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Capítulo 24 ✔️ [Corregido]

Hay dos maneras de difundir la luz. 

Ser la lampara qué la emite o el espejo qué la refleja.

-Lin Yutang

Lunes.

No recuerdo cuándo fue la última vez que me emocioné tanto porque fuera lunes, es más, creo que esta es la primera vez que lo hago, pero no se imaginan cuánto me alegra volver a trabajar hoy.

Extraño tanto mi oficina, entretenerme hablando con Rodo y burlarnos de alguna que otra nueva asistente a la que Rodolfo le hace la vida imposible, pero solo es al principio, eh.

Claro que conmigo no fue así, porque empecé a trabajar con él estando embarazada y él estaba vuelto loco con mi barriga, me compraba siempre un postre diferente todos los días —que terminaba él mismo comiéndolos porque yo los regresaba en un dos por tres—, pero bueno.

—Lista. —Volteo y Arianna está en la puerta de la cocina vistiendo un hermoso vestido floreado con una zapatillas bajas y su cabello recogido en una coleta alta.

Sé que es joven, pero así luce demasiado joven.

Rodolfo la va a descoser.

—Arianna, estás hermosa —comienzo. Busco unas palabras que sean correctas y no las lastimen.

—¿Pero? —cuestiona cabizbaja. ¡Al caño Rodolfo! Si se mete con ella, se las verá conmigo. Le sonrío para tranquilizarla.

—Pero nada, estás hermosa. Vayámonos o llegaremos tarde. —Arianna sonríe de oreja a oreja y se despide de los niños y Rocío. Hago lo mismo y salgo detrás de ella, asintiendo a las palabras de Rocío de que la cuide.

Es obvio que lo haré, si puedo cuidar a los niños, puedo cuidar a Arianna, no soy tonta.

Subimos al auto y conduzco feliz de la vida cantando las canciones de la emisora con Arianna.

Realmente disfruto mucho pasar tiempo con ella, ayer cuando me pidió venir conmigo a la oficina para aprender, se me hinchó el corazón de felicidad.

Nunca tuve una hermana o primas, ni amigas y siento que ella puede ser todo eso.

Llegamos y estaciono el auto en mi puesto de siempre.

—¿Y si no les agrado? —Noto la preocupación en el tono de Arianna y sonrío porque eso mismo le pregunté a Marcus cuando me trajo hasta acá la primera vez.

—Quizás no le agrades a todos, pero, cariño, no eres una monedita de oro para hacerlo. Así que tú solo sonríe y actúa normal. —Creo que mis palabras no fueron las adecuadas, debí decirle lo que Marcus me dijo: La mia regina, es imposible no amarte una vez te conocen. Incluso antes de hacerlo.

Bien, sí, eso estaba mejor.

—Tranquila, les agradaras, ya verás que sí. ¿Quién no se llevaría bien contigo? Exacto, todos en su sano juicio querrían ser tus amigos. —Arianna sonríe y yo me quito un peso de encima. La veo coger aire antes de abrir la puerta.

—Es cierto, hagamos esto. Es que nunca he tenido un trabajo. —Dicho eso, sale del auto con una risita tímida, pero espeluznante. La sigo.

Saludo a todas las personas a medida que voy entrando y me encargo de presentar a Arianna como mi hermana, lo que hace que ella se ponga roja cada vez que lo hago y que todo el mundo le sonría con amabilidad.

No me importa si lo están haciendo con hipocresía, pero me gusta que lo hagan.

Antes de llegar a mi oficina, hago una parada en la de Rodo, donde paso sin tocar la puerta.

Rodolfo levanta la mirada del computador con notable molestia que desaparece cuando se fija en mí, se quita los lentes y me sonríe feliz. Le devuelvo la sonrisa.

—¿Dónde está mi medio hombrecito favorito? —Odia que le diga así, y adivinen porqué amo decirle así. Según él, no es medio hombre, es hombre completo con gustos de mujer.

—Ya te he dicho que no me llames así, pero, ¡aquí está! —chilla levantando las manos.

Rio y camino hasta él para abrazarlo.

Apenas me separo de él, noto que está viendo a Arianna, ya la conoce de la cena de nochevieja, espero que se comporte.

—Compórtate —le advierto por si acaso.

—No te quedes ahí parada mujer y ven y abrázame. —Extiende los brazos, Arianna sonríe tímida y se acerca hasta él, le da el abrazo sin despegar sus ojos de los míos.

Me hago la loca encogiéndome de hombros.

—Así que quieres aprender, ¡¿eh?! —le pregunta Rodolfo, a lo que Arianna asiente.

¡Por Dios, me recuerda tanto a mí! Claro que sin la barrigota de 7 meses que tenía en ese momento. Pero ustedes entienden a lo que me refiero.

