Capítulo 28 ✔️ [Corregido]
Casi me corto un pedazo de mí
por tu vida.
Canción: The Weeknd - Call Out My Name.
Escúchenla por favor, se las deje subtitulada. Es hermosa y va con el capitulo.
Narra Rose. (Este Capitulo será narrado por Rose e Ian)
Acepto la mano que Ian me ofrece para bajar del auto y salgo.
Frente a nosotros está el GRAN HOTEL VIA VENETTO, he pasado por al frente muchísimas veces, pero nunca he entrado y solo de saber que así será, ya estoy nerviosa.
Ian da su apellido (Aún no me acostumbro a escuchar el Lombardi, saliendo de sus labios) y enseguida nos dirigen hasta un ascensor, le indican a Ian el piso y este le agradece al hombre. Entramos.
Mis manos sudan.
—Estás muy callada —comenta Ian apenas las puertas se cierran. Cojo aire y lo miro.
—Estoy nerviosa —confieso, no tengo necesidad de mentirle.
—Solo somos tú y yo cenando, no tienes que estarlo —argumenta, muevo la cabeza en negación.
—Justo por eso es que estoy nerviosa —admito. Ian acomoda mi cabello detrás de la oreja obligándome a mirarlo. Sus ojos me taladran.
—Me encargaré de que te relajes, tranquila. —La cercanía de su cuerpo con el mío no ayuda a que eso suceda, pero asiento para que se aleje de una vez.
No funciona, pero afortunadamente las puertas del ascensor se abren y frente a nosotros largas filas de mesas se extienden, todas vacías.
Ian me ofrece su mano y yo la acepto, salimos del ascensor y veo a los lados solo para darme cuenta que no hay nadie más aparte de nosotros dos en todo el lugar.
Ian camina y escoge una mesa frente a la ventana donde una hermosa vista del parque nos recibe. Me quedo anonadada observando la belleza de Roma en todo su esplendor.
—¡Es precioso! —exclamo sin despegar mi vista de la ventana.
—No tanto como tú, estás preciosa. —Suspiro y dejo de ver a la ventana para concentrarme en Ian, quién ahora mismo, su mirada es muy conocida para mí. Quiere devorarme, su mirada es de cazador y estoy segura que su presa soy yo.
—Gracias. ¿Por qué no hay nadie más? —pregunto lo que he querido saber desde que entramos.
—Reservé todo el restaurante para nosotros. —Abro los ojos sorprendida—. Dijiste que fuera un lugar privado, era esto o una habitación, y dudo mucho que hubieras querido hablar conmigo teniendo una cama cerca —explica con cierta burla en su voz. Bastardo.
—Tampoco era necesario esto, pero lo agradezco. —Ian asiente.
—¿Qué te gustaría cenar? —pregunta cogiendo un menú que está sobre la mesa. Cojo el mío y lo ojeo por un rato.
—La verdad estoy demasiado ansiosa, como para comer algo justo ahora, después veo que ordenar —digo después de unos minutos. Ian deja nuevamente el menú sobre la mesa y me mira atento.
—¿Tan grave es? ¿Quieres el divorcio? ¡Oh, espera, no estamos casados! —Ian pasa una mano por su frente como si estuviera quitándose un peso de encima, sonrío por lo idiota que puede ser a veces.
—Quiero cerrar de una vez el ciclo contigo —empiezo. Ian arruga el rostro sin entender. Cojo aire para continuar—. Eres el padre de mis hijos, estoy consciente de que estarás presente en mi vida y en la de ellos por siempre, pero necesito dejar de verte como te veo. —Callo.
—¿Cómo me ves? —Ian apoya sus codos sobre la mesa sosteniendo su cara entre las manos, lo que no ayuda en nada a que me concentre ya que me mira fijamente.
—Como hombre —explico.
—Es lo que soy —dice obvio. Bufo.
—Lo sé, pero... —Me interrumpe.
—Me deseas —sentencia. Callo. Pienso un segundo si lo que dice es cierto, si eso es lo que sucede, que aún lo deseo.
