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Capítulo 34 ✔️ [Corregido]

Si te he dicho que "NO" discúlpame... Solo intentaba protegerte.

Película: Resident Evil.

Narra Rose.

Sábado.

Estoy feliz y a la vez ansiosa de que ya sea de tarde para coger el avión de Xavier y viajar por fin a Cancún.

Le pedí a Arianna que me acompañara y aunque estaba encantada con la idea, decidió quedarse para aprender aún más en la oficina. La idea de viajar sola no me agrada en lo absoluto, pero debo hacerlo.

También pensé en llevar a Rocío y a los niños, pero, ¿cómo dejo a Arianna solita? No puedo.

Rocio me aseguró que cuando ya fuera la inauguración enviará a los niños con Rodolfo. Por ese lado me quedé tranquila y acepté, igual falta solo una semana para eso y ya tuve mucho más tiempo sin mis bebés, aunque eso no quiere decir que me guste.

Ian ha cumplido su promesa y no me ha escrito ni me lo he topado acá en la casa, según Rocío, viene, pasa el día con los niños y a eso de las 17:00hrs se va.

Sin embargo, es él quién vendrá por mí en un rato para llevarme al aeropuerto, ya que Arianna está en la oficina y aún no sabe manejar.

Rodolfo quedó comprometido en pasar por ella todos los días, sé que eso no es molestia para él, porque así aprovecha y desayuna la deliciosa comida que Rocío prepara.

Cuando estaba embarazada y aún no sabía conducir, siempre hacía lo mismo por mí y siempre llegábamos tarde porque él se encadenaba hablando con Rocío sobre la comida. Es un amor ese hombre.

Termino de guardar toda la ropa que puedo necesitar y empiezo a organizar mi habitación que está hecha un desastre. Levanto la cabeza cuando escucho que tocan la puerta.

—Adelante —digo, la puerta se abre e Ian entra. Le sonrío nerviosa—. Hola. —Intento ignorarlo mientras sigo acomodando mi habitación.

—Hola, ¿ya estás lista? —pregunta metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón, él también está nervioso.

—Aún falta más de una hora —digo viendo mi reloj de muñeca, Ian asiente.

—Lo sé, esperaba que pudiéramos ir a almorzar con los niños antes de llevarte al aeropuerto —habla bajo. Sonrío.

—Es una maravillosa idea, ahora que lo pienso, ¿cuándo hemos comido los cuatro juntos en un restaurante? —pregunto sonriendo. Ian se encoge de hombros y niega—. Pues vamos, pero tenemos que llevar a Rocio, no podemos dejarla aquí sola —pido. Ian asiente.

—Claro que sí, le diré que los aliste. —Asiento y sale de mi habitación.

Me apresuro a terminar todo y, veinte minutos después ya mi habitación está lista, yo estoy lista también y mis bebés y Rocio, igual.

Ian me ayuda a guardar mi maleta en el coche y Rocío sube en la parte de atrás del auto con los niños mientras que yo me siento adelante.

—¿A cuál restaurante vamos? —le pregunto a Ian cuando sube al auto, lo enciende y comenzamos a andar.

—¿Qué te parece el que está frente al parque donde juegan los niños? —propone. Asiento encantada, es un restaurante pequeño y la comida es completamente casera, deliciosa.

Llegamos e Ian ayuda a Rocio a cargar a ambos niños, yo ni loca hago eso. Cada uno pesa mucho.

Entramos y escojo una mesa al fondo, nos acomodamos todos y el mesero nos facilita dos sillas para los bebés, le agradecemos y nos entrega el menú. Yo no necesito verlo, sé muy bien cuál es la especialidad de este sitio y ordeno pasta marinada.

El chico anota y Rocío ordena lo mismo, Ian ordena una pasta a la carbonara y para los niños pedimos una crema de verduras. El muchacho se retira dejándonos solos.

—¿Ya saben cuándo será la inauguración? —Ian es quien rompe el silencio, niego con la cabeza.

—Debería ser entre el fin de semana entrante y el comienzo de semana de la siguiente arriba —le cuento lo que Rodolfo me explicó, Ian asiente.

—Estoy seguro que todo saldrá bien. —Le sonrío agradecida. Rocío intenta no mirarnos, creo que aún está molesta por lo sucedido el martes.

—Gracias, yo espero que así sea —confieso. Ian toma mi mano por encima de la mesa, pero la suelta ante el carraspeo de Rocío.

De verdad que es pesada esta mujer. Ian me mira sonriente y yo me aguanto la risa.

El chico regresa con nuestra orden y nos sirve la Coca-Cola que ordené. Comemos en silencio y tanto Rocío como yo nos turnamos para darle la crema a los niños. Gracias a Dios, ellos no son desastrosos y no se ensucian.

