Capítulo 7 ✔️ [Corregido]
"Yo no sé cómo hacer para no tenerte,
Las ganas que te tengo.
Como hacer para no querete, yeahh.
Canción: Tutu. Camilo y Pedro Capó."
Llevamos tres días en Cancún y ya no aguanto otro día más, entre las largas horas en auto recorriendo Cancún, viendo uno y otro terreno y locales, las comidas incómodas con Xavier y las sesiones de sexo con Marcus, me tienen acabada, creo que he envejecido diez años en tres días.
Sumemosle a eso que ya estoy más que cansada de ver a mis bebés a través de la pantalla del portátil, los extraño demasiado y aún no creo que vuelva, necesitamos unos cuantos días más acá para dejar todo listo.
Marcus se ofreció a quedarse para que yo me fuera, pero Xavier insistió en que mi opinión era muy importante.
Es un idiota, no termina de agradarme, siempre hace preguntas inoportunas y me mira más de lo que me gusta que me miren, me incómoda estar cerca de él, tiene algo que no me gusta.
Acomodo mi arete mientras camino a la puerta a ver quién es.
—Buenas tardes señorita, el señor le manda a decir, que la espera en el restaurante en veinte minutos. —Le agradezco al chico y cierro la puerta, aceptando el ramo de flores que me ofrece.
¿He dicho alguna vez que no me gustan las flores? Pues, no me gustan. Sin embargo, aspiro su aroma y busco un florero en alguna parte para ponerlas con agua.
Me sorprende que Marcus haya cambiado de lugar, quedamos en vernos en la barra de la playa.
Olvidé decirles que el hotel queda a la orilla del mar, solo que ni tiempo he tenido de ir. Tengo puesto un bikini rojo vino que Marcus me regaló esta mañana y no quiero darle muchas vueltas al asunto, pero sospecho que escogió este color por algo en particular. Encima, llevo un vestido playero blanco y unas sandalias bajas, ¿Recuerdan mis sandalias del uniforme de mesera? Pues, esas mismas.
Veo la hora y aún quedan más de diez minutos, sin embargo, prefiero bajar de una vez, acá arriba no hay mucho qué hacer, no me llama la atención lo que pasa en la tv.
Cierro la puerta y no olvido la tarjeta para abrirla luego y bajo en el ascensor. Llego al restaurante y tomo asiento en la mesa que me indicó el chico.
—Llegó antes. Está usted muy hermosa hoy. —Levanto la vista del móvil y frunzo el ceño, no es Marcus quien está frente a mí, es Xavier.
—Debe haber un error, pensé que vería a Marcus. —Xavier alza una ceja y me entran ganas de abofetearlo, es demasiado creído.
—El señor Lombardi no fue quién le envió el recado. ¿Le gustaron las flores? —Así que fue él quien me mandó las flores, con razón no sabe que no me gustan.
—La verdad no me gustan las flores, pero se lo agradezco. Ahora, si me permite, debo ver a Marcus en otro lugar. —Me levanto de la silla e intento irme, pero como siempre, alguien me lo impide, esta vez es él.
—Permítame convencerla de que cene esta noche conmigo, prometo portarme a la altura. —Cojo aire y lo suelto lentamente.
—Será para otra ocasión, Marcus me espera. Disculpe —zanjo.
—Estoy seguro de que el señor Lombardi lo entenderá si le explica, igual podrán verse en la habitación en cuanto terminemos. —Me guardo los insultos y camino fuera del restaurante—. Disculpe mis palabras anteriores, no debí haber insinuado nada. —Doy vuelta y lo encaro.
—No ha insinuado nada que no sea cierto, el señor Lombardi y yo dormimos juntos, mejor dicho, compartimos la habitación, porque lo menos que hacemos es dormir, se lo aseguro. —Alzo la ceja como él lo hizo anteriormente y ahora si veo sorpresa en su mirada.
¿Qué? ¿Acaso no pensó que lo aceptaría? Le falta conocerme.
—No tengo dudas de eso y disculpe la pregunta, pero, ¿no es el hijo del señor Lombardi, el padre de sus mellizos? —Bien, este hombre debe tener el récord de los hombres que hacen las preguntas más estúpidas del mundo.
—Sí, así es. ¿Supone eso algún problema para usted? —Sé que mi descaradez lo sorprende, lo aturde.
—Ninguno, si él lo sabe y no le supone problema a él, menos a mí. —Le doy la espalda de nuevo.
—Perfecto, ahora si me disculpa, buscaré a Marcus para que me quite el bikini con los dientes. —Lo sé, me excedí, pero de verdad necesito sexo ahora. Xavier me altera.