—Bueno, si aprendió esta cabeza dura que solo comía y comía al principio, tú aprenderás más rápido, créeme. —Bufo, siempre hace lo mismo.

Cuando quiere halagar a alguien, menosprecia a otro, pero es la primera vez que me usa de carnada, vil traición.

—Mejor vayámonos antes de que siga hablando locuras. —Tomo a Arianna por el brazo ante las las quejas de Rodolfo y la saco fuera. Arianna solo se ríe—. Te dije que les agradarías a todos. —Le coloco el brazo encima rodeando su cuello, lo que es posible gracias a mis zapatos de tacón, porque la verdad, creo que tenemos la misma estatura.

Luego de pasar el día en la oficina, charlando de todo lo que voy haciendo y explicándole lo mejor que puedo. Ya son casi las 15:00hrs y falta muy poco para que nos vayamos.

Aunque me llevaré algunos documentos para la casa y así los reviso allá con calma. Nunca lo hago, porque nunca había tenido la necesidad de hacerlo, pero ahora si es necesario.

No he intercambiado mensajes con Xavier desde la mañana que me deseó un buen día y ya, lo cuál agradezco, ya que cuando me dio los buenos días, acá eran las 07:00hrs y allá eran apenas la 01:00hrs.

¿Acaso no es un amor?

Le respondí con un gracias, buen día y duerme.

Me ha picado la mano todo el día con la intención de textearle, pero no lo he hecho por lo ocupada que hemos estado y porque si Arianna se entera que estoy texteando con su hermano, capaz y se ponga a dar brincos. En serio, está loca.

—Terminamos acá y nos vamos, ¿vale? —Arianna asiente sin levantar la vista de los documentos que le pedí que leyera exhaustivamente, para ver si están bien redactados.

Una vídeo llamada entra a mi celular y agradezco que Arianna esté bien concentrada, para que no note como me acelero.

—Debo contestar, ya vuelvo —le aviso. Arianna vuelve a asentir. Camino hasta el baño de la oficina y solo por precaución, hablo bajo, aunque tenemos música puesta en la oficina a un volumen moderado.

»—Hola —digo tímida. Xavier me mira sonriente del otro lado de la pantalla y por lo que puedo ver de fondo, él también está en un baño.

—Hola, muñeca. ¿Qué haces? —Bajo la tapa al retrete y me siento sobre él.

—En la oficina con Arianna, quiere aprender todo —le cuento. Xavier ríe.

—No podrás quitártela de encima ahora. Siempre es muy exigente con ella misma cuando se trata de aprender algo nuevo. Con decirte que aprendió el español, mucho antes que yo. De hecho, aprendí por ella, parecía un radio encendido siempre hablándome en español, hasta que decidí aprenderlo. —Rio bajito.

—Es bueno que lo hayas aprendido, yo nunca pude aprender el inglés. digamos que los idiomas no son lo mío, aún lucho para entender el italiano. —Xavier me sonríe ameno y esa sensación que me invade de vez en cuando al pensar en mis mujeres favoritas, me sucede ahora, lo echo de menos.

—Yo igual y solo es un día. ¿Cómo haremos para soportar los días que faltan? —Ignoro completamente que haya escuchado que lo echo de menos, porque ya debiera estar acostumbrada de que mi boca siempre diga lo que mi cerebro piensa, antes de siquiera tener pensado decirlo.

Bien, ya me confundí.

—Lo averiguaremos en el transcurso de los mismos. Aunque siempre puedes apresurar a los trabajadores para que terminen más rápido de lo planeado. Realmente considero que tres semanas es demasiado tiempo para una remodelación tan pequeña como esa —me quejo. Xavier ríe con ganas.

—Yo pensé lo mismo, pero sabes que ellos ganan por hora, mientras más tiempo le añadan al trabajo, más ganan ellos. —Bufo, no estoy de acuerdo.

—Puedes negociar con ellos que se les pagará lo mismo, pero que necesitas que lo terminen en dos semanas —sugiero. Xavier se queda callado, supongo que pensando mi idea—. No quiero esperar tanto para verte —añado para convencerlo, aunque no es mentira lo que digo. Xavier sonríe de lado.

—Me estás viendo ahora mismo —argumenta. Ruedo los ojos.

—No es lo mismo —replico. Xavier se muerde el labio inferior y como acto reflejo, mis ojos se percatan de ese movimiento y muerdo también el mío.

—Tienes razón, no es lo mismo. Me hubiera gustado ser yo quien mordiera ese labio. —Y aquí viene, me coloco roja en segundos—. Hablaré con ellos. Ahora debo irme, Marcus me llama. —Xavier se levanta —imagino que también del retrete— y me guiña un ojo.

—Salúdalo de mi parte. —Xavier asiente y ambos colgamos.


L@S Amo<3 Besos y Gracias por leerme.

Aixa.

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