Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 4:

Despierto sobresaltada por otra pesadilla. Esta vez, todos ardíamos en llamas dentro del avión, y se nos desprendía la piel mientras liberábamos un delicioso aroma a pez asado.

—Buen día, tu desayuno —. Derek sonríe un poco y me tiende un pez caliente, ¡ja!, ¡un pez caliente! Eso explica el sueño.

—Gracias —.Le sonrío de vuelta.

Como en silencio algo pensativa, y él lo nota por cómo me ve, pero no dice nada...hasta que se pone de pie con gesto curioso, se me acerca y huele levemente mi piel.

—¿Qué te pasa? —Me alejo con extrañeza, bien, lo picó un bicho raro y se piró más de lo que estaba.

Sus ojos se abren de par en par y retrocede como si tuviera la peste. Luego la boca se le curva en una mueca que se transforma en un aguante fallido de risa e incredulidad.

—Dime una cosa...cuando te pusiste eso, ¿no notaste algo extraño?

—No, ¿por qué? —Inclino la cabeza hacia un lado y entorno los párpados.

Mi cerebro no reacciona en un principio, pero sí lo hace después, porque al tiempo que él responde mi boca cae al suelo.

—Eso es...excremento —.Termina la frase con un tono que no sabría decir si es burla o lástima.

Pen explotando en tres...dos...uno:

—¡HAY CACA EN MI CARA! —Chillo y corro al mar, dejando un gran rastro de arena— ¡Caca, maldición!, ¡caca!, ¿por qué? —Alzo las manos como si alguien allá arriba pudiese darme una razón por la cual:

1) Estoy atrapada en una isla.

2) Estoy atrapada en una isla con un chico que casi me hizo dar un infarto.

3) Hay caca en mi cara.

4) Hay caca en mi cara, brazos y piernas.

5) Tal vez haya caca en mi boca...oh, ¿para qué pensé eso?

Me sumerjo entera y no salgo a la superficie hasta que veo mi cuerpo nuevamente limpio, si es que puedo estar así sin jabón ni shampoo.

Al surgir me encuentro con Derek entrando también, con ropa y todo...como yo.

—Ya decía yo que sentía algo raro en el aire —. Ah, con que burla, ¿eh?

—Oye, cualquiera puede confundirse —.Me cruzo de brazos.

—Creo que incluso un niño de un año sabe diferenciar tierra de excremento —. Aguanta el aire y se hunde por unos segundos para emerger otra vez.

—Pues fuiste tú quien me incentivó a ponerme barro, idiota.

—Yo no dije que te pusieras algo apestoso en la cara, ¿o sí?

—Ya cállate o te arrepentirás —.Lo fulmino con la mirada.

—Oh, ¿qué vas a hacer?, ¿ahogarme? Te aviso que ni llegabas al portaequipaje—. Alza una ceja.

—No es mi culpa si hacen esas porquerías demasiado altas.

—Tienes razón, la culpa la tienen tus padres por haberte hecho una enana loca —.Me guiña un ojo e intenta alejarse, sólo que no contaba con que una Penélope enferma de cólera se le tiraría encima.

Traga agua un par de veces por la sorpresa y se reincorpora como un oso hambriento.

—¿A caso estás mal de la cabeza?—Grita al tiempo que tose.

Le doy la espalda de manera solemne.

—Muy pocos se atrevieron a llamarme enana y vivieron para contarlo.

No le escucho decir nada, así que supongo que quedó impactado por mi amenaza. Me volteo para ver los estragos psicológicos que causé y justo en ese preciso momento, una enorme cantidad de arena cae en mi cabeza y casi me hace caer. Mi boca y ojos se llenan de esa sensación desagradable que provocan los diminutos cristales al insertarse cruelmente en todos mis rincones.

—Ahora pareces un gnomo —. Comenta mientras se va a la orilla, caminando igual que un pavo en celo (nunca vi uno, pero supongo que se desplazan así).

Busco rápidamente cualquier cosa con que devolverle el favor y encuentro una piedra. No creo que le haga mucho daño, al fin y al cabo, ambos sobrevivimos a la caída de un avión. Calculo la distancia y la lanzo con fuerza. Sonrío con suficiencia al verla caer en la parte trasera de su coco con un ¡pak! y escucharlo quejarse. ¡Toma eso, alto idiota!

