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Capítulo diecisiete

Senku se inclinó sobre la cuna con una mueca pensativa.

—Algo no está bien...

Kohaku lo miró extrañada mientras doblaba la ropa de su bebé de tres meses de vida.

—¿A qué te refieres?

—¡No está llorando! —Señaló a Shizuku, que estaba felizmente dormida con una sonrisita en su boca.

—¿Y eso qué tiene de malo?... —Lo miró como si fuera idiota.

—¡Lo normal es que un bebé llore! Si está tan silenciosa debe pasarle algo —aseguró, jalándose los cabellos con cara de desquiciado—. Además, desde el primer mes que no llora a gritos. ¿Alguna vez la has escuchado llorar a gritos desde los dos meses? Solo solloza apenas... ¡Seguro le pasa algo!

—Senku, ya me habías dicho que eso te preocupa. —Lo miró con resignación—. Y ya me insististe tanto que le preguntamos a la doctora, Atsumi-sensei, que dijo que no es nada malo, solo es su personalidad. —Rio divertida y un poco enternecida.

—¡Pero eso fue hace un mes!

—Y Atsumi-sensei dijo que si no teníamos problemas entonces no debíamos preocuparnos. ¿Hemos tenido problemas?

Senku se llevó las manos a la cintura, enfurruñado.

—No todos tenemos ese instinto de leona que sabe todo lo que ella necesita a todas horas. Si no llora, entonces no puedo saber cuándo quiere algo. Eso cuenta como problema. —Llevó el meñique a rascar su oído con fastidio.

—Pero es que ella lo dice de otras formas. —Sonrió enternecida, acercándose a la cuna—. Por ejemplo, siempre está sonriendo, si deja de sonreír suele ser porque algo le pasa.

—Eso ya lo sé. —Bufó—. Pero podría necesitar otras cosas aparte de las obvias. Además, nunca se ha enfermado, ¿qué tal si le pasa algo y no llora? ¡Jamás lo sabremos!

—Senku, ¿cómo podría pasarle algo si la cuidas más de lo que Chrome cuida a sus preciosas rocas? —Rio y le dio una pila de ropa doblada—. Deja de estar vigilándola como un paranoico y ayúdame con esto.

Aún refunfuñando, Senku se dispuso a ayudarla, pero todavía mirando de vez en cuando a la cuna de su segunda hija.

Al cabo de una hora Kohaku decidió distraerlo con besos, cosa que le funcionó un poco demasiado bien y ella acabó chillando cuando Senku la tumbó en la cama y comenzó a besarle el cuello, toqueteando sus piernas por debajo de su vestido hasta que de pronto ella abrió mucho los ojos y se lo quitó de encima.

—¿Qué pasa? —preguntó apenas despegó la cara del suelo.

—Se despertó. —Marchó felizmente a sacar a su bebé de la cuna a pesar de que ella no emitió ni un sonido.

—Insisto en que no tengo idea de cómo haces eso... —Varias gotas resbalaron por su sien al ver como efectivamente su bebé estaba despierta y hambrienta.

Siempre fue un creyente de que no había nada que la ciencia no pudiera explicar con el tiempo suficiente, pero sin duda "las madres" seguirían siendo de los misterios más grandes que atormentarían la lógica del cerebro humano por mucho más tiempo.

Mientras Kohaku alimentaba a su hija menor, Senku fue a ver cómo estaba la mayor.

Se extrañó al no verla experimentando en su mini laboratorio, así que empezó a buscarla alrededor de la casa, cosa difícil desde que hicieron la expansión de la casa.

Sorprendentemente la encontró afuera, jugando a hacer un muñeco de nieve con su robot Reimi.

La habría dejado jugar tranquila, de no ser porque la vio demasiado desabrigada y haciendo honor a su título de padre exageradamente protector salió con un abrigo extra para ella.

Ella estaba demasiado distraída formando la cabeza del muñeco, así que Senku sonrió maliciosamente le arrojó el abrigo a la cara.

—¡Oye!

—¿Cuántas veces te hemos dicho que te abrigues, mocosa? —Se apoyó contra un árbol, mirando con una sonrisa divertida como ella se quitaba el abrigo de la cara ceñuda—. Ponte eso o a la casa, tú eliges.

Ella le sacó la lengua, poniéndose el abrigo a regañadientes.

—Qué malo eres, no hace tanto frío, ¡y traigo un suéter y una bufanda!

