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Capítulo veinte

—¡HE VUELTO! —grito triunfante el Dr. Gray.

—Ha vuelto... —Senku se estremeció de pies a cabeza mientras esperaba al pie de la escalera del avión del que Xeno había mandado al loco inmortal menos favorito de todos.

La parte mala de haber enviado al Dr. Gray un año antes a Estados Unidos para que Xeno fuera el que tuviera que soportarlo, era que tuvo que ser con la condición de que pasara solo cuatro años allí en vez de los cinco que habían acordado en un principio.

Ahora esos cuatro años habían pasado, y el Dr. Gray estaba una vez más en Japón, listo para amargarle la existencia al reino científico.

—¡Senku, cuánto te extrañe! —Se lanzó a tratar de abrazarlo, pero claro que Senku lo esquivo—. Ow... Por cierto, traje más gente más gente conmigo. —Señaló a las personas que estaban bajando del avión detrás de él.

Y claro que Senku los reconoció, uno de ellos era Gen y su recientemente adquirida esposa, Elise Coutta, que por muchos años mantuvo oculta solo por no admitirle a Ryusui que también era un buen casamentero ya que, aparentemente, antes de tratar de juntarlo con la asistente de su programa de magia, intentó juntarlo con una ex, pero no lo logró, aunque luego de unos años volvió a intentarlo y creyó que de nuevo no lo logró, pero en verdad sí lo hizo.

Además, con ellos venía Elioth Asagiri Coutta, un hijo de catorce años que Gen había dejado regado antes de la petrificación o algo así, y que descubrió hace poco ya que Elise lo había mantenido oculta.

Por lo tanto, Gen tenía dos hijos con dos madres diferentes, y todos prefirieron mejor no hacer comentarios. Al menos al final decidió establecerse con una de esas mujeres.

Y detrás de la nueva familia Asagiri venía un amigo de Senku, el respetado científico conocido como DJ Ions, junto con su esposa Gabrielle y su hija Danika que tenía la misma edad que Tsukiku.

¿Por qué ninguno de ellos había sido mencionado antes? Esa era una larga historia que comenzó cuando...

—¡Por cierto, finalmente pude rescatar un CD completo de música disco! —gritó el Dr. Gray, sin importarle interrumpir al narrador y la profunda historia que estuvo a punto de contar—. ¡¿Quieren oírlo?!

—No. —Senku lo jaló del cuello de su bata para que se subiera al auto, luego saludo a las dos familias, invitándolos a su casa para cenar y saludar a su esposa e hijas que ya tenían doce y tres años.

Después de echar de una patada al Dr. Gray para que se quedara en su cueva alias laboratorio, Senku se dirigió a su casa junto a los recién llegados.

Ya tenían planeada una gran reunión para recibir a los recién llegados (menos al Dr. Gray obviamente), así que después de comer rápidamente se dividieron en grupos de hombres, mujeres y niños.

En el grupo de hombres, Senku estaba bastante deprimido bebiendo mientras lo demás intentaban animarlo asegurando que no dejarían al Dr. Gray hacer de las suyas con tanta facilidad como antes.

—Yo conocía personalmente a Gray antes de que se volviera loco, ya saben —habló DJ, sorprendiendo a todos con esas palabras porque, aunque Gray era conocido en la comunidad científica, no solía ser alguien muy sociable—. Quizás pueda buscar alguna persona cercana a él que nos ayude a... volverlo menos loco.

—¿Y por qué no dijiste nada antes? —preguntó Senku acusadoramente, tomando de un sorbo lo que quedaba en su copa.

—Bueno, iba a hacerlo, pero...

—No deberían cuestionar los agujeros de guion, ya sabes —habló el Dr. Gray, rellenando la copa de Senku.

Todos voltearon a verlo, con los rostros en blanco.

—... Tsukasa.

—Yo me encargó. —El guerrero más fuerte atendió a la orden de Senku y sacó a Gray arrastrándolo desde el cuello de su bata.

