Llegó el momento de irnos. El asunto es que fue allí cuando Papá se enteró de lo que le hice al auto. Gimió imperceptiblemente y me acarició suavemente la cabeza, aunque juraría que en el último mimo aumentó su fuerza.

Anaís regresó a los arrugados y peludos brazos del Tío Berto y nosotros a casa con un auto impecablemente nuevo, cortesía de la feliz pareja. Ellos, por su parte, viajarán alrededor del mundo en una luna de miel interminable. Nos prometieron recuerdos de cada sitio y una postal.

Harry vino con nosotros porque unos parientes suyos viven cerca de casa. ¡Por cierto! Él recibió un cheque con el que financiará sus estudios por contarle a Jaimito sobre el ladrón de su jefe. El mexicano dijo que no va a matarlo, pero sí le dará un escarmiento.

Al bajarnos del coche, me topo con un individuo desagradable. Su nombre es Neithan y merece la mugre.

—¡Em! —camino para casa, ignorándolo— Em, por favor, escucha...

—¿Escuchar qué? —Me doy vuelta— ¿Estupideces tuyas? ¡Vete al Diablo!

—Emily —Harry me sostiene del brazo amigablemente— déjalo. Vales más que eso.

El troglodita se fija en él y todo intento de dar lástima se esfuma en un plis plas.

—¿Y tú quién te crees, cuatro ojos de mierda? — Ah no, tú no metas con él.

Me abrazo a mi compañero de aventuras con camaradería.

— Ya te dije que te fueras, idiota. No me interesas.

Lanza una sonrisa altanera:

— Ah, ya entiendo...pobrecita. ¿Me cambias por un flacucho como este? No debería ser una sorpresa. Nunca tuviste buen gusto. Tu boina apesta a viejo, y tu arte no es más que basura. ¡Ni siquiera puedes llamarte artista con esos garabatos! Querida...das lástima.

Bien, eso sí me dolió. Pero no tanto como lo que Harry le hizo.

1) Se quitó los zapatos.

2) Se aproximó un poco a él.

3) Elevó una pierna y en un movimiento puramente ninja, le golpeó la nariz.

Neithan cae al suelo y se queja, sosteniéndose el puente.

—¡Me la rompiste, bruto!

—Cálmate, sólo la acomodé —mueve los hombros hacia arriba— arte abstracto.

Alzo una ceja y me cruzo de brazos:

—Harry...

— ¡Llamó basura a tus dibujos! ¡Son increíbles! Y la boina no huele a viejo, huele a pintura y un poco de shampoo. Huele a ti, y me gusta.

Una cosa es segura...me quedaré con este hombre.

—Iba a preguntar cómo hiciste eso, pero sí, estuvo mal. —Sonrío y lo llevo adentro, dejando de lado al tarado que no para de lloriquear.

—Practico karate desde los seis años...un hobbie saludable —. Responde con inocencia.

—¿Nerd karateka? Y después la rara soy yo—. Le pego en su brazo.

Es un mini capítulo. Lo que sucede es que si lo incluyo en el anterior queda muy largo, y en el epílogo no me parecía bien :v (decisiones...decisiones). ¡Saludos desde mi rincón! :D.