—Y luego te enfermas y tu madre y yo debemos estar arrancándonos los cabellos preocupados por ti y por tu hermana. —Bufó, inclinándose para subir la cremallera de su chamarra blanca y abultada, que le daba la apariencia de un gran malvavisco.

—Pues ve a cuidar de mi hermana. —Le sacó la lengua otra vez.

—Celosita. —Le pellizcó la nariz con una sonrisa malvada—. ¿A qué están jugando? ¿Quieres hacer un amigo muñeco de nieve?

—¡Quiero que Reimi lo lance al aire, lo haga estallar y así pueda ver en dónde acaban sus extremidades!

Senku la miró preocupado por un momento, antes de recordar que esta niña era su hija y carcajearse lleno de orgullo.

—¡Diez billones de puntos para ti! También quiero ver eso.

Se pasó la siguiente hora ayudándola en sus experimentos de hacer estallar muñecos de nieve, hasta que Kohaku los llamó a almorzar, por lo que Tsukiku corrió felizmente adentro, aliviada de poder librarse de tanto abrigo.

Senku de inmediato pidió cargar a Shizuku, que le sonreía tan hermosamente como siempre y apenas estuvo en sus brazos se acurrucó contra su pecho y se durmió. Él solo rio enternecido. A veces pareciera que ella solo lo quería como su segunda cuna, pero él estaría feliz de hacer todo por esta pequeña mocosa adorable, quisiera usarlo de cuna o de depósito de baba.

Después de almorzar, se prepararon para ir a presenciar y participar en los juegos de invierno, que con el paso de los años se volvió una tradición para lo que una vez fue el reino científico.

—¿Segura que podrás participar? —Senku miró con curiosidad a su esposa mientras le colocaba un gorrito con orejas de león a Shizuku—. El parto fue hace solo unos meses.

—¡Ja, por supuesto que sí! No pude participar el mes pasado, pero ahora estoy completamente recuperada. Y por cierto, ¿de dónde sacaste ese horrible gorro para mi bebé? —Lo miró mal.

—Eh... regalo de Yuzuriha. —Sudó profundamente, con su mejor sonrisa de sinceridad fingida.

Luego de ponerle sus guantecitos, Senku sacó su celular para tomarle fotos de todos los ángulos, enviándolas a sus redes sociales para saturar de notificaciones a sus millones de seguidores. Al principio sus seguidores no dejaban de pedirle ver fotos de su nueva bebé, así que Senku empezó a subir todas las que sacaba a diario, usando las redes como almacenamiento ya que su celular pese a lo avanzado que era se quedaba sin espacio pronto debido a que él se emocionaba demasiado fotografiando todo lo que hacían sus niñas. Bastantes de sus seguidores se hartaron un poco de tanta publicación, lo que fue su objetivo, pero bastantes fanáticas locas seguían dándole corazones a sus fotos y comentando todas y cada una de ellas. Si no le gustara presumir a sus princesas ya habría abandonado el plan, pero aún estaba dispuesto a seguir retando a sus seguidoras, a ver quién se hartaba primero de tanta notificación.

Fueron al parque en el que se celebraban los juegos, encontrándose con Ryusui y Gen (los organizadores), y el resto de sus amigos.

Ryusui estaba con Francois y sus dos hijas de tres años. Nadie sabía exactamente cuándo se juntaron esos dos, un día se aparecieron con las dos niñas (que tampoco nadie sabía si eran niñas pero siempre usaban vestidos así que tal vez) y se casaron a los pocos meses. Gen fue el padrino de la boda, en la que se declaró el mejor casamentero y Ryusui tuvo que admitir la derrota.

Unos meses después descubrieron que Gen tuvo un hijo con la asistente de su show de televisión (que fue la persona con la que Ryusui intentó juntarlo), pero la mujer tenía un carácter de los mil demonios y no quería saber nada de él así que pudo salvarse del matrimonio y solo veía a su hijo cada pocos días. Aun así Gen consideraba que su victoria fue total y legal, aunque no negaba que Ryusui si logró conseguirle a la persona que más quería: su hijo.

El hijo de Gen estaba con él ahora, con su sombrero de mago, sonriendo al correr alrededor de su padre.

Lo mejor de la competencia fue que Kohaku quiso participar en todos los juegos, así que Senku pudo cargar a su Shizuku todo el tiempo, incluso si ella solo se la pasaba durmiendo y babeándolo. También se la pasó sacándole fotos, frunciendo el ceño al ver que sus seguidores solo aumentaron al ver a su bebé en su ropita de invierno. Hmm, quizás había subestimado la lindura de esta niña sobre otra gente, a este ritmo él sería el primero en cansarse de tantas notificaciones.

