Capítulo 21 ✔️ [Corregido]
Tal vez te estás mintiendo a ti mismo. Tal vez no eres el chico bueno pretendiendo ser un chico malo, sino a la inversa. ¿Alguna vez pensaste en eso?
Mia Toretto, Rápidos y furiosos.
Ya era hora que pusiera alguna frase de mi película favorita.
Primera Parte.
Es sábado, por fin.
Pero, ¿saben que es mejor de que sea sábado? Que solo faltan unos minutos para las 11:00hrs, lo que quiere decir que ya falta poco para que empiece mi cita con Xavier.
¡Ahhhh!
Estoy que chillo, me siento como una chiquilla de secundaria y eso que a esa edad no me gustaba ningún chico.
Equis.
Me miro de nuevo en el espejo, estoy conforme con lo que llevo.
Tengo puesto un jean blanco con algunas roturas y una blusa suelta color azul cielo con pepitas blancas y, por supuesto, mis infaltables deportivas blancas.
Mi cabello como está cortito no puedo hacer gran cosa, por lo que solo me coloqué un ganchillo de un lado con piedras blancas. Luzco también una cadena de acero con una medalla de flor y sus pendientes a juego.
Siento que esto es lo mas que me he arreglado para salir en mucho tiempo.
Tocan a la puerta y enseguida mi corazón se acelera, en serio, parezco tonta.
—Adelante —carraspeo para que mi voz suene bien. Rocio entra a mi habitación con una sonrisa de oreja a oreja.
—Te buscan, mi niña. —Cojo aire y busco mi bolsa con la mirada, la localizo y la agarro, meto mi celular dentro y mi labial, por si acaso, uno nunca sabe.
—¿Cómo me veo? —le pregunto a Rocio parada en la puerta antes de salir.
—Preciosa. Buena suerte. —Le sonrío y salgo de mi habitación, para después salir de la casa.
Afuera hay un auto rojo descapotable —no me pregunten de marcas, por favor, pero es precioso—. Xavier me mira desde el asiento del piloto con una sonrisa que solo él puede lucir, y con unos lentes de sol oscuros.
Ahora creo que necesito unos.
—Estás hermosa —me halaga apenas subo al auto, quiero acercarme para darle un beso en los labios, pero intuyo que tanto Rocío, como Arianna deben estar viéndonos desde alguna ventana, por lo que solo le sonrío y le doy las gracias.
Xavier enciende el auto y solo del sonido que hace el motor le cojo el brazo como la propia estúpida.
Vale, estoy nerviosa.
—¿A dónde iremos? —pregunto luego de un rato andando.
Xavier ya había pensado en que necesitaría unos lentes y me entregó unos apenas paramos en el primer semáforo. ¿No es un amor?
—A un lugar donde no necesitarás tanta ropa. —Eso enciende mis mejillas y otra parte de mi cuerpo.
Jamás pensé que diría algo así, pero bueno. Ya me subí en la burra, ahora me toca arrearla.
Pienso rápido en qué conjunto de ropa interior tengo puesto y sonrío al saber que tengo uno blanco de encaje, por lo que no hay de qué preocuparse, además, la pista está libre. Bien.
Xavier entra en un lugar que nunca antes había visto, da su nombre, por lo que imagino tiene reservación y el de seguridad levanta la barra para dejarnos pasar, estaciona el auto al mismo tiempo que preciosa un botón y comienza a colocarse el techo.
Bueno, debo confesar que es la primera vez que presencio tal cosa.
—Llegamos. —Xavier me mira sonriente y coge mi mano para depositar un beso en ella, seguido de eso, sale del auto y espero a que abra mi puerta. Lo hace y acepto la mano que me ofrece.
Bien, si esto es un hotel que vergüenza me da que me vean caminando con quién voy a tener sexo.
Xavier continúa derecho dejando atrás a las recepcionistas cómo si se conociera el lugar de memoria. No quiero hacerle cabeza a eso, por lo que solo me dispongo a caminar de su mano con la cabeza gacha para que nadie me vea.
—¿Te gusta? —Una hermosa piscina al aire libre se extiende frente a nosotros, la veo anonadada.
Tiene una sección en la que está elevada y hay varias personas surfeando en olas artificiales. Sin duda debo pasar por ahí. Asiento a la pregunta de Xavier y este me hala hasta una pequeña tienda.
