y me quedo así: encendido y me toca bajarme mi calentura con un baño helado.

Ni hablar de cuando se acerca a mí con ese toque sensual que la caracteriza y pasea su lengua por la separación de mis labios y justo cuando intento besarla, se separa y me mira coqueta, eso me vuelve loco.

—¿Sucede algo? —Giro cuando escucho su dulce voz y la veo enfundada en un vestido negro que hace que su piel se vea aun mas pálida de lo habitual. Tiene puesto una bailarinas del mismo color, su largo y espeso cabello negro cae a un lado de su rostro, y yo solo puedo pensar en lo hermosa que es.

Le sonrío alegre y elimino la corta distancia que nos separa.

Al llegar a ella, levanto mis manos ahuecando su rostro y la beso, normalmente le pido permiso antes de hacerlo, pero esta vez no lo hago.

La escucho jadear cuando introduzco mi lengua buscando la suya, al encontrarla, gruño de placer. Selene coloca tímida sus manos sobre mis costados en un intento de abrazo, me pego más contra ella e intensifico el beso, siento como tiembla y quizás, solo quizás, si la continúo besando, se terminará de convencer de que me encanta.

Con eso en mente, la sigo besando hasta que es necesario separarnos por la falta de aliento, sin embargo, no me alejo del todo y permanezco con mi frente unida a la suya y nuestras narices rozándose, haciendo que nuestro aliento se mezcle.

—Sucede que me vuelves loco —murmuro contra sus labios. Selene sonríe y yo dejo otro beso en sus labios para entonces si alejarme un paso, cojo su mano y la obligo a darme una vuelta—. Perfecta —aseguro y noto como un ligero rubor sube a sus mejillas, sonrío por eso. Salimos de su casa y subimos a mi auto.

Iremos a un concierto de no sé quién, pero a ella le gusta mucho eso de la música clásica, así que imagino que debe ser algo de eso, no me molesta, aunque no es mi música favorita, no me molesta acompañarla y ver algo que le apasiona.

Estaciono el auto una cuadra antes por la cantidad de autos que hay. Después de durar unos diez o quince minutos afuera, esperando para entrar mientras hacíamos la fila, logramos entrar y al hacerlo, las luces están encendidas. Conseguimos puesto no tan lejos del centro, donde se llevará a cabo dicho concierto.

Selene no deja de sonreír cuando las luces se apagan, dejando solo el escenario con una luz tenue que muestra a los músicos con cierto misterio y elegancia.

La música comienza y yo dejo de prestarle atención en la segunda canción, y me concentro solo en los gestos de Selene, como en una sola canción puede reflejar en su rostro: orgullo, desesperación, alegría, tristeza, gozo e incluso, confusión, no entiendo nada de lo que dice la letra, pero no es necesario prestarle atención a la letra, la melodía basta para saber si es una canción triste o alegre y ella lo sabe.

La manera en la que sus largas pestañas revolotean sobre sus ojos castaños sin cesar o como muerde su labio inferior cada cierto tiempo, el tamborileo de sus dedos sobre mi pierna marcando el ritmo de la música y como tararea por lo bajo la letra de la canción, me tiene fascinado.

Creo que es justo este momento en el que me doy cuenta que me estoy enamorando de esta mujer, me estoy volviendo loco por tenerla siempre conmigo y esta vez, quiero cerciorarme de que las cosas sucedan bien.

Como si notara que estoy pensando en ella, voltea clavando esas dos perlas castañas en mí y me siento expuesto, como si intentara descifrarme. Le sonrío de lado tomando su mano para depositar un beso en ella y así deje de mirarme.

Funciona y cuando la miro de nuevo, me sonríe, apoya su cabeza en mi hombro y me toca el cuello con su nariz, produciéndome cosquillas. No creí que tuviera cosquillas en ese sitio, rio bajito y la miro.

—¿Podemos irnos? —Me sorprende su pregunta, creí que le estaba gustando. Arrugo el entrecejo confundido.

—¿No te gusta? —cuestiono con notable confusión. Selene asiente y se acomoda más cerca de mi oído para responder.

—Sí, pero ahora mismo quiero que me hagas el amor —susurra bajito, la miro y a pesar de que no estamos con la suficiente luz, veo como se sonroja. Abro los ojos entre sorprendido y nervioso.

