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Capítulo 8 ✔️ [Corregido]

"Si nadie es perfecto, ¿De qué me están juzgando?
El no juzgarme se les agradece,
El beneficio de la duda, cualquiera merece.
Canción Bandolero, Don Omar y Tego Calderón."

Parte 2/2

Primero que nada: Lean el capítulo mientras escuchan la canción. Ahora sí, lean, jajaja.

Ya es domingo, señores.

Hoy sería exactamente una semana sin ver a mis bebés. ¿Tienen idea de lo qué es eso? Es una completa locura.

¿Lo peor del caso? Debemos quedarnos unos cuantos días más, por eso, he decidido que llamaré hoy mismo a Rodolfo para informarle que traeré a Rocío y a mis bebés, no pienso pasar un día más viéndolos solo por videollamadas. Me niego.

—Hablando del rey de Roma y él que se asoma —digo apenas contesto la llamada de Rodolfo.

—¿Hablabas de mí, preciosa? —Sonrío, como siempre él sin hacer nada, me hace sonreír.

Xavier me mira atento del otro lado de la mesa. Marcus está haciendo unas cosas, por lo que estoy almorzando con Xavier, horrible. Nadie habla, mejor así.

—En realidad, te estaba pensando. —Lo escucho reír y Xavier alza una ceja, lo imito y añado—. Siempre lo hago, Ro. —Rodolfo sigue riendo, deberían ver la cara de Xavier ahora mismo.

—Eso es bueno, preciosa. Haces mucha falta acá en la empresa. ¿Cuándo vuelven? —Suspiro con pesadez.

—De eso te quería hablar, tendremos que quedarnos unos días más. El arquitecto estará acá para el martes y entonces, ya apenas nos reunamos con él, podremos irnos, más tardar para el miércoles o jueves. —Rodolfo hace ruidos como si estuviera llorando y yo río por eso. Xavier alza aún más su ceja, a ese paso, le llegará a tocar el cabello.

—¿Por qué no buscan otro arquitecto y ya? —No estoy allá, pero lo imagino haciendo pucheros.

—Porque según el señor White, ese es el mejor —explico.

—Bien, háblame del señor White. ¿Es sexy? ¿Está follable? —Rio a carcajadas, llamando mucho más la atención de Xavier.

—Pues, más sexy que Marcus e Ian no, además de que esta semana no he podido pensar en follar a otra persona que no sea Marcus —le cuento ante la fría mirada de Xavier.

¿Sabrá que hablo de él?

—Zorra, sabia que te encantaría ese viaje —asegura riendo.

—Pues, ¿para qué decirte que no? Esta semana he tenido más sexo, que en lo que va de año. —Xavier se ahoga con su copa de vino—. En fin, Ro, lo que quería hablar contigo era que tengo pensado traer a Rocío con los mellizos, no soporto estar sin ellos. Yo puedo pagar la otra habitación. —Bebo de mi copa, saboreando mis labios y no me pasa a desaparecido, como Xavier se queda viendo ese movimiento.

—Por supuesto, preciosa. Y, para nada, eso lo pago yo, ya me ahorré una semana de pagar dos habitaciones, gracias a que ustedes se llevan muy bien. —Hace énfasis en la palabra muy y yo río por eso.

—Perfecto, buscaré ahora mismo un vuelo. Ti amo. —Cuelgo cuando escucho un te amo de regreso y sonrío feliz, veré a mis bebés.

—A ti no te enseñaron modales, ¿cierto? —Xavier me escruta con la mirada, le sonrío inocente.

—Sí me enseñaron, solo que no me gusta practicarlos. —Mi desvergüenza últimamente me tiene sorprendida, de veras.

—Debería, hay temas que no se hablan en público —espeta. Detesto tanto su acento, el español en sus labios, suena peor que el inglés en los míos.

—¿Cómo cuáles? Dígame —lo reto.

—Los sexuales, a nadie le importa si se tiró al hijo y después al padre, ni con cuál ha tenido más sexo. —Muerdo mis labios para no reír, es mejor reír que clavarle un cuchillo en el cuello. Iría presa. ¡Qué horror!

—En realidad, primero me tiré al padre, después al hijo y después volví a tirarme al padre porque me gusto. ¿Tiene algo malo eso? —Sigo haciéndome la inocente. Xavier me mira ¿asqueado? Sí, creo que sí.

—Da asco —asegura. Sonrío socarrona.

—Doy asco, pero no a usted, ¿cierto? Usted se muere por besarme ahora mismo y probar qué es lo que hizo que probara a ambos Lombardi. —Juego con fuego asegurando cosas de las que no estoy segura, pero algo me dice que no me equivoco y la mirada furtiva que Xavier le dedica a mis labios, me lo confirma.

—Tiene usted una gran confianza en sus encantos, ¿no es así, señorita Alsina? —inquiere burlón.

—Y eso que aún no los uso con usted —le aseguro, utilizando el mismo tono que él.

