Capítulo 38 ✔️ [Corregido]
Cada parte de mí ama cada parte de ti; tus curvas y tus límites, tus perfectas imperfecciones.
John Legend.
Narra Rose.
No sé en qué momento me quedé dormida, pero para cuando despierto, ya el sol se está escondiendo.
Salgo de la cama y me acerco a la ventana, la abro y camino hacia el balcón. La brisa fría golpea mi rostro, me estremezco por el frío, aunque no es exagerado.
Veo como aún quedan varias personas en el mar y a unos cuantos metros hay unas carpas y una tarima, ¿Habrá algún evento? Definitivamente si no es privado, me encantaría ir. Estar acá encerrada no era lo que tenía planeado para hoy.
Regreso a la habitación y cojo mi celular, sonrío al ver la foto que Arianna me ha mandado de los mellizos y le envío miles de caritas enamorada. Dejo el celular sobre la cama y camino hasta el baño para ver si estoy bien así, pero decido cambiarme.
Hace mucho frío afuera como para estar con short y blusa corta. Encuentro un vestido de dos piezas que compré en diciembre, acá mismo. Lo saco de la maleta y me lo coloco.
Me gusta mucho como me queda, es largo y la parte de arriba es un top, me calzo unas sandalias bajas, me coloco un labial rosa en los labios y listo. Bajo.
Ya lo decidí, si el evento es privado, seguiré caminando y después, no lo sé, comeré en algún lugar, pero encerrada no me quedaré. Me encuentro con Xavier apenas el ascensor se abre en la planta baja.
—Hola —saludo. Xavier me recorre entera con la vista.
—Hola. ¿Vas a salir? —cuestiona, lo miro como si no fuera obvio y me sonríe avergonzado—. Lamento haberte dejado sola todo el día —admite.
—No te preocupes, pasé la mañana en el mar y la tarde durmiendo —confieso. Xavier asiente.
—Si quieres me cambio y te acompaño —propone. Recuerdo que él me sacó el cuerpo todo el día y niego.
—No es necesario, tranquilo. Solo iré al mar a caminar —le digo. Xavier asiente y mira al suelo.
—Bien, te espero para dormir, entonces. —Muerdo mi labio.
—Pedí una habitación para mí —le cuento con la voz bajita. Xavier levanta la cabeza y clava su mirada en la mía.
—¿Sucedió algo? —Su voz denota pánico.
—No sucedió nada, solo creo que es mejor así. Si queremos que esto funcione, es mejor llevar las cosas con calma —explico. Xavier asiente pausadamente.
—Ya veo. —Es todo lo que dice.
—Estoy en el piso de arriba, habitación 237 —confieso sintiéndome mal de pronto. Xavier sonríe triste.
—Vale, nos vemos mañana, entonces —dice y deja un beso en mi frente para después rodearme y entrar al ascensor. Doy vuelta y le sonrío antes de que las puertas se cierren.
Me recuerdo qué es lo mejor. Si seguimos así, después nos lastimaremos más.
Cojo aire, saludo a la recepcionista y salgo del hotel, cruzo la calle y camino por el mar. Ya hay varias personas bailando, no veo a nadie vigilando, ni tampoco tiene alguna cuerda para que entendamos que es privado.
Guardando la pena en el bolsillo qué no cargo, camino con pasos lentos hasta allí. Nadie depara su mirada en mí, por lo que sigo caminando y me siento en una de las sillas de la barra.
—¿Qué te ofrezco, bonita? —Me sorprende la voz del chico y lo miro. Un chico de piel morena, cabello oscuro y ojos igual de oscuros, me mira sonriente.
—No traje dinero, gracias —confieso notando que no traje mi bolso de mano y eso que pensé en comer algo luego. ¿Dónde tengo la cabeza?
—No te preocupes, la casa invita —dice coqueto. Le sonrío educada.
—Un cóctel, por favor y, gracias. —El chico me sonríe mostrando todos los dientes y me sirve el trago. Le agradezco de nuevo y doy un sorbo.
Disfruto de la música moviendo mis pies, viendo como las parejas bailan. Ya los últimos rayos del sol se han ido y ahora es la luna quién nos da luz.
De fondo empieza a sonar Marc Anthony y sonrío recordando que es uno de los cantantes favoritos de mi abuela. Si hubiera traído mi celular, le mandaría un vídeo, pero lo he dejado en la habitación.
Después de esa canción, comienza otra, también de él.
—¿Me regalas esta pieza? —Doy un brinco en mi asiento al escuchar la voz a mi lado, lo miro y Marcus tiene la mano extendida hacia mí.
Está vistiendo un jean azul con una remera de polo. Guapo, es lo único que pasa por mi mente.
Acepto su mano y me coloco de pie. Marcus nos conduce hasta el centro de la pista improvisada y comenzamos a bailar, la verdad no soy experta bailando salsa, pero Marcus lo hace ver como si así fuera. Se mueve con tal destreza, me hace dar vueltas y vuelve a cogerme, fascinada sonrío feliz mientras bailamos.
De pronto, Marcus me pega a su cuerpo y canta en mi oído la línea de la canción.
—Despierta junto a mí desmaquillada, te luce mi camisa de pijama, es tuyo el otro lado de esta cama, por los días y las noches que me faltan. —Me abrazo más a su cuerpo para que note como acelera el latido de mi corazón.