¿De cuándo acá me da nervios estar con una mujer?

Asiento aún confundido y nos levantamos de nuestros asientos, disculpándonos con las personas por interrumpirlos. Logramos salir y el aire fresco no me ayuda para calmarme, estoy ardiendo.

Llegamos al auto y como un caballero, abro la puerta del copiloto para que entre, lo hace regalándome una mirada tímida. Cierro su puerta y rodeo el auto para entrar en mi lado, la miro cuando lo hago.

—¿Estás segura? —pregunto con las llaves en la mano listo para encender el auto. Selene sonríe tímida y asiente con los ojos brillantes—. Sabes que no es necesario, no necesi... —Selene me calla dándome un corto beso en los labios.

Por mí encantado de que me calle las veces que quiera.

—Estoy segura, quiero hacer el amor esta noche y quiero hacerlo contigo —sentencia. Sonrío afortunado y enciendo el auto.

Busco uno de los hoteles más bonitos de Roma y recuerdo al que llevé a Rose, pero lo descarto rápidamente, ella no es Rose.

Encuentro uno cerca y bajo del auto entregando las llaves al valet parking, tomo la mano de Selene y entramos, pido una habitación en la recepción y subimos por el elevador sin mediar palabras.

No he dejado de acariciar su mano y apenas las puertas se abren, caminamos unos cuantos metros y abro la puerta de la habitación. Es grande y justo frente a la cama, hay una mesa ratonera con una botella de vino que ordené en la recepción y una copa a cada lado. Siento como la mano de Selene suda bajo la mía y por mi mente pasa una idea descabellada.

—¿Eres virgen? —pregunto con cierto terror. Selene solo tiene 19 años de edad. Yo estoy por cumplir los 27 este año.

Al principio me llegué a sentir muy grande para ella, hasta que vi la relación de mi padre con Rose. Supongo que para el amor no hay edad, ¿cierto?

Siempre y cuando no sea menor, claro.

Selene pasa saliva y eso ya es respuesta para mí.

¡Mierda! Nunca he estado con una virgen.

¿Qué se supone que debo hacer? No traje nada para que no le duela.

—Ian. 

Selene toma mi rostro en sus manos y yo bajo la mirada para centrarme en ella.

—Estaré bien, no tienes que ser de una forma en especial conmigo, puede que sea virgen, pero estoy preparada. Sé que dolerá, pero he sentido peores dolores —asegura. Cierro los ojos y los vuelvo a abrir.

—No te haré daño —prometo. Selene me sonríe convencida.

—Lo sé —confiesa. 

La beso aupando su trasero para que suba a mi cuerpo, lo entiende y enrolla sus piernas alrededor de mis caderas, siento su vestido como se recoge y tengo pleno contacto con su ropa interior.

Camino con ella encima hasta la cama y me siento quedando ella sobre mí. Dejo su boca para repartir besos desde su clavícula, pasando por sus hombros mientras detengo mis manos en el cierre de su vestido y sin dejar de repartir besos, lo bajo.

El vestido cae quedando enredado en su cintura, no la miro aún. Me concentro en mirarla a los ojos pidiéndole permiso para verla, ella asiente y me permito bajar la mirada, sus senos están cubiertos por un lindo sujetador negro de encaje, introduzco un dedo por dentro de la prenda y siento su pezón duro, gruño en aprobación y con desespero desabrocho la estorbosa prenda.

Al hacerlo, ella intenta cubrirse, pero la detengo colocando sus manos sobre mis hombros, me regala una sonrisa cohibida y yo beso la punta de su nariz, beso su labios lento y sin prisa mientras que con mis manos ahueco cada uno de sus senos, encajan a la perfección y me encargo de colocarlos bien duros.

Al lograrlo, doy vuelta dejándola a ella debajo de mí, me incorporo un poco para terminar de quitarle el vestido y lo que me recibe debajo me deja sin aliento, un diminuto hilo negro cubre su sexo y a mí me toca recordar que es virgen y debo ir con cuidado.

Dejo un camino de besos desde su ombligo hasta sus senos y me entretengo con ellos, mientras que con mi mano me abro paso entre su hilo y acaricio su sexo por fuera. Selene se retuerce en respuesta y yo sonrío victorioso, sigo mi ritmo de chupada, lamida y mordisco en sus senos y caricias en su sexo.