—¿Por qué? ¿Por qué mi padre ya está muerto o por qué no tengo hijos? —Eso si me hirió, lo admito, pero coloco mi mejor cara para no demostrarlo.

—No, es solo que no me gustan los estúpidos engreídos pelirrojos con barba y ojos grises. —Bebo de mi copa sonriendo. Xavier suspira fuerte.

—Eso es bueno, porque a mí no me gustan las mujeres indiscretas que no tienen vergüenza para acostarse con padre e hijo. —Imagino dos escenarios, uno en el que le echo todo el vino encima y lo abofeteo por estúpido, y la segunda, en la que lo acuchillo en el cuello, sin embargo, prefiero seguir bebiendo mi vino y no demostrarle que me afecta su opinión.

—Pues, debería hacerlo, no se imagina lo estimulante que es enterarse de que su prometido es hijo del hombre que le quitó la virginidad y que además, la utilizó para vengarse de su padre, pero eso no es todo y queda embarazada del hijo, pero cada vez que ve al padre, las hormonas se vuelven locas, así que tiene hijos del hijo, pero tiene sexo con el padre. —La mirada de Xavier cambia de victoria a avergonzado, conforme voy contando todo.

»—Ahora si no le importa, he perdido el apetito. Con su permiso. —No espero que diga nada y me levanto, salgo del restaurante y subo al primer taxi que se detiene.

Por la ventana veo como Xavier intenta alcanzarme, pero es tarde, llego al hotel y subo a la habitación. Le dejo un mensaje a Marcus de dónde estoy, en realidad decía que quiero sexo y me quito la ropa.

Busco en internet vuelos y la verdad es que no hay muchos vuelos de Roma a Cancún, encuentro uno, pero es para mañana a las once del día, vendrían llegando a eso de las once de la noche. Reservo ese y pago con la tarjeta de crédito.

Le dejo un mensaje a Rocío contándole todo. No quiero llamarla y coloco música para darme un baño.

Me coloco el conjunto que Rodolfo metió en mi equipaje y me veo súper sexy con él, aplico crema por todo mi cuerpo y perfume, seco mi cabello con el secador y termino de aplicar el labial justo cuando escucho la puerta de la habitación abrirse, salgo del baño mirándome por última vez en el espejo.

—Menos mal que llegaste, quiero que... —Las palabras quedan en el aire cuando veo que al lado de Marcus, está Xavier.

La mia Regina. —Ambos me recorren con la mirada y yo ahora quiero morirme, entro al baño de nuevo corriendo—. Mi reina, disculpa, no pensé que me recibirías así. —Marcus entra al baño y vuelve a recorrerme con la mirada. No puedo molestarme con él, necesito sexo.

—Lo sé, disculpa, pensé que lo supondrías —me excuso. Marcus camina hasta mí y me besa, adiós labial fucsia.

—No te disculpes por ser tan jodidamente provocativa y perfecta. —Vuelve a besarme, aprieta mis nalgas y yo jadeo en su boca—. Por más que quiero despedirlo, no puedo, nos ha invitado a una fiesta en no sé dónde. —Marcus habla con prisa señalando la puerta. Bufo.

—No quiero ir, quiero que me des duro sobre esa encimera. —Señalo la encimera del lavado y Marcus maldice.

—Prometo que te daré tan duro, que te costará caminar mañana, pero cuando volvamos. Si quieres no duramos nada, pero no puedo decir que no ahora. —Bufo molesta, Xavier se encarga de siempre arruinar mi día. Marcus me besa introduciendo su lengua hasta el fondo y yo acepto con gusto—. Lo llevaré a la sala de estar. —Asiento y sale del baño, dándome una nalgada. Rio bajito.

Me coloco una bata de baño y salgo, entro a la habitación y busco en mi equipaje un vestido sexy, encuentro uno perfecto, me quito el brasier, ya que no lo necesita y me lo coloco.

Es negro ceñido al cuerpo hasta la rodilla, tiene la espalda descubierta, con muchas tiras y la parte de adelante tiene una abertura en el medio de mis senos hasta el ombligo.

Me coloco unos tacones altos, negros también.

Encuentro un collar dorado largo que queda justo en el escote de mis senos, los combino con sus aretes a juego, recojo mi cabello en una coleta alta y dejo dos mechones al frente. Me maquillo muy suave, como siempre, solo labial y levantador de pestañas.

Por último, cojo un bolso de mano dorado, donde guardo mi labial junto a un espejo, algo me dice que tendré que retocar a cada rato el labial por culpa de Marcus.

Salgo de la habitación y ambos dejan de hablar y se levantan al verme.

—Eres toda una reina. —Marcus besa mi mano y yo le doy un casto beso en sus labios. Limpio mi labial de sus labios y sonreímos.

—Está muy bonita, señorita Rose, creo que va a opacar a la anfitriona. —Le dedico una falsa sonrisa a Xavier.

