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CAPÍTULO 3:

Siempre pensé que los ángeles vivían en el cielo, ahora me doy cuenta de que se encontraban en los dedos de Pachuli. ¡Estoy saboreando la mismísima gloria chocolatada! Derek desconfió en un principio, pero ahora ya va por el tercero. Y es que no podemos parar de comerlos, a este paso el auto comenzará a arrastrarse.

Después de unas horas sin sobresaltos, llegamos al sitio. Su nombre es "Descanso nevado" y está dirigido por el tío Berto. La actual cabaña residencial (donde nos quedaremos) es en realidad la que utiliza para quedarse la mayoría del tiempo, pero como es fuera de temporada, la montaña entera está a nuestra disposición. Obviamente, por ser la casa más especial, se encuentra encima de todo, y es necesario subir un poco para alcanzarla. Mi tío está muy abrigado y sonriente esperándonos, apoyando todo su gordo y viejo cuerpo en la portera de madera congelada.

NARRADO POR EMILY:

Ah...mi tío abuelo por parte materna, Berto. Un anciano adinerado y excéntrico que tuvo la maravillosa idea de meterle estas vacaciones a mi padre en la cabeza. Pero, no soy rencorosa, ¡no!, ¿por qué? Lo único que hizo fue arruinar un hermoso momento con Neithan, nada más.

Pero ya, el punto es que tengo que bajarme del auto para saludar, y no quiero por las siguientes razones:

1) Hace frío, y salir supondría el congelamiento de todos mis miembros.

2) Ese hombre siempre confunde mi nombre, e incluso mi sexo.

3) ¡Me niego a aceptar la situación!

—Em, ¿no bajas? — Papá golpea el vidrio de mi lado con una gran sonrisa, y esos ojos verdes desdichados con poderes sobrenaturales que no permiten que le rompa la ilusión.

Tras descender del coche, el tío Berto me recibe con un abrazo:

— ¡Hola! Eh...ah...—. Frunce el ceño y se soba la cabeza intentando recordar mi nombre— no, Berto soy yo...emmm...

—Emily, mi nombre es Emily, tío —. Le dedico una sonrisa desganada mientras me señalo. Bueno, al menos esta vez no comentó algo como "Oigan, ¿es idea mía o su muchacho parece una chica?" (Y sí, ya ha hecho eso).

Luego de una charla llena de frases sin terminar por parte de este hombre mayor, le decimos adiós y continuamos nuestro camino. Y por camino, me refiero a un estrecho paso de hielo que pretende matarnos a todos...¿qué hago? Pues redacto mi testamento mental:

1) A mis padres les dejo todo lo que ellos me dieron...espera, ¡entonces no tengo nada que repartir! Diablos...tonta dependencia paternal.

Bien, es obvio, soy alguien sin bienes.

NARRADO POR PEN:

¡Virgen santísima, mamá de Jesús! ¡El auto se resbala! ¡¿NOS VAMOS A MORIR?!

Me aferro como puedo a la agarradera de la puerta mientras siento el sudor frío recorrer mi cara (y no lo digo por el ambiente).

—Derekcito, amor —la voz me sale temblorosa, y los ojos podrían salírseme de las cuencas— ¡¿NO PUEDES IR MÁS DESPACIO?!

Él tiene el volante entre manos, moviéndolo de forma extraña mientras su cabeza no para de menearse, ahora que lo pienso, todos estamos así.

— ¡Hago lo que puedo, este maldito camino está lleno de pozos!— Gruñe.

¿Acaso escuché bien? No puede ser:

— ¡No maldigas delante del niño, idiota!

Frunce el ceño y desvía el rostro un segundo para fulminarme con la mirada:

— ¿Que no maldiga? ¡Me acabas de llamar idiota!

— ¿Idiota? ¡Yo no te llamé idiota!— Me giro hacia mis hijos— ¿yo lo llamé idiota?

Le oigo largar el aire de sus pulmones:

— ¡¡Qué sí, que me llamaste idiota!!

Emily rueda los ojos:

— ¡¿PUEDEN DEJAR DE DECIR ESA PALABRA?! ¡HAY UN NIÑO AQUÍ!

— ¿Mamá, puedo decir idiota entonces?—Ignacio sonríe de costado.

— ¡NO!—Gritamos horrorizados al unísono.

Muy bien Penélope, ahora tu hijo te va a salir con boca de cloaca... a veces creo que soy una inmadura, hasta que veo a Derek y se me pasa.