Luego de que los juegos de invierno de adultos acabaran, comenzaron los juegos para niños, a lo que Tsukiku corrió entusiasmada a participar en todos como la mini-leona que era.

—¡Los voy a destrozar!

Senku y Kohaku rieron enternecidos. Tan linda su niña.

La mayoría de juegos los ganó el hijo de Tsukasa, Haishi, a lo que Tsukiku se la pasó quejándose todo el camino a casa.

—¡Ese tonto me las pagará! ¡Voy a entrenar y le patearé el trasero en el próximo torneo de kendo! —aseguró pataleando en su asiento.

—Te ayudaré en eso. —Kohaku rio enternecida mientras conducía el auto ya que Senku se negó a soltar a Shizuku.

Tres meses después, mientras Kohaku y Tsukiku entrenaban, Senku estaba dándole a Shizuku sus papillas de naranja, ya que le encantaba esa fruta. Senku no estaba del todo seguro de que tanta fruta cítrica fuera buena, pero la pediatra le aseguró que no le hacía ningún mal y hasta ayudaba a la absorción de hierro, que era lo que más se buscaba con la alimentación complementaria. Como sea, le encantaba como se reía después de cada cucharada, como si siempre le sorprendiera lo delicioso que era a pesar de que ya llevaba varias semanas comiendo papillas. ¿Podía ser más adorable?

—Bueno, leoncita menor, con eso fue suficiente. —Retiró el plato cuando ella se acabó todo.

—¿Mmm? —Ella ladeó la cabeza.

Aún no hablaba, pero balbuceaba muchísimo.

—Temo que tendrás que esperar a la tarde para más naranja.

—¿Mmm, mmm? —Miró a su plato con ansias.

—Tendrás naranja después. —Señaló al plato—. Naranja después.

—¡Nadanga!

—Exacto, naranja... —Se congeló de pronto, mirándola con la boca abierta—. ¿Acabas de decir... naranja?

—¡Nadanga! —Sonrió enormemente.

Senku sonrió, aunque por dentro sintió un flechazo directo a perforarle el corazón.

¡¿En serio fue derrotado por una maldita fruta?!

A pesar del flechazo, Senku la felicitó por su logro y la cargó para ir a buscar a Kohaku y Tsukiku, haciendo que repita la palabra frente a ellas.

Kohaku también sonrió llena de alegría y emoción, pero un destello de dolor brilló en sus ojos. Ella también fue derrotada por una fruta, después de todo.

Ni papá ni mamá, ¡una maldita fruta!

Tsukiku, que aún le tenía un poco de celos, fue la única que pareció genuina y totalmente feliz.

—¡Wow! ¡Casi le salió perfecta! —Sonrió y corrió hacia su hermanita—. ¡Shizuku! ¡¿Puedes decir hermana?! ¡¿O Tsukiku?! ¡¿Puedes decir Tsukiku?!

—¡Dudigu!

—¡Bastante cerca! ¡Tienes diez billones de puntos! —Aplaudió entusiasmadas.

Senku y Kohaku sintieron otra flecha. ¡¿Qué tan desplazados serían?!

—¿No quieres decir mamá, mi amor? —Kohaku se la quitó a Senku de los brazos, haciéndole caras graciosas—. Vamos, di mamá. Mamá, mamá. —Gesticuló lentamente, pero su bebita solo se rio.

—¿Qué hay de papá? ¿No quieres decir papá? —Senku volvió a tomarla en brazos apenas Kohaku se distrajo—. Papá. Papá.

Shizuku se carcajeó y se abrazó a su cuello, durmiéndose casi de inmediato. ¡Verdaderamente esta niña lo veía como a su cuna!

Ambos padres se la pasaron deprimidos el resto del día, hasta que la familia de Kohaku vino a visitarlos y Shizuku, como si sintiera que había visitas, se despertó y de inmediato quiso ser cargada por todo el mundo.

Disimulando sus celos de la estúpida fruta, Senku y Kohaku presumieron que su bebita ya había dicho su primera palabra, y trataron de insistir en hacerla decir papá o mamá, pero Kokuyo y Ruri se les adelantaron, hasta Chrome quería ver sí podía decir su nombre.

—Vamos, pequeña, ¡puedes hacerlo! Di "abuelo". Abuelo... Abuelo... Abuelo... —le dijo muy lento, captando la atención de su nieta más pequeña.

