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Capítulo 19 ✔️ [Corregido]

Mi ansia era tan profunda que tuve la certeza de que aquel hombre iba a convertirse en una droga para mí, la fuente principal de muchos e intensos goces.

No te escondo nada. Saga Crossfire.

Narra Rose.

  Desde que le envié el texto a Marcus estoy temblando, no, incluso creo que ya temblaba desde antes. Cuando a Arriana se le ha salido la pequeña confesión que me hizo, me dejó estática y necesito saber si es cierto, si por ese motivo se alejó de mí.

Vale, es cierto que yo pensaba desde antes poner cierta distancia, desde que hablé con Xavier, ahora que lo recuerdo, no quiero pensar que habló con ambos para alejarnos el uno del otro.

De ser así, ¿cómo se supone que debería de sentirme? ¿Enojada o simplemente debería estar normal y no sentir nada? No, definitivamente la segunda no es opción, soy humana y siento, si no sintiera nada en estos momentos cuestionaría el hecho de si realmente soy humana.

Dejo de divagar al llegar al restaurante donde cité a Marcus, seco mis manos en mi pantalón y cojo aire.

No entiendo porqué estoy tan nerviosa, es como una mezcla de ganas de saber la verdad y otra de nervios, la segunda no sé porqué.

Bajo del auto cerrando este con seguro y entro al restaurante, no doy mi nombre porque no es un restaurante fino, es uno normal, donde planeo ordenar una hamburguesa con muchas, pero muchas papas fritas y mi infaltable Coca-Cola.

Me siento en una mesa al fondo del restaurante y enseguida un chico castaño de ojos cafés y cabeza rapada, se acerca a mi.

—¿Va a ordenar de una vez, señorita? —Le dedico una sonrisa.

—Aún no, espero a alguien. Pero puedes adelantarme una Coca-Cola, por favor —le pido amable. El chico anota y se retira. Texteo un rato con mis mujeres favoritas hasta que la voz de Marcus me hace levantar la cabeza.

—Hola. —Le sonrío tímida y agradezco que el mesero llegue con mi Coca-Cola. Me ha dado mucha sed de pronto.

Marcus se sienta frente a mí y le pide el menú al chico, como yo ya sé que ordenar, no pido menú y solo le doy mi orden, que anota al pie de la letra.

—Me sorprendió tu mensaje. —Apenas el chico se va, Marcus habla. Me acomodo en el asiento.

—No debería, necesito preguntarte algo y necesito que seas honesto conmigo. —Voy directo al grano. Marcus frunce el ceño con notable confusión.

—Siempre lo he sido —contraataca. Como no quiero discutir le ordeno a mi mente no buscar momentos en los que él no ha sido del todo sincero y me concentro en el ahora.

—Bien. ¿Qué tan cierto es que Xavier habló contigo y te pidió que te alejaras de mí? —Marcus alisa la frente, pero su boca es una línea recta.

—Eso no es cierto, en ningún momento Xavier me pidió tal cosa. —Abro la boca para refutar, pero Marcus me impide hablar y continúa—. Sí es cierto que tuvimos una conversación donde tú eras la protagonista, pero en ningún momento me pidió que me alejara o me dijo que le dejará el camino libre contigo. Solo me confesó lo que estaba sintiendo por ti y me dijo que intentaría conquistarte. El que decidió alejarse fui yo, él no tuvo nada que ver con mi decisión. —No sé porque sus palabras se clavan en mi pecho como si de un puñal se tratara.

Tenía la ilusión de que su alejamiento por segunda vez, tampoco fuera su culpa como la primera, pero tal parece que Marcus está en mi vida solo por momentos y no permanentemente.

Bajo la mirada para que no note las lágrimas acumuladas en mis ojos.

—No puedo entenderlo —confieso con la voz en un hilo.

—¿Qué? —Su voz también suena afectada, pero vamos, él tomó su decisión, acaba de admitirlo.

—El porqué siempre te empeñas en darme momentos increíbles y después te largas. ¿Es que te aburres de mí en la cama? —Esta vez levanto la vista y lo enfrento, mis ojos arden, pero ahora no es por las ganas de llorar que tengo, sino por la rabia.

Marcus me mira con su mirada del gato con botas, pero no, esta vez no pienso caer en su carita de yo no fui.

—Rose, considero que te mereces algo mejor que yo. —Abro los ojos sorprendida. La mano me pica, tengo unas enormes ganas de abofetearlo para ver si así el tornillo que se le zafó, regresa a su sitio.