Después de un "Lo siento" por parte de los dos, la atmósfera retornó a la tranquilidad, o eso hubiera pasado si no fuera porque casi nos chocamos contra un árbol, ¿cómo pasó? El desgraciado se nos atravesó, eso. Un enorme y horrendo pino acostado a lo largo del camino... ¡Y justo cuando faltaban un par de metros! Ya, tendré que recurrir a la maniobra de emergencia número dos:

1) Bajar a todos del auto.

2) Buscar una solución.

3) Al no hallar solución, pedirle a Emily que le cubra los oídos a su hermano y lo deje de espaldas.

4) Insultar a la familia del árbol y patearlo donde le duela.

5) Al golpearme el pie, pedirle a Derek que le cubra los oídos a Emily.

6) ¡Insultar al jodido árbol de porquería y hacerle señas obscenas hasta que me canse!

7) Recordar que soy una señora respetable y calmarme...

— ¡Al demonio con la señora respetable! ¡Arruinaste nuestras vacaciones pedazo inmundo de leña!, espero que estés feliz, ¡tu madre, que se acuesta con tooodos los árboles del lugar debe sentirse orgullosa! —Acabo jadeando, con las manos en las rodillas y tratando de que no entre demasiado aire helado en mi pecho.

Bien, ya me tranquilicé, Derek puede dejar de mirarme como si fuera loca. Elevo el brazo en son de paz, y él suelta a los niños con algo de recelo.

—Penélope, ¿ahora estás bien?— Se aproxima con precaución y me toca el hombro. Afirmo en silencio — Bien, porque quería decirte que de todas maneras ya llegamos—Hace una mueca y señala hacia atrás con su pulgar. Ahí hay una cabaña de dos pisos, descomunal, con farolitos, chimenea de piedra, grandes ventanas y nieve en el techo... ¡Es hermosa! Pero solo tengo una duda... ¡¿Cómo es que no la vi antes?!

NARRADO POR EMILY:

No sé qué me sorprende más, si el despiste de mi madre, o el hecho de que yo tampoco la vi. Dios, ¿qué clase de gen nos vuelve tan estúpidas? Debería consultar el árbol genealógico.

Cruzo con una maleta el impecable alero de la casa y abro la alta puerta doble de madera. Esta se queja cuando tomo el pestillo dorado (muy, muy frío al tacto) y empujo, dándole a todo un aura misteriosa. Si llega a aparecer un asesino, soy la primera en correr a los brazos de Pachuli y sus pastelitos, lo juro.

Todo está oscuro, lo único que nos brinda algo de luz es el brillo propio de la nieve que se desplaza a través de las ventanas. Una araña rústica cuelga en medio del living. El cual tiene muebles, sillones, una horrible alfombra de piel...espera, ¿y la tele? ¡¿Y LA TELE?!

Retrocedo alarmada y me llevo una mano al pecho, porque creo que voy a infartar...imposible, no pueden hacerme esto... ¡Me voy a perder el capítulo especial de Hadas de la cueva! ¿Dónde está Disney cuando lo necesito? Digo... ¡History Channel! Tuve un leve lapsus mental, es por culpa de la consternación.

—Mamá...papá, díganme que es de esos televisores ocultos. —Tiene que haber alguna explicación lógica, de seguro el control debe de estar por aquí, sí, presionaré el botón y saldrá del techo.

Ella frunce el ceño y da un par de vueltas en la habitación. Luego habla:

—Pues...parece que no. —Sonríe a modo de disculpas, pero no se da cuenta que mi mundo entero se desmorona— Pero tienes tu computadora, ¿no? —Ah, mamá y su costumbre de llamar a los electrodomésticos como los de su época...las "computadoras" son obsoletas, ahora, se les llama Neblox, son parecidas a las laptops, pero solo se trata del teclado, las pantallas se proyectan en las superficies. Por lo demás, mis padres dicen que las cosas no han cambiado casi nada, y puede que tengan razón, estamos viviendo en la era de lo "Vintage post moderno".

Sonrío al recordar que sí la metí en mi equipaje. Bien, puedo estar en paz.

— ¿Qué tal si vemos las habitaciones? Apuesto a que son bonitas—Papá sonríe mientras suelta la última bolsa con objetos. Si los cuartos son igual a lo que acabo de ver, lo más probable es que acabe encontrándome con alguna rata momificada...sobre la almohada.

