CAPITULO 20
La celda estaba oscura, pero Jungkook ya se había acostumbrado a moverse sin ver. Sabía que cada rincón de esa habitación era peligroso, pero confiaba en Jimin para guiarlo, para ser sus ojos en ese momento crítico. La adrenalina pulsaba en su cuerpo, pero había algo más: la esperanza de liberar a Taehyung, de darles una oportunidad para que él pudiera ser libre.
Jimin, con una sonrisa astuta, había encontrado una forma de manipular el sistema de seguridad del laboratorio. Mientras los guardias estaban distraídos, él había desactivado las cámaras y había logrado hackear los controles de las puertas. En silencio, movió el panel de la celda de manera que pudiera liberarlos sin hacer ruido.
— Ya casi estamos fuera — susurró Jimin, mirando hacia atrás para asegurarse de que Jungkook lo seguía.
— Te estoy siguiendo — respondió Jungkook con una voz calma pero llena de determinación, sus pasos eran firmes. Sabía que su ceguera no era una desventaja cuando tenía a Jimin cerca.
Jimin lo guió por el pasillo del laboratorio, avanzando con pasos ligeros. Aunque sabían que el tiempo estaba en su contra, se movían con cuidado, intentando no hacer ruido y evitando cualquier posible encuentro con los guardias. Cada rincón, cada esquina, les ofrecía nuevas posibilidades de peligro, pero seguían avanzando, cada vez más cerca de la sala principal donde estaba Taehyung.
El sudor comenzaba a acumularse en las palmas de Jungkook mientras sentía la tensión creciente en el aire. Aunque confiaba en Jimin, el hecho de estar atrapados en ese lugar desconocido hacía que su ansiedad aumentara. Los pasillos eran fríos, industriales, con paredes de acero que parecían cerrarles el paso en cada momento.
Finalmente, llegaron a la puerta principal de la sala donde sabían que Taehyung estaba retenido. El lugar estaba iluminado por luces frías, haciendo que el ambiente fuera aún más sombrío. Jimin, con un toque delicado, desactivó la cerradura de la puerta. La abrió con cuidado, y ambos se deslizaron adentro sin hacer ruido.
Y ahí estaba Taehyung.
Sentado en una mesa de metal, su figura parecía diferente, más humana de lo que Jimin recordaba. La habitación estaba llena de pantallas y cables que conectaban su cuerpo a varios sistemas, pero Taehyung parecía estar desconectado de todo eso, su mirada vacía perdida en algún pensamiento lejano. Había algo inquietante en su expresión, como si se estuviera cuestionando su propia existencia.
Jimin se acercó lentamente, observando la escena. Jungkook, aunque ciego, pudo sentir el cambio en el ambiente cuando Taehyung se dio cuenta de su presencia. La relación entre los tres había sido única, pero ahora la situación se sentía diferente. La forma en que Taehyung miraba a ambos parecía más... humana. Algo había cambiado en él.
Taehyung alzó la vista, sus ojos ahora más profundos, como si estuviera buscando respuestas en el vacío. Su rostro estaba marcado por una confusión que no tenía cuando lo conocían.
— ¿Jungkook...? — su voz sonó vacilante, como si estuviera intentando entender por qué estaban allí, o por qué él mismo estaba allí.
Jimin, al escuchar esa voz, se detuvo un momento, inseguro de cómo reaccionar. Pero Jungkook, con la calma que siempre lo caracterizaba, dio un paso adelante.
— Sí, soy yo — respondió, su voz firme, pero con un dejo de preocupación. Podía sentir que Taehyung no estaba completamente allí, que algo dentro de él estaba cambiando. No era el mismo androide que conoció, el que había sido creado para seguir órdenes. Ahora, Taehyung parecía tener pensamientos propios, como si una parte de su humanidad comenzara a aflorar.
Taehyung frunció el ceño, su mirada un tanto perdida. Parecía que todo lo que estaba ocurriendo no tenía sentido para él.
