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Capítulo 22 ✔️ [Corregido]

El amor no necesita ser entendido, solo debe ser demostrado.

-Paulo Coelho.

Parte 2.

Después de comer y reír, volvimos a la piscina, esta vez solo nos sentamos en la orilla con los pies dentro, por ese dicho que mis mujeres favoritas siempre me decían cuando íbamos al mar o a la piscina: no se debe meter al agua después de comer, hay que esperar un rato.

Pues, nosotros esperamos como media hora y después fuimos a surfear un ratito. Eso fue maravilloso porque ya estaba empezando a esconderse el sol y el reflejo de los últimos rayos nos daban justo en el rostro.

Ahora nos encontramos secándonos para cambiarnos, yo ya estoy en el baño de damas e imagino que Xavier está en el de caballeros.

Intento no demorarme tanto porque estoy ansiosa de lo que vayamos hacer ahora mismo.

Me cambio lo más rápido que puedo y salgo encontrándome de frente con Xavier ya cambiado. Le sonrío como idiota y si él esta rojo, yo debo parecer un cangrejo.

Vuelve a tomar mi mano y salimos juntos hacia donde dejamos el auto esta mañana.

Esta vez no bajó el techo y lo agradezco, ya a esta hora empieza a hacer algo de frío y no traje abrigo. ¡Hurra por mi!

—¿Qué haremos ahora? —Intento no sonar emocionada, pero fallo estrepitosamente, por lo que Xavier ríe.

—Ya lo verás —asegura, toma mi mano y no la suelta solo para hacer algún cambio con la palanca y vuelve a tomarla.

¿Qué les digo? Estoy irradiando amor ahora mismo. Nos detenemos frente a un enorme edificio y Xavier le entrega las llaves del auto al chico del parking, abre mi puerta y volvemos a caminar cogidos de la mano, me estremezco cuando la brisa choca contra mi cuerpo.

—Lamento no poder hacer como en las películas románticas, pero tampoco traje abrigo —comenta un poco triste Xavier y yo río por su comentario.

—Hasta ahora está siendo mejor que cualquier película romántica —le aseguro.

Él deja un beso fugaz en mis labios y seguimos caminando hasta llegar al ascensor.

Xavier me pide que cierre los ojos y solo para cerciorarse de que lo hago, coloca sus manos sobre mis ojos y me guía para caminar.

—Acá hay un escalón —avisa, levanto el pie y subo con cuidado sin ver nada aún—. Falta poco. —Respiro entrecortada, no sé porque estoy muy nerviosa ahora mismo. Pero son nervios buenos, de esos que sabes que te gustara lo que va a suceder.

Xavier retira sus manos de mis ojos, parpadeo un par de veces antes de abrirlos por completo y juro por lo que sea, que nunca había visto nada igual.

Frente a mí está un telescopio, miro al cielo y es entonces que me doy cuenta que está repleto de estrellas.

¿Hace cuánto que no miraba las estrellas en el cielo?

Solía ser algo que me encantaba hacer.

Aún me encanta.

—Ven. —Xavier me ofrece su mano y yo la acepto encantada, se asoma por el telescopio y lo acomoda de cierta manera—. Mira. —Me asomo y os aseguro que es algo que tienen que hacer. Esto sin duda es mágico. Es como si tuviera estrellas al alcance de mi mano.

»—Te quiero todas las estrellas que tus ojos sean capaces de ver —susurra Xavier en mi oído, deteniendo mi corazón varios segundos, para después comenzar a latir a lo loco.

Dejo de ver las estrellas y cojo su cara con mis manos para besarlo.

Esta vez no me contengo y lo beso con ganas, demostrándole con solo este beso cuánto me ha hecho sentir el día de hoy. Cuán feliz me ha demostrado que puedo ser a su lado.

Xavier coloca sus manos en mi cintura, apretándome contra él e intensificando el beso.

—Hay una habitación reservada en el piso de abajo, pero no iremos a menos que tú quieras —avisa, aún con su frente junto a la mía.

Esas palabras hacen que me erice completa, y créanme que no es por el frío, sino por la promesa que se esconde detrás de esas palabras.

—¿Te vas mañana? —pregunto con cierto nudo en mi garganta. Xavier asiente con pesar—. Entonces quiero pasar esta noche a tu lado —admito.