—A... ¡Aguedo!

—¡Oh, lo dijo! —Kokuyo estaba que lloraba de la alegría, mientras que Senku y Kohaku sintieron una lanza más que un flechazo golpeándolos esta vez.

—Tal vez Ruri sea difícil de pronunciar... ¿Qué tal "tía"? —Ruri fue la siguiente en intentarlo.

—¡Tita!

—¡Casi lo tienes! —La abrazó amorosamente, ambas riendo contentas, ignorando a Senku y Kohaku agonizando en el suelo después de tantos golpes a su orgullo paternal y maternal.

—¡Y yo soy tío, Shizuku! ¡¿Puedes decirlo?! ¡¿Tío?! —Chrome le habló emocionado mientras ella seguía en brazos de Ruri.

—¡Tito! ¡Tito!

—¡Wow, dices todo, eres increíble! —Chrome le revolvió el cabello, desacomodando su pequeña coletita.

Una vez las visitas se marcharon, Senku y Kohaku se sentaron frente a su bebé mientras ella intentaba comerse su propia mano, hablándole y gesticulando y casi rogándole que dijera "papá" o "mamá", acabando muy deprimidos cuando no lo lograron. Su bebita solo se rio de ellos, tanto que hasta se preguntaron si acaso esa dulce y risueña bebé había heredado una pizca de retorcida maldad en alguna parte de su pequeño y adorable ser.

Pero nah, como si eso fuera posible. Era ilógico... ¿verdad?

Estuvieron toda una semana intentando, hasta que finalmente...

—Me rindo. —Los dos suspiraron resignados.

—Lo dirá a su debido tiempo —dijo Kohaku con optimismo, como si no tuviera un tic en la ceja y lágrimas en los ojos.

—Sí, lo mejor es no forzarla. —Senku asintió, llorando por dentro.

Los dos bajaron la cabeza, con una nube de depresión rodeándolos. Tendrían que resignarse a ser de las últimas palabras de su preciosa hijita.

—¿Mmm? —Shizuku miró de uno al otro sentada en su sillita alta—. Mmm... pa... —Las orejas de Senku se crisparon—. Papá.

Ambos alzaron la cabeza de golpe y Senku de inmediato rio como un loco, casi llorando de alegría, y corrió a cargarla y felicitarla por su logro.

—¡Ya era hora, mini-leona menor! ¡Así es como se entrenan esas cuerdas vocales! —La abrazó contra su pecho, sin poder dejar de reír.

Kohaku sonrió sinceramente, pero pronto se deprimió al pensar si es que ella tendría que esperar mucho más para escuchar a su bebita llamarla. No obstante, Shizuku la miró desde los brazos de su padre y le estiró un brazo.

—Mmm... ¡Ma-mamá! —la llamó, sorprendiéndola y haciéndola jadear de alegría.

Corrió hacia ella y se la quitó a Senku de los brazos, besándole todo el rostro mientras lloraba de alegría.

—¡Muy bien, mi bebé! ¡Eres tan inteligente! ¡Como te amo!

—¡Dedamo, mamá! —Kohaku chilló emocionada, pero pronto Senku le quitó a su pequeña de los brazos.

—¿No quieres decir papá otra vez? ¡Te daré otros diez billones de puntos, última oferta! —Escapó al jardín con ella en brazos.

—¡Oye, devuélvemela! —Kohaku lo persiguió.

Tsukiku se asomó desde el pasillo, cruzando los brazos con molestia. ¿Por qué estaban tan emocionados por esa pequeñez? Sus padres eran todos unos raritos.

Suspiró disgustada, saliendo al balcón para verlos jugar con Shizuku.

—Podrías ir con ellos —sugirió su robot Reimi.

—¡Ja, no gracias! —Cruzó los brazos, con la barbilla en alto—. Jugar con bebés es aburrido...

—Pero ayer pasaste todo el día jugando con Shizuku-chan...

—¡Esa fue una excepción! —Le sacó la lengua, antes de suspirar—. Ella es muy linda, de hecho —admitió—. Pero se roba mucho a papá y mamá. —Cruzó los brazos, molesta.

—Eso se puede arreglar.

Al escuchar otra voz que no era la robótica voz artificial y aguda de Reimi, Tsukiku brincó en su sitio y volteó, viendo al Dr. Gray de repente parado junto a ella.