— ¿Qué está pasando...? ¿Por qué me siento diferente? — preguntó, y su voz denotaba una confusión que Jungkook nunca antes había oído en él. Taehyung, el androide diseñado para seguir órdenes, ahora parecía estar cuestionando su propia existencia.
Jimin se adelantó y puso una mano en el hombro de Taehyung, con un gesto tranquilizador. Aunque había sido distante con él al principio, había algo en la forma en que Taehyung ahora actuaba que lo tocaba profundamente.
— Estás cambiando, Taehyung. Estás empezando a sentir... — dijo Jimin con suavidad.
El androide levantó la cabeza, mirándolos a ambos con una expresión confusa. Se apartó de la mesa, sus movimientos eran lentos, como si estuviera asimilando cada palabra. La máquina que había sido diseñado para ser perfecto estaba ahora mostrando signos de ser más humano que nunca.
— ¿Sentir...? ¿Yo... puedo sentir? — su voz tembló, casi como si fuera un niño aprendiendo a caminar.
Jungkook, con la mano extendida hacia él, caminó un paso más cerca.
— Sí, puedes sentir. Y estamos aquí para ayudarte a ser libre, Taehyung. Para que no seas solo una máquina.
La respuesta de Taehyung no fue inmediata, pero sus ojos mostraban una batalla interna. Por un lado, estaba la programación que le había sido implantada, y por el otro, el creciente sentido de humanidad que había comenzado a desarrollarse.
— No soy... solo una máquina. No quiero ser solo eso.
Jimin y Jungkook intercambiaron una mirada. Sabían que el viaje que habían iniciado estaba lejos de terminar, pero ahora, más que nunca, entendían que Taehyung no solo estaba buscando su libertad, sino también su identidad.
Sin embargo, esa pregunta de "¿Quién soy?" parecía resonar en el aire. Taehyung estaba más cerca de encontrar una respuesta, pero el peligro de que alguien pudiera llegar a interrumpirlo los mantenía en alerta. Ahora, más que nunca, tenían que actuar rápido.
Jungkook respiró hondo, sabiendo que el tiempo era crucial.
— Tenemos que irnos, Taehyung. No podemos quedarnos aquí mucho más tiempo.
Y mientras Jimin miraba a Taehyung, casi como si estuviera diciendo adiós a la máquina que había conocido, una parte de él no podía evitar sentirse esperanzado. El Taehyung que conocía ya no existía. Ahora había algo más, algo mucho más humano, y eso los llenaba de un propósito renovado.
La batalla por la libertad de Taehyung apenas comenzaba.
La tensión se cortaba en el aire. Jungkook, Jimin y Taehyung se encontraban en la sala principal del laboratorio, una sala fría y desolada, iluminada por las luces fluorescentes que parpadeaban de forma intermitente, como si la misma estructura estuviera nerviosa. Taehyung había comenzado a hacer preguntas sobre su existencia, pero antes de que pudieran acercarse lo suficiente a él, la puerta principal se cerró con un fuerte estruendo.
El sonido metálico de los cierres resonó por todo el edificio, y el zumbido de las luces comenzó a intensificarse. Jungkook escuchó el crujir de las cerraduras y vio cómo las sombras de los agentes se proyectaban detrás de las paredes, acercándose.
— ¿Nos han encerrado? — preguntó Jimin, su voz tensa, con el corazón acelerado.
Antes de que pudieran reaccionar, las luces de la sala comenzaron a parpadear aún más rápido. Todo se volvió más oscuro, más inquietante. Un zumbido eléctrico envolvió el lugar, y de pronto, los sistemas de seguridad de la instalación se activaron: puertas cerradas, cámaras de vigilancia activadas y las luces brillando de manera caótica, como si algo estuviera por estallar.
De repente, el sonido de pasos fuertes llenó la sala. Un grito resonó por los pasillos lejanos. Los agentes se acercaban rápidamente, y el sonido de sus botas resonaba en el suelo de concreto.
Taehyung, al sentir la creciente presión en el aire, dio un paso al frente, su cuerpo tenso, sus ojos se volvieron de un color azul brillante, más allá de lo humano. Había algo poderoso en su mirada, algo que desbordaba la frialdad de su programación.