Mi felicidad se borra cuando lo noto tambalearse un poco...ups, ¿me habré pasado?

Me dirijo hacia él con mi conciencia reprochándome por todo el trayecto y aún allí.

Su nuca tiene un hilo de sangre que corre desde el cuero cabelludo. Trago saliva y aclaro mi garganta antes que nada:

—Lo siento, la verdad pensé que la esquivarías —eso le pasa por larguirucho—déjame verte.

Doy unos pasos pero me aparta molesto, y la verdad no lo culpo, le abrí la cabeza de una pedrada, eso debió doler.

—Estoy bien, no importa.

Frunzo el ceño, si Pen benevolente no funciona, entonces la dura lo hará.

—Si no me dejas enmendar mi error, juro que te pegaré hasta que quedes inconsciente para así curarte sin problemas.

Se lo piensa un par de veces, sí, es obvio que ahora me ve capaz de todo.

—Bien.

Lo hago sentarse a la sombra de una palmera mientras voy por la mochila con las botellas. Tomo una sin sabor y regreso.

Observo detenidamente nuestra ropa, creo que la suya está más limpia que la mía, así que...

—Quítate la camiseta —.Ordeno.

—La herida la tengo en la cabeza por si no lo sabes —.Habla entre gruñidos y se la apunta con el dedo índice.

Ruedo los ojos mientras destapo la botella.

—¿Prefieres que limpie tu herida con ropa sucia? No hay problema.

Suelta un bufido y al final me la tiende, de mala gana, pero lo hace.

Tomo el segmento más...aceptable, lo humedezco con agua (más de lo que ya está) y me pongo a su espalda para "curarlo".

Si antes me sentía culpable, ahora estoy peor, ¡le hice un tajo en la cabeza! Y eso que solo usé una piedrecita, bueno...piedra.

Al apoyar la tela en la superficie se estremece en un quejido.

—Ay ya, no seas delicado —.Continúo tocándosela dos o tres veces y remojo de nuevo.

—Perdón si me quejo por haber recibido una roca sin previo aviso —.Alza la voz aún más molesto...ok, ya se le está yendo la mano con esto del chico víctima.

—¡Si hubieras sido más pequeño pudiste haberla evitado! Además me disculpé.

—¡¿Y ahora sigues con esto de la altura?! ¡Me tienes harto! —Dicho eso se levanta sin dejar que termine y se aleja murmurando cosas como "loca", "isla", "pescado" y "enana".

Imbécil, no puedo creerlo, sé que estuvo mal lanzarle una piedra, ¡pero traté de ayudarlo después!, pedazo de mal agradecido... ¡Bien! Si se muere desangrado no me haré responsable, puedo sobrevivir completamente sola. Tendré mi propia parte de la isla y hasta crearé un...un... ¡un sistema de riego para mi propia huerta!, ¡exacto!

Tranquila Pen, pasaste Biología del año pasado con muy buena nota, no habrá problema en obtener comida.

Voy hacia la mochila sin dirigirle la mirada y tomo unas cuantas bajo los brazos (con cuidado de no agarrar las de ciruela). Sólo entonces abre la boca:

—¿Qué piensas hacer con esas?—Todavía mantiene su ropa contra la cabeza, mostrando su columna vertebral arqueándose por la pose incómoda.

—Me voy de aquí.

Rueda los ojos con fastidio:

—Estamos en una isla, genia.

Uh...buen punto:

—Pues...¡ me voy de este lado de la isla! —Le grito mientras salgo con paso decidido hacia quien sabe dónde.

Camino por varios minutos u horas, la verdad no tengo idea, pero recorrí bastante porque ya no lo veo por ningún lado.

Me siento a descansar y abro la botella de piña, tomo un sorbo y suelto un suspiro aireado. Al menos aún es temprano, puedo buscar comida o algo, veamos...bilogía, emmm, artrópodos no, poríferos no...¡moluscos! ¡Ya está! Las ostras son caras, eso indica algo, supongo.

Me meto al océano en forma lenta, es peligroso ir muy adentro, pero tal vez consiga algunas entre las piedras, sí, mejor busco por ahí.

—¡Ven!, ¡ostrita linda!, ¡aparece para que te coma! —Canturreo al tiempo que remuevo el agua con manos y pies.

