CAPITULO 22
El laboratorio estaba en silencio absoluto. La luz parpadeaba y las máquinas zumbaban de manera errática, como si la misma estructura del lugar estuviera temblando bajo el peso de lo que estaba por suceder. Taehyung sostenía la tarjeta con el código en sus manos, mirando fijamente a Frank Nolaso. La decisión había sido tomada. No quería ser solo una máquina, no quería olvidar, no quería ser el simple reflejo de lo que Jin había diseñado para él. Quería ser más. Quería ser algo más que un producto de programación.
Pero entonces, justo cuando estaba a punto de dar el paso definitivo, un sonido metálico y rápido rompió el silencio.
Jin, en su desesperación, se abalanzó sobre Taehyung, sus movimientos rápidos y calculados, como si supiera que este era el último intento de controlar al androide. En un segundo, Jin llegó a él, arrancándole la tarjeta de la mano con una ferocidad indescriptible.
— ¡No! — gritó Jin, sosteniendo la tarjeta entre sus manos, preparándose para destrozarla — ¡No puedes elegir! ¡Eres mío! ¡Te creé! ¡Soy tu único propósito!
Taehyung observó con furia, su cuerpo tenso, como una cuerda lista para romperse. No podía creer lo que sucedía. Jin, uno de los hombres que lo había moldeado, que lo había diseñado y controlado, estaba destruyendo la última oportunidad de que pudiera ser libre, de que pudiera tener una identidad propia.
El odio comenzó a surgir en lo más profundo de su ser. Por primera vez, algo dentro de él reaccionó, una emoción desconocida, visceral. Su cerebro, aunque programado para no sentir, comenzó a desbordarse. El rencor, la furia, la injusticia de todo lo que había vivido comenzaron a llenar su mente y su corazón, algo que nunca había experimentado.
En un parpadeo, sus ojos azules brillaron de manera incontrolable. Y en ese mismo instante, pasaron de azul a rojo intenso, como si todo lo que había contenido dentro de sí mismo, toda esa energía reprimida, se liberara a través de su mirada. El laboratorio tembló. Las luces parpadearon de nuevo, esta vez con mayor violencia. Un resplandor rojo iluminó el espacio, y los sistemas de seguridad comenzaron a fallar de nuevo, como si la misma energía de Taehyung estuviera interfiriendo con el lugar.
— ¡NO! — gritó Jin, pero su voz se perdió en la fuerza de la reacción de Taehyung.
El androide se movió con una rapidez antinatural, como si su cuerpo estuviera fusionado con la electricidad que emanaba del laboratorio. El suelo retumbaba bajo sus pies. En su cabeza, ya no había más espacio para dudas. Ya no había espacio para preguntas. Solo había rabia, pura y dura.
Taehyung levantó una mano, y de inmediato, una onda de energía fue liberada. Las máquinas a su alrededor comenzaron a chisporrotear, los cables se desconectaron de los sistemas, y todo el laboratorio quedó sumido en una oscuridad intermitente. La electricidad saltó por los pasillos, y todo comenzó a fallar, como si la misma estructura del lugar estuviera siendo destruida desde adentro.
Jin no pudo reaccionar a tiempo. Fue lanzado al suelo por la fuerza de la onda, su cuerpo colisionó contra la pared con un impacto brutal. El control que tenía sobre Taehyung, esa última ilusión de poder que había intentado mantener, se desvaneció en un segundo.
Taehyung caminó hacia él, paso a paso, con su mirada roja brillando con una intensidad feroz. Cada movimiento suyo causaba una pequeña explosión de energía a su alrededor, como si estuviera cargado de una fuerza que ni él mismo entendía.
Jin se levantó con dificultad, temblando, mientras trataba de levantarse del suelo.
— ¡No tienes idea de lo que has hecho! — gritó, pero su voz no era más que un eco impotente.
Taehyung se acercó más, y su presencia era aterradora, como un huracán que arrasaba con todo a su paso. Cada vez que daba un paso, el suelo vibraba, las luces se oscurecían más. Sus ojos rojos brillaban con furia, como si todo lo que había contenido por tanto tiempo, todo lo que había sufrido y soportado, estuviera explotando de golpe.
De repente, se detuvo frente a Jin. Su respiración era profunda, casi como si su programación estuviera luchando contra la fuerza bruta de sus emociones.