—Creo, Marcus, que esa decisión me corresponde a mí tomarla y no a ti. No puedes ir pensando siempre que merezco a otro que no seas tú, si te escogí a ti en un principio por algo fue, ¿no lo crees? —Aunque no quiero levantarle la autoestima ni nada por el estilo, necesito que entienda que él no puede ir por la vida creyendo que las personas que va conociendo merecen conocer a personas mejores que él.

Es algo estúpido.

—Rose, ¿cuánto tiempo más crees que íbamos a durar así? Soy el abuelo de tus hijos. ¿Crees que alguien va a ver bien nuestra relación? —Llevo la mano a mi rostro y masajeo mis ojos con cierta frustración. No puedo creer lo que está diciendo.

Es mas idiota de lo que pensaba.

Quisiera meterle la botella de Coca-Cola por el oído. Ok, debo calmarme.

—Marcus, te recuerdo que aún no teníamos una relación. Sí, es cierto que estábamos empezando algo nuevamente, pero ¿realmente crees que me importaba lo que cualquiera pudiera pensar de nosotros si hasta con tu hijo que es el padre de mis hijos, no me importó decírselo en su cara? —cuestiono.

»—Vamos, medita un rato y piensa si realmente crees que me importaba. Porque si crees que me importaba, entonces hiciste bien en alejarte, porque no me conoces como yo pensaba que lo hacías. —Marcus me mira atento sin decir nada por varios segundos, abre la boca un par de veces, pero supongo que no sabe qué decir.

—No sé qué decirte —confiesa. El mesero llega con nuestra orden y le coloca a Marcus su plato de pasta que, aunque no se ve mal, mi hamburguesa con papas, se ve aún mejor.

Comemos en silencio y durante ese tiempo, yo disfruto de cada bocado y calmo mi molestia un poco, solo un poco.

—¿Te gusta? —Arrugo el entrecejo sin dejar de masticar, no entiendo a qué se refiere y él lo nota. —Xavier, ¿te gusta? —Trago y limpio la salsa con una servilleta.

—Sí, eso creo. Es decir, lo que he conocido hasta ahora me agrada, pero quiero ir despacio esta vez. Las dos anteriores fui con todo y me estrelle con un enorme muro. —Marcus alza una ceja desafiante.

Sí, cariño, tú fuiste el primero y por alguna extraña razón masoquista, me gusta estrellarme contra tu muro. O qué me estrelles contra un muro.

Eso último me hace morder mi labio.

—Igual a mí —concuerda conmigo y yo quiero golpearme por siempre pensar en voz alta. ¿Cuándo se me ira a quitar esa mala costumbre?

—No lo parece —replico. Marcus me sonríe de lado.

—Créeme, eres el viaje que no me canso de hacer, aun sin saber a dónde me llevará al aterrizar. —Muerdo mis labios para no decir nada que me pueda arrepentir luego.

Necesito dejarlo atrás. Aunque a mi corazón le haga daño, esta vez, solo esta vez, debo escuchar a mi cerebro.

—Siempre nos estrellamos en el aire. —Lo siento, ya saben que no me puedo callar nunca. Marcus sonríe triste.

—Pero siempre es un buen viaje. —Asiento, porque de eso no hay duda—. Deberías darle una oportunidad a Xavier, es un buen hombre. —Suspiro.

—No sé aún lo que haré, nos vamos conociendo, pero por favor, no vuelvas a decirme a quién darle una oportunidad. Me dan ganas de golpearte por no querer una para ti. —Marcus vuelve a reír triste y coge mi mano por encima de la mesa.

Lo dejo hacerlo, amo el calor que siempre recorre mi cuerpo cuando él me toca.

—Es lo que más deseo en la vida, pero creo que ambos merecemos ver hacia otro lado y si volvemos la vista de nuevo hacia nosotros, entonces sabremos que siempre debimos dejarla allí. —Y señores y señoras, este es uno de los motivos por los que este hombre me vuelve loca, siempre sabe qué decir y cómo decirlo para que hagan gran impacto en mi vida.

—Solo prométeme que siempre estarás para mí —le pido casi que con suplica. Marcus besa mi mano.

—Te lo prometo, la mia regina. —Sonrío.

—Eso es suficiente para mí —confieso y terminamos de comer en silencio—. Es un poco difícil comer hamburguesa con una sola mano —comento. Marcus mira nuestras manos y se sonroja, ambos reímos.

»—Para la próxima pediré pasta —declaro y volvemos a reír.


Por cierto les recomiendo con los ojos cerrados que lean la Saga Crossfire, es sin duda una belleza.

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