Primeros lazos
Ayúdame a traer devuelta a tu madre"
Shinji no tenía idea a qué se refería; su madre había muerto hace años, todo rastro de ella desapareció, ni siquiera quedó una foto de la Doctora Yui Ikari.
Parecía una mala broma de Gendo, pero ¿acaso él había hecho bromas en su vida?
Su rostro se mantuvo serio, y sus palabras iban en serio: ¿qué sentido había en bromear con eso?
—¿De qué estás hablando, padre? ¿Traerla de regreso? Ella está m-muert... —balbuceó Shinji, con una mezcla de incredulidad y terror en la voz, sin tener oportunidad de terminar su oración antes de que el comandante se levantara de golpe.
—Yui vive, Shinji —dijo Gendo con una calma casi imperturbable, como si esas palabras fueran la única verdad posible.
Nada tenía sentido para el niño; todo este tiempo, los últimos 11 años, había vivido como huérfano. Sus tutores apenas le prestaban atención y tuvo que soportar los comentarios de las masas sobre cómo su padre había asesinado a su madre y lo habían abandonado. Había vivido como un bicho raro al que todos tenían lástima.
Su corazón sintió una punzada al descubrir que también había sido engañado respecto a la muerte de su madre. ¿Por qué no se lo dijeron antes? Hubo noches en las que no paraba de llorar extrañándola.
—¿Por qué, padre? —murmuró Shinji, recordando la soledad que lo había acompañado. Con las manos endurecidas hasta formar puños llenos de rabia, por primera vez sus ojos se encontraron con los del hombre que lo había abandonado.
—¡¿Por qué no me lo dijiste antes?! ¡Pasaron años! ¡Sabías que estaba viva y ni siquiera tuviste el descaro de decírmelo! ¡Eres un hijo de puta! —exclamó, la voz de Shinji llena de ira y dolor.
Se extendió un largo silencio; las lágrimas querían brotar, pero el joven se negaba a mostrarlas.
—Sí, lo soy, pero al igual que tú, yo también sufrí por la partida de Yui. Todos estos años estuve trabajando por un solo motivo: ella —respondió Gendo con voz fría, aunque con una leve entonación de pesar, consciente de que la reacción de su hijo era fuerte, pero creyendo que se lo merecía.
—¿Partida? —replicó Shinji con tono incrédulo—. Acabas de decir que ella vive.
—Es cierto que vive, pero no de la manera que conocemos. Resulta complicado de explicártelo, pero si aceptas, lo haré.
Ambos Ikari, presentes en la habitación, mostraban rostros parecidos mientras se lanzaban miradas severas.
El joven Shinji se mantuvo firme, reflexionando sobre la propuesta de su padre. Estaba harto de huir de cualquier situación incómoda, harto de vivir en una mentira. Si Dios le daba la oportunidad de mejorar las cosas con su padre y volver a ver a su madre, la tomaría sin dudar.
—Bien —aceptó con voz decidida, siendo una de las pocas decisiones de las que estaba seguro.
Gendo, experto en esconder cualquier rastro de emoción, se mantuvo impasible; para él, mostrarla era sinónimo de debilidad, aunque en el fondo estaba orgulloso de su hijo. Su relación ya no se limitaría a la fraternidad: Shinji Ikari se había convertido en un aliado.
—Muy bien, hablaremos mañana después de tus pruebas, y no lo olvides, Shinji: no puedes hablar de esto con nadie, ni una palabra. ¿Lo entiendes? —dijo, enfatizando cada palabra con tono autoritario.
El joven asintió, comprendiendo por el tono de su padre que todo esto era sumamente importante. Mañana tendría más respuestas. "Mañana... entonces pasaré la noche con..." —pensó mientras recordaba a la peliañil que lo esperaba afuera, lo que le puso los nervios de punta al notar cuánto tiempo había pasado.
