Capítulo 6 ✔️ [Corregido]
El problema de la atracción entre humanos, es que nunca sabes si será correspondida.
Hush Hush
Una de las ventajas de ser un empresario en Reino Unido, es tener tu propio avión privado. Aún estoy sorprendida y abrumada.
¿Quién es ese hombre y por qué si tiene tanto dinero, quiere asociarse con nosotros? Claro que mis preguntas no tendrán respuesta, porque no pienso formularlas en voz alta.
Desde que subimos al avión, me puse a leer un libro que Rodolfo metió entre mi ropa: Si decido quedarme.
Llevamos alrededor de una hora de vuelo y yo me he pasado esa hora chillando, es un libro muy sensible.
—¿Me dirás por qué no quieres hablarme o seguirás llorando con ese libro? —Marcus se sienta frente a mí y, a decir verdad, pensé que tardaría menos en desesperarse por estar ignorándolo. Suspiro resignada y cierro el libro.
—Ian me hizo sexo oral hoy mientras dormía. —La cara de Marcus pasa de confusión a desconcierto y vuelve a quedar en confusión. Antes de que pregunte como fue, decido contárselo todo—. Después de que te fuiste me desnudé y me acosté a dormir otro rato más, pero cuando desperté, Ian estaba con su cabeza en el medio de mis piernas, al principio pensé que eras tú, pero cuando me di cuenta que era él, me dio mucho asco y me aparte. —Veo a Marcus procesar todo. Yo siento mis mejillas arder.
—¿Aún no lo perdonas? —Chasqueo la lengua.
—Sí, ya lo perdoné, pero aun así no quiero nada con él, ni siquiera sexo casual —explico. Marcus asiente y sé que no sabe qué decir. Vamos, es su hijo—. Me ha propuesto hacer un trío contigo. Está loco. —Marcus abre los ojos sorprendido.
—No está loco, solo está desesperado por acostarse contigo y eso lo hace actuar como loco. —Bufo.
—Eso no sucederá, no pienso acostarme de nuevo con Ian —aseguro. Marcus se inclina hacia adelante y apoya su rostro sobre su mano, la mirada que me dedica es extraña.
—¿Por qué no? ¿Ya no sientes ni una pizca de atracción por él? —Rio en su cara y no pienso dos veces antes de responder.
—Nada, no siento absolutamente nada por él, ni su existencia ni ausencia me inmuta en lo absoluto. No pienso acostarme con él, por el simple hecho de que no me produce ni ganas, mucho menos deseo. —Marcus vuelve a su posición original y suspira ¿decepcionado? No lo sé.
—Bien, es bueno no ser Alessandro ahora mismo. —Sonrío por su comentario.
—¿Por qué prefieres llamarlo Alessandro en vez de Ian? —pregunto interesada.
—Alessandro es como lo llamábamos de pequeño. Su madre solo lo llamaba Ian cuando hacía algo malo, prefiero llamarlo como cuando era niño y no hacía las cosas como las hace ahora. —Asiento entendiendo.
—Bueno, iré a dormir un poco, aún faltan casi once horas para llegar. —Marcus asiente y me levanto para ir a la cabina que según entendí, es un dormitorio. Despierto y lo primero que veo es a Marcus viéndome fijamente—. ¿Qué hora es? —Siento la boca pastosa, tengo sed.
—Casi medianoche, faltan dos horas para llegar, has dormido mucho. —comenta y ya creo que sí. Alcanzo una botella de agua y la bebo casi toda de un solo trago.
—Tengo hambre —confieso al terminar la botella.
—Lo supuse. Hay sándwich, si quieres. —Me entrega un plato con dos sándwich y creo que harán falta unos tres más para llenarme. Acabo de comer y como imaginé, tengo hambre.
—¿Qué hacemos ahora? Llegaremos muy tarde allá. —Me siento bien en la cama y Marcus se sienta a mi lado.
—Se me ocurrió algo para que el tiempo pase más rápido —comenta seductor, su mano acaricia mi pierna mientras que su boca reparte besos a lo largo de mi cuello. Jadeo involuntario.
—¿Lo haremos aquí? —pregunto asustada—. ¿Qué pasa si los pilotos o la aeromoza que anda por ahí, nos descubren? —Marcus hace caso omiso a mis preguntas y sube sobre mi cuerpo, me dejo llevar cuando encuentra mi boca y me besa robándome todo el aliento.
Desabrocha los botones de mi jumper y me lo quita despacio, muy despacio para mi gusto. Lo ayudo quitándole su habitual camisa y pantalón.
—Me tienes caliente desde la mañana. No demores más, por favor —suplico, Marcus sonríe satisfecho y se arrodilla frente a mí.
—Te haré olvidar el encuentro con él. —Asegura antes de encargarse de mi feminidad que pedía su atención
¡Y vaya que logra que olvide cualquier encuentro previo a este!
—No aguanto más, por favor, entra ya —suplico entre gritos bajos, Marcus relame sus labios y se endereza para entrar en mí.
La sensación de vacío es llenada, las corrientes encuentran el mismo sentido, mis terminaciones nerviosas estallan y solo puedo sentir placer.
—Más rápido, por favor —pido entre jadeos. Marcus aprieta mis senos con dureza y hace justo lo que pedí, llevándome al séptimo cielo o infierno, como sea.