—¡¿Por qué todos se deshacen así de mí?! —lloriqueó el científico loco.

Mientras tanto, en el grupo de mujeres, las damas estaban entrándole con fuerza al alcohol, brindando porque ese año ninguna estaba embarazada ni amamantando.

—¡Salud! —Y claro, también brindaban por la incorporación de dos nuevas amigas, aunque ya llevaban varios meses conviviendo con Elise antes de que ella y Gen fueran a Estados Unidos por asuntos de trabajo.

—Estoy feliz de volver —habló Elise, con su rostro serio de siempre, aunque hoy estaba especialmente relajada—. El trabajo diplomático de mi pretty boy no es su actividad favorita, se quejaba mucho por sus ganas de volver aquí, y Elioth extrañaba a todos los amigos que ha hecho aquí, también.

—Yo estuve en Estados Unidos mucho tiempo por mi trabajo y el de mi esposo, y extrañaba Japón —habló Gabrielle—, pero ¿crees que ese hombre se quejó? Siempre se la pasa tan relajado que me estresa. —Bufó, aunque luego rio con cariño.

—¿Tu queja es que se la pasa relajado sin quejarse? —masculló Shovel, ceñuda—. ¡Ginro se la pasa quejándose por todo! Mejor intercambiemos esposo, si te gustan quejones.

—Eh, no gracias...

—Yo nunca le cedería a mi pretty boy a ninguna otra, menos desde que finalmente nos casamos. —Elise de pronto se sonrojó, con cara de simp obsesiva.

—¿Alguna me quiere cambiar el esposo? —preguntó Shovel con rostro desesperado.

Todas permanecieron en silencio y ella bufó.

—¡Bien, pero no puedo tener el peor esposo! Vamos, díganme sus quejas. ¿Qué es lo que no les gusta de sus maridos? Yo tengo una lista larguísima, pero solo digamos lo peor. Lo peor de Ginro es que siempre anda mirando otras mujeres, ¡no importa cuantas veces le dé con la sartén en la cabeza!

—Mmm... pero yo no tengo quejas de mi marido... —murmuró Yuzuriha, con una mano en el mentón—. Taiju es tan tierno... a-aunque a veces exagera mucho, la otra vez gritó super alto y súper asustado y yo pensé que algo malo pasa, casi se me sale el corazón, pero resulta que se sentía mal porque se murió una de nuestras plantas. —Rio con nerviosismo.

—Yo no tengo muchas quejas de mi Tsukasa, pero... —Minami hizo una mueca— siempre discutimos de si deberíamos poner un límite a cuántas horas consumimos de televisión, él dice que Haishi y yo vemos demasiados "programas basuras que pudren el cerebro", ¡pero es parte de mi trabajo, soy reportera, debo conocer a la gente de mi medio y lo que hacen u opinan! Y tampoco me siento bien controlando tanto a mi hijo...

—Chrome discute demasiado con mi padre... —murmuró Ruri con un suspiro.

—Senku me dice leona a mí y a mis hijas. —Kohaku parecía dispuesta a matarlo de solo recordarlo.

—Ay, eso es lindo —se quejó Amaryllis—. Dinos una de verdad.

—¡Eso me molesta mucho! Pero ya que lo mencionas, siempre me regaña por jugar brusco con las niñas, ¡ellas se divierten conmigo! Y lo que hago no es menos peligroso que él haciendo estallar químicos casi en sus caras —refunfuñó.

—Yo no tengo quejas... —aseguró Elise—. Quizás que después de tres rounds ya se cansa mucho y...

—¡Demasiada información! —le gritaron varias.

Mientras tanto con los niños ya no tan niños, Tsukiku estaba más que feliz de tener a Danika allí, ya que era otra adoradora de gatos, y mientras las dos se derretían de ternura viendo fotos de gatitos, Haishi le estaba enseñando la televisión intermultiversal a Elioth.