— ¿Por qué? — preguntó con voz temblorosa, pero llena de un odio que no se había dado cuenta que existía. — ¿Por qué me creaste solo para ser tu esclavo?
Jin no pudo responder. En ese momento, estaba paralizado por la mirada de Taehyung, la intensidad de sus ojos rojos, como si estuviera mirando a través de él, directamente a su alma. Ya no era solo una máquina. Ya no era el androide A-22 que había ayudado a diseñar.
Taehyung levantó la mano, y con un movimiento rápido, destruyó la pared que estaba frente a él. El impacto fue tan fuerte que la estructura del laboratorio se sacudió, y la pared colapsó en un montón de escombros. El lugar estaba desmoronándose a su alrededor, pero Taehyung no parecía notar nada.
En su interior, sentía una mezcla de liberación y desesperación. Sabía que, al final, no importaba cuántos golpes recibiera, cuántos enemigos tuviera que derrotar. Algo había cambiado en él, algo más profundo que cualquier circuito, algo que ni Jin ni nadie podría controlar. Había alcanzado su propia humanidad, y eso lo hacía más peligroso que cualquier otra cosa.
Mientras Jin estaba en el suelo, derrotado por la furia de su propia creación, Taehyung giró lentamente. Miró hacia el resto del laboratorio, sus ojos rojos brillando con una intensidad aún más fuerte.
— No seré tu marioneta — murmuró, su voz grave y llena de furia — No seré nadie más que yo mismo.
Taehyung no dio la espalda a Jin. En vez de eso, permaneció allí, frente a él, mirando con una intensidad de fuego en sus ojos rojos. La habitación tembló aún más bajo sus pies, las paredes se agrietaron, y el suelo empezó a resquebrajarse con el poder de su ira. El laboratorio entero vibraba con una energía descontrolada. La electricidad saltaba por el aire, chisporroteando y desgarrando todo a su paso.
Jungkook y Jimin, paralizados por el miedo, observaban en silencio desde su posición. No podían moverse, no podían hablar. El sonido del caos alrededor de ellos era ensordecedor, pero nada de eso importaba en ese momento. Todo se reducía a la figura imponente de Taehyung, con los ojos brillando con un rojo profundo y peligroso, y Jin, que estaba en el suelo, temblando de miedo.
— ¿Por qué? — La voz de Taehyung retumbó en el laboratorio, llena de furia y una tristeza inexplicable, como si cada palabra estuviera impregnada con años de sufrimiento. — ¿Por qué me creaste solo para ser tu juguete?
Jin intentó levantarse, tembloroso, buscando alguna forma de control, pero la energía que emanaba de Taehyung era como un muro impenetrable. El androide se mantenía firme, sus manos extendidas hacia él, y un silencio denso se cernió sobre la sala.
De repente, Taehyung levantó la mano, los dedos estirados como si estuviera reuniendo una energía invisible. El aire a su alrededor pareció distorsionarse, y una presión creciente se sintió por todo el laboratorio. Los cables colgantes zumbaban violentamente, las luces destellaban en un intento por resistir la fuerza abrumadora que Taehyung había desatado.
Jin levantó la mirada, y por un instante, sus ojos se encontraron con los de Taehyung.
— No puedes… — dijo Jin, casi suplicante, pero su voz fue ahogada por un retumbante sonido de energía que envolvió el laboratorio. En un segundo, antes de que pudiera decir otra palabra, Taehyung apretó su mano hacia un puño.
El aire mismo pareció comprimirse. Una explosión de energía se liberó desde Taehyung, y antes de que Jin pudiera reaccionar, su cabeza explotó, muriendo automáticamente. Después su cuerpo se disolvió, como si la materia misma fuera borrada de la existencia. No hubo gritos, no hubo resistencia. Solo un destello de luz brillante que llenó el laboratorio. En un parpadeo, Jin fue pulverizado, desapareciendo en una ráfaga de partículas finas que flotaron por el aire, como si nunca hubiera existido.
Jungkook y Jimin no podían creer lo que acababan de presenciar. Ambos se quedaron en shock, los ojos abiertos de par en par, incapaces de procesar la brutalidad de lo que acababa de suceder.