—¿Cuál te gusta? —Dejo de ver a las personas surfear y lanzarse de toboganes, para prestarle atención a lo que dice Xavier. Observo los bikinis y me enamoro de uno tejido blanco.
No discuto cuando Xavier insiste que él pagara por el bikini, porque ya ando ansiosa de estar lanzándome por esos toboganes y surfeando.
La chica que nos vende el bikini me indica dónde puedo cambiarme y me regala una bolsa para meter mi ropa.
Le agradecemos y camino hasta los baños mientras Xavier va por algo de beber.
Me veo al espejo y me encanta como me queda.
Salgo del baño y busco a Xavier con la mirada, me pongo un poco nerviosa al no verlo, no me gusta que me miren, ahora quiero cubrirme.
Salto cuando me llega por la espalda rodeándome con sus brazos y ofreciéndome una botella de Coca-Cola. Buena jugada amigo. La acepto encantada y cuando volteo, lo veo también cambiado.
Tiene una bermuda blanca y no tiene camisa, por lo que me cuesta un poco mantener mi vista en su rostro y no bajar.
Con la luz del sol y el tenue bronceado de estos días acá, el color de su cabello y su barba hace que resalte entre todos los demás, por lo que debo aguantar muchas miradas de las mujeres y hasta ciertos hombres. Lo bueno es que él mantiene su vista solo en mí.
—¿Qué quieres hacer primero? —pregunta bebiendo de su vaso, supongo que whisky.
Llámenme egoísta, pero solo quiero dejar las cosas claras delante de todas estas mujeres, por lo que me acerco y saboreo el sabor del Whisky en sus labios antes de besarlo.
Es un beso corto, porque no podemos olvidar que estamos en un sitio con niños. Xavier me mira sonriente cuando me alejo.
—Ya está, ahora me gustaría lanzarme de ese tobogán. —Señalo el más alto de los cuatro que hay y Xavier asiente, coge mi mano y caminamos hasta allá, no sin antes dejar la bolsa con mi ropa en la misma tienda donde compramos el bikini, por supuesto que le pagamos a la chica por el favor.
El hombre encargado nos sienta a ambos en el tobogán, primero a mí y luego a Xavier detrás de mí abrazándome con sus brazos.
Siento su hombría pegada a mi trasero, pero no está erecta, por lo que me tranquilizo.
El hombre comienza a contar en reversa desde el cinco y al llegar al uno, nos empuja con fuerza y comenzamos a bajar.
Grito eufórica, el corazón me late tan deprisa que me provoca mucha adrenalina y grito y rio.
Grito tan fuerte que no escucho la risa de Xavier a mis espaldas, pero si la siento cuando su pecho sube y baja al reír.
Nos estrellamos contra el agua y en ningún momento Xavier me suelta, solo para subir y me vuelve a abrazar. Se peina el cabello hacia atrás y me mira igual de extasiado que yo.
—¡Eso fue fantástico! —exclamo contenta. Aún estoy flipando y quiero volver a lanzarme.
—¿Lo repetimos? —pregunta y por supuesto que asiento.
Me ayuda a salir de la piscina y volvemos a subir. Repetimos eso un par de veces y nos paseamos por todos los toboganes hasta que tanta acción empieza a pasar factura y me muero de hambre.
—Tengo hambre —confieso cuando caemos en la piscina la quinta o sexta vez, ya perdí la cuenta.
—Yo igual. Vamos a comer algo. —Asiento y salimos de la piscina, llegamos hasta el restaurante donde nos sentamos en la barra de afuera para no mojar todo el piso, aunque hay personas a las que no le importan estar mojadas y pasan—. ¿Qué quieres comer? —inquiere.
—Saltimbocca alla romana —decido. No es más que un plato de ternera y cerdo cocinado con mantequilla, pero créanme, el sabor es exquisito.
—Yo pediré lo mismo, entonces. —El chico anota nuestra orden y se retira—. ¿Te ha gustado hasta ahora la cita? —pregunta y me entran ganas de golpearle, ¿cómo puede preguntar eso después de todo lo que me he reído y disfrutado?
—¿Es en serio? —replico medio burlona. Xavier me mira avergonzado. Decido sacarlo de duda—. Me ha encantado, es la mejor cita que he tenido —confieso y es la verdad, no miento.
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