—Una cosa más, padre: no viviré en el complejo que me seleccionaron. Misato-san ha solicitado que viva con ella; creo que aún no te lo han informado —agregó con voz un poco tensa.
Gendo asintió, reconociendo que sería bueno para su hijo convivir más con las personas.
—Entendido. También debes saber que estarás más tiempo en NERV. Hay habitaciones aquí y tienes permiso de usarlas —afirmó, dejando clara la decisión.
El hijo del comandante se retiró, esforzándose por mantener la compostura ante su padre. En el fondo, sin embargo, sentía un ardor y una picazón recorriéndole todo el cuerpo; la ansiedad lo estaba matando. Aún odiaba a su padre, algo que el niño sabía que no cambiaría de la noche a la mañana, pero esa "reunión" había ocasionado una ligera calma en el piloto.
—Te ves lindo cuando sonríes, Shinji-kun —dijo una voz burlona y coqueta.
Allí estaba la mujer que sería su próxima compañera de piso, lanzándole comentarios en tono de burla, sin haberse percatado de que esbozaba una sonrisa. Sin duda, Misato conocía bien la forma de avergonzar a los adolescentes. El niño desvió la mirada, ocultando su rostro ruborizado.
—L-lamento hacerte esperar —murmuró el castaño con una voz suave y avergonzada.
—Para nada, Shinji-kun, aún hay tiempo para comprar las cosas para la bienvenida —replicó ella, acariciando con desdén su cabellera, mientras la calidez de su tono intentaba aliviar la tensión.
El chico solo asintió.
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Durante el viaje en el deportivo de su guardiana, Shinji, que cargaba con las bolsas de compras, observaba la ciudad-fortaleza que se alzaba a la luz de la luna. Su mente empezó a recordar la batalla contra el nombrado mensajero de Dios. "Si vienen más de esas cosas, ¿volveré a pilotear? ¿Debería?" No sabía la respuesta a esas preguntas; esperaba no tener que hacerlo, pero tenía una corazonada que le decía lo contrario.
—Es hermosa la vista, ¿no lo crees, Shinji-kun? —habló Misato, girando su rostro hacia la ventana del copiloto con un brillo de determinación en los ojos.
—Esa es Tokio-3, la ciudad que salvaste; tal vez no lo sientas de la misma forma, pero lo que hiciste fue muy valiente.
—S-supongo que tienes razón... —respondió el piloto, mientras la preocupación y la incertidumbre se reflejaban en su voz. Tras una breve pausa, añadió con un tono casi temeroso:
—Oye, Misato-san, ¿vendrán más de esos "Ángeles"?
Hubo un pequeño silencio; la peliañil, compartiendo esa duda aunque por motivos distintos, notó la angustia en el rostro del chico.
—No lo sabemos; hace 15 años hubo otro antes de este —dijo Misato, endureciendo el ceño con un dejo de tristeza. Le molestaba hablar de esa fecha, pero Shinji al menos merecía saber la verdad.
—Es por eso que debemos estar siempre alerta. Rei y tú son nuestra esperanza.
Shinji no consiguió sentirse mejor; ahora tenía más dudas sobre el anterior Ángel mencionado por Misato, y además, con eso había quedado claro que aún necesitarían sus servicios. Dejó caer un suspiro, resignado ante la complicada situación en la que se había metido. Había tanto que preguntar, pero ya tenía suficiente; lo único que deseaba era descansar. No obstante, la mención de la peliañil sobre la otra piloto le provocó un leve alivio. "Por lo menos no estaré solo", murmuró en voz baja.
—¡Ya hemos llegado! —exclamó Misato con energía renovada.
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En la oficina del comandante Ikari, el árbol de la vida, el sephirot dibujado en el techo, era la decoración más extravagante y, a la vez, la única en el recinto. Era bien sabido que él, junto al subcomandante, pasaban la mayor parte del tiempo en NERV, a diferencia de los demás subordinados.