Selene es ahora un cúmulo de gemidos, jadeos y revoltones sobre la cama, cuando ya la siento más que empapada, dejo que mi dedo entre en sus profundidades, lo hago despacio, sintiendo como se tensa ante la intromisión, cuando ya lo tengo casi todo adentro y Selene respira entrecortado y con ciertos quejidos, lo saco despacio, más no del todo y lo vuelvo a meter con la misma lentitud que antes, no dejo de concentrarme en sus senos y sigo haciendo movimientos de adentro hacia afuera con mi dedo.

Noto que ya su respiración vuelve a ser normal y no hay tantos quejidos en su voz, dejo sus senos y la miro sin detener los movimientos de mi dedo.

—¿Te duele? —cuestiono, mi voz es tosca y pastosa por la excitación del momento. Selene niega.

—No tanto —dice con un hilo de voz, sonrío y la beso profundo, meto mi lengua buscando la suya y cuando la encuentro, la enrollo.

Aumento los movimientos de mi dedo y sé que está cerca cuando sus manos se aferran, una a mi brazo y otra a la cama, me clava sus uñas pero no me quejo e intensifico los movimientos del dedo, deja mi boca para gritar mi nombre echando la cabeza hacia atrás.

Este momento quedará registrado por siempre en mi memoria.

No espero a que se recupere del orgasmo, me deshago de mi ropa lo más rápido que puedo y me posiciono en su entrada.

Selene me mira con los ojos encendidos y entro en ella con delicadeza, el orgasmo la ha dejado empapada y me es más fácil la entrada, aunque sus paredes presionan mi miembro con gran fuerza, aprieto los labios para no demostrar dolor.

Ella cierra sus ojos con fuerza y respira entrecortado, me quedo un momento quieto hasta que ella abre los ojos y asiente, retomo mi camino de entrada y vuelvo a salir un poco, hago eso unas cuantas veces más hasta que Selene levanta sus caderas para recibirme, sin embargo, no me apresuro en hacerlo rápido y me tomo mi tiempo para disfrutarla, entro y salgo lento, pero constante.

Selene ya no se queja y ahora hemos sincronizado a la perfección nuestros sonidos, yo gruño, ella jadea; yo gimo y ella suspira, y así.

La maravillosa danza que comenzamos es tan perfecta que ninguna canción de fondo nos haría justicia justo ahora.

Me inclino hacia adelante sin dejar de moverme y atrapo sus labios con los míos, Selene me abraza fuerte ahogando cada uno de sus gemidos en mi boca.

Para cuando llegamos al orgasmo, yo me siento más que convencido, esta mujer me tiene enamorado.

Dejo un beso en la punta de su nariz y salgo de ella, noto como mi miembro está manchado con su sangre y Selene se disculpa por eso, sonrío y entro al baño para lavarme. salgo con un paño húmedo para limpiarla y la consigo sentada en la cama mirando hacia abajo, imagino que a su sexo.

Me arrodillo frente a ella e intenta alejar mi mano cuando la acerco con el paño para limpiarla.

—Yo puedo hacerlo —asegura con vergüenza. Sonrío y asiento.

—Sé que sí, pero yo quiero hacerlo —confieso. Selene cierra los ojos con fuerza y yo aprovecho para besar sus labios y limpiar la sangre en su entrepierna, Selene en ningún momento abre los ojos y su rostro está completamente rojo por la vergüenza—. ¿Te he dicho que te quiero? —Selene abre los ojos y su mirada es brillante, la más brillante que me ha regalado hasta ahora.

—No, pero es bueno saberlo —acepta con la voz tímida, sonrío inocente.

—Qué gran error de mi parte, de ahora en adelante te lo recordaré tantas veces, que te aburrirás de escucharme —prometo. Selene ríe con ganas y me mira con amor, o lo que creo es amor.

Es la mirada que Rose utiliza cuando ve a mi padre.

La saco de nuevo de mi mente, centrándome en Selene.

—Jamás me aburriré de escucharte decir que me quieres, porque yo también te quiero —asegura, y eso es suficiente para levantarme y besarla.

***

Sin comentarios jajaja. Me encantó este capítulo, no paré de sonreír en ningún momento.

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