Y, como sí la idiotez que estoy haciendo realmente funcionara, hallo un par unidas a unas piedras junto con unas pequeñas anémonas. Las arranco con un poco de esfuerzo y las llevo conmigo. Pobrecitas; en serio lo lamento, pero tengo que alimentarme con algo en la noche, o al menos guardarlas como pueda para después. No sé, ¿reservas? Ah, no, ¿cuál es la fecha de caducidad de estas cosas? Ay, bueno, las como ahora y ya está, después de todo no terminé de comer mi pez cuando el idiota ese mencionó mi asquerosa situación.

Intento abrirlas con los dedos pero no hay forma. Vamos amigas...abran su corazón a nuevas experiencias, como mi boca.

Cuando me canso, recuerdo que una vez vi unos monos golpeando unas como éstas con una rocas en la tele, ¡gracias, documentales que siempre creí inservibles!

Tomo mis ostras negras y me acerco a la más grande y dura que veo.

—Recuerden, esto me duele más a mí que a ustedes —.Murmuro y golpeo una repetidamente hasta que cede. La abro y allí está, esa cosita rosada que parece un chicle vomitado...aquí voy.

Uso su caparazón como cuchara y...¡adentro! La trago con dificultad y aguanto las ganas de ponerme verde al sentir esa babosada escurrirse por toda mi garganta...Dios, es lo más desagradable que he tenido que comer, y eso que están en la categoría "gourmet".

Después de un par de arcadas estoy bien (creo), por lo que sigo con la otra... ¿Qué pasó? Supo exactamente igual, eso pasó.

Para evitar vomitar lo poco que tragué decido ir a buscar algo, no sé... ¿hojas verdes? Escuché una vez que son buenas para avivar el fuego, tal vez Drerek quiera...no, cierto, olvidé que es un idiota que merece estar solo. Sí, además, ya lo he visto armar una fogata varias veces, y no me dejaré vencer por un tipo cualquiera, menos él, ¡estableceré mi dominio feminista! ¡Viva Penélope, la única humano hembra del lugar!

Me pongo en marcha, amontono mis botellas y voy hacia las plantas para hacerme con varias ramas y hierba, y, y toda esa mugre que funcione.

Vuelvo en lo que no sé si son horas o minutos, pero estoy bastante satisfecha con estas varitas y pasto...bien, ahora viene lo difícil, frotar, oh sí, frotaré como nunca lo hice en mi vida, y esta vez conseguiré lo que quiero, ¡¿escuchaste naturaleza?! ¡Seré la reina del fuego!

Cuando cae el sol:

—¡¡MALDITAS RAMAS, LAS ODIO A TODAS USTEDES!! —Las arrojo con fuerza para que se estrellen en el mar, aunque casi no rozan el agua— ¡No sirven ni como juguete para perro! —Suelto un bufido mientras envuelvo mis rodillas con los brazos.

¿Por qué tiene que ser así de imposible?, si tan sólo tuviera un encendedor...sería genial, o un lanza llamas, aunque sea una lámpara anti- insectos. Hablando de tecnología, ¿cuántos mensajes habrá en mi celular? De seguro mis amigos ya deben estar escribiendo cosas en mi muro como "Te esperamos, sabemos que estás con nosotros" o "RIP, permanecerá en nuestros corazones" incluso hasta fotos mías en el informativo... Ya me lo puedo imaginar, sé cómo funcionan estas cosas, no importa si es una chica asquerosa que tiene un bebé llorando como fondo de pantalla en su computadora, y pasa el tiempo libre arrancándole las alas a las mariposas, se pierde un par de horas y saltan todos con su "Pobre, no se lo merecía, siempre tan buena" o "Yo la conocía, era un ángel, una bella y joven luz" bla, bla, bla... Y aquí estoy yo, una desaparecida presunta muerta que critica la postura de los informativistas frente a las desapariciones juveniles, creo que mi cerebro se fue a acostar...

Y en eso mi divague mental se ve cortado por un sonido cercano, desvío la mirada hacia allí y me encuentro con ¿una tortuga?

—Hola tortuga, ¿qué hay? —La saludo con la mano.

El animal me observa fijamente como si quisiera decirme algo...más bien recriminarme:

—¿Qué, por qué me miras así?

Continúa haciéndolo, parece que me retara con la mirada, no me digas que...

