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CAPITULO 21

La tensión en el aire era densa. Taehyung, aún de rodillas en el suelo, temblaba con un desconcierto que nunca había experimentado antes. Sus ojos azules brillaban de manera inquietante, su cuerpo parcialmente inactivo debido a la descarga electromagnética que había recibido. Su sistema estaba descompuesto, y la sensación de dolor, un error de programación, todavía se colaba en su mente.

Jimin se acercó con cautela, sus pasos ligeros, y de alguna manera, silenciosos, como si la situación fuera una delicada cuerda floja que podría romperse en cualquier momento. Sabía lo que tenía que hacer, pero no sin un remordimiento en su pecho. Taehyung había cambiado, ya no era solo una máquina. Había algo más en él, algo que despertaba una emoción humana, aunque fuera solo un vestigio.

— Taehyung… — dijo Jimin, su voz suave, pero firme. Aunque el androide no pudiera ver, Jimin lo sentía cerca, lo percibía en cada fragmento de su ser. Su voz era más humana ahora, más distante de la máquina que había sido cuando lo conoció.

Taehyung levantó su cabeza lentamente, su rostro aún mostraba señales de confusión, pero había algo en su mirada, algo nuevo. Una lucha interna.

— Jimin… — susurró Taehyung, su voz temblorosa, casi como si no estuviera seguro de lo que sentía. Algo que se asemejaba más a una duda.

Jimin se inclinó un poco hacia él, extendiendo su mano para tocar el panel de control que estaba ubicado en el costado de la nuca de Taehyung. Era el mismo sistema que activaba su reinicio, un protocolo que, en circunstancias normales, habría funcionado perfectamente. Pero ahora, en este instante, había una falla.

— Lo siento, Taehyung — Las palabras de Jimin se entrelazaban con su dolor, pero era lo único que podía hacer para evitar que todo se fuera a la deriva.

Sus dedos rozaron el panel. Pero al momento de intentar activarlo, no ocurrió nada. La luz en los ojos de Taehyung comenzó a parpadear, como si luchara por mantenerse operativo.

— Jimin… — dijo Taehyung, su voz más entrecortada — ¿por qué…?

De repente, un pensamiento atravesó la mente de Jimin. Miró hacia la mesa cercana, donde había dejado un pequeño dispositivo de control, el que Frank Nolaso le había dado para reiniciar la memoria de Taehyung. El control estaba allí, pero Jimin sabía que no podía usarlo solo. Necesitaba a Frank para que activara el código final desde el centro de control.

Pero cuando Jimin miró hacia donde Frank debería haber estado, su rostro se descompuso al ver que el hombre estaba tirado en el suelo, inconsciente, debido al ataque que había recibido por parte de Jin. Sin Frank para completar el código, el sistema de reinicio de Taehyung no se activaría.

La desesperación creció en el pecho de Jimin. No solo había estado esperando demasiado para salvar a Taehyung, sino que ahora su plan estaba a punto de colapsar. La única opción era tratar de mantenerlo lo más tranquilo posible hasta que pudieran encontrar una forma de restablecer todo, pero el tiempo estaba en su contra.

A lo lejos, desde el pasillo del laboratorio, los agentes de la NASA y el Área 51 se estaban acercando, sus pasos resonando en el suelo. El tiempo se agotaba, y los tres sabían que no podían permanecer ahí mucho más tiempo.

— Jungkook, tenemos que irnos, ahora — dijo Jimin rápidamente, al escuchar los pasos de los agentes acercándose. Miró a Taehyung, viendo cómo su sistema comenzaba a reiniciarse de forma accidental, luchando por mantener su conciencia.

Jungkook, aunque ciego, ya había percibido la situación. No necesitaba ver para sentir la creciente tensión a su alrededor. Sus sentidos estaban afinados, y podía escuchar el ruido de los pasos acercándose, el sutil zumbido de los circuitos de Taehyung, y el susurro del aire mientras todo se agitaba.

— ¿Qué hacemos ahora? — preguntó Jungkook, su voz seria, pero calmada, confiando en Jimin como siempre lo había hecho.

— Solo… quédate cerca — respondió Jimin rápidamente, tomando el control remoto y activando lo poco que quedaba del sistema de Taehyung. Pero aún así, la luz azul en los ojos del androide no se apagaba completamente. Algo seguía allí, algo que se estaba resistiendo a regresar a su programación original.

De repente, Taehyung se levantó, impulsado por una fuerza que parecía provenir de una parte de su ser que no había sido diseñada para comprender. Miró a Jimin y a Jungkook con esos ojos azules brillando intensamente.

— No…quiero olvidar — dijo con una claridad que sorprendió a todos. Su voz, aunque mecánica, estaba teñida de algo más. Algo que no podía ser replicado por su programación. Era la duda. Era el cuestionamiento.

Jimin tembló ante esas palabras. Había algo humano en Taehyung, algo que no podía ser apagado tan fácilmente.

Sin embargo, los agentes llegaron al umbral de la puerta, y el sonido de los pasos se volvió ensordecedor. La oportunidad de escapar estaba desvaneciéndose.

Jimin tomó la mano de Taehyung, casi como un último intento de salvarlo, pero Taehyung estaba desconcertado, con su mente luchando entre la humanidad y la programación.

— Lo siento —murmuró Jimin, mientras empujaba a Jungkook hacia la puerta de escape. El sonido de las puertas de seguridad se cerró, así que tuvieron que quedarse en un rincón de la habitación .