—No lo sé —hablo después de un rato. Ian se acomoda de nuevo en su asiento sin despegar sus ojos de los míos, le sostengo la mirada.
—Rose, yo te deseo y eso no está mal, eso no quiere decir que no pueda verte hacer tu vida con Xavier, que imagino que es eso es a lo quieres llegar, ¿o me equivoco? —Comienzo a respirar con la boca abierta por la necesidad de coger más aire que el estoy cogiendo ahora. Asiento.
»— Respetaré cualquier decisión que tomes con respecto a tu vida, siempre y cuando no afecte la de los niños. Si quieres hacer tu vida con mi padre, lo permitiré, lo mismo si quieres hacerla con Xavier o con cualquier otro hombre —continúa. Ahora mismo no soy capaz de pensar o formular una respuesta en mi mente. No sé qué decirle.
Narra Ian
Veo como Rose no deja de mirarme y me imagino que está debatiendo ahora mismo con miles de cosas en su mente.
—Ahora, si lo que quieres saber es si me duele verte hacer tu vida con alguien más, si aún tengo la esperanza de tener una vida a tu lado y los niños, la respuesta a ambas preguntas es sí, pero eso no significa que no me alegre de que tú seas feliz, Rose. —Me tomo el atrevimiento de tomar sus manos por encima de la mesa, están frías y sudando.
Quiero besarla y decirle que no se preocupe, que todo estará bien, pero sé que no me lo permitirá, aunque anoche no se movió cuando le di el pequeño beso en sus labios.
—Sí me gustaría que fueras sincera conmigo y me digas si puedo esperar esa oportunidad o si ya para ti no soy una opción —concluyo. No planeo decir nada más hasta que ella responda, ella lo nota. Saborea sus labios y mis ojos se deleitan con ese movimiento.
—No sé qué decirte, Ian. No puedo decirte que estoy confundida porque no es el caso, es simplemente que no sé qué sentiré cuando Xavier regrese de Cancún y no sé si de verdad tendremos algo o solo seguiremos siendo amigos, no sé si volveré a verte como te veía o... —La interrumpo.
—No quiero que me veas como antes, Rose, porque ciertamente no somos los mismos de antes. Yo no te veo a ti como te veía hace tres años atrás, te veo como la Rose que eres ahora: La madre, amiga, trabajadora y enamorada de la vida y es esa Rose la que me tiene enamorado.
»—Me enamoré de tu antiguo tú, pero no sigo enamorado de ti por quien eras, sigo enamorándome de ti todos los días, por la Rose que te estás convirtiendo. Espero lo mismo de ti y de cualquiera que quiera amarme. —Rose suelta una de mis manos para secar las lágrimas que derramó, sin embargo, vuelve a tomarla cuando termina.
—Me lastimaste mucho, Ian. —Asiento, esta la conversación que espere tener con ella desde que salió ese día de la casa de mi padre y que me negó tener—. No te imaginas cómo me sentí: me sentí usada, engañada y después me enteré que estoy embarazada. Fue muy difícil. —Para un momento para coger aire y volver a secarse las lágrimas.
La suelto un momento para sacar del bolsillo un pañuelo y entregárselo, me lo agradece y extiende su mano sobre la mesa como una invitación a que la coja. Lo hago.
—Tendría un hijo del hombre que amaba, pero que me había utilizado. —Calla de nuevo y aprovecho para hablar.
—No te utilice, Rose, no me dio tiempo de hacerlo. —Ella me mira confundida—. Me enamoraste antes de siquiera poder utilizarte. Ese mismo día después de estar juntos la noche anterior, cuando vimos películas y comimos pizza todo el día, supe que sería imposible no enamorarme de ti y desistí de la estúpida idea de utilizarte y, de verdad, me enamoré. Incluso creo que ese mismo día empecé a amarte —confieso.
Es toda la verdad, verla ese día caminando con mi camisa mientras yo buscaba una película en su portátil, supe que esta mujer sería mi perdición y mírame ahora. ¡Cuánta razón tuve!
—¿Por qué me dejaste ir? ¿Por qué no me buscaste? —pregunta ahora. Suspiro.