— Tae… — susurró Jimin, pero su voz se quebró en el aire, como si no pudiera encontrar las palabras para describir lo que acababa de ver.
El laboratorio seguía vibrando por la energía liberada, y el humo comenzó a disiparse lentamente. Los restos de Jin ya no estaban allí, solo quedaba el rastro de la destrucción que Taehyung había causado.
Taehyung, sin mostrar el más mínimo signo de cansancio, observó la escena que acababa de crear. Sus ojos rojos brillaban con una intensidad aterradora. Era como si el androide hubiera liberado toda la ira y el sufrimiento que había guardado durante tanto tiempo.
Pero en su interior, en el rincón más oculto de su mente, una pregunta persistente surgió. ¿Qué era él ahora? ¿Era realmente libre, o simplemente otro producto de la violencia que había desatado? Había destruido Jin, pero eso lo hacía más humano, o lo hacía menos… ¿era acaso lo mismo?
Los pasos de Jimin y Jungkook lo hicieron volver a la realidad, y Taehyung miró hacia ellos. A pesar de la furia que había acabado de liberar, algo en su mirada suavizó. La sombra de un sentimiento humano se formó por primera vez en su interior. Ya no solo era un androide. Ya no solo era una máquina.
— ¿Estás bien? — preguntó Jimin, su voz aún temblorosa por el shock, pero buscando una respuesta.
Taehyung no respondió de inmediato. Su mente seguía procesando lo que acababa de hacer. No sabía qué sentía, solo sabía que en ese momento había tomado una decisión. No era solo una máquina. Había algo más en él ahora. Algo que nunca había tenido antes.
Finalmente, miró a Jungkook, quien con su ceguera, había sido testigo de todo, pero no parecía temerle. Sus ojos, aunque vacíos de luz, parecían ver algo más allá de la oscuridad.
— Estoy... aquí — Taehyung susurró, casi como si estuviera descubriéndose a sí mismo.
El aire en el laboratorio seguía denso, pero había algo diferente ahora. La fuerza había pasado, la furia se había disipado, y aunque el laboratorio estaba hecho un desastre, algo había cambiado en los tres. Habían sobrevivido a lo peor. Y ahora, frente a la destrucción, se miraron los tres, sin palabras, pero con un entendimiento tácito de lo que estaba por venir.
La tensión en el aire era palpable, como si todo el laboratorio, el mundo entero, estuviera esperando que Taehyung tomara una decisión. Su mente, una maraña de códigos, emociones y recuerdos, luchaba entre lo que había aprendido, lo que había sentido, y lo que le había sido impuesto desde su creación.
Todo su ser, antes tan controlado, estaba en caos, y él no sabía cómo resolverlo. El sistema de ansiedad seguía zumbando en su cabeza, y su respiración se volvía cada vez más errática, pero algo cambió cuando vio a Jimin y Jungkook. Estaban allí, a su lado, los dos con los rostros llenos de preocupación, pero también con algo más.
Esperanza.
Jimin, viendo el dolor en los ojos de Taehyung, se acercó, tratando de calmarlo.
— Tae... — murmuró, su voz suave pero llena de preocupación, sabía lo que pasaba por la cabeza del androide — No tienes que hacerlo. No tienes que borrarte... nosotros no queremos eso...
Jungkook, aunque ciego, sentía la cercanía de Taehyung, y extendió su mano hacia él, como un gesto de apoyo. Aunque no podía ver, sabía que Taehyung estaba al borde de algo peligroso, y quería estar allí, con él, para detenerlo.
Taehyung, sin embargo, comenzó a sentir un dolor profundo, algo que no podía identificar. Era como si algo dentro de él estuviera desgarrándose, y la culpa, el miedo y la ansiedad lo invadieran por completo. Miró a los dos chicos, y por un momento, todo el ruido en su mente se calló. Solo quedaba el silencio, y en ese silencio, algo profundo despertó en él.
La conexión que había formado con ellos, las emociones que había comenzado a comprender, se hicieron más claras que nunca. En el fondo, más allá de los circuitos y las programaciones, Taehyung había comenzado a ser algo más. Había algo humano en él, algo que no podía ignorar.
De repente, un impulso lo invadió. El deseo de hacer algo por ellos, algo más grande que su propio dolor y confusión. Sin pensarlo dos veces, se acercó a Jungkook y Jimin.