—Nadie sabe si es real —dijo el joven adolescente, que ya tenía catorce años pero se veía como de unos diecisiete y era muy, muy alto—, pero es muy interesante ver lo que hay en otros universos. Por ejemplo... Oh, aquí hay uno donde casi no cambia nada, pero Tsukiku tiene una hermana gemela llamada Shinku...

Haishi le señaló en la pantalla a Tsukiku con una hermana gemela de ojos rojos y cabello más parecido a Senku pero atado en una coleta similar a la de Kohaku, con un gesto muy dulce y tranquilo, y Elioth abrió mucho los ojos al verla.

—Va-vaya... esa Shinku es muy bonita... —murmuró el joven Asagiri.

—No andes de pervertido. —Tsukiku lo miró mal de inmediato, pero luego volvió a concentrarse en Danika—. Oh, mira este es Raion —le señaló un gato naranja con rostro muy gruñón—. Lo rescate hace poco y casi me lo quedo, pero al final me arañó y mis papás me dijeron que no... —lloriqueó por lo bajo.

—Pobrecita. —Danika le palmeó la cabeza, haciéndola reír—. Me recuerda a una mascota que tuve... aunque mi mamá y yo tuvimos y tenemos muchos, muchos gatos.

—Eso suena como el paraíso... —Los ojos de Tsukiku brillaron de solo pensarlo.

—Qué paraíso tan patético... —se burló Ruchiru, de dieciséis años, ganándose que su prima le pisara el pie—. ¡Auch, oye!

—Vamos, Ruchiru, apuesto que todos tenemos nuestro propio paraíso —habló alegremente Kinji, el mayor de todos ahora con diecisiete años.

—¡Y yo puedo hacer que lo vean! —exclamó el Dr. Gray saliendo de la nada.

—¡TÚ! —Todos lo señalaron con horror, ya que sus travesuras tanto en Japón como en Estados Unidos ya eran bien conocidas.

—Oh, vamos, vengo a hacer las paces. ¿O eran los peces? Me gustan los panqueques... —Baba comenzó a brotar de su boca al pensar en esas delicias.

Todos lo miraron con sudor frío bajando por sus frentes.

—Creo que llamaré a mi padre... —Tsukiku sacó su celular.

—Puedes hacer eso, o... puedes conectarte a esta máquina. —Jaló de la mismísima nada una computadora con patas con ruedas y un casco conectado—. Esto puede escanear tus pensamientos más recurrentes y mostrarte en base a eso tu paraíso personal, ¿cómo sería tu vida si fuera perfecta? ¡Pueden averiguarlo aquí!

Tsukiku no pudo evitar que sus ojos brillaran con curiosidad.

—Bueno... un par de pruebas no mataran a nadie...

—Tsu-Tsukiku, no creo que sea buena idea... —Umi intentó detenerla.

—Solo será un rato. —Tsukiku ya estaba dejando que el Dr. Gray le pusiera el casco.

—Y ahora la máquina mostrara tus pensamientos más recurrentes. —Gray señaló a la pantalla, que comenzó a pasar un listado de los pensamientos más recurrentes de la joven de doce años.

Ciencia. Ciencia. Ciencia. Ciencia. Gatos. Gatos. Gatos. Ciencia. Shizuku. Shizuku. Ciencia. Gatos. Mamá. Papá. Ciencia. Gatos. Entrenar.

—No me sorprenden —murmuraron todos sus amigos, con los rostros en blanco.

—¡Y ahora tu paraíso personal!

En la pantalla se mostró a Tsukiku riendo como psicópata, sentada en un trono súper tecnológico, con un gato naranja en su regazo.

Shizuku, su hermanita de tres años, estaba a su lado en otro trono, vestida con un traje de gatito y comiendo dulces. Kohaku estaba a su otro lado, en otro trono, vestida como una reina y diciéndole que podía tener todos los gatos que quisiera.