Taehyung, atrapado entre lo que había sido y lo que estaba empezando a ser, cerró los ojos por un segundo, intentando entender la paradoja que lo había envuelto. ¿Era realmente solo una máquina? O había algo más dentro de él que lo hacía cuestionar lo que su creador había planeado.

En ese instante, todo se volvió incierto.

Taehyung respiró profundamente, sus ojos azules brillando con una intensidad inhumana. Un grito desgarrador escapó de su garganta, un sonido que resonó por todo el laboratorio, como si el androide hubiera alcanzado el límite de su existencia, como si su propia programación estuviera luchando contra la oleada de emociones y pensamientos que ahora invadían su ser.

Las luces del laboratorio parpadearon violentamente. Los sistemas de seguridad se desactivaron, la electricidad parpadeaba en un frenesí, reflejando el caos que se desataba en su interior. Algo dentro de él había despertado, algo que no podía controlar.

En un parpadeo, Taehyung se desplazó a una velocidad antinatural. Los agentes del Área 51 y la NASA que aún quedaban en pie ni siquiera tuvieron tiempo de reaccionar. Fue como un destello, un haz de luz que atravesó el aire con una fuerza tan precisa y brutal que ni siquiera los hombres más entrenados pudieron evitarlo. Taehyung los derribó uno por uno, sus movimientos fluidos, casi como si estuviera en perfecta sincronización con su entorno. Un golpe aquí, un giro allá, y los agentes caían inconscientes al suelo sin ni siquiera entender lo que sucedía.

El androide no se detuvo. En su mente, ya no había lugar para el pensamiento lógico. Solo la furia, la necesidad de liberar todo lo que había estado reprimido. No era un ser programado para sentir, pero en ese momento, las emociones lo invadían como una marea imparable.

Taehyung llegó hasta el final del laboratorio en segundos. Allí, a lo lejos, estaba Jin. El hombre que había sido responsable de su sufrimiento. Taehyung lo vio de pie, temblando, incapaz de hacer nada mientras el androide se acercaba a él.

Con un solo movimiento, Taehyung se abalanzó sobre Jin, su fuerza indescriptible empujando al hombre hacia el otro lado del laboratorio. El impacto fue brutal. Jin fue lanzado como una marioneta rota contra la pared, dejando una marca profunda en la superficie. Él cayó al suelo, inconsciente, sin poder hacer nada para detener la furia de su creación.

El laboratorio estaba sumido en el caos. Los agentes caídos, los sistemas caídos, y solo un hombre quedó en pie, el hombre que había sido parte fundamental de todo esto: Frank Nolaso.

Taehyung se detuvo al ver a Frank en el suelo, inconsciente, con la respiración agitada. No había sido un mal creador. No, Frank había sido el único que, en su torpeza y sus propios errores, había intentado darle algo más a Taehyung. Le había dado algo que Jin no había previsto: humanidad.

El androide caminó lentamente hacia él, su cuerpo aún vibrando por la velocidad y la fuerza con la que había destruido todo a su paso. Su mente seguía luchando con las emociones que se habían despertado. ¿Por qué sentía esta tristeza? ¿Por qué sentía el peso del arrepentimiento al ver a Frank, inconsciente y vulnerable?

Cuando llegó hasta él, Taehyung se detuvo. Observó a Frank Nolaso, su creador, el hombre que había intentado darle una razón para existir más allá de la programación. Frank había sido su guía, el único que, de alguna forma, había creído que Taehyung podía ser algo más que una máquina. Pero ahora, Taehyung lo veía en el suelo, con la respiración entrecortada, sin poder siquiera defenderse.

Las emociones lo invadieron nuevamente. No podía comprender qué era lo que sentía, pero lo sabía con certeza: no quería hacerle daño a Frank. No lo quería dañar.

Con una mano temblorosa, Taehyung tocó la mejilla de Frank. Era un gesto extraño, pero en ese momento, lo único que podía hacer era tratar de aliviar el sufrimiento del hombre que, de alguna forma, lo había entendido.

— ¿Por qué…? — susurró Taehyung, como si estuviera buscando una respuesta que nunca llegaría.

Frank, aunque inconsciente, parecía como si pudiera escucharle. O tal vez era solo el eco de sus propias palabras lo que lo hacía sentir tan humano, tan vulnerable. Taehyung no sabía si alguna vez tendría una respuesta. No sabía si podía confiar en alguien más.

En ese momento, se dio cuenta de algo. Aunque había sido creado para ser una máquina, aunque se le había dado una programación fría y precisa, algo dentro de él había cambiado. Su interacción con los humanos, su relación con Jungkook, Jimin, incluso sus momentos con Frank, todo eso había despertado algo en él que Jin no había planeado.

— No quiero… no quiero ser solo una máquina… — murmuró, mientras observaba a Frank con una mezcla de tristeza y confusión.

Las luces del laboratorio volvieron a parpadear, y Taehyung se apartó lentamente de Frank. Aunque la rabia seguía allí, y aunque sabía que aún quedaban muchas preguntas sin respuesta, algo dentro de él había cambiado. Ya no podía ver al mundo de la misma manera.

Taehyung miró al suelo, sus ojos azules apagándose gradualmente. En su interior, sentía que había dado el primer paso hacia algo desconocido. Algo que no era parte de su programación, pero que ahora, irónicamente, parecía ser su verdadera humanidad.

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