—Gracias, a ambos —digo incómoda. Marcus está igual que como estaba esta mañana con su traje gris—. Te dejé tu traje negro sobre la cama —le informo. Marcus me agradece y besa mis labios. Creo que ya no debemos fingir profesionalismo frente a Xavier, no después de mis palabras del miércoles.

—Si me disculpan, no tardaré nada —se excusa Marcus.

—Ve tranquilo, yo me quedaré con la señorita Rose. —Sigo odiando que me trate de usted, pero creo que tampoco quiero que me tenga confianza. Me siento y me concentro en mi móvil, ignorando por completo a mi acompañante.

»—Quería disculparme por mi comentario en el almuerzo, lo que la haya llevado a hacer lo que hace, no es de mi incumbencia. Le pido disculpas. —Claro que él no sabe lo que es estar siendo ignorado.

—No se preocupe, no pasó nada —le aseguro, sin levantar la vista de mi móvil.

—De verdad no conocía los hechos —sigue hablando.

—Más a mi favor, no debería juzgar el presente de alguien, sin conocer su pasado —argumento, levantando la vista y mirándolo fría. Se remueve incómodo.

—Lo sé, es que. —Calla buscando las palabras adecuadas, supongo—. Es la primera vez que veo un caso como el suyo, no supe cómo manejarlo —confiesa.

—¿Un caso como el mío? No estoy enferma, Xavier. No soy especial o diferente por acostarme con el abuelo de mis hijos —le espeto enfadada.

—Lo sé, no fue eso lo que quise decir, pero jamás había conocido a alguien que se acostara abiertamente con el abuelo de sus hijos y que no le importara un comino la opinión de los demás —se defiende. Niego molesta.

—Si la vida que estoy viviendo es mía, no tiene que opinar nadie la manera en cómo la vivo. Amé mucho a Marcus cuando lo conocí, fue la primera persona que me quitaba el aliento y me lo devolvía al besarme, fue la primera persona que me hizo perder la cordura, pero también fue la primera que me rompió el corazón cuando me abandonó, después conocí a Ian y también lo amé, creo que lo amé aún más que a Marcus, me dio los mejores regalos del mundo: mis hijos, pero me rompió, no el corazón, sino la vida entera, me destrozó cuando me confesó que sabía mi relación pasada con su padre, me confesó que lo había planeado, había planeado enamorarme, ja. —Seco la lágrima que se me escapa y continuo.

»—Juro por Dios que no tenía pensado volver a acostarme con Marcus, nunca me lo planteé, no lo planeé. Si Ian no hubiera tenido esas intenciones conmigo desde el principio, nos hubiéramos casado y, le aseguro, señor White, que no le hubiera sido infiel con Marcus. ¿Sabe por qué? —Xavier niega—. Porque lo amaba —concluyo.

—¿Y ahora ama al señor Marcus? —Niego.

—No, me prometí no enamorarme nunca más de un Lombardi y trabajo en cumplir eso. Que sí, disfruto estar con Marcus, me encanta ese hombre, me vuelve loca en la cama, en el baño, en la cocina, en donde sea. —Sonrío cuando Xavier mira a otro lado incómodo.

»—No me enamoraría de Marcus, ni aunque quisiera y es que no puedo hacerlo. Es fácil tener sexo con él ahora que mis hijos están pequeños y no entienden nada, pero no podría enamorarme de Marcus, porque sé que él también lo haría de mí ¿Y cómo se le explica a dos niños, que su madre duerme con su abuelo? No me importa la opinión de nadie, pero si me importa el amor de mis hijos, no puedo confundirlos de esa manera —le explico. Xavier asiente entendiendo.

—Comprendo, pero le tengo una pregunta. —Asiento para que continúe—. Si no le pone fin a sus encuentros con los Lombardi, ¿cómo espera conocer a una nueva persona? —Le sonrío genuino. La primera sonrisa genuina que le doy y lo nota, porque me sonríe de vuelta.

—La verdad, Xavier, es que no sé cómo alejarme de los Lombardi. Esos dos tienen algo que me obliga a permanecer atada a ellos —confieso, encogiéndome de hombros.

—¿Siente algo por el padre de sus hijos? —Niego en el acto.

—No, ni siquiera respeto, pero permaneceré atada a él siempre por los mellizos, con Marcus es otra cosa. —Busco las palabras adecuadas—. No sé cómo explicar lo que pasa por mi cuerpo cuando lo tengo cerca, es como si fuéramos metales y tuviéramos la necesidad de permanecer unidos, ¿lo entiende? —Xavier asiente cabizbaja.

—Sí, lo entiendo. Ya sé que no le gusta que la aconseje, pero creo que debería ponerle fin a sus encuentros sexuales con el señor Marcus, por lo que me dice, se está enamorando de él. —No me da chance de responder, porque Marcus aparece en la sala vistiendo el traje negro que hace juego con el mío, le sonrío. Está divino.

Mis amores, dos capítulos seguiditos. Espero poder subir mañana también, gracias por la paciencia, comenten por favor.

Los amo❤

A🌙A

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