—¿Y tú cómo llegaste aquí, loco? —Lo miró mal de inmediato—. ¡Papá me dijo que si te me acercas debía patearte y avisarle! —De inmediato le pateó la rodilla.

—¡Auch! ¡Pateas fuerte! —Él cayó al suelo de inmediato, llorando a mares—. ¡¿P-pero entonces no quieres mi ayuda?!

—¿Ayuda? —Eso le llamó la atención—. ¿Ayuda en qué? —Alzó las cejas con desconfianza.

—Con mi ayuda... —El dolor desapareció y él se puso en pie de nuevo, ofreciéndole una botella de jugo de frutas, o eso parecía—. Con mi ayuda... podrás hacer que tus padres te presten toda su atención a ti.

—Eh... pero no quiero que no cuiden a mi hermanita. —Hizo una mueca—. La quiero mucho. ¡No me ofrezcas cosas malas! —Le tiró la botella al rostro.

—¡Auch! —gimoteó de dolor, pero agarró la botella antes de que se cayera—. Oh, no es nada de eso, princesa —le aseguró—. Simplemente te prestaran tanta atención como a ella, pero aún podrás jugar con tu hermanita y todo. —Volvió a ofrecerle la botella.

—Hmm... —Tsukiku sabía que no debería... pero era tentador—. Si no me gusta, ¿puedo deshacer todo?

—Claro. ¡Cuando quieras solo dímelo! Aunque tampoco durará mucho tiempo.

—Ok... está bien. —Aceptó tomar la botella, pero no la bebió—. ¿Pero qué hace esta cosa exactamente?

—Tendrás que averiguarlo. —Le guiñó un ojo por detrás de sus lentes redondos, antes de desaparecer con un clic.

Tsukiku ladeó la cabeza, mirando atentamente la botella.

Aún podía arrepentirse de hacerlo...

Suspiró y llevó su mano a quitar la tapa.

—¡Tsukiku, hijita!

—¡Oye, mini-leona!

El llamado de sus padres la detuvo. Volteó, viendo a ambos mirándola desde el jardín.

—¡Tu hermanita te llama, cariño! —exclamó su madre, que le había ganado la batalla a su padre y ahora tenía a la bebé en sus brazos.

—¡Vamos a comprar helado! ¡Puedes elegir los sabores que quieras! —ofreció su padre con un guiño.

La niña jadeó de alegría ante eso y corrió hacia ellos de inmediato, tirando la botella por ahí.

Pasó el resto del día jugando con sus padres y su hermanita, corriendo por todas partes con su madre y enseñándole más y más palabras a la bebé junto a su padre. ¡Fue un gran día!

Al irse a dormir, ni siquiera recordó que el Dr. Gray se apareció ese día.

A la mañana siguiente, como Shizuku dormía como tronco, Senku y Kohaku aprovecharon para dar rienda suelta a sus pasiones al saber que Tsukiku también estaría profundamente dormida por el día tan agitado que tuvieron ayer.

Quedaron muy satisfechos y después de ducharse Kohaku fue a hacer el desayuno mientras Senku preparaba todo para cuando su bebé se despertara.

Encontró una botella de jugo de frutas tirada en el suelo y ladeó la cabeza con confusión.

¿Cómo había llegado eso ahí?

De tanto cansar a Senku había acabado cansada también, así que decidió beber un sorbo de la botella para ver de qué sabor era, jadeando con agrado al comprobar que era delicioso. Se bebió media botella y luego la guardó en el refrigerador, pensando beber el resto más tarde luego de preguntarle a Senku en qué tienda la compró.

Como Shizuku tardó tanto en despertarse, Senku decidió ponerla en su cesto y llevarla a la cocina, sonriendo al ver a través de un ventanal que Kohaku estaba en el jardín recolectando naranjas frescas de la huerta que atendían los rei-bots.

Dejó el cestó en el suelo y abrió el refrigerador para buscar algo de beber, ya que esa leona se esmeró en cansarlo toda la mañana. Encontró una botella de jugo y no dudó en sacarla y servirse un vaso, vaciando todo el contenido de la botella.

Se bebió todo el vaso rápidamente debido a lo delicioso que era el jugo. ¿Kohaku lo habría hecho con las frutas de su huerta?

Miró hacia la huerta, sorprendiéndose al ver que Kohaku ya no estaba. ¿Eh? ¿A dónde se había ido?

Viendo que Shizuku seguía dormida, decidió ir hacia el ventanal, solo para jadear cuando de repente un estremecimiento lo recorrió.