—Si estás así por Derek, te digo desde ya que fue su culpa —.Frunzo el ceño y me cruzo de brazos por el pecho, viendo a otra parte para ignorarla, al menos eso intento hacer, pero es insoportable, ¡no para!

—A ver —la señalo— dejemos algo en claro, es cierto que yo le lancé una roca, ¡pero ÉL me tiró arena!

Su expresión no cambia nada, así que intento convencerla con otro argumento:

—Me llamó enana y gnomo después —acabo la oración como una súplica a su extraño interrogatorio, y suelto un suspiro cuando noto que no sirve —. Bien, admito que lo traté muy duro, pero... —presiono mis labios, soportando sus ojos negros sobre los míos— pero...¿Crees que debería volver?

La tortuga pestañea.

Lo razono un momento y asiento.

—¡Tienes razón, debí haberlo hecho antes! —Me levanto y agarro las botellas— Eres una excelente terapeuta, muchas gracias—. Le acaricio la cabeza con la mano libre, a lo que ella responde con su característica (supuesta) indiferencia.

Volví, sudando a chorros pero volví, me costó una botella de pera vacía, pero volví. Lo hice con la cabeza en alto. Orgullosa de la decisión que tomé, puede que me arrepienta en media hora, aunque bueno, lo intentaré de todas formas.

El chico está sentado cerca de su fogata, asando algo distinto a un pez...eso es...es, puaj, parece un cerebro...

Dejo las botellas en el suelo antes de preguntar:

—¿Qué es eso? —Lo hago saltar del susto, se nota que andaba con la cabeza en otra cosa. Se gira para verme con una expresión un poco bravucona mezclada también con alivio, y eso la verdad me hace sonreír.

—Es un pulpo—. Le resta completa importancia.

Abro los ojos de par en par, ¿qué?, ¿por qué?

—Pe-pero... ¡Es un bebé! —Saco el palo del fuego para analizarlo de cerca. ¡Puedo verle sus ojitos!, ¡por Dios!

Al retirarlo, Derek brinca como payaso de su cajita sorpresa y encrespa todos y cada uno de los músculos de su cara:

—No se te ocurra lanzarlo al agua Penélope —. Habla con lentitud, como una amenaza. De hecho suena a amenaza, más siendo la primera vez que menciona mi nombre.

—¿Me estás amenazando? —Sonrío de costado, ¡ja!, iluso, sé lo que es luchar con una niña por la última galleta, tú no eres más que práctica...

Con mi semblante intacto alzo el palito, dejando que el pulpito se enfríe con la corriente, él retrocede alarmado, pero la molestia se le nota a la legua.

—Bájalo y no tendrás problemas...

Yo me tenso, él se tensa.

Me doy la vuelta y corro como en una maratón con posta. Siento sus pasos rítmicos detrás de mí y me incentivo a mover aún más las piernas, incluso me doy la libertad de mostrar los dientes mientras mis miembros comienzan a acalambrarse. Justo cuando estoy girándome nuevamente para indicarle que ya me rendí, se me arroja como gato salvaje y ambos caemos sobre la arena, afortunadamente sin ensuciar nuestro posible aunque desgraciado aperitivo.

Respiro con dificultad por la agitación del momento, y por lo que veo, él también. Su rostro está a algunos centímetros del mío. Las puntas oscuras de su cerquillo sueltan pequeñas gotas de agua salada hacia mi frente y su ropa se pega lentamente a la mía por la humedad. No es necesario ser un genio para darnos cuenta de que esta es una situación muy comprometedora, más aún con sus horribles ojos color caca de oruga, vómito, manzana viéndome tan de cerca, con esas pequeñas bolitas negras que reflejan a una chica de cabello chuzo, sucia, ojerosa y con unos bellísimos y nada comunes ojos café, por supuesto, esa soy yo.

—Por favor... No lo arruines —. Susurra algo entrecortado, con ambas manos apoyadas a los lados de mi cabeza.

Cierro los ojos y niego en silencio mientras espero a que quite su peso de mí, sí Derek, ya está genial pero necesito mi espacio...y un desinfectante, fue demasiado tiempo en contacto con mi híper enemigo mortal.

Parece captar la idea porque murmura un "lo siento" al tiempo que se incorpora, y luego me da la mano para ponerme en pie.

Nos acercamos a la fogata y nos sentamos al rededor, cada quien comiendo un trozo de ese animalito que me hizo pasar por una muy extraña circunstancia.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro