Capítulo catorce
Familia Ishigami.
—¡PAPÁ! —Senku se despertó de golpe cuando su hija de cinco años le saltó encima, quitándole todo el aliento—. ¡FELIZ DÍA DEL PADRE! —Se abrazó a su cuello, dándole besitos en la barbilla.
Senku se frotó los ojos con cansancio, aún adolorido por el golpe, pero no pudo evitar sonreír de todos modos, resignado a que en todos los días del padre y sus cumpleaños sería despertado de esta forma por un largo tiempo.
Kohaku se rió mientras colocaba una bandeja con su desayuno en la mesilla junto a la cama.
—Tsukiku, ya te he dicho que tengas cuidado con papá —regañó amorosamente.
—Perdón. —Sonrió inocentemente, dándole otro beso en barbilla antes de sentarse a su lado en la cama—. ¡Tienes que comer el desayuno, papá! ¡Yo misma lo hice!
—¿Ah, sí?... —Comenzó a sudar frío.
—¡Sí! —Kohaku carraspeó y Tsukiku hizo pucheros—. Bueno, mamá ayudó un poco.
Senku suspiró aliviado. Bien, no moriría por envenenamiento hoy.
Sonrió felizmente en lo que comía su tamagoyaki. El día del padre era el único día aparte de su cumpleaños en el que ellas se aliaban para mimarlo en vez de aliarse en su contra.
Una vez acabó de desayunar, Tsukiku lo jaló a la sala para darle su regalo, que resultó ser una nueva bata de laboratorio.
—Oh, qué conveniente. —Sonrió mientras se la colocaba—. ¿Aparte de regalo es tu forma de decirme que lo sientes por quemar la otra?
—¡Sí! ¡La hice yo sola! —Kohaku volvió a carraspear—. Bueno, mamá compró la tela y se pinchó los dedos haciéndola con ayuda de tía Yuzuriha... ¡pero yo puse lo interesante! —Corrió a su lado y se puso de puntitas para tomar su muñeca y señalar unos botones en un costado de la manga—. Este botón activa un comando de comunicación con la inteligencia artificial de la casa, así puedes dar órdenes a los robots en casa desde el trabajo o donde quieras dentro de la ciudad, por si no puedes hacerlo con tu celular. Y este botón hará que brille, si estás a oscuras. Tío Chrome me ayudó con eso. También es a prueba de fuego, eso fue cosa de mamá. —Rió nerviosamente.
Senku alzó mucho las cejas. Sin duda ella aprendía rápido. El año pasado le había regalado un pisapapeles con forma de gatito que le recordaba con su voz y la de Kohaku la hora del almuerzo, y el año anterior a ese un dibujo de ellos tres en una luna de Saturno, muy mal dibujado pero bastante adorable.
—¡Oh, me será muy útil! ¡Diez billones de puntos para ti! —Se arrodilló para apartar el flequillo de su rostro y darle un beso en la frente.
Volvió a ponerse en pie y se acercó a Kohaku para agradecerle también, dándole un beso en los labios que borró la sonrisa contenta de su hija, reemplazandola con una mueca de asco.
—¡Ew, que asco! —Corrió a su habitación mientras ellos reían maliciosamente.
—¡Prepárate, bebé! ¡No olvides que tendremos un día de campo hoy en unas horas! —gritó Kohaku alejándose de él para intentar seguir a su hija, pero Senku la sujetó de la cintura a tiempo.
—¡Ya lo sé, mamá!
Luego de besarse por largo rato, Senku se apartó antes de que las cosas subieran de intensidad y empezó a pensar en ese picnic.
—¿Quiénes estarán allí?
—Pues todos nuestros amigos con hijos... Y Suika y Mirai... Y Gen.
Senku hizo una mueca.
—Sabes que aún quiero matar a ese bastardo.
—Vamos, Senku, ¿esto es por la vez en la que fuimos gatos y luego muñecos? ¡Eso fue el año pasado! ¡Y fue culpa del Dr. Gray!
