Capítulo 39 ✔️ [Corregido]
—¿Me quieres con el corazón o con la cabeza?
—Me temo que con los pies. De otro modo no puedo explicar porque siempre regreso a ti.
#No recuerdo donde lo lei, jajaja.
Narra Rose.
Despierto por las caricias que Marcus reparte en mi rostro y noto qué aún estamos en el mar.
—La mia regina, deberíamos volver al hotel —sugiere. Asiento y me coloco de pie, Marcus me imita y comenzamos a caminar.
Nos alejamos un poco, por lo que el camino es largo. Me estremezco por el frío, Marcus lo nota y me abraza. No sirve mucho para calmar el frío, pero su cuerpo junto al mío es cálido.
Regresamos así al hotel, saludando de nuevo a la recepcionista. Entramos al ascensor y Marcus marca su piso. El ascensor no demora nada en llegar, Marcus me mira.
—Descansa, buenas noches. —Deja un beso en mi nariz y sale.
Espero que entre a su habitación y marco un piso más. Llego a mi destino realmente agotada y congelada. Cierro la ventana que dejé abierta esta tarde y me quito la ropa que tiene arena por doquier.
No me preocupo en colocarme pijama y me acuesto solo con la panty puesta, porque la blusa que tenía no necesitaba sujetador. Me cubro con la manta y entro en calor.
La conversación con Marcus pasa por mi mente y ahora me arrepiento un poco de no dejar que me besara, quizás hubiéramos hecho el amor en la arena y quizás lo estuviéramos repitiendo ahora mismo.
Muero por bajar, tocar su puerta y pedirle que me haga suya. Pero no, recuerdo el porqué de mi decisión y debo mantenerme firme con ella.
Los Lombardi tienen el poder de hacerme dudar siempre y terminar acostándose conmigo. ¿Para qué? Para luego no poder seguir haciéndolo.
No, estoy cansada de entregarme, en este caso a Marcus, una noche y al día siguiente que me recuerde que no podemos estar juntos.
Estoy cansada de que nuestros amor solo pueda durar una noche y no toda la vida.
Ian es clase aparte, con él no habría problema de estar juntos, la cuestión es que cuando estoy con él, sigo pensando en Marcus, pero cuando estoy con Marcus, solo pienso en él, en nadie más.
Y Xavier, Xavier es ese amor lindo que la vida está presentándome, pero que me empeño en dejar pasar. Y no lo hago con mala intención, realmente me gusta estar con él, pero llegó en un momento en que mi corazón está ocupado y mi mente también.
Estar con él ahora no sería justo de mi parte, él estaría entregando todo, ¿a cambio de qué? Yo no tengo nada bueno que entregarle.
Decido dejar de pensar en cosas tristes y cierro los ojos para dormir, pero no lo consigo. Doy vueltas y vueltas en la cama hasta que por fin, Morfeo me visita y me duermo.
No sé cuánto tiempo pasó, pero lo siento como minutos apenas. Despierto por el ruido de la alarma. Y, aunque estoy cansada y tengo mucho sueño, me levanto con una sonrisa. Hoy empezaré a remodelar todo y eso me emociona mucho.
Me coloco una falda tubo color gris, que me llega unos tres dedos por encima de la rodilla y una camisa color violeta. Me coloco unos zapatos de tacón plateados y me aplico un labial color piel. Cojo el saco que va a juego con la falda y mi bolso de mano, cerciorándome que está todo dentro y salgo.
Si todo será como fue en diciembre, entonces deberíamos de reunirnos los tres en el restaurante del hotel para desayunar, veamos si será así.
Entro al elevador y coloco la planta baja. Llego al restaurante y suspiro, ninguno de los dos está en alguna mesa. Me siento en una mesa del fondo y la misma chica morena que me provocaba golpear ayer, aparece.
—Buenos días, señora. —Acentúa con desprecio la palabra señora. Sonrío satisfecha—. ¿Va a ordenar o esperará a alguien? —pregunta impaciente.
—Ordenaré de una vez, por si mi esposo demora en llegar. —La chica hace una mueca con la boca.
¡Cuánto disfruto esto!
Miro la carta por encima para terminar pidiendo unas tortillas de maíz con guacamole y un café. La chica anota todo y se va. Me quedo riendo por su actitud.