Subo las escaleras, observando con extrañeza los cuadros que cuelgan a los lados. Uno de ellos es...puaj, ¿un cerdo con patines? Este tipo tiene problemas de los grandes. ¡Y mira, una bruja espantosa con verruga en la nariz! ¡¿Tiene un pelo ahí?!

—Esa era la tía Gertrudis, se parecía mucho a ti cuando era joven—. Comenta mamá al pasar.

Ok...si me disculpan, voy a tratar de tirarme por la escalera, a lo mejor se me arregla la cara.

Más tarde elijo mi habitación, que queda entre la de Nacho y la de mis padres. Es la más pequeña, pero tiene cierto aire romántico, ah, no, es solo el olor a insecticida.

La cama por suerte es normal. Me siento para probar el colchón y...nada nuevo. No sé qué tienen mis padres con estas cosas, cualquier trozo de polifón los convence, supongo que será por su "Trauma tropical".

Abro mi equipaje de manera rápida y saco mi Neblox. Acaricio las teclas lilas un momento y lo enciendo. La pantalla titila en la pared de madera, al parecer es demasiado irregular y no me deja ver las letras. Pero al menos es algo.

Busco a Neithan entre mis contactos para hacer una video llamada. Luego de cuatro pitidos atiende. Sus azules ojos me buscan enseguida, y una hermosa sonrisa se le forma en cuanto ve que soy yo.

— ¡Em! ¿Dónde habías ido?—Se escucha preocupado. Amo cuando se nota que le importo.

Ruedo los ojos:

— ¿Recuerdas esas estúpidas vacaciones familiares?

Suelta un suspiro:

—No me digas que de verdad estás en una cabaña.

— ¿Por qué crees que me veo tan mal? —Además de eso, la señal es mínima.

—Linda, tú nunca te ves mal. —Me guiña un ojo.

Me sonrojo un poco y aparto un mechón de cabello que escapó de mi oreja.

—Oye, tengo un regalo para ti, pero te lo daré cuando lleguemos, lamento que tenga que ser después de tu cumpleaños.

Me observa con mirada brillante:

—Yo también tengo algo para ti...—Su rostro comienza a distorsionarse, y la voz se corta— ¿Em? Me...—La pantalla se queda en blanco. Ya no se oye nada.

— ¡Neithan!¿hola?, ¡¿hola?! —Tecleo como una enferma pera retomar la comunicación, pero no lo consigo. Dejo mi teclado en la cama con un bufido de frustración. Bueno, no es el fin del mundo, podré hablar con él más tarde, ¿qué será lo que tiene para mí? Oh...¿podrá ser?, ¿él va a dedicarme una obra? No puedo creerlo...¡no puedo creerlo!

Salto y chillo en voz baja, luego tomo la almohada y la beso incontables veces, hasta que recuerdo que no tiene funda, y corro al baño a lavarme la boca.

Cuando ya no tenía más que hacer, me dirigí a la cocina, donde mamá estaba preparando la comida. Mi sorpresa fue mucha cuando la vi revolviendo los gabinetes una y otra vez. Con la cabeza igual que una ardilla prendida al enchufe.

—Mamá, ¿necesitas algo?—Evito que choque contra mí un par de veces, y la termino sujetando por un hombro.

Ella voltea a sonreírme, aunque se nota que está preocupada:

—No cariño, solo estoy viendo qué puedo hacer con dos papas y un trozo de queso.

Ok... ¿eso es todo lo que hay? Estamos en problemas.

En eso entra papá con Ignacio siguiéndole atrás.

— ¿Por qué esa cara Pen? — La abraza.

—Ay, no hay comida Derek, ¡el tío se olvidó de dejar provisiones!, y por lo que nos dijo...

—El proveedor no vendrá hasta el viernes —.Baja la mirada, con tono serio.

¡¿QUÉ?! ¡Hoy es miércoles!, ¡vamos a morir de hambre! Tranquila Em, cálmate, todo va a estar bien, solo debes consolarte viendo el canal de cocina, oh, cierto...¡¡¡¡NO HAY TELEVISIÓN!!!!

Y ahora estoy hablando sola, ¿me volví loca? ¿Seré la única de la familia que hace eso? No me importa, ya qué. Mejor enloquecer y olvidar la existencia de mi estómago.

Genial, pasó lo que más temía...

Me he vuelto una Freeman Díaz.

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