—Ese mentalista miserable le enseñó a mi hijita a mentir y manipular gente, ¡¿crees que es poco?! ¡Y hasta estaba orgulloso de eso!
—Senku, para ser honestos, tú también eres así. —Lo señaló acusadoramente.
—No delante de la niña... —Kohaku alzó una ceja—. Bueno, a veces. ¡Pero no la aliento a comportarse así!
—Ya supéralo, han pasado meses...
Senku gruñó por lo bajo.
Era fácil para ella decirlo, a ella Umi la hizo tomar el té, mientras que a él Tsukiku lo usó como pincel.
Afortunadamente Ukyo regresó pronto, intuyó lo que pasaba, descubrió la nota de Gray y los devolvió a la normalidad con el maldito botón.
Y bueno, lo de Tsukasa niño solo duró un día, aunque Mirai fue la más feliz con tenerlo así.
Lo único bueno que salió de eso fue que al fin pudo cobrar venganza del Dr. Gray. Hasta el día de hoy ese miserable pagaba las consecuencias de sus actos.
Solo esperaba que luego de finalizado el castigo no volviera a hacer de las suyas...
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Familia Oki.
Cuando Taiju bajó a desayunar, de inmediato fue recibido por un cartel con su nombre colgado de lado a lado en la sala y un abrazo de su querido hijo.
—¡Feliz día, papá! —Le sonrió enormemente.
—¡OOOH! —Sus ojos se llenaron de lágrimas—. ¡MUCHAS GRACIAS, KINJI! —Lo cargó casi hasta la altura del techo—. ¡SOY MUY AFORTUNADO! ¡GRACIAAAAAAS! —Lo abrazó llorando cascaditas de alegría.
—¡Es un honor para mi conmemorar este día! —Kinji también empezó a llorar—. ¡TE AMO, PADRE! —Correspondió a su abrazo, llorando más.
—¡TE AMO MÁS, HIJO MÍO!
—¡WAAAAAAA! —Ambos gritaron de felicidad, llorando cataratas, moqueando y abrazándose más.
Yuzuriha rió nerviosamente mientras cargaba a su bebé de un año de edad por encima de su vientre hinchado por un nuevo embarazo, ya imaginando las quejas de los vecinos por su esposo haciendo escándalo tan temprano en la mañana otra vez, ahora sumando a su hijo mayor que normalmente era muy tranquilo pero cuando se emocionaba podía gritar igual de fuerte que su padre.
—Taiju-kun, alguien más quiere felicitarte. —Una vez se calmaron, la mujer se acercó a que su bebé de un año pudiera pasar tiempo con su padre también.
—Aw... Mi pequeño... —Sus ojos volvieron a aguarse—. ¡MUCHAS GRACIAS, HIJO MÍO, AUNQUE AÚN NO SEPAS HABLAR PUEDO SENTIR TUS FELICITACIONES! ¡GRACIAS! —Volvió a gritar a viva voz, abrazando al bebé contra su pecho.
Su bebé, lejos de asustarse como cualquier otro bebé, chilló de alegría, tan fuerte que si aún quedaba alguien dormido en su calle seguro que con eso se despertó.
—¡OOOH! ¡MI HERMANO ESTÁ CONTENTO POR TI, PAPÁ! ¡ÉL TE AMA TAMBIÉN! —Kinji volvió a llorar de alegría.
—¡LO SÉ! ¡SON LOS MEJORES HIJOS DEL MUNDO! ¡USTEDES Y EL QUE ESTÁ EN CAMINO! —Cargó al bebé en un brazo y con el otro alzó a su esposa, que con todo y las quejas que pronto recibiría de los vecinos estaba derretida de felicidad—. ¡GRACIAS POR HIJOS TAN MARAVILLOSOS, YUZURIHA!
—Gracias a ti, Taiju-kun. —Se abrazó felizmente a él—. Aunque ahora... ¿qué tal si desayunamos?
