Don Jorge caminó hacia ella como siempre y le regaló esa sonrisa dulce que resultaba para Vicky como un abrigo en días fríos.

—¿Está bien tu amiga, Nenúfar? —preguntó y se sentó a su lado.

—Sí... está mejor. Ya sabes que se crio con su abuela y le duele mucho no haberse podido despedir, no haberle pedido disculpas... La entiendo, yo sé lo que se siente —musitó.

—Yo también lo sé, Nenúfar, pero su abuela está en un sitio donde podemos comprender todo lo que aquí no entendemos, estoy seguro de que sabe cómo se siente Belén y que la ha perdonado hace mucho...

—Me gusta imaginar que ese sitio existe y que allí está Matías —susurró.

—Matías también sabe que lo quieres y que te sientes culpable por su muerte. Pero tú no tienes la culpa, Nenúfar. Tú estabas igual de perdida que él en ese momento. No podías hacer nada —añadió él.

—¿Conoces al chico de color que viene a misionar? —inquirió Victoria y don Jorge asintió—. El otro día me dijo que no importaba si yo no creía en Dios, que Dios sí creía en mí.

—Eso es cierto...

—Me dijo que por eso estaba aquí, porque Dios me había dado una segunda oportunidad.

—Suena bonito, Nenúfar.

—¿Y Matías? ¿En él no confiaba? ¿Por qué a él no se la dio? —preguntó la muchacha sin evitar que unas lágrimas se le derramaran por el rostro.

—Hay cosas que nosotros no podemos comprender, Nenu. No tengo respuestas para eso, pero a veces tenemos que soltar las preguntas y dejar de intentar comprender todo lo que sucede. Tienes que perdonarte, tienes que perdonar a los que te hicieron daño, tienes que dejar ir a Matías... No podrás lograrlo del todo mientras sigas aferrada al pasado.

—Todavía me duele, don Jorge. Me duele Matías, me duele Leo. Le juro que lo intento, de verdad, pero no puedo...

—Sí puedes, lo que pasa es que estás haciéndolo de manera equivocada, Nenu. Ni Matías ni Leo son los que te duelen, te dueles tú misma, y es a ti a quien debes perdonarte para poder transformarte en esa bella flor que ya casi está lista para florecer —añadió el hombre.

—Usted es muy optimista, siempre me dice que ya estoy lista para florecer, pero sabe bien que no es así. Yo no soy como sus rosas o sus claveles, yo puede que nunca florezca de verdad...

—¿Sabes? Hay flores que tardan muchos años en florecer, y la gente lo espera con ansias, porque cuanto más se tardan, el fenómeno es más hermoso y más especial. Algunas plantas dan flores cada día, otras tardan años, no importa cuál flor seas tú, lo que importa es que florezcas, y yo sé qué lo harás.

—¿Cómo lo sabe? —inquirió Vicky recostando su cabeza sobre el hombro de don Jorge.

—Porque llevo una vida trabajando en el jardín, sé cuándo las plantas darán sus flores y sus frutos.

Vicky sonrió sin decir nada más, le gustaba el optimismo que don Jorge ponía en ella, y aunque a veces sentía aquello como una presión, la mayoría de las veces le resultaba refrescante y halagador. Él creía en ella, y estaba bien, porque nadie más lo hacía, a veces ni siquiera ella misma. Y se sentía bien saber que alguien apostaba por una.

—Tu hermano murió como consecuencia de sus actos, tú has tenido la oportunidad de salir de eso, debes valorar lo que tienes, tanto por él como por ti —continuó don Jorge—. Y Leo, sé que lo amabas y que creías que él era la solución, entiendo que cuando se fue te quedaste sola y sentiste que te abandonaba al olvidar los sueños que tenían ambos, pero si lo quieres de verdad, deberías sentirte contento de que él haya logrado salir adelante como me contaste, de que esté feliz, de que haya podido superar sus fantasmas. Es hora de que lo dejes ir, de que lo olvides, y de que tú también logres todo eso, Nenúfar. Te lo mereces.

—Ese es el problema, creo... No estoy segura de merecerme nada, don Jorge. ¿Cómo alguien como yo puede merecer algo bueno? Es injusto, he sido una mala persona.

—No has sido ni buena ni mala, Nenúfar. Has sido una consecuencia, nada más. Ahora es cuando tienes el poder de tomar tu vida en tus manos y entonces crearás la vida que desees. Ya tienes un buen tiempo por aquí, has pasado por lo que tú misma has denominado el infierno, has aprendido a abrirte un poco más, a dejar entrar a la gente que te quiere ayudar. Has salido adelante y te has mantenido fuerte, sin ninguna recaída. Eso es valioso, Nenu, ¿te das cuenta que ya llevas medio camino andado? Eso es mucho más que lo que tenías cuando lo iniciaste —sonrió. Ya eres un bonito pimpollo —añadió.

Victoria sonrió al escuchar sus palabras. Sonaban bien, le daban fuerzas.

Don Jorge se despidió para irse, ya estaba por oscurecer y debía ir a su hogar. Vicky le dijo que lo esperaba al día siguiente y lo vio partir preguntándose cuál sería su vida. Durante todo ese tiempo, ella le había hablado de todo, pero él no le había contado nada. No porque ella no quisiera, sino porque él siempre que tocaba un tema algo íntimo, se las ingeniaba para cambiar la conversación, hasta que Vicky entendió que no quería romper su silencio y dejó de preguntarle.

—A veces tenemos que soltar las preguntas —susurró Vicky antes de volver hacia el salón donde la cena se serviría en breve.

Este cap es corto, pero ya vendrán otros largos. Les traigo de regalo por los 1k en 24horas :) ¡Los quiero!

En Multimedia Alexandre (Alfred Enoch)