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Capítulo 43 ✔️ [Corregido]

El amor es una muestra mortal de la inmortalidad

-Fernando Pessoa.

Ya pasaron dos días desde la inauguración, así que hoy ya es Lunes.

Ayer después de desayunar con Ian, nos reunimos todos allí y planeamos pasar el día en el mar. No hubo momento más incómodo para mí que todo el día de ayer.

No me coloque bikini, porque no tenía planeado entrar al mar, por lo que solo me quede con los niños en la arena, Ian le hizo una pequeña piscina haciendo un hoyo en la arena y les echó agua dentro, me la pase allí con ellos.

Pero las miradas de Xavier, Ian y Marcus todo el día sobre mi, me incomodaban a niveles exorbitantes. Gracias a Dios no duró mucho y después de las 14:00hrs volvimos al hotel y no los vi más, por lo menos no a los tres al mismo tiempo.

Ahora nos encontramos todos, excepto Xavier, que él se quedará esta semana para instruir al encargado que ha elegido para que lleve el negocio, después volverá a Roma y después de eso se irá de nuevo a su país para manejar sus negocios.

En el avión todos están entretenidos en sus propias cosas. Rodolfo me hace señas desde su asiento y camino hasta él. Arianna está en la habitación con los niños durmiendo.

—Dime —digo apenas me siento a su lado.

—¿Me ayudarás para la pedida de mano? —pregunta con ilusión.

—Por supuesto que sí. ¿Qué tienes en mente? —interrogo con una sonrisa. Rodolfo sonríe amplio.

—No lo sé, no quiero lo típico de una cena. ¿Tú qué opinas? —cuestiona.

—Ian me propuso matrimonio con la salida del sol frente a nosotros, en un globo aerostático —le cuento con una sonrisa recordando el pánico que tenía de caernos y como Ian se cayó ese día—. ¿Qué le gusta a él? —inquiero, centrándome de nuevo en Rodolfo.

—Es muy hermoso, nunca me habías contado eso y, volviendo al tema, no lo sé. ¿Surfear? —pregunta más para él que para mí.

—Puedes aprovechar eso. ¿Por qué no organizas una ida al mar y se lo pides allí? —propongo.

—Pero, ¿estarían ustedes presentes? —cuestiona—. No quiero que estemos solos, me asustaría y no sé si podría hacerlo —confiesa con miedo. Le sonrío para que tenga confianza.

—Lo harás, créeme —le aseguro—. Podemos organizarlo todo, pero recuerda que serás tú quien hable —aclaro. Rodolfo asiente.

—Lo sé, lo sé, lo haré. ¿Podríamos hacerlo este fin de semana? —pregunta.

—Por supuesto que sí, Ro, no le contaremos a nadie más, que sea una sorpresa para todos. —Rodolfo asiente—. Bien, ¿Ya tienes el anillo? —cuestiono. Eso es lo principal, Rodolfo niega, lo miro mal y él sonríe avergonzado.

—Esperaba que pudieras acompañarme tú para escogerlo. —Sonrío halagada.

—Claro que sí, una vez diga que sí, ¿la boda será dónde? En España es legal el matrimonio igualitario —recuerdo. Rodolfo asiente.

—Sí, pensé en Costa Rica o Puerto Rico, pero muero por conocer tu país. España es una buena elección —concuerda. Sonrío agradecida—. ¿Tú qué harás con tus tres papuchis? ¿A quién vas a elegir? —Lo miro mal.

—No son objetos —le aclaro—. Pero, la verdad no lo sé, tengo algo en mente, pero esperare que le pidas la mano a Tony —reconozco.

—¿Qué harás? Cuéntame, por favor —pide, niego.

—No puedo decirte aún, deja que lo planifique bien —le digo. Rodolfo hace puchero, pero no insiste. Sonrío y cierro los ojos para dormir. Despierto porque mueven mi hombro con fuerza. Abro los ojos despacio.