—Es usted muy directa con esa boca. —Odio que me trate de usted, me hace sentir más vieja de lo que ya me siento.
—¿Puede dejar de hablarme de usted? Cuando mucho me llevará dos o tres años —le espeto, aún no sé porque sigo hablando con él.
—¿Qué edad tiene? —Suspiro.
—24 —respondo seca. La verdad es que me da un poco de miedo perderme, le dejé un mensaje a Marcus, diciéndole que estaba acá, espero que llegue pronto.
—Entonces le llevo 6 años, señorita Alsina. —Lo miro mal y se corrige—. Disculpe, Rose. —Marcus llega hasta nosotros y me acerco a él besando sus labios.
—Si no le importa, señor White, la noche es joven. —Xavier me mira con cierta gracia, sé que le irrito en sobremanera, la noticia es que él a mí, igual.
—Puede acompañarnos, si quiere. —Me alejo de Marcus como si quemara y lo veo mal, me devuelve la mirada confundido.
—Sería un placer, pero no quiero molestarlos. La señorita Rose comentó algo de que le quité el bikini con los dientes. —Abro la boca impactada,
¿De verdad dijo eso? Marcus, como era de esperar, se coloca tan rojo como un pimentón. Xavier me mira victorioso, pero no le daré el gusto.
—Es cierto, así que Xavier no puede acompañarnos porque quiero que hagas eso ahora mismo. —Marcus pasa de rojo pimentón, a rojo escarlata, hasta risa me da, pero me controlo. Alzo el mentón y veo desafiante a Xavier, lo he tuteado.
—Pues, yo me retiro entonces, sólo déjeme aconsejarles, que deberían de subir a la habitación y encargarse de eso y no hacerlo en público. Acá sigue siendo ilegal eso. —Estúpido, idiota, entrometido, fastidioso, dolido, engreído y miles de insultos más vienen a mi mente, pero como siempre, soy una mujer educada, bah, al carajo la educación.
—Déjeme aconsejarle a usted, sr. White, no poner a prueba nuestros límites, si no nos importó hacerlo en su avión, mucho menos en el mar. Con su permiso. —Cojo la mano de Marcus y doy vuelta dejando a Xavier con la boca abierta. Sonrío satisfecha.
—¿Era necesario decir todo eso? ¿Qué pensará de nosotros? —Ruedo los ojos, ante las preguntas de Marcus.
—Él empezó, y sí, si era necesario decir todo eso. Me cae de la patada. Además de que es un entrometido y vive pensando qué decir para hacerme sentir mal por tener sexo con el abuelo de mis hijos. Es un idiota, lo bueno es que he practicado lo suficiente con Ian todo este tiempo, como para que sus palabras me afecten, ya sé muy bien qué responder. —Llegamos al mar y hay muy pocas personas, la mayoría están en la barra tomando algo, yo necesito estar alejada de las personas, por lo que no me importa sentarme en la arena.
Marcus hace lo mismo y quita sus zapatos junto a sus calcetines.
—Sí, ya veo que has practicado muy bien, te has vuelto descarada con las palabras —comenta no sé si sorprendido o no, pero yo río bajito.
—También con mis acciones —dicho eso, me acerco a él y lo beso.
No ha pasado ni seis horas desde la última vez que tuvimos sexo, pero lo necesito. Xavier me ha puesto estresada, necesito liberarme.
Marcus me corresponde el beso con pasión y acaricia mi cuerpo con sutileza —"seguimos en un sitio público"—, cómo si me interesara.
Me quito el vestido y guardo mi celular enrollándolo dentro de él, espero que nadie se lo robe, me gusta mucho.
Marcus también se quita su ropa y juntos caminamos al mar. El agua está helada, pero yo estoy lo suficientemente caliente como para prestarle atención a eso. Marcus me abraza por atrás y reparte besos por mi clavícula, observo de reojo a las personas en la barra y nadie nos mira, cada quién está en lo suyo. Aprovecho para darme vuelta y enrollo mis piernas alrededor del cuerpo de Marcus.
—Estás loca, si lo saco ahora, se me congelará. —Rio ante las palabras de Marcus y lo beso para que deje de inventar protestas.
—Yo te lo calentaré. Estoy ardiendo, por favor —suplico jadeante en su oído.
Lo escucho gruñir para después mover mi bikini y entrar en mi suave y fuerte como siempre. Jadeo satisfecha y me muevo con su ayuda, pierdo toda noción de tiempo o espacio y, por ahora, solo somos él y yo.
Poco a poco cumplo las fantasías que voy creando, no importa que siempre sea un Lombardi el que me las cumpla.
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