Senku estaba al lado de Kohaku, abanicándola con un abanico gigante mientras no dejaba de decir que Tsukiku lo había superado científicamente y que también podía tener todos los gatos que quisiera.

A pocos metros se veía a todos trabajando para construir un imperio basado en la adoración a la ciencia y a los gatos, con Misaki como dirigente con un látigo en la mano y Yok con una corona dándole ordenes a todo el mundo como un tirano. Kinji estaba cociendo guantecitos para gatos y Ruchiru estaba llorando escribiendo un ensayo de como Tsukiku era mejor que él en todos los aspectos. Haishi estaba recogiendo gatos para llevarle a Tsukiku y Umi estaba acariciando gatos junto a Danika y Elioth.

En cuanto la pantalla se apagó, todos voltearon a ver mal a Tsukiku, más porque ella parecía sumamente encantada, como si no la hubieran retratado como una tirana psicópata.

—¡Ja, es genial! ¡Es el primer invento tuyo que me parece asombroso y no un desperdicio al progreso de la civilización científica!

—¡Sigo yo, sigo yo! —Kinji, que fue el único que no miró mal a Tsukiku, quiso ponerse el casco también.

—Bien, ahora aquí saldrán tus pensamientos más frecuentes... —murmuró el Dr. Gray luego de colocarle el casco.

Familia. Familia. Amigos. Familia. Amigos. Amigos. Costura. Ayudar. Costura. Costura.

—Eres una persona demasiado simple... —murmuró Elioth riendo.

Y su paraíso también era bastante simple, también, básicamente era igual al mundo real pero con todos mucho más felices.

—¡Bien, ahora yo! —exclamó Ruchiru.

Sus pensamientos recurrentes fueron: Ciencia. Ciencia. Ciencia. Mamá. Mamá. Hermanita. Ciencia. Ciencia. Papá. Amigos. Tsukiku es una tonta. Ciencia. Ciencia.

—¡El tonto eres tú! —le gritó Tsukiku molesta, pero se calló cuando empezó su paraíso personal.

Él también estaba sentado en un trono tecnológico con su familia a su lado, pero había un monumento llamándolo el segundo rey de los materiales y luego se veía a Tsukiku ahora llorando mientras escribía cómo él era superior a ella en todos los aspectos.

Claro que Tsukiku de inmediato se lanzó a pisotearle el pie y él comenzó a jalarle las coletas, hasta que Kinji y Umi se metieron en medio para que dejaran de pelear.

—Bueno, se ve interesante... —Umi, después de controlar al par de primos, se probó el casco.

Sus pensamientos recurrentes fueron: Familia. Familia. Amigos. Amigos. Familia. Haishi. Hai...

—¡Cambie de opinión! —La joven de quince se lanzó a cubrir la pantalla mientras se quitaba el casco, sin dar tiempo a mostrar su mundo ideal.

—Me da curiosidad. Ahora yo. —Haishi, sin poder acallar su lado curioso, fue el siguiente en ponerse el casco.

Sus pensamientos recurrentes fueron: Entrenar. Entrenar. Mamá. Chismes. Mamá. Papá. Chismes. Entrenar. Papá. Tsukiku. Tsu...

Y antes de que los datos terminaran de procesarse se quito el casco a toda velocidad, cubriendo la pantalla con su cuerpo y diciendo que había cambiado de opinión y mejor no.

Tsukiku entrecerró los ojos mientras Shira, hija de Ginro, la codeaba juguetonamente, pero no dijo nada.

—¡Sigo yo! —Misaki fue la siguiente en querer probarlo.

Sus pensamientos recurrentes fueron: Música. Música. Música. Mi bajo. Música. Cantantes lindos. Amigos. Mi bajo. Música. Amigos. Amigos. Familia. Música.

En el mundo ideal de Misaki, sus padres estaban vivos y ella daba grandes conciertos, tenía un novio muy guapo y todos sus amigos estaban con ella a su lado.