—Entonces, ¿ya lo has decidido? ¿El joven Ikari tendrá el privilegio de conocer información clasificada? —preguntó el anciano Fuyutsuki, hojeando distraídamente uno de sus libros de bolsillo, con una mirada que mezclaba sorpresa y resignación.
—Así es. Debo admitir que no esperaba hacerlo; mi plan original era mantenerlo sordo hasta que llegara el momento de la unión —respondió Gendo, con voz medida y una ligera sombra de arrogancia.
—Dicho plan era lo suficientemente aceptable; dudo que haya necesidad de involucrar al piloto —comentó el subcomandante, dejando entrever su escepticismo.
—Aceptable ya no es suficiente para mí, profesor; además, no hay que subestimar al piloto de la unidad 01. La seguridad que mostró al aceptar habla mucho de él —afirmó Gendo, casi con orgullo contenido.
Gendo no mentía; esperaba que su hijo hiciera más preguntas o dudara antes de darle una respuesta, pero para el comandante quedó más que claro que Shinji había heredado su voluntad: solo era cuestión de tiempo.
—Hablas de él como si esos 11 años de ausencia no existieran —sentenció el anciano, sin levantar la vista de su libro.
—No fui un padre presente, profesor, y no trato de enmendarlo —respondió Gendo con tono sombrío.
—Sanar el pasado puede durar incluso más que la vida propia, pero ahora padre e hijo tendrán un objetivo por el cual luchar; claro, eso sí, que no se levante contra ti —concluyó Fuyutsuki, cerrando su pequeño manuscrito y dirigiendo su mirada a Gendo con seriedad.
Gendo arqueó una ceja ante la expresión del subcomandante.
—Es por eso que lo mantendremos cerca; su confianza recaerá en nosotros y su fe en el plan —aseguró, con voz firme.
"Estás obsesionado con la perfección, Gendo" —pensó Fuyutsuki, reflexionando sobre los posibles escenarios. Ya no podía echarse atrás, no ahora que la llegada de los Ángeles había comenzado.
Sin más preguntas, el antiguo profesor estuvo de acuerdo con la idea de Gendo. Eran contadas las veces que se recurría a cambios; la mayoría de las veces, se apostaba por sacrificios despiadados para obtener mejores resultados. Esta vez era la excepción, aunque decirle todo a Shinji significaba hablarle también de las atrocidades cometidas, corriendo el riesgo de que se negara.
—Ikari, recuerda que solo es un niño; sé consciente de ello el día de mañana —finalizó Fuyutsuki, con una voz que dejaba entrever preocupación y urgencia.
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La "gran" fiesta de bienvenida de Shinji había terminado. Si alguien le hubiese dicho que vivir con Misato conllevaría caminar entre montones de basura para llegar a su habitación, lo habría pensado dos veces antes de aceptar que ella fuera su tutora, sin mencionar lo asquerosa que fue su cena, hecha a base de numerosa comida instantánea.
—La mujer es un desastre —concluyó el joven piloto, con un dejo de resignación en la voz.
Tuvo que postergar su hora de dormir nuevamente; no podía hacerlo sabiendo que, al día siguiente, tendría que caminar cuidando de no pisar ni un charco de cerveza, ni fideos secos, o hasta ropa interior sucia que encontrara cerca del baño. El niño podía mostrarse tímido ante esas cosas, pero no era un depravado que oliera la ropa de mujer usada; simplemente la había movido al cesto de ropa sucia, y aun así, le ponía nervioso que Misato lo encontrara en plena acción.
Tardó poco más de 2 horas, pero terminó de limpiar, dejando el departamento impecable; hasta se había tomado la molestia de quitar la mugre del hábitat de Penpen. Ya no existía nada que le impidiera dormir: estaba cansado, la cama era cómoda y el ruido de la ciudad había cesado, aunque el sueño se resistía.
"Después de tanto, volveré a estar con mis padres... los tres juntos otra vez", pensó el piloto mientras se dibujaba en su rostro una pequeña sonrisa de anhelo.