—¡EXCELENTE IDEA!
—Luego empezaremos a preparar todo para el picnic. ¡Será en unas pocas horas!
—¡NO PUEDO ESPERAR!
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Familia Saionji.
Saionji Umi, de ocho años recién cumplidos, miró con orgullo el desayuno que había preparado para su amado padre.
Cuando él bajó en compañía de su madre, de inmediato corrió a abrazarlo.
—¡Feliz día, papi! —Le sonrió alegremente.
—Muchas gracias, cariño. —La alzó en sus brazos para besar su mejilla.
Él la sentó en su regazo mientras desayunaban, hasta que llegó la hora de que su madre fuera al trabajo.
—Incluso hoy no puedo salvarme del deber, ni modo. —Suspiró resignada—. Les tendré la cena lista cuando vuelvan del picnic. —Le dio un beso en la mejilla a Umi—. Cuida a tu padre, amor, ya sabes que siempre se mete en problemas cerca de sus amigos. —Rió divertida.
—Eso no es cierto, yo... —Su madre lo calló con un beso que hizo a Umi jadear y apartar la mirada, sonrojada, pero sonriendo.
—Te veré más tarde... con tu regalo. —Le guiñó el ojo antes de irse, dejando a su padre muy sonrojado por alguna razón.
—¡Adiós, mami! ¡Cuídate! —Agitó una mano con entusiasmo a modo de despedida.
—¡Adiós, amor! —Le lanzó un beso antes de marcharse.
—¿Quieres mi regalo ahora, papi? —le preguntó brincando en su sitio de la emoción.
—Por supuesto. —Acarició sus rizos amorosamente.
Umi lo llevó hasta el piano y comenzó a tocar una pieza que llevaba meses practicando, esta vez sumando un tímido canto adorable que conmovió inmensamente a su padre.
—Esperó que te haya gustado. —Hizo una reverencia.
—Es el mejor regalo, gracias. —La abrazó cariñosamente—. Tal vez deberías cantar eso en el picnic, estoy seguro de que a todos les gustaría escucharte.
—¡No, no podría! —Se apartó, agitando las manos frenéticamente—. ¡Es solo para ti, papi! ¡Nadie más me escuchará, solo tú y mami! —Negó con la cabeza, con la cara muy roja.
Él rió tiernamente.
—Está bien, está bien. ¿Qué te parece si nos preparamos para el picnic ahora? Será dentro de poco.
—Muy bien. ¡Ya quiero ver a todos!
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Familia Shishio.
—¡Feliz día del padre, querido! —chilló Minami a viva voz, abrazando a Tsukasa, que solo siguió desayunando con calma.
—Gracias. —Le sonrió suavemente, derritiéndola en el acto.
—Mi Tsukasa es el mejor... —dijo con voz soñadora, antes de mirar ceñuda a su único hijo, de casi siete años—. Jovencito, ¿ya felicitaste a tu padre?
—Ah, feliz día, papá —murmuró con la boca llena.
—Traga antes de hablar. —Lo miró severamente, antes de sonreír—. Y gracias. —Siguió comiendo.
Minami miró de su hijo a su esposo repetidamente mientras ambos comían en silencio, como si nada.
—¿Ni un regalo le tienes? —volvió a hablar, esperanzada.
—No. —Encogió los hombros—. Hmm. Es solo un día cualquiera, mamá. Papá valora el esfuerzo que pongo en mis metas, en el entrenamiento y el estudio. —Cerró los ojos solemnemente mientras Tsukasa asentía por cada atributo que nombraba.
—¡¿Un día cualquiera?! —graznó indignada.
—Hmm. Tiene razón. Consideró innecesario este día, siempre debes tener presente el afecto que sientes por tus seres queridos. —Terminó de comer y apartó el plato—. Aunque es una buena excusa para reunirse con nuestros amigos, debo decir.
