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IV

Cuando el sol comenzó a elevarse tras las montañas donde acampó la pareja, Sparta abría los ojos lentamente y al aclarar su vista, apreció con detenimiento y amor a su amado. Cada vez que esto pasaba, su constante idea era: ¿Quién pensaría que el híbrido más codiciado del pueblo sería para él? Debido a que Miguel era de una familia reconocida por ahí, muchas y muchos tenían intenciones variadas.

El primer mencionado intentó acariciar con delicadeza el pelo rubio de su amado, pero un movimiento que realizó el otro para estirarse y cambiar de posición, lo asustó. Teniéndolo de espaldas, mejor optó por abrazarlo y la comodidad le obligó a dormir un rato más.

Una hora después, el trino¹ de las aves que se hallaban en los árboles cercanos logró despertar a ambos. Se miraron de frente, mostrando una sonrisa y sin decir nada, pues era de las pocas veces que ellos dormían juntos, entonces se sentían algo avergonzados, con un sonrojo en sus rostros.

Al estar tan tenso el ambiente, el menor emitió palabra primero.

—Buenos días, cielo —dijo con voz ronca.

—Ay~, buenos días, jaja —saludó de vuelta y rió levemente—. Tu voz así me estremece, para que sepas.

—Espero que no sea algo molesto para ti.

—Para nada, es más, quisiera que hablaras así siempre.

—Y yo quisiera quedarme aquí para siempre; junto a la persona que más amo —acomodó el cabello castaño de su novio.

—Tsk, basta. Haces que mi cerebro deje de funcionar.

Por la broma tan inesperada, el silencio volvió a abundar unos segundos en la cueva, solo se mantuvieron las sonrisas.

—Por cierto, tengo entrenamiento por la tarde —volvió a enunciar Mike— y vendrá un supervisor a verme.

—¿Otra vez?

—Son dos chequeos; este es el último —informó—. Se aseguran que nada haya cambiado y deciden si aún puedo enlistarme.

—... ¿Q-qué pasa si fallas ahora?

—Me reclutarán hasta el próximo año, pero dejan una rutina de ejercicios para continuar entrenando sin descanso y el supervisor acude más seguido.

—Mmm, entiendo, entonces espero que todo salga perfecto —deseó Andrés.

—Yo también.

—Por cierto, le comenté a mi mamá que estaríamos aquí y nos invitó a desayunar hoy. ¿Qué opinas?

—Pues vamos —aceptó—. No puedo negarme a una comida que me ofrezca mi suegrita —se levantó y comenzó a vestir.

—¡Ah! —soltó un pequeño grito de sorpresa y cubrió su vista—. ¿¡Por qué estás desnudo!?

—Traigo ropa interior, no exageres.

—¿¡Y por qué!?

—Porque así duermo más cómodo, obvio.

La vergüenza en el mayor no se fue. Todo el tiempo que su novio se ponía sus prendas, trató de no mirar.

[...]

Más tarde, cuando finalmente recogieron su campamento, los dos bajaron de la montaña y se encaminaron en dirección al hogar del anfitrión, tomándose de la mano.

En el trayecto, Andrés pensaba sin descanso en la posibilidad de que Miguel se quedara un año más con él, porque no se sentía capaz de verlo partir todavía. Creía que un pedazo de su alma se desmoronaría, causándole una profunda tristeza.

Aún permanecía el miedo de que su pareja lo olvidara o que sus sentimientos cambiaran, ya sea desapareciendo u otorgándolos a otra persona. Tanto era el afecto que ni siquiera podía pensar en un reemplazo; era como una tortura.

Iba demasiado concentrado en sus ideas, pero procuró evitar una pelea en ese punto, ya que si continuaba la insistencia del tema, el híbrido se tornaría muy molesto. Intentó que sus emociones no se lograran exteriorizar ni reflejar en su cara, pues se pediría una explicación que no alcanzaría a formular y por decir cualquier cosa, no sonaría convincente.

Al momento de estar ya con su progenitora, convivió de la manera en la que normalmente lo haría, aunque en el desayuno empezó a plantearse una serie de pasos a realizar para cumplir su objetivo mencionado con anterioridad.

—¿Qué tal su cita, niños? —inquirió la madre de Sparta.