Xavier vuelve a besarme esta vez más lento.

Bajamos las escaleras en silencio, no uno incómodo, sino más bien un silencio prometedor, un silencio que esconde miles de palabras que no son necesarias decir. Un silencio que nuestro cuerpo hará hablar en unos minutos.

Xavier abre la puerta y tal como ha sido el resto del día, no esperaba menos, el piso está lleno de globos de todos los colores, se me dificulta caminar, pero que me hacen sonreír como idiota.

Al llegar a la cama esta está cubierta también con pétalos de rosas y yo solo puedo pensar que nunca nadie había hecho tal cosa por mí.

—¿No exageré? —pregunta Xavier viendo todos los globos y los pétalos en la cama. Niego riendo.

—Es hermoso. Gracias. —Xavier me abraza y vuelve a besarme.

—Te mereces esto y más. —Entre besos y caricias nos quitamos la ropa de a poco hasta que solo quedamos en ropa interior y aunque pasé todo el día con él en bikini, ahora me da cierta vergüenza que me mire. Llámenlo pudor retardado.

»—Me encantas. —Es lo último que dice antes de apoderarse de mi cuello y besarlo, sus manos acarician mi espalda y desabrochan el broche de mi sujetador. Sin dejar de repartir besos por mi cuello, saca los tirantes y lo deja caer sobre los globos en el suelo.

Me sienta en la cama besando mis labios ahora y de a poco, subimos hasta estar completamente acostados ambos, él encima de mí.

Deja mis labios para dejar un camino de besos desde mi clavícula, deteniéndose en mis senos, solo para darle un poco de atención y seguir bajando.

Para entonces yo ya estoy hecha un charco y solo quiero que entre en mí de una vez por todas, así que cuando está bajándome la tanga, lo miro.

—No me hagas esperar más, por favor —suplico. Xavier me sonríe de lado y asiente.

Termina de quitar mi tanga y me da vuelta, dejándome de lado, siento cómo se posiciona en mi entrada y como de a poco va entrando en mi interior.

Ahogo un grito de dolor, hace tiempo que no lo hago, estoy muy cerrada.

Él lo nota e intenta ser delicado, rápidamente me acostumbro a él y comienza a moverse delicioso, robándome gemido tras gemido.

De un momento a otro, Xavier me levanta el trasero dejándome en cuatro, da una nalgada que me hace chillar y esta vez no tiene piedad, sus movimientos son lentos, pero contundentes.

Una estocada tras otra.

No tarda en formarse el cosquilleo en mi estómago y grito cuando me corro. Xavier gruñe y sale de mi, echando su semen en mi espalda. Rio cuando dice un impropio.

—Perdóname, no pude aguantarme. —Suena avergonzado y aunque no lo veo, lo imagino rojo.

Siento cuando baja de la cama y vuelve. Me limpia la espalda y besa mi cabello. Doy vuelta mirándolo.

—Nunca nadie había hecho eso —confieso. Xavier sonríe tímido—. Me gustó —añado para que deje de sentir pena. Aunque fue un poco asqueroso, pero eso no lo digo.

»—¿Me extrañarás? —le pregunto al rato que estamos acostados.

Le he escrito a Rocío para saber sobre los bebes y me contó que Ian avisó que se quedaría con ellos esta noche. Agradezco eso.

Claro que Rocío también se volvió loca a gritar junto a Arianna cuando le dije que no dormiría en casa hoy.

Mañana tendré que contarles todo.

—Imagino que sí, pero espero que no. —Arrugo el entrecejo. Eso no me gustó.

—¿Cómo así? —inquiero dudosa.

—Espero poder verte todos los días, aunque sea por videollamada. —Sonrío como idiota. Agradezco que esté todo oscuro, salvo por la luz del cielo que entra por la única ventana que hemos dejado sin cerrar las cortinas.

—Eso me gustaría —confieso.

—A mí me gustaría no irme —admite. Suspiro.


Mis Amores, por favor díganme que no soy la única a la que le gusta esta parejita. 

Espero que les haya gustado estos capítulos de hoy y que puedan comentar. Ya saben que me encanta cuando comentan y me dicen lo que piensan. 

Aixa.

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