—Llegamos, dormilona —dice Rodolfo viéndome. Sonrío y termino de despertarme para después levantarme de mi asiento y coger mi equipaje.

Ayudo a Arianna con el suyo, ya que ella tiene a Jordy en brazos y bajamos. La brisa fría de la noche nos recibe, mi cabello se mueve con el viento. Me apresuro a entrar al aeropuerto para no congelarme.

Todos entran y caminamos hasta los taxis que están parqueados afuera. Arianna, Rocío y yo subimos a uno con los bebés, mientras que Ian, Marcus y Rodolfo suben a otro. El camino a casa es rápido en comparación con las veces anteriores, le cancelo al chófer y nos ayuda a bajar nuestro equipaje. Rocio abre la puerta mientras yo llevo las maletas dentro y Arianna me ayuda con los niños.

—Buenas noches —se despide Rocío y camina a su habitación. Arianna la sigue, yo dejo a los niños en su habitación y camino a la cocina, no puedo acostarme sin comer algo.

Encuentro helado, galleta y Coca-Cola, todo lo agarro para después caminar a mi habitación. Me cambio la ropa por una blusa larga y me siento en la cama, encendiendo mi portátil y busco la serie que estaba viendo en Netflix antes de viajar a México.

Comienzo comiendo primero las galletas con la Coca-Cola para terminar comiéndome todo el helado y dormir.

***

Despierto con un fuerte dolor de estómago, creo que la extraña combinación de anoche está dando frutos. Corro al baño a devolver todo lo que estaba en mi estómago.

Cuando termino, limpio mi rostro y lavo mis dientes, tomo una ducha caliente muy rápida y regreso a la habitación. Opto por ponerme un vestido entallado al cuerpo de color champagne y un cinturón negro a juego con mis zapatos de tacón y mis pendientes.

No me coloco labial porque vamos a desayunar, me aplico bastante perfume, tanto que termino estornudando. Salgo de mi habitación escuchando ya a Rocío y Arianna en la sala, antes de ir para allá, paso por la habitación de mis mellizos y aún duerme.

Qué rica es la vida de un bebé.

Llego a la sala y saludo a ambas, me encuentro con Rodolfo también.

—¿Te quedó gustando la comida? —pregunto burlona, Rodolfo ríe.

—No recordaba que ya habías llegado —inventa con burla. Reímos y nos sentamos a la mesa cuando Rocío avisa que ya está listo el desayuno.

Después de comer, Rodolfo sube a su auto y Arianna y yo al mío, nos despedimos de Rocío y nos vamos. Llegamos a la empresa y saludamos a todos.

La mañana pasó tranquila, a la hora del almuerzo, Rodolfo aparece en nuestra oficina.

—¿Almorzamos juntos? —pregunta. Arrugo el entrecejo confundida, Rodolfo abre los ojos mandando mensajes a mi subconsciente hasta que lo pillo, iremos por el anillo.

—Por supuesto. ¿Te importaría almorzar sola, Arianna? —le pregunto con voz dulce, Arianna me mira confundida, pero asiente.

Le sonrío y me levanto de mi asiento, cojo mi celular y camino junto a Rodolfo. Salimos de mi oficina para después salir de la empresa, subimos a su auto y Rodolfo arranca.

—¿Se vería muy mal si le regalo uno con alguna piedra? —cuestiona cuando llevamos un rato de camino.

—Pues, Tony es muy fuerte, pero podríamos buscar uno que no tenga una piedra tan llamativa. ¿Tú qué crees? —pregunto sin poder imaginar a Tony con un hermoso diamante en sus gruesos y varoniles dedos.

—Tienes razón, mejor que sea uno rudo y elegante, como él. —Rodolfo me sonríe al estacionar frente a una joyería. Le devuelvo la sonrisa y bajamos del auto. Apenas entramos a la tienda una chica con el uniforme negro se acerca a nosotros.

—Buenas tardes. ¿En qué puedo ayudarlos? —dice con voz cálida y amable.