Esto interrumpió los pensamientos de su hijo y por su parte, mejor prestó atención a la conversación.

—Estuvo bien, señora —contestó Miguel, feliz—. Nos divertimos y de lejos escuchamos el festival de Luna Llena.

—Oh, sí, estuve ahí ayudando con las decoraciones del área y, bueno, lástima que la cueva no se aprecia del todo desde aquí.

—Ni las personas desde allá, jaja.

—¿Qué tal la comida de mi Sparta? Se concentró tanto en que saliera deliciosa.

—Je, y vaya que sí lo logró; nos acabamos cada plato que llevó.

—Es que soy increíble y ya hasta debería casarme —comentó Andrés, sin razonarlo antes.

—... ¿Eso es una indirecta para que te lo proponga? —le preguntó el híbrido a su pareja.

De un segundo a otro, a los dos se les habían enrojecido sus mejillas y la mayor se quedó expectante, al igual que medianamente emocionada.

—Ay, niños, están muy jóvenes para pensar en matrimonio —intervino en la pregunta—. Primero sigan conociéndose y después deciden lo que van a hacer.

—E-entonces, ¿E-el café está listo? Recuerda que es lo que esperamos —inquirió Sparta a su progenitora.

—Iré a revisarlo.

Ella se retiró y para que la incomodidad se fuera, Mike juntó su silla con la de su novio, logrando así abrazarlo por los hombros.

—Hola, mi amor.

—Ho-hola.

—¿Por qué pareces tomatito, eh? —cuestionó, pellizcando con dos dedos la mejilla ajena.

—Ay —se quejó y lo alejó—, eso duele.

—No has contestado mi pregunta, amor.

—P-pues... P-porque... No lo sé —dijo, enfocando sus ojos en una esquina de la habitación.

—Somos buena pareja. Quizá casarnos no sea tan descabellado.

—M-mejor ya no hables.

Tras esa petición, ingerir el desayuno fue relajante, así que la hora de actuar de Andrés estaba llegando y por los nervios, el tiempo corrió más rápido de lo habitual.

[...]

10 minutos antes de que la demostración del híbrido diera inicio, su amado buscó en los materiales, mil maneras de arruinar el entrenamiento y halló que podía usar diferentes cosas para generar pequeñas distracciones; conseguiría que el otro perdiera su concentración y que sus poderes fallaran.

Después, justo cuando Miguel ejecutaba sus actos y lucía sus movimientos ante el supervisor, Sparta, desde lejos, usaba piedras que le lanzaba a la cara con una resortera improvisada, también algunas más redondeadas, que lograron tropiezos e incluso un espejo; con ayuda del reflejo del sol, esos rayos cegaban temporalmente.

Debido a todo lo anterior, el menor se frustraba consigo mismo. ¿Cómo es que lo había hecho bien al principio y ahora fracasaba tanto?
Nunca pasó por su cabeza que existiera un tercero que lo estuviera empujando a su derrota.

Tras finalizar la prueba, el encargado se puso de pie y miró con rareza al aprendiz.

—¿Qué pasó? —cuestionó decepcionado—. No puede ser que hace unos pocos días vine a verte y tu rutina era perfecta. Ahora que regreso, pareces solo un niño jugando.

—N-no lo sé —titubeó mirando preocupado a su contrario—. L-le juro que continué practicando como siempre e incluso pensé que había mejorado.

—A tu padre le molestará demasiado escuchar mi reporte.

—N-no, ¡Por favor! —rogó juntando las palmas de sus manos—. Deme otra oportunidad; se lo suplico —solicitó desesperado.

Aún en su escondite, Andrés apreciaba a su novio romperse emocionalmente por no completar sus actividades de forma correcta y gracias a la culpa, abandonó corriendo el lugar donde se mantuvo, pues a su forma de pensar, todavía podía remediar su error.

—¡Espere! —gritó él, acercándose—. ¡No es culpa de Miguel que sus actitudes fueran tan torpes!

—¿Y usted quién es? O más importante, ¿Quién se cree para hablarme de ese modo? —inquirió serio y volteando a verlo.

—¡Soy su novio! ¿Se ha olvidado de mí? —se detuvo ya delante de ambos.

—Oh, por supuesto que no —contestó más tranquilo.