—Aún así preferiría entrenar. —Haishi bufó.
—Lo mismo digo.
—¡Ustedes dos sí que son padre e hijo! —Minami no pudo más que lloriquear.
—Al menos tía Mirai estará allí. —Haishi sonrió emocionado ante la idea—. ¡Será genial verla!
—Sí... aunque eso significa tolerar a su pareja. —El gesto de Tsukasa se agrió.
—Ugh, él no me agrada nada...
Minami sonrió vengativamente.
—Yo creo que hacen tan buena pareja. ¡Espero que me den sobrinos pronto! —Rió malvadamente, disfrutando de la mala mirada de sus dos amores.
¡Eso era lo que se merecían por desprestigiar tan bella celebración!
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Familia Weinberg.
—¡Feliz día, papá! ¡Aquí tienes mi regalo! —Ruchiru le dio felizmente a Chrome una vasija llena de piedras brillantes—. ¡Las recolecte yo mismo!
Chrome tomó el regalo con ojos brillantes, examinando las piedras.
—¡Vas por buen camino! —Le revolvió el cabello con una gran sonrisa—. ¡Pronto acabaremos siendo rivales! ¡Mi único hijo y yo competiremos por la corona del rey de los materiales!
—¡Aún me falta mucho para superarte, pero me esforzaré! —Ambos chocaron puños.
—Eh, querido... —Ruri se acercó con una sonrisa nerviosa—. Feliz día del padre.
—¡Muchas gracias, Ruri! —Se acercó a ella, pasando un brazo por sus hombros—. ¡Gracias por darme a nuestro maravilloso, querido y único hijo! ¡Los honores de hoy deberían ser para ti!
—Hablando de eso... Eh... ¡A-aquí está tu regalo! —Sudando profundamente, Ruri le tendió una pequeña cajita rectangular.
—¡Realmente eres la mejor! —Le dio un rápido beso antes de desatar el nudo de la cajita.
Hizo la tapa a un lado y se congeló por completo.
—¿Qué pasa? —Ruchiru se asomó a ver el regalo—. ¿Un palito rosa? ¿Eso que tiene de especial? —Hizo una mueca, antes de mirar apenado a su madre—. ¡Q-quiero decir... es genial, mamá! —Sonrió nerviosamente.
Ruri suspiró mientras veía cómo Chrome prácticamente había dejado de funcionar desde que vio el contenido de la caja.
—Es una prueba de embarazo, mi pequeño —explicó sonriente—. Pronto tendrás un hermanito o hermanita.
—¡OH! —Se quedó con la boca abierta—. Vaya... parece que tendré más rivales... ¡Genial! —Abrazó a su madre, mientras que su padre seguía paralizado en su sitio.
—¿Ru-Ru-Ruri?... —Volteó a verla con labios temblorosos y ojos brillantes—. ¿Otro...?...
Ella sonrió con ojos llorosos.
—Otro. —Asintió.
Chrome finalmente reaccionó y fue a abrazarla de inmediato.
¡Eso fue sin dudas el mejor regalo que pudo recibir en ese día tan especial!
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Dr. Gray.
El Dr. Gray estaba solo y triste, porque no tenía ningún querubín ni esposa ni nada ni a nadie, solo él y su gran belleza incomprendida, aparte de su preciada música disco.
Pero la vida del Dr. Gray cambiaría ese día, porque una hermosa mujer posó sus ojos en él y entonces el amor a primera vista surgió entre ambos.
—¡Oye! —El Dr. Gray hizo pucheros cuando el narrador lo devolvió de una patada a su servicio comunitario.
No, el Dr. Gray no había conocido a nadie, y aún debía ochocientas horas de servicio comunitario construyendo casas e instalando sistemas de tuberías y sistemas eléctricos, aparte de otras comodidades para contribuir a la reconstrucción de Japón. Pero como se hizo el gracioso con quién no debía ahora serían mil seiscientas horas de servicio comunitario.