—Venimos por un anillo de compromiso —habla Rodolfo, la chica sonríe ampliamente y nos señala un pasillo con todo tipo de anillos, caminamos detrás de ella.

—¿Lo busca de algo en especifico? Tenemos de oro, de plata, acero, de diamantes, piedras preciosas, finos, gruesos, de oro rosado... —Dejo de prestarle atención cuando un hermoso anillo capta mi atención.

Es como la chica decía, de color rosa muy claro, no sé si sea de oro, pero tiene una seguidilla de pequeños diamantes rosas, ¿o serán piedras preciosas, como dijo ella? No lo sé, son como doce seguidas, no es el anillo más hermoso ante la vista de los demás, pero sin duda es un anillo que me gustaría lucir en mi dedo anular.

—¿Le gusta ese, señorita? —La chica llega junto a mi y antes de que pueda decirle que solo estoy viendo, comienza a explicarme—. Es de oro rosa de 14k, los diamantes son sintéticos, pero si los quisiera puros, perderían el tono rosa, aunque es posible. —Antes de que siga hablando, levanto la mano.

—Está precioso, pero no soy yo la novia —explico, la chica asiente entendiendo y regresa con Rodolfo luego de disculparse. Admiro una vez más el anillo y doy vuelta para unirme a ellos—. ¿Cuál te gusta? —le pregunto a Rodolfo.

Veo que tiene cinco anillos en sus cajas sobre la repisa del mostrador y observa atento cada uno.

La verdad no veo mucha diferencia entre ellos, todo son dorados, imagino que de oro, solo cambia los trazos que tienen cada uno.

—No lo sé, me gusta este diseño, pero me gusta más este color. ¿Tú qué opinas? —Señala entre el primero y el cuarto. Noto que el cuarto es más oscuro y brillante que el resto y el primero, el diseño es curvo.

—¿Acaso se puede hacer que este anillo —digo mientras señalo el primero—, tenga el mismo color que este otro? —Señalo el cuarto y le pregunto a la chica que nos atendió.

—Por supuesto que sí, sería un recargo a su precio inicial, pero es posible. —Rodolfo sonríe feliz.

—El precio es lo de menos. ¿Para cuándo cree que puede estar listo? —pregunta Rodolfo viendo a la chica.

—Tres o cuatro días, cuando mucho una semana —habla.

—Lo necesitamos para este sábado —sentencio. Rodolfo asiente de acuerdo.

—Estará listo para el sábado —promete la chica. Rodolfo se va con ella para arreglar todo sobre el anillo y yo me quedo viendo los demás anillos, aunque sigue llamando mi atención ese en específico.

Creo que debí dejar que me hablara de su precio y regalármelo yo misma, total, estaré casada conmigo toda la vida, merezco mi anillo por eso, ¿cierto?

Dejo de divagar cuando Rodolfo me llama para irnos. Me despido de la chica y salimos.

—¿De verdad crees que será el elegido? —Rodolfo se escucha muy nervioso, sonrío feliz.

—Lo será, va a quedar hermoso, ya veras que sí —le aliento. Rodolfo me sonríe agradecido—. Debemos inventar algo para la salida al mar este domingo —advierto.

—Lo sé. ¿Qué te parece si aprovechamos la venida de Xavier para hacerlo? —Arrugo el rostro.

—No creo que nos crean si usamos eso de excusa —confieso.

—Yo creo que sí, recuerda que solo vendrá por unos días y después volverá a su país, sería algo así como una despedida —explica. Pienso que tiene razón, Xavier solo estará hasta el miércoles y después sabrá Dios cuándo volverá, sería una buena opción.

—Tienes razón, eso diremos. ¿Cenamos hoy en mi casa para decirlo? —propongo. Rodolfo asiente con una sonrisa—. Lleva a Tony para que no sospeche luego —sugiero.

—Si, lo haré. Que cocine Rocio —advierte. Golpeo su hombro en juego y reímos.

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