—No me importa si he sido engañado... yo de verdad quiero esto —murmuró para sí mismo, con voz cargada de esperanza.
Aun sin lograr conciliar el sueño, el niño miró a su costado; junto a él estaba su SDAT, el último regalo que había recibido de su padre.
"Tal vez con algo de música pueda dormir."
Se reproducía en su mayoría música clásica y algo del género pop; bastaron solo 15 minutos para que finalmente Shinji quedase en un profundo sueño.
En la mañana, tanto Shinji como Misato se levantaron temprano. El joven piloto ya estaba en la cocina, preparándose un café negro y amargo, tal y como le gustaba, cuando la jefa de operaciones se le unió, aún somnolienta.
—Buenos días, Shinji-kun —bostezó ella, con voz aún cargada de sueño.
—Buenos días, Misato-san; dejé café para ti —contestó él, con una sonrisa tímida.
La pelimorada observó la cafetera, soltó una risa y abrió su refrigerador, repleto de su amada cerveza barata.
—¿Quién quiere un aburrido café cuando aquí hay... ¡Cerveza!? —exclamó con energía y una chispa de picardía en los ojos.
Resultaba increíble para el joven cómo, de un momento a otro, la energía de Misato había regresado, y todo gracias a una simple lata de alcohol.
—¿No es muy temprano para beber? —inquirió Shinji, lanzándole una mirada de leve reproche.
—¿De qué hablas? Así es como los antiguos japoneses empezaban sus días —respondió ella, con un tono jocoso y algo desafiante.
A punto de dar un gran sorbo a su cerveza, la peliañil miró a su alrededor con confusión, preguntándose si aún estaba soñando o si ya estaba ebria con solo abrir la lata.
—¿Pero qué ha pasado aquí? ¿Dónde está toda la basura? No recordaba lo bien que se veía este lugar —dijo, mientras sus ojos se detenían en el único responsable del milagro.
—No iba a vivir en un basurero, Misato-san —replicó Shinji, aún molesto por la descuidada forma en que ella llevaba la vida.
—¡Aww! Eres todo un encanto. Te prometo mantener este lugar limpio —dijo ella con una amplia sonrisa, tono burlón y un dejo de ternura.
—Eso es lo que espero —acotó Shinji, dando un ligero sorbo a su café, con la voz aún teñida de vergüenza.
—Sí, sí... ¿no tocaste mi ropa del suelo, o sí, Shinji-kun? —jugó Misato, aprovechando para hacerle una broma mientras le guiñaba un ojo; el pobre niño se puso rojo solo de recordar cómo había recogido su ropa interior durante la noche.
—¡N-N-No! Digo, sí. Y-yo solo la moví al cesto de ropa sucia; no hice nada raro con ella, lo juro —balbuceó, claramente avergonzado.
Su tutora no aguantó la risa del apenado Shinji.
—Vamos, Shinji, es solo una broma; eres muy fácil de molestar —dijo, con un tono risueño y desenfadado.
El piloto no dijo nada, solo se limitó a esconder su rostro, que aún se mostraba ruborizado.
Después de desayunar, ambos tomaron rumbo a la sede de NERV. Al llegar, Shinji se sintió aliviado de que el viaje con Misato hubiera terminado. El niño no podía creer que la habilidad de conducción de su tutora fuera siempre tan agresiva; pudo entenderlo cuando ella atacó al Ángel, pero hoy no había ninguna amenaza que la motivara a ir a toda velocidad.
De regreso, en el interior de la unidad 01, Shinji debía realizar algunos exámenes y pruebas. La doctora Akagi estaba muy interesada en aplicar todo tipo de experimentos al piloto; después de todo, él había sido el primero en usarla en una batalla real y salir victorioso. Todo se llevó a cabo sin ningún problema, y la joven Maya informó que el piloto había alcanzado una tasa de sincronización del 43.5%.