—¡Me encanta! —afirmó la joven pelirroja, luego jaló a Yok a probarse el casco también—. ¡Ahora tú!

—Yo no quiero... —se quejó, pero el casco empezó a trabajar.

Sus pensamientos recurrentes fueron: Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Limpieza. Limpieza. Limpieza. Kendo. Tsukiku. Misaki. Dinero. Dinero. Hermanita. Limpieza. Tsukiku.

Sin embargo, antes de mostrar el mundo ideal, se quitó el casco despectivamente y luego miró mal a Misaki.

—Oh, vaya, ¿su majestad piensa tanto en mí? —Tsukiku lo miró con burla.

—Ni lo sueñes. —La miró con repudio.

—La piensas más que a Misaki. —Shira se acercó a codearlo también.

—Claramente eso es porque es el doble de molesta. —Alzó mucho la barbilla.

—¡Bueno, sigo yo! —Shira fue la siguiente en ponerse el casco.

Sus pensamientos recurrentes fueron: Chicos lindos. Novio. Novio. Novio. Amigos. Familia. Familia. Tío Kinro. Novio. Chismes. Chismes. Amigos. Novio. Joyas. Maquillaje. Novio.

Sin embargo, antes de ver su mundo ideal, Senku se asomó a la sala y de inmediato notó al Dr. Gray allí.

—¡¿Tú otra vez?! ¡Tsukasa!

Y otra vez sacaron a patadas al científico lunático.

Ni terminó de pasar el primer día del regreso de ese loco y Senku ya estaba harto de él, así que le insistió mucho a DJ para que encontrara algún pariente o amigo de ese demente de antes de la petrificación, y efectivamente a las pocas semanas DJ trajo a Japón a la famosa científica a la que en la era moderna apodaron "computadora humana", la Dra. Mironi, que dijo ser una especie de novia del Dr. Gray.

—¡¿Ese loco tenía novia?! —gritó Senku cuando DJ le puso delante a la doctora Mironi, que llegó junto con su familia, su hermana, cuñado y sobrina.

—No era nada formal, él quería formalizar, pero yo estaba muy ocupada —masculló la doctora Mironi, leyendo en ese mismo momento de principio a fin una enorme carpeta con todo lo que sabían de la cordura del Dr. Gray, leyéndolo completo a una velocidad realmente sorprendente, todo antes de volver a hablar—. Y él no estaba nada loco, más bien era un genio y muy serio. ¿Qué tal si me lo traen? Quiero verlo con mis propios ojos. —Ajustó sus lentes de sol que usaba a pesar de que estaba nublado.

Mientras esperaban, mucha gente se juntó a ver con asombro a la novia del doctor loco, entre ellos los amigos más cercanos de Senku, que se acercaron a la doctora y su familia.

—Esta es mi hermana, Blund. —La Dra. Mironi señaló a una mujer muy alta y de contextura musculosa menor que la de Nicky pero mayor a la de Kohaku—. Fue campeona femenil en diversas artes marciales. Y este es su esposo, Yonito. —Señaló a un tipo castaño también muy alto que tenía una mirada serena y apariencia flacucha.

—¿Por qué a las chicas fuertes le gustan los flacuchos? —se preguntó Mozu con sequedad.

—Y esta es su hija y mi sobrina, Bloom. —La doctora Mironi ahora señaló a una adolescente como de la edad de Ruchiru, que tenía el cabello azul corto y alborotado, pero con dos pequeñas trencitas largas a cada lado.

Era muy alta, igual que sus padres, parecía de contextura fuerte, pero era delgada, tenía los labios pintados de celeste eléctrico y los ojos azul marino, y Kinji de repente se le quedó mirando.

Elioth notó esto y, como buen hijo de Gen que era, decidió entrometerse.

—¡Vaya, debes tener como la misma edad que Kinji, Bloom-chan! —Comenzó a arrastrar al hijo mayor de Taiju hacia la joven Bloom, que lo miró con una ceja en alto.