—Mi padre me contó lo mal que estabas y me aseguró que se encargaría de que estuvieras bien, esperé unos días antes de comenzar a buscarte. Sabía que estarías furiosa, hablar contigo así no hubiera servido, pero fue imposible dar contigo.
»—No recordaba la casa que mi padre tenía aquí, solo había venido de pequeño una vez y ya. Te busqué por toda Florencia, hasta en España contraté detectives privados para que te buscaran, pero no pude dar contigo —le cuento. Rose me mira sorprendida.
—No lo sabía —confiesa.
—Lo imaginé, tampoco te lo hubiera dicho si no lo hubieras preguntado. —Rose asiente—. No espero que me perdones y de la noche a la mañana decidas tener una relación conmigo, solo espero que me digas si puedo esperar por eso o si mejor me resigno de una vez —le pido.
—No quiero dejarte ir. —En su voz noto rabia.
—Yo no quiero que lo hagas, pero si no tengo oportunidad alguna contigo, te pido que lo hagas. —Rose vuelve a derramar lágrimas.
—¿Qué esperas que te diga Ian? ¿Que me beses y me hagas el amor? ¿Que me hagas olvidar todo lo malo que hemos pasado? ¿Que seamos una familia feliz a partir de ahora? —Dice todo tan rápido, que cuando termina las lágrimas le salen a montones y su respiración es muy irregular.
Me levanto de mi silla y me siento a su lado, la abrazo para que llore.
—Te detesto tanto. —Golpea mi pecho con fuerza, pero sé que lo merezco y no me quejo—. ¿Cómo puedo quererte después de todo? —reclama volviendo a golpear mi pecho, yo solo la abrazo sin decir nada.
Cuando ya se le han acabado las lágrimas, espero, se levanta de mi hombro y se seca las lágrimas con el pañuelo que le he dado.
—¿Qué esperas para besarme, idiota? —habla con voz pastosa, demoro un segundo en captar que me ha pedido que la bese, no pierdo más el tiempo, no sea que cambie de opinión y la cojo por el rostro para acercarla a mí.
Antes de besarla, dejo un beso en su frente, otro en cada uno de sus ojos y entonces por último dejo mi parte favorita, esos labios que volverían loco al mundo entero.
La beso lento, disfruto cada movimiento de su lengua con la mía, sus manos están sobre mi cuello atrayéndome más hacia ella.
Nos separamos por falta de aliento y ahora no solos sus ojos están hinchados, también sus labios lo están. Sonrío como idiota.
Rose permanece con los ojos cerrados, aprovecho eso y la vuelvo a besar, ella corresponde de nuevo el beso con la misma intensidad, me repito mentalmente cualquier cosa diferente al momento para no despertar otras emociones en mi cuerpo. Nos separamos de nuevo.
—¿Qué sucederá ahora? —pregunta bajito.
—Cenamos algo, tengo mucha hambre. —Consigo hacerla sonreír, aunque sé que se refería a que sucederá ahora con nosotros, pero la verdad no tengo una respuesta para eso. Ella asiente y ordenamos.
Toco la campanita sobre la mesa y un chico llega hasta nosotros, le doy nuestra orden y se retira anotando todo.
Rose vuelve a mirar por la ventana sin decir nada, no quiero estar dentro de su mente ahora mismo, debe haber todo un mundo de complicaciones allí dentro.
No la molesto, yo aún no sé qué va a suceder, no estoy seguro de si el beso que nos acabamos de dar será el inicio de algo nuevo para nosotros o si me pedirá tiempo e intentará tener algo con Xavier para poder decidir.
La verdad esa idea me destroza, pero si ella quiere hacerlo, no seré yo quien le ponga problema.
Quiero que si está conmigo esté completamente segura que es conmigo con quién quiere estar. No quiero que dude de lo nuestro y sé que si no se decide ahora a terminar de una vez lo que sea que esté intentando con Xavier, no dejará de haber dudas en su mente.
Cualquier cosa que yo haga dudará si Xavier hubiera hecho lo mismo o si no, y eso definitivamente no es bueno para ninguno de los dos.
...Continuará.
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