—¡Hey! ¡Eso no es justo! —Después de quejarse injustificadamente, Gray supo que no debía hablar más o se quedaría calvo—. ¡¿QUÉ?! Quiero decir... lo siento. —Cubrió su boca y decidió volver al trabajo.
Mientras patinaba a través de Tokio, no pudo evitar fijarse en todas las casas con familias felices, y volvió a hacer pucheros al pensar en lo suertudas que eran todas esas personas.
Al pasar por el parque, se detuvo al ver a sus amigos, el Dr. Senku y la bella Kohaku con su hija, y más amigos llegando.
"Ah, hoy es el día del padre... Qué afortunados. ¡Quisiera celebrar con ellos! Pero el Dr. Senku sigue molesto por la vez en la que lo convertí en gato y en muñeco... y en niño, y en su mujer, y lo dividí en dos, y me lance por la ventana con su hija... Hmm, debería darle un regalo para que me perdone. ¡Un regalo del día del padre! ¿Pero qué? Un regalo del día del padre... un regalo del día del padre... Oh, ¡lo tengo! Seguro que le encantará".
Satisfecho con la conclusión a la que había llegado, Gray dejó a un robot de sí mismo construyendo las casas y desapareció con un clic.
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Ya en el día de campo, después de almorzar, Senku sonrió suavemente al ver a su esposa e hija participando de un partido de fútbol de padres e hijos, en el que él no quiso participar ni de árbitro porque hasta eso le era demasiado cansado.
Kohaku era la más rápida en el campo, así que Tsukasa y Kinro se unieron para bloquearla, por lo que ella le pasó el balón al pequeño tornado en miniatura que tenían por hija, que corrió al arco sin que Haishi y Kintaro (hijo de Kinro y Kirisame) pudieran detenerla, aunque a pesar de ser hija de una leona desgraciadamente había heredado su mala suerte en los deportes, así que falló el tiro y Ukyo en el arco contrario ni siquiera tuvo que moverse.
A Senku se le salieron lágrimas de la risa cuando a Chrome se le quemaron las manos atajando un gol de Tsukasa. ¿A quién se le ocurrió ponerlo de arquero contra semejante equipo? Y el idiota ni siquiera usaba guantes.
Chrome tuvo que salir del equipo para que Ruri le curara las manos y Kirisame se unió al partido, ayudando a Kohaku a lidiar con Tsukasa y Kinro.
Al final ganó el equipo de Kohaku, ya que Taiju era mucho mejor arquero que Chrome.
Luego, mientras los niños jugaban a las escondidas, Ruri les dio la noticia de que ella y Chrome esperaban otro mocoso, sorprendiendo a todos y haciendo a Kohaku abrazarla con un grito emocionado.
Pronto el picnic se terminó y juntaron las cosas, intercambiaron más felicitaciones y finalmente se encaminaron a sus casas.
Al llegar, Senku y Kohaku de inmediato se tensaron al ver al Dr. Gray en su puerta con una pequeña caja rectangular en sus manos.
—¿Qué demonios haces aquí? —Kohaku sacó un cuchillo y lo apuntó a su garganta.
—¡Qué bueno verla, lady Kohaku! Y al Dr. Senku y al querubín, por supuesto. —Quiso acercarse a la niña, pero Senku la cargó en brazos (con dificultad) y la alejó de su alcance—. Ow, veo que sigues molesto. ¡Pero para eso traje este regalo! ¡Ojalá eso haga que me perdones! —Le tendió la caja.
—Estás más loco de lo que creí si piensas que aceptaré eso. —Hizo una mueca de repulsión.
—Pero te gustará, ¡te lo aseguró! ¿Podrías dárselo? ¡Por favor! —Le tendió el regalo a Kohaku.
Ella también lo miró desconfiada, pero al ver el gesto suplicante del Dr. Gray decidió tomar el regalo.