»—Tú eres más de lo que yo pedía, tanto te busqué, tanto te esperé, que llegué a pensar que no existías. —Marcus me aleja haciendo que de una vuelta y vuelve a unirme con su cuerpo para cantarme de nuevo otro estribillo, esta vez también lo tarareo en su oído:
»—Si este amor es de una vía, yo manejo a contramano, muevo todas las señales, porque llegues a mis brazos. —Marcus calla y lo agradezco, a este paso terminaré temblando bajo sus brazos. Quizás no tenga la mejor voz, pero el amor y sentimiento que le puso a cada palabra, logró hacer estrago en mi.
—Me encantas —le digo sonriente. Marcus me corresponde la sonrisa y seguimos bailando. Cuando la canción termina, me acompaña de nuevo a la barra y pide un trago. El chico que me atendió me mira de reojo, lo siento, llegó mi cita—. ¿Cómo sabías que estaría aquí? —pregunto cuando nos quedamos solos de nuevo.
—No lo sabía, pero estamos destinados a encontrarnos, ¿no? —Río
—Qué profundo —comento burlona. Marcus ríe conmigo.
—¿Caminamos? —propone, señalando el mar. Asiento y me levanto de la silla—. ¿Te confieso algo? —cuestiona cuando ya llevamos varios minutos caminando. Lo veo y tiene sus manos en sus bolsillos, asiento.
»—Creí que esta venida tuya a Cancún, estarías con Xavier y no conmigo, parece que me equivoqué. —Suspiro y quito el cabello de mi rostro.
—Yo igual, pero mira las vueltas que tiene la vida —digo resignada.
—¿Lo intentarán igual? —Su voz cambió y es más sutil. Quiere que no note que desea una respuesta negativa.
—No lo sé. Pero si ese fuera el caso, entonces sería todo más lento —explico. Marcus asiente y se detiene, se sienta en la arena. Lo miro sorprendida, pero me siento a su lado.
—¿Recuerdas la primera vez que nos vimos? —pregunta sin mirarme y con una sonrisa en su rostro.
Recuerdo el momento exacto cuando lo vi atravesar la puerta del restaurante y pensé que era el hombre más guapo que había visto en toda mi corta vida.
Lo sigo creyendo.
—Sí —confieso, reservándome el resto.
—Nunca había visto a una chica que se sonrojara tanto y tan rápido —admite riendo. Me sonrojo por eso, me mira y ríe más—. Nunca supe si te sonrojabas por todo o solo por lo que yo decía —reconoce volviendo a ver al cielo.
—Ambas cosas, supongo. Me ponía nerviosa que me miraras y me avergonzaba que me cacharas deseándote. —No le miro a la cara, me concentro en hacer círculos con mis uñas en la arena.
—Esa es la razón de todo, ¿cierto? —Arrugo la nariz sin entender—. El deseo. Desde el día uno y el minuto cero, nos deseamos. Cuando llegaste a la mesa y te presentaste, no fue solo tu voz lo que desee escuchar todos los días que me quedaran, sino también tus labios.
»—Desee poder probar su sabor y la calidez de tu cuerpo desnudo junto al mío. Pero jamás pensé que podríamos llegar a consumir ese deseo. —Lo veo directamente a los ojos a medida que nos acercamos para besarnos, pero no lo hago.
—Yo tampoco pensé que sucedería, te veía inalcanzable y por mi mente solo pasaba la posibilidad de que tuvieras familia y yo solo fuera un pasatiempo —confieso. Marcus me sonríe de lado.
—Sí, y no te imaginas la felicidad que sentí cuando todas tus dudas, tus miedos y tus temores murieron en un solo beso. Te deseé, Rose Alsina. Te deseé desde el principio y te sigo deseando ahora. —Jadeo necesitando aire. Quiero besarlo—. Hazlo —me alienta, niego.
—La próxima vez que me beses, quiero que sea la última o la primera, para empezar una nueva vida juntos, o separados. No ahora que si lo hacemos ya sabemos cómo terminaremos, quie... —Marcus me interrumpe.
—Tú jadeando debajo de mí, ambos sudando y amándonos como siempre —dice seguro. Cierro los ojos negándome a caer.
—Te deseo, Marcus. Eso lo sabes, pero no deseo enredarnos más. Puede que si pasamos la noche juntos hoy, mañana amanezca a tu lado, pero, ¿qué hay del día después de mañana? ¿Amaneceremos juntos también? Hasta que no tengamos todas las respuestas, no podemos seguir planteándonos nuevas preguntas —explico, negando con la cabeza. Marcus suspira.
—Tienes razón, la próxima vez, si es que hay una próxima vez —aclara y sigue—, que te haga el amor, quiero ser el único que te lo haga después de eso. —Mi corazón late acelerado y el resto de mi cuerpo tiembla de ansias. O de frío, pero dudo mucho que sea la segunda opción.
Marcus se acuesta sobre la arena apoyando su cabeza sobre su brazo, me acuesto a su lado, colocando la mía sobre su pecho y pasando mi brazo por su estómago, formando un abrazo.
—Te amaré, siempre, la mia regina. Lo sabes, ¿no? —susurra bajito. Cierro los ojos para no llorar.
—Y yo a te amaré a ti, il mio tesoro —le prometo.
***
Y yo te amaré a ti, il mio tesoro.
Traducción: Y yo te amaré a ti, mi tesoro.
Creo que es obvio, pero por si las moscas, jajajaja.
Pregunta seria: ¿Con quién les gustaría que termine Rose?
Opciones:
1) Marcus.
2) Ian.
3)Xavier.
4) Sola.
Confieso que dos de esas cuatro opciones son las que me gustan.
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