—Eso es un poco más de 2 puntos que la primera activación —dijo Ritsuko, mirando incrédula el monitor de cerca, con un tono que mezclaba sorpresa y aprobación. -¿Comó es que aumentó su tasa tan rapido?
—Bueno, después de la reunión que tuvo con su padre, se veía más feliz. Tal vez eso sea la causa de su mejora —comentó Misato.
"¿Gendo? ¿Él es responsable de esto?"
Por un momento, la rubia se perdió en la duda, hasta que escuchó al niño a través del intercomunicador.
—¿Ya terminé las pruebas, doctora Akagi?
—S‑Sí, lo hiciste muy bien, Shinji. Por favor, después de ducharte, pásate por mi oficina —declaró la rubia, mientras daba la orden de descanso a los empleados.
—Es bueno que siga cooperando con nosotros, aun después de su abrumadora llegada —comentó el técnico Hyuga con aire de alivio.
—Es un chico lindo y muy bueno para esto de ser piloto —agregó Maya.
—Y no solo es bueno en eso, Maya, también es muy hogareño —se unió la peliañil al pequeño “chisme” de los técnicos—. Tiene solo 14 años, pero tú luces muy joven; sería un buen partido para ti.
La joven técnica quedó en shock y sonrojada al mismo tiempo. Aunque ella fuese la más joven de los tres técnicos, no estaba ni cerca de la edad de Shinji. Sería inapropiado salir con un chico menor de 18 años, pensó Maya.
—Q‑Q‑Qué cosas dice, capitán Katsuragi —murmuró, escondiendo su rostro y evitando el contacto visual con Misato.
—Capitán Katsuragi, si mal no recuerdo, usted tiene trabajo pendiente; le recomiendo que deje de perder el tiempo y se encargue de ello —interrumpió Ritsuko.
—Jeje, me atrapaste, Rits.
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Agua fría o caliente, daba igual cuál de las dos cayera sobre su cuerpo; lo importante era eliminar todo rastro de LCL. Su peculiar olor a sangre le ocasionaba ligeras náuseas, y tampoco le agradaba que su cabello se endureciera, dándole un aspecto ceboso. Esto podía ser otro motivo por el cual odiaba estar en el robot, pero... cuando volvió a entrar, sintió una extraña calidez, como si una seguridad lo invadiera.
"Qué raro" soltó con un suspiro antes de cerrar la regadera y tomar su toalla.
Mientras cambiaba de ropa, el niño estaba inquieto por la hora. Sus pruebas habían acabado y ya estaba libre para visitar, una vez más, la oficina de su padre. Sentía nervios solo de pensarlo, debía mantener la calma. El miedo de arruinar todo lo abrumaba, para su suerte aún era temprano y debía ir con la doctora Akagi.
El castaño anunció su presencia con ligeros golpes en la pared.
—Hola, Shinji‑kun, pasa por favor —ofreció la doctora, a lo que el niño solo asintió.
—Lamento que tu otra ropa se haya ensuciado.
—Está bien, hoy la lavaré —comentó Shinji.
—Bien, entonces voy a pedirte que te quites la camisa y el pantalón; te tomaré las medidas.
—¿Q‑Q‑Qué? —Aunque el niño no tuviese mucha ropa, recordo que hubo una ocasión en la que también le tomaron medidas, solo que esa vez no le pidieron semidesnudarse. —¿N‑no puede tomarlas con mi ropa puesta?
—Lo siento, pero el traje es especial y las medidas deben ser perfectas para que funcione —explicó Ritsuko.
Shinji, sin más remedio, hizo caso a la rubia. No había pasado un día y ya dos mujeres lo habían visto desnudo o semidesnudo; en el fondo, el niño maldijo su suerte.
Después de un rato, a la doctora solo le faltaba tomar la medida del cuello. Mientras lo hacía, observó que el niño movía el pie inquietamente. “No puede estar nervioso por que le toquen el cuello”, pensó la rubia.