Llego al orgasmo en poco tiempo y Marcus me sigue. Rueda a mi lado y me atrae a su cuerpo.
—Durmamos lo que queda de viaje —propone y por supuesto que acepto. Cierro los ojos y me duermo.
—Llegamos, vístete o quédate así, así me encantas. —Aún con sueño, rio bajito y comienzo a vestirme, no me preocupo en arreglar mi cabello y bajo del avión tomada de la mano de Marcus.
El viento me golpea e intento cubrirme con el cuerpo de Marcus. Como pasa en las películas, Marcus se quita su abrigo y me lo coloca sobre mis hombros. Le agradezco y subimos al auto que nos espera.
No me fijo en nada del camino. Desde que subo, hasta que llegamos al hotel, me la paso con la cabeza en los hombros de Marcus y con los ojos cerrados, solo quiero llegar al hotel y dormir.
—Gracias. —Es lo único que le digo al chico que baja nuestro equipaje.
—Está bien, gracias, señorita. —Cojo la tarjeta que supongo es la llave de la habitación y tomo la mano de Marcus para que ya deje de insistir en que son dos habitaciones—. Rodolfo me lo advirtió —le explico, una vez estamos en el ascensor.
—¿Qué? —Detesto tanto que me pregunten eso, de verdad.
—Dijo que no necesitaríamos dos habitaciones. —Marcus ríe entendiendo todo y salimos al pasillo, llegamos a la puerta que nos toca y paso la tarjeta por la ranura, abriéndola. Aún me sorprendo al ver estas cosas.
La perfección está frente a mí cuando veo la enorme cama, no lo pienso dos veces y me desnudo para luego tirarme sobre ella. Escucho a Marcus reír y ya no soy consciente de nada más.
***
El restaurante donde Xavier nos citó, es en la parte de abajo del hotel donde nos hospedamos, sin embargo, llevo puesto un vestido tres cuartos, sin mangas, es de color turquesa y es muy simple, solo tiene de adorno, un delicado cinturón fino color piel, que hace juego con mis tacones de aguja.
Mi cabello lo llevo suelto y no llevo prácticamente nada de maquillaje, salvo un labial morado, que dudo que siga intacto tras el beso que Marcus me dio en el ascensor mientras bajábamos.
Las piernas me tiemblan, las manos me sudan y mi pulso va muy acelerado, a este paso, no llegaré a los 30. Marcus da su apellido y un ¿mesero? Ni sé cual sea su cargo, nos lleva hasta la mesa, ya Xavier se encuentra sentado y de cerca se acelera aún más mi pulso y no por algo personal, más bien, sigo sin comprender porque me quiere a mí en su equipo, como su socia.
—Buenas tardes, ¿señor? —Marcus extiende su mano, soltando la mía para estrechar la de Xavier.
—Xavier White, es un placer. —Ya conocía su voz, pero en personas es más fuerte, tengo los pelos de punta y eso no es profesional.
—El placer es nuestro, Marcus Lombardi y ella es..
—Rose Alsina, su nuera, ¿cierto? —Xavier interrumpe a Marcus y noto a Marcus tensarse cuando dice que soy su nuera.
—Un placer, pero no soy su nuera —aclaro, Xavier arruga el entrecejo intentando lucir sorprendido, pero solo queda en eso, en un intento. Dudo mucho que no haya visto mi labial en los labios de Marcus, así que solo se hace el tonto.
—Oh, lo lamento, creí que su hijo era el padre de sus bebés. —El hablar de mi vida privada, mejor dicho: el que conozca mi vida privada empieza a irritarme.
—Lo es, pero no somos parejas. Ahora si no le importa, me gustaría hablar de lo que vinimos a hacer acá. —Mi voz es firme y tajante. Marcus me mira sorprendido mientras que Xavier me dedica una mirada retadora, ¿A qué juega? Todos tomamos asiento.
—Bien, ya habiéndonos presentado, ¿Qué lo trae a hacer negocios en esta parte y con nosotros? —Agradezco que Marcus está aquí y formula justo las preguntas que necesito que responda.
—La verdad, un amigo me comentó de su trabajo en Europa y me gustaría incursionar en el mundo del diseño, mis negocios son de vino, así que para entrar en un negocio desconocido al mío, necesito de gente que tenga éxito en ese mismo negocio. —Astuto.
—Hay algo que me cuesta entender, ¿por qué quiso explícitamente tenerme como socia? —La respuesta de Xavier queda en el aire cuando una mesera llega hasta nosotros con nuestra orden, no recuerdo haber ordenado.
—Gracias. —La chica se retira sirviendo nuestras copas—. Ordené por ustedes, espero no les moleste. Al parecer, esto es delicioso —explica Xavier, comienzo a comer esperando que me dé mi respuesta, pero no llega.
Rápidamente cambia el tema y comienza a hablar sobre los diferentes lugares que ha visto, no quiere solo una tienda para vender, quiere de hecho, una fábrica acá mismo, no quiere que la ropa sea importada de Italia, quiere que sea diseñada acá mismo.
Terminamos la comida y ellos siguen hablando, yo solo hablo de vez en cuando, cuando Marcus me pregunta qué me parece todo.
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