—En realidad, creo que parece como de la edad de Ruchiru... —quiso argumentar Kinji con timidez.

—¡Pregúntale! —Lo empujó hasta la chica y luego los observó desde detrás de un poste cercano.

—Eh... ¿tu edad saber puedo? ¡Digo! ¿Puedo saber... ya sabes? —Se puso rojo, muy nervioso.

—Dieciséis. —Se llevó un chicle a la boca y comenzó a mascar ruidosamente—. ¿Y tú qué? ¿Diecisiete? —Kinji asintió, ya comenzando a retroceder, pero Ruchiru decidió meterse también y le dio un empujón hacia adelante antes de irse a esconder tras el poste con Elioth—. Cool. Pareces fuerte. ¿Peleas?

—Nop, pelear es malo —dijo solemnemente.

—Ay, qué aburrido... —Él sintió eso como un puñal—. Eres igual a mi padre. ¿Corres, al menos?

—Eh... sí, soy bastante rápido, ¡tengo mucha resistencia, así que aguanto una gran maratón! —Sonrió como idiota.

—Cool. —Bloom encogió los hombros—. Corramos algo, ¿quieres? Aquí me aburro.

—Oh... bueno. —Pestañeó.

—¡En sus marcas, listos, ya! —Salió disparada y Kinji tardó un momento en ir tras ella.

Ruchiru y Elioth chocaron puños, mientras que Haishi terminaba de grabar secretamente la escena, ya que su madre no estaba en ese momento, así que luego apreciaría el chisme.

El Dr. Gray llegó en ese momento junto con Tsukasa y Minami, y de inmediato abrió mucho los ojos y su mandíbula casi se descoloca al ver a la doctora Mironi.

—¡Oye, yo te reconozco! —Sonrió como el loco que era—. ¡¿No eras mi novia?!

—Nop, y menos con ese cabello así de despeinado, cielo santo. —Mironi negó con la cabeza, ajustando sus lentes de sol, para luego comenzar a examinarlo por todas partes, jalando de su bata y estudiando su boca y ojos con una pequeña linterna—. Mmm, pues sano sí estás por fuera. Hay que averiguar qué le pasó a tu cerebro.

—¡¿Será como una cita?! —Sus ojos brillaron de emoción detrás de sus lentes circulares.

—Sí, claro, una cita donde escaneare cada pequeña parte de tu cerebro y posiblemente realice un estudio a cráneo abierto. —Empezó a reír como psicópata.

Al verla, todos comenzaron a sudar frío.

Tal vez esto no era buena idea... ella parecía estar tan loca como él...

Sin embargo, mientras el Dr. Gray se convirtiera en su problema y ya no más en el de él, a Senku le daba absolutamente igual.

—Entonces... ¿tú te encargas de él? —preguntó lentamente, con cautela.

—Claro, querido, sé libre. —Agitó una mano despectivamente hacia él—. El loco y su cerebro son míos.

No tuvo que decirlo dos veces, Senku hizo esfuerzos sobre humanos para cargar a Kohaku que cargaba a Shizuku en sus brazos e hizo todavía más esfuerzos para sostenerla con un solo brazo mientras jalaba también a Tsukiku y corría despavorido hacia su auto.

No quería arriesgarse a que la Dra. Mironi cambiara de opinión.

¡Finalmente el demente Dr. Gray era problema de alguien más y no suyo!

Este era el comienzo de una nueva era.

Continuará...

Wuuu! Capítulo veinte! :D

Quizás haga un par más antes de darle fin, no sé xD

Pero sin duda a este fic no le queda mucho, quizás hasta este sea el final, quién sabe :P

Capítulo dedicado a mi querida Gaby! El personaje de Elise, Elioth, y de Gabrielle son suyos owo Y Danika es de las dos UwU

Bueno, muchas gracias por su apoyo!

Me despido!

CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!

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