—¿Te pasa algo, Shinji? —dijo casi susurrando en su oído.
El niño, inseguro de hablar, se calmó antes de dejar salir las palabras.
—Es solo que… estoy nervioso. Mi padre... tendré una reunión con el.
—Oh, ya veo. "¿Qué estás tramando, Gendo?"... Entonces, ¿deberías estar contento, no? —dijo Ritsuko mientras escribía la última medida en su libreta.
—Algo así. Aún no me siento listo para ir —admitió Shinji.
La doctora recordó las palabras de Misato: Shinji había salido contento de la reunión de ayer. "¿Por qué estaría nervioso ahora? Cuando llegó, Gendo se comportó cruel y frío con él, pero ahora quiere que vaya a su oficina. Conozco su agenda; él no se da el lujo de estas cosas." Miró al niño frente a ella antes de hablar.
—Si aún no estás listo, acompáñame. Puedes tranquilizarte mientras caminamos —dijo con una sonrisa.
Shinji no imaginó tal oferta, pero agradeció que existiera.
Aunque el paseo que tuvieron tuvo varios destinos, a Shinji le agradaba observar las tareas que realizaba la doctora Akagi. Ella le explicaba de la mejor manera las pocas preguntas que hacía; el niño no tenía duda: estaba acompañando a la persona más lista de NERV.
El ala médica fue el destino en el que se encontraban ahora. La rubia tenía pendiente hacer una visita; para ser más específica, su tarea era verificar el avance del estado físico de cierta piloto.
—¿También trabaja en el hospital? —preguntó Shinji, con un tono de voz más tranquilo.
—No exactamente, solo vengo aquí cuando un piloto resulta herido. Tú aún no despertabas, pero también pasé a verte —admitió la falsa rubia.
El piloto pensó en esas palabras: "Si yo no estoy internado, entonces..." Recordó a aquella chica que sostuvo en brazos, los gestos de dolor y el olor de su sangre deslizándose por su mano. Solo tuvo la oportunidad de verla en dos ocasiones y, en ambas, arrastrada en una camilla médica. "Rei", pensó, recordando su nombre. Misato le había mencionado que ella fue la primera niña elegida, pero jamás se le dijo cómo había resultado herida. Shinji no pudo evitar sentir cierta preocupación por la niña.
La doctora y el chico entraron a la habitación; como en todas, el aroma estéril y la decoración blanca persistían. Tendida sobre su cama, yacía la pálida niña, que ni siquiera se molestó en mirar a sus visitas.
—Hola, Rei, ¿cómo te sientes? —cortó el silencio Ritsuko.
—Bien —aclaró con una voz casi inaudible.
—Me alegra oírlo. También quiero decirte que esta vez no vine sola —la doctora se hizo a un lado, dejando ver al castaño detrás de ella—. Él es Shinji Ikari, el piloto de la unidad 01.
—H‑Hola, es un placer —dijo Shinji, levantando la mano con una sonrisa tímida.
Rei no respondió; sin embargo, su único ojo sano lo miró de reojo. Ella lo conocía bien, pero... ¿qué hacía aquí? se preguntó.
Ritsuko observó manchas rojizas en su bata médica.
—Veo que aún no te cambian los vendajes.
—No lo hicieron.
—Supongo que puedo hacerlo yo misma —dijo la doctora, mirando al castaño—. Shinji‑kun, ¿puedes esperar aquí? Iré por el material a recepción.
—Sí, claro.
La rubia desapareció por la puerta, dejando a ambos pilotos. Con Shinji y Rei, la habitación se sentía aún más silenciosa; se podía escuchar el ligero viento que soplaba en el exterior. Esto provocó nervios en el castaño, que debía decir algo, tratar de conocerla. Shinji se rascó la mejilla antes de hablar.
—E‑Eh... y‑yo... t‑tu nombre lo conozco, pero no tu apellido...