Al terminar la comida, Ian cancela y volvemos al auto para ir hasta el aeropuerto.

Ian baja mi maleta y caminamos con los niños y Rocío hasta la zona de embarque. Ian le entrega la maleta a la azafata y ella amablemente la coloca en su sitio.

—Gracias por todo —le digo viéndolo. Ian me sonríe. Rocío y los niños nos observan unos paso más atrás.

—No tienes que agradecer. ¿Ya sabes qué hacer? —Suspiro, imagino que está preguntando sobre Xavier, asiento.

—Lo intentaré con él —confieso. Ian asiente en cámara lenta.

Su rostro no muestra emoción alguna y son estos momentos en los que no me gusta haber hecho todo lo que hice. Prefiero mil veces que se demuestre enojado, decepcionado, dolido o algo, a que se quede sin expresión y no saber qué está sintiendo.

—Te deseo toda la suerte del mundo y ya sabes que siempre estaré aquí. —Coge mis manos y las besa cada una. Le sonrío lo mejor que puedo.

—Gracias, igual a ti. —Aunque no lo digo de corazón.

Sigo sintiendo ese egoísmo de no querer compartirlo.

Lo sé, soy una perra.

Ian me suelta las manos y camino hasta mis bebés para despedirme de ellos, les doy muchos besos y ellos ríen felices. Me duele dejarlos, siento que una parte de mi se queda con ellos. Me despido también de Rocío y subo al avión.

Desde la ventana los veo despedirme con las manos y les devuelvo el saludo.

—Estamos por despegar señorita, por favor, abroche su cinturón. —La misma azafata que guardó mi equipaje me habla educada, hago lo que me ordena y minutos después el avión comienza a hacer su recorrido en la pista antes de elevarse.

Siento como mi estómago se comprime cuando comenzamos a subir. Decido que para no hacer más largo el vuelo, me pondré a leer, pero en realidad solo leo unos dos capítulos del libro antes de dormirme.

—Señorita, su cena. —Despierto y veo a la azafata ofrecerme una bandeja con unos sándwich y un vaso de jugo. Le agradezco.

—¿Cuánto falta de vuelo? —pregunto con la voz rasposa, muero de sed. Bebo el jugo y lo dejo de nuevo sobre la bandeja.

—Unas diez o nueve horas más, le aconsejo que duerma en la habitación. —Señala la habitación a nuestras espaldas. Le agradezco y se retira.

No quiero acostarme en esa cama, recuerdo cuando estuve en esa misma cama con Marcus y la verdad no quiero recordar más esas cosas, debo concentrarme en Xavier, solo debo recordar momentos con él y listo.

»Sigue mintiéndote de esa manera«

Me susurra algo en mi interior. Bufo.

Termino de cenar y conecto mi celular al wifi para leer las redes sociales, en seguida tres mensajes de Xavier me llegan.

Xavier.

13:11hrs: ¿Ya subiste al avión?

15:02hrs: Ya me comentaron que ya están volando. ¿Cómo estás? ¿Por qué no contestas?

19:39hrs: Rose, me tienes preocupado. Los del equipo de vuelo me han dicho que estás bien, pero no entiendo porqué no me respondes. ¿Sucedió algo?

Sonrío mientras leo sus mensajes y no dudo en responderle.

Yo.

21:27hrs: Hola, perdón por no haber contestado antes. Apenas subí al avión me quedé dormida, ahorita acabo de conectarme al wifi y vi tus mensajes. ¿Estás bien?

No demora ni un minuto en llamarme, la acepto y me mira sonriente del otro lado.

—¿Estás bien? —pregunta, asiento.

—No me gusta viajar sola, pero sí. Falta poco para verte. —Xavier mira hacia abajo supongo que verificando la hora en su reloj y me mira.

—Nueve horas y trece minutos, para ser exactos —dice de lo más normal. Mis mejillas se encienden sin motivo aparente y él ríe por eso—. Me encantas, ya estoy ansioso por tenerte aquí. Estarás llegando casi a las 23:00hrs, según el informe que me ha dado el piloto. —Asiento.

—¿Qué haces? —le pregunto. Xavier aleja el celular y me enseña lo que está al fondo: los trabajadores están todos sentados almorzando—. Buen provecho. —Xavier vuelve a acercar el teléfono para que lo vea a él.

—Gracias, muñeca. ¿Ya tú cenaste? —Asiento y le muestro mi comida en la bandeja—. Buen provecho a ti también. Te echo de menos —dice con la voz más baja. Sonrío.

— Y yo a ti, ya falta poco —le recuerdo. Xavier asiente y nos despedimos.

Termino mi comida y sigo intercambiando mensajes con él y con Arianna, que también me había escrito para saber cómo iba el vuelo.

***

¿OTRO?

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