¿Y ahora qué?

Frotó su cuello. ¿Tan mal lo había dejado la leona esta vez?

Otro estremecimiento lo recorrió, y entonces cayó de rodillas al suelo. Todo se puso negro.

Tsukiku se despertó y se alistó para ir a desayunar, sorprendida de que no la estuvieran regañando por despertarse tarde, cuando de repente escuchó el llanto de un bebé.

¿Shizuku? No, ella casi nunca lloraba y esa tampoco parecía la voz de su hermanita. Qué raro.

¿Sus tíos Taiju y Yuzuriha estarían de visita con su cuarto hijo? Era un bebé pequeño aún.

Bajó por las escaleras con curiosidad, jadeando al ver a su hermanita sola, gateando por toda la cocina, llorando desconsoladamente, vestida con unos trapos raros.

¡¿Cómo pudieron sus padres dejarla sola?! ¡¿Estaban locos?! No le importaba ser una niña de ocho años y que ellos fueran sus padres, ¡iba a regañarlos por esto! Hasta ella sabía que dejar sola a una bebé de seis meses era la epitome de la irresponsabilidad.

—Papá y mamá están locos. —Corrió a cargar a su hermanita—. Tranquila, pulga, yo estoy aquí. —Le sonrió y ella dejó de llorar, mirándola con sus grandes ojos rojos llenos de confusión—. No te preocupes, buscaremos a mamá y papá, se deben estar besuqueando por aquí cerca. —Hizo una mueca de asco y se inclinó para recoger a su hermanita—. Ugh, estás más pesada, pulga...

Caminó unos pocos pasos antes de que no pudiera más con el peso. ¡Estúpidos brazos flacuchos! ¡Eso definitivamente era herencia de su padre!

No tuvo más remedio que bajar a su hermanita al suelo para que siguiera gateando, pero se congeló a medio camino al darse cuenta de algo.

Su hermana no sabía gatear... ¡¿Y cuándo demonios creció tanto?! ¡¿Y por qué su cabello parecía más revoltoso de lo normal?!

Mientras pensaba con la bebé en sus brazos, pero con los pies en el suelo, de repente el trapo que estaba usando se le cayó, revelando que esa... ese... ese bebé no era una niña... ¡ese no era su hermana!

De hecho, esos trapos en realidad eran la camisa y la bata de su padre... ahora que los veía bien.

De hecho... ese bebé... era idéntico a Shizuku, o más bien... era idéntico a su padre. Viéndolo bien, con más atención, sus rasgos eran diferentes a los de Shizuku, era... era una copia exacta de su padre.

Antes de que pudiera siquiera procesar lo que estaba viendo, el llanto de un segundo bebé llamó su atención.

Hizo un esfuerzo y cargó al bebé varón en sus brazos, corriendo hacia la huerta.

Al llegar, jadeó ante la visión de un bebé rubio con el vestido de su madre encima, sentado junto a los arbustos de fresas, con varias fresas mordidas a su alrededor, llorando desconsoladamente. Este bebé si tenía totalmente los rasgos de Shizuku, era su cara exacta, pero era rubio y de ojos azules...

¡Oh!

Tsukiku no era ninguna tonta, se dio cuenta de inmediato.

¡Estos eran sus padres!

De inmediato abrió el ventanal y corrió a cargar a esa bebita, su madre, en brazos para que dejara de llorar, a lo que ella se le abrazó de inmediato. Tsukiku tuvo que hacer un esfuerzo monumental para cargar a ambos bebés... y como si eso no fuera suficiente, escuchó los suaves sollozos de un tercer bebé.

Obviamente, esa era Shizuku.

Corrió hasta el cesto de su hermana, viéndola mirar confundida a sus alrededores, buscando a sus padres.

Tsukiku se sentó en el suelo lentamente, sentando a los bebés en su regazo y sintiendo un sudor frío recorrerla.

De reojo, notó la botella que el Dr. Gray le había dado el día anterior, en la mesa junto a un vaso vacío.

Soltó un gran suspiro.

Ahora entendía por qué sus padres lo odiaban tanto.

—¡Me las pagarás, estúpido Dr. Gray! —gritó molesta—. ¡Tonto, tonto, tonto!

¡Su venganza sería terrible!

Pero antes de empezar a planear su venganza, tenía tres bebés que cuidar.

Continuará...

Holaaaa :D

Volvemos con las travesuras más pesadas de Gray xD

Ojala q este cap les haya gustado nwn

Me despido!

CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!

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