Rei no respondió.
—¿C‑Cúal es? —finalizó el castaño.
Una vez más, la peliazul lo miró de reojo.
—Ayanami, Rei Ayanami.
Un alivio se formó en Shinji; por un momento creyó que lo iba a ignorar.
—Entonces, A‑Ayanami‑san, me da gusto que estés mejor —dijo, mientras el silencio volvía a invadir la habitación—. "Tal vez esté enojada conmigo por aquella vez…"
—Y‑Yo lamento que te llamaran después de que me negué a pilotear...
—¿Por qué me dices esto, piloto Ikari? —murmuró la peliazul, con una voz que parecía débil.
—B‑B‑ueno, es que yo... creí que me odiabas.
La herida chica, aunque no lo demostrara, prestaba atención a lo que le decía el joven Ikari. Era cierto que su reposo se vio interrumpido cuando el chico dio la negativa a ser piloto, pero también fue el único con la voluntad de ir tras ella ante los temblores ocasionados por el Ángel. Rei sabía que no era su culpa. Cuando estuvo a punto de decir algo, su garganta se irritó; estaba seca y sin fuerzas. Miró hacia su costado en busca del agua que las enfermeras le habían dejado e intentó moverse, pero su cuerpo aún le dolía; solo ligeras muecas de dolor se dibujaron en su rostro.
"No puedo" penso. Vencida por el dolor, Rei volvió a su posición monótona, clavando su vista en la nada del techo. Sin embargo, algo comenzó a obstruir su mirada: un vaso flotaba sobre ella o eso creía, hasta que siguió el origen de los delgados dedos que lo sostenían y, para su sorpresa, allí estaba el piloto Ikari, ofreciéndole el líquido que necesitaba. "¿Cómo es que sabía?"
La niña no mostró ni pidió ayuda, pero aun así se la ofreció.
—¿Puedes beber por tu cuenta? —dijo Shinji con una voz suave y llena de calidez.
La peliazul recordó las recientes punzadas al intentar moverse, por lo que negó con la cabeza.
Shinji pensó en una solución; solo esperaba no incomodar a la chica de pelo azul.—Yo... lo siento por hacer esto.
Con mucho cuidado, el chico pasó su mano libre por debajo de la cabeza de la niña, inclinándola unos cuantos grados.
Rei no sintió dolor por la acción del piloto, pero sus ojos no dejaban de mirarlo, como si le preguntara qué era lo que hacía. Una vez que su cabeza estuvo lo suficientemente levantada, el castaño acercó lentamente el vaso a los labios de la niña.
—A‑A‑sí, a‑ahora puedes b‑beberlo —balbuceó. Los nervios consumían a Shinji y su cuerpo le pedía huir lo más rápido posible de la habitación; en cambio, Rei, quien se percató del motivo por el cual el piloto Ikari actuó, sintió un pequeño rubor formarse en sus mejillas.
La niña piloto hizo su parte y bebió; se sintió aliviada al desaparecer la resequedad. Shinji apartó el vaso y, poco a poco, dejó caer la cabeza sobre la almohada. Cuando estuvo a punto de devolver el recipiente de agua a su lugar, una suave voz llegó a sus oídos.
—No te odio.
—¿Eh?
—Yo...no te odio, piloto Ikari.
NA: ¡Holaa! Aquí está la parte 2. Muchas gracias por leerla y quiero decir que no planeaba que acabara así; aún le faltaba más, pero eso lo dejaré para la siguiente.
Decidí escribir más las expresiones en los diálogos, pero aún estoy indeciso en seguir así; tal vez debería hacerlos más breves. Bueno, ustedes me dicen cómo les agrada más.
Díganme qué les pareció, si les gustó o no; cualquier cosa, háganmelo saber :)
Como trabajo y estudio, trataré de subir actualizaciones lo más rápido posible y, bueno, eso es todo. ¡Que tengan un jodido buen día! :)
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