—Aquí hay una situación delicada, ya que se atreve a reprender a Miguel sin cuestionarlo o mostrarle apoyo. ¿No se supone que eso hacen los compañeros?

—Sí, muchacho, pero si esto se repite en los campos de batalla, podría llevar a todo el equipo a un desastre seguro y a un número gigantesco de vidas perdidas.

—¡Por favor! ¿¡Solo porque es hijo del señor Bernal!? —enunció en tono de queja—. ¡Ya se pierde suficiente gente cada día y por soldados mejor preparados!

—A ver, te pido que no interfieras en las decisiones que toman los superiores y nos dejes completar nuestro trabajo, pues este asunto no te compete a ti.

—Más bien le exijo yo a usted que le dé a Miguel otra oportunidad de mostrar que su talento sigue siendo el mismo, e incluso que se volvió sobresaliente.

—No hay chance de que me haga perder más tiempo; lo que he visto es lo que informaré.

—¡Es que yo fui el que ocasionó su bajo rendimiento!

Con la declaración, esos dos individuos frente a Sparta, reflejaron una expresión de sorpresa mezclada con confusión y, por el lado del híbrido, la molestia se presentó igual.

—Explícate —demandó en tono fuerte el supervisor.

Las palabras fluyeron con demasiada dificultad debido a que un nudo se formó en la garganta del culpable y evitando dirigirle la mirada a su novio, esperó terminar su discurso. Lágrimas de tristeza y arrepentimiento recorrieron sus mejillas, repitiendo con su voz que él aceptaría cualquier castigo que se le impusiera.

—Reportaré tu confesión y después regresaré para afirmar o denegar el enlistamiento de Miguel. No importa si están de acuerdo.

—Gracias, señor —suspiró Andrés.

—Entonces me retiro. Imagino que ambos tienen mucho de que hablar.

Como se dijo, el encargado se marchó y ya estando a una distancia considerada lejana, la pareja empezó su propia pelea.

—¿¡QUÉ MIERDA TIENES EN LA CABEZA, ANDRÉS!? —gritó Mike en un volumen extremadamente alto.

—A-amor, por favor...

—¡NADA DE "AMOR"! —rechazó la muestra de afecto—. ¿¡TE DAS CUENTA DE LO QUE PUDO HABER PASADO SI NO SALÍAS A CONVENCER AL SUPERVISOR!?

—E-eso significa q-que de cierto modo te ayudé —trató de buscarle un punto positivo.

—¿¡AYUDAR!? ¿EN SERIO QUÉ TE PASA? ... ¿¡SIGUES CON ESA TONTERÍA DE QUEDARME!? ¿¡POR ESO HICISTE ESTE ESPECTÁCULO!?

—¡Entiende que me sentiré solo! ¡N-no puedo ni siquiera pensar en un futuro donde no estés!

—¿¡Y NO TE HAS PUESTO A PENSAR EN CÓMO ME SIENTO YO!? —tomó aire, procurando relajarse—. ¡Obviamente no te dejaré nada más a ti, sino a mi madre también! ¿¡Sabes lo que es eso!?

Las respuestas ya no se expresaban. Ahora fue turno del silencio en aparecer.

—No quiero verte por el momento, Andrés.

—Cielo, n-no digas eso, por favor.

—Es la verdad y al menos, yo no quiero mentirte.

El híbrido corrió mientras su cabeza aún procesaba la información que acababa de adquirir y cuando Sparta lo quiso perseguir, sintió que la tierra lo agarraba; era obra de su contrario.

—¡Maldición! ¡DEJA DE USAR TUS PODERES CONMIGO!

La silueta del perjudicado ya no se veía, así que los efectos de sus fechorías se anularon.

—Mierda.

El mayor cayó al suelo, botando una cantidad excesiva de lágrimas extra y se abraza a sí mismo, deseando que con un parpadeo se arreglara la situación o que despertara de esa mala pesadilla.

Como se plasmó en el capítulo anterior, las parejas luchan constantemente con los tropiezos que alguno comete, al fin y al cabo, dos son mejor que uno.

__________________________________

[N/A]

-Vocabulario-

¹ Sonido producido por los pájaros al trinar cada mañana.

[...]

¡¡¡Bye!!!

-AshleyHgoRdz

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