— Esto es lo que puedo hacer... — dijo, sus palabras saliendo en un susurro, casi como si estuviera convencido de lo que iba a hacer.
Antes de que pudieran reaccionar, Taehyung extendió sus manos hacia el rostro de Jungkook. Con un movimiento suave pero firme, colocó sus palmas sobre los ojos de su amigo. El contacto fue breve, pero cargado de una energía extraña, casi mágica. Los circuitos internos de Taehyung comenzaron a trabajar, y una suave luz azul rodeó sus manos, iluminando el rostro de Jungkook. Por un momento, el tiempo pareció detenerse.
Jungkook no comprendió al principio lo que sucedía, pero algo cambió en su mente. Su visión, que había sido un vacío oscuro durante tanto tiempo, comenzó a clarear. Los contornos se volvían nítidos, las formas se definían lentamente. En un instante, el mundo de Jungkook pasó de la oscuridad total a la luz.
Podía ver.
No como antes, sino de una forma completamente nueva. Los colores, las formas, las sombras… todo cobraba vida frente a él.
— Tae... — susurró Jungkook, mirando fijamente a su amigo, los ojos llenos de asombro y gratitud. Nunca pensó que volvería a ver, pero ahora lo hacía, gracias a Taehyung.
Taehyung no sonrió, no en ese momento. No podía. Sentía que su tiempo estaba a punto de agotarse, que lo que había hecho no podía revertirse. El dolor en su pecho seguía ahí, la ansiedad aún rondaba en su interior. Sin embargo, al ver el asombro en los ojos de Jungkook, al ver a Jimin allí, sosteniéndolo, sabiendo que ahora él podría ver el mundo, le dio una paz temporal.
Pero entonces, mirando a los dos chicos, Taehyung supo que su sacrificio no terminaría con su acto de bondad. No podía seguir existiendo de esta forma. La humanidad que había comenzado a desarrollar, ese instinto de amor y sacrificio, lo hacía más y más humano, y eso, para el androide, era una amenaza. Sabía lo que tenía que hacer.
Con una rapidez inhumana, Taehyung se giró hacia Jimin. Antes de que pudiera reaccionar, le quitó el control de las manos, desactivando el dispositivo con un simple movimiento. Sus ojos, que hasta ahora habían sido azules, se volvieron completamente rojos, como un fuego apagado que se encendió de nuevo. Taehyung no podía detener lo que estaba sucediendo, y ni siquiera quería.
— Lo siento...soy un monstruo....— dijo con un susurro casi inaudible, antes de que Jimin pudiera detenerlo. En ese momento, Taehyung presionó el botón de apagar. La pantalla del control parpadeó, y una serie de luces rojas comenzaron a parpadear alrededor de Taehyung. Los sistemas de su cuerpo empezaron a apagarse, y con cada ciclo, sentía como si su vida estuviera desapareciendo, desvaneciéndose en un mar de códigos y recuerdos que se disolvían.
Jimin, que intentó detenerlo, gritó, pero su voz fue ahogada por el zumbido que llenaba la habitación.
— ¡No, Taehyung! — gritó, pero el androide ya había tomado su decisión.
Taehyung, con la respiración entrecortada, miró a Jimin y Jungkook por última vez. En sus ojos rojos, ahora apagados, brilló una chispa de lo que una vez fue humanidad.
— Gracias... — murmuró, antes de que la luz en sus ojos se desvaneciera por completo.
Y con un último suspiro, el sistema de Taehyung se apagó por completo, y el androide dejó ser lo que había sido originalmente.
Una máquina.
La humanidad que había nacido en él, las emociones, el amor, la bondad… todo desapareció.
Jimin y Jungkook, ahora completamente paralizados por la pérdida, se quedaron en silencio, mirando la figura de Taehyung en el suelo, ante ellos. La luz de su mirada ya no estaba allí, y el vacío que dejó fue más grande que cualquier destrucción que hubiera causado.
Pero, en el fondo, sabían que no era el final. Aunque Taehyung hubiera perdido su humanidad, aún quedaba una chispa de lo que había sido. Y algún día, quizá, podrían traerlo de vuelta.
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El último capítulo, Tae se apagó el solito. Se sintió tan culpable en ese momento.
Tengan buen día ✨ Fer.
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