—Gray, si esto es otro de tus trucos voy a doblar tus horas de servicio comunitario —advirtió Senku con mala cara.
—¡No, por favor! ¡Ya tuve suficiente con el narrador! —Lloriqueo desconsoladamente.
—¿Ahora de qué demonios estás hablando, lunático?...
—¡Bueno, iré a buscar ramen! ¡Y de nada por el regalo! —Desapareció con un clic.
Entraron a la casa y colocaron el regalo en una mesilla, alejándose varios metros de él.
—¿Qué es? ¡Yo quiero ver! —Tsukiku quiso correr allí pero Kohaku la interceptó y se la cargó al hombro.
—Nada de eso, jovencita. ¡Podría ser peligroso!
—Haré que un rei-bot lo abra. —Senku presionó unos botones en su celular y un robot redondeado bajó a la sala—. 0721, abre el envoltorio con cuidado y dinos su contenido.
—A la orden. —El robot obedeció de inmediato mientras Senku y Kohaku retrocedían nerviosamente, ambos cubriendo a su hija lo más posible de lo que sea que el lunático les tuviera preparado—. Es una fotografía enmarcada, amo.
—¡¿Ah?! —La pareja intercambió una mirada, antes de acercarse a la mesilla.
—Oh. —Kohaku ladeó la cabeza mientras Senku se quedaba sin aliento—. Qué extraño... ¿es una foto de cuando te convirtió en niño? Aunque te ves incluso más pequeño... ¿Y quién es ese hombre? —Sus ojos vieron con curiosidad al hombre de cabello blanco y barba abrazando la versión infantil de su esposo.
Senku no respondió. Tomó el marco de la fotografía con dedos temblorosos, observando al hombre en la fotografía con sorpresa y una expresión vulnerable que pocas veces había visto en él, con sus ojos cristalizados.
Y entonces Kohaku supo exactamente quién era ese hombre.
Jadeó, con sus ojos aguados.
Senku volteó a verla con una sonrisa conmovida y ella lo abrazó, posando la cabeza en su hombro mientras ambos miraban a la foto.
Tsukiku los miró confundida desde el brazo de su madre, sin entender nada, pero notando el extraño comportamiento de sus padres.
—¿Qué pasa? —Ladeó la cabeza, mirando a la foto con confusión—. ¿Quién es?
Se sentaron en el sofá, con la pequeña en el regazo de su padre, y él le enseñó la foto con una sonrisa nostálgica.
—Él es Ishigami Byakuya. Es tu abuelo.
—¡Oh! ¡¿Es mi abuelo astronauta que habla en el disco?!
—Ese mismo. —Kohaku sonrió con ojos brillantes.
—¡WOW! —Miró la foto con emoción.
Senku les habló sobre Byakuya el resto del día, y a la mañana siguiente envió una carta de agradecimiento al Dr. Gray.
Era un escueto "gracias" más la buena noticia de que reduciría a la mitad su servicio comunitario.
—¡WUJU! —El Dr. Gray celebró contento, hasta que se dio cuenta de que por molestar al narrador antes le dieron el doble, así que ahora tendría que cumplir las mismas horas—. Ow... No debí haber hecho eso... —Lloró cascaditas mientras continuaba trabajando en construir viviendas—. Oh, bueno, valió la pena. Además en el próximo capítulo viene la segunda hi... ¡AAAAH, MI CABELLO! —Corrió a hacer un nuevo invento que le devolviera el buen trozo de cabello que se le cayó repentinamente.
Aunque no es que hubiera dicho nada importante. Por supuesto que no. Para nada.
Continuará...
Holaaaaaaaaaa :D
Esto cada vez se pone más raro, pero si les gusta este fic ya deberían estar acostumbrados :v
Hoy les traje un capítulo especial porque ayer fue el día del padre :3 Ojalá que les haya gustado uwu
Espero actualizar pronto! Gracias por todo su apoyo y no olviden que se les ama!~
Me despido!
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaa!
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