—¿Contenta? —Doy un respingo al escuchar a Marcus hablar. Miro hacia arriba y ambos están a mi lado. Les sonrío a los dos en modo de saludo.
—Mucho, la verdad. —Tanto Marcus como Xavier se sientan frente a mí.
—¿Podemos conocer el motivo? —pregunta Xavier con mejor semblante que ayer. Asiento sonriente.
—Son dos razones la verdad, la primera estoy muy emocionada por comenzar a remodelar todo y, la segunda. —Miro a Marcus y río bajito—. La mesera sigue creyendo que somos esposos, debes ver cómo me mira. —Le cuento. Xavier nos mira extraños, pero con una sonrisa confundido.
—Laura ignoró ayer la presencia de Rose y ella se la cobró —le explica Marcus a Xavier. Xavier ríe con ganas. Lo miro sorprendida.
—Ya veo, así que sí quedó colada por ti, ¿eh? —Mi vista se pasea de Marcus a Xavier y viceversa. Marcus ríe y sus orejas se colocan rojas, está apenado. ¡Qué cuchitura!
—¿Me perdí de algo? —cuestiono.
—La primera vez que Laura nos atendió, no podía hablar y casi que babea cuando vio a Marcus —explica entre risas Xavier.
Alzo las cejas viendo fijamente a Marcus, esa sensación que se está haciendo muy familiar para mí, aflora: celos.
—¡Oh, Interesante! —comento con voz irónica. Marcus carraspea.
—Es una niña —argumenta Marcus, lo miro mal.
—Debe tener unos veinte o veintidós años —acoto—. Yo tenía veintiuno al conocerte —le recuerdo. Marcus abre los ojos señalando con ellos a Xavier. Me controlo.
—Creo que Marcus tiene un poder de atracción para las chicas como tú —añade Xavier. Lo miro mal.
—¿Cómo yo? Explícate —le exijo con cierta molestia.
—Joven, me refiero —se defiende rápido. Afortunadamente, la chica regresa con mi orden y me percato de que cuando ve a Marcus, se coloca nerviosa.
—¿Qué desean para comer? —pregunta fijando su vista en la libreta y solo en eso. Xavier y Marcus ordenan y ella se retira.
—Le gustas —le aseguro a Marcus.
—No lo creo —niega este.
—Allá tú si no me crees, pero yo sé lo que vi —sentencio y comienzo a comer. Su pedido no demora tanto como el mío y todos comemos tranquilos.
Xavier y Marcus hablan de lo que harán hoy y yo solo los escucho sin opinar. Al terminar yo pago mi comida ante las quejas de ambos hombres y salimos del hotel, subimos al auto que han rentado, siendo Xavier quien conduce, Marcus el que va de copiloto y yo en el asiento de atrás.
Me dedico a ver las calles pasar sin decir nada hasta que llegamos.
Xavier abre las puertas y veo todo lo que han avanzado los empleados. Ya no falta casi nada, solo la pared del fondo y listo.
—Todo está quedando fantástico —comento observando el lugar. Ambos hombres asienten.
—Sí, ya en unos dos días más podrás hacer todas las decoraciones que quieras, pero antes de eso debes escoger un color para que se vayan encargando de eso —sugiere Xavier. Asiento.
—¿Qué les parece un rojo fuerte o un púrpura con detalles en madera clara? —propongo—. O la pared de fondo negro y podemos colocar espejos en estas dos paredes. —Señalo las dos paredes a cada lado.
»—O al contrario, los espejos en la pared de fondo y las de los lados negra. Lo que quiero es que se vea más grande de lo que es y que se den cuenta apenas entren que no es cualquier tienda de confección, sino que es la mejor —explico, imaginando todo en mi mente.
—Me gusta el rojo fuerte con la pared de fondo con espejos. Podemos colocar los detalles que dijiste con madera clara y varias fotografías de los otros negocios de Marcus —propone Xavier. Marcus asiente.
—Vale, eso me gusta también, así verán que tenemos experiencia —concuerdo con la idea de Xavier. Los tres asentimos—. Iré entonces a comprar todo. ¿Nos vemos para almorzar? —pregunto viéndolos a los dos. Asienten.
—Llévate el auto, ten. —Xavier me ofrece las llaves pero niego.
—No conozco las calles, me tardaría más. Iré en taxi. —Xavier asiente y salgo del negocio. Detengo un taxi y comienzo mis tareas.
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