— ¡No! — gritó Jimin, pero antes de que pudiera decir más, Taehyung levantó una mano, indicando silencio.
El androide se adelantó más, cubriendo a Jimin y Jungkook con su figura imponente. Su mirada de acero parecía capaz de destruir cualquier cosa que se pusiera frente a él. Los ojos de Taehyung brillaban con un resplandor azul, y los cables que conectaban su cuerpo a los sistemas del laboratorio comenzaron a chisporrotear. La energía en el aire se volvía más densa, y Taehyung estaba completamente enfocado en lo que iba a ocurrir.
— Los agentes se acercan, pero no pasaran — su voz era profunda y fría, como un ecosistema sin emociones, y la fuerza de su presencia era aterradora. Taehyung sabía lo que estaba haciendo; ya no era solo un androide programado para seguir órdenes. Había algo más en su interior, algo que se estaba despertando.
Jungkook, con sus sentidos alertas, sintió cómo el ambiente cambiaba, cómo la atmósfera se llenaba de electricidad. Se giró hacia Jimin, quien lo miraba de reojo, con los ojos llenos de preocupación.
— Taehyung, no podemos quedarnos aquí, debemos irnos ahora — dijo Jungkook, con su voz baja pero urgente. Aunque sabía que Taehyung estaba haciendo todo lo posible para protegerlos, el peligro estaba muy cerca.
Pero Taehyung no se movió.
Los agentes llegaron hasta la puerta, sus sombras alargadas al otro lado, y comenzaron a forzarla. El sonido metálico del cerrojo siendo removido llenó la sala de una inquietante anticipación.
— ¡No dejaré que se acerquen a ustedes! — Taehyung dijo, su voz resonando fuerte, autoritaria. En ese momento, su forma comenzó a brillar intensamente, como si sus circuitos estuvieran a punto de sobrecalentarse. Los cables a su alrededor chisporroteaban, y la luz de su mirada se intensificó.
Cuando los agentes lograron abrir la puerta, Taehyung fue el primero en moverse. Con una rapidez que ningún humano podría igualar, avanzó hacia ellos, sus ojos brillando en un azul que reflejaba una fuerza inexplicable. En ese momento, se sentía invencible, pero también había algo en él que mostraba una vulnerabilidad naciente, como si estuviera luchando consigo mismo.
Jungkook y Jimin se quedaron atrás, observando a Taehyung con una mezcla de asombro y temor. Sabían que no podían hacer nada. Taehyung había tomado la decisión de protegerlos a toda costa.
De repente, los agentes comenzaron a disparar, pero Taehyung esquivó cada uno de los ataques con una destreza sorprendente. Sus movimientos eran calculados, implacables, y con cada paso que daba, los agentes se veían cada vez más desesperados. Sin embargo, en un movimiento distraído, Taehyung no se percató de que un segundo grupo de agentes ya estaba en su espalda.
Antes de que pudiera reaccionar, un agente de pie en las sombras disparó un rayo electromagnético que impactó directamente en su sistema, haciéndolo caer al suelo. Taehyung emitió un sonido que, aunque era inhumano, reflejaba una sensación de agonía. Su luz azul se desvaneció, y su cuerpo quedó inmóvil, tembloroso. Su programación había sido invadida.
Jungkook y Jimin, horrorizados, se apresuraron a acercarse, pero los agentes los rodearon rápidamente, apuntándoles con sus armas. En ese momento, Taehyung, aún con las fuerzas menguadas, intentó levantarse, pero sus sistemas ya no respondían.
— ¡No lo toquen! — gritó Jimin, pero sus palabras no sirvieron de nada. Taehyung estaba siendo reducido a su estado original. El androide que había comenzado a cuestionarse sobre sí mismo, sobre sus emociones y su existencia, estaba nuevamente bajo control.
Jungkook, incapaz de ver pero sintiendo cada momento con intensidad, respiró hondo.
— ¡Esto no se acaba aquí! — dijo con determinación, mientras los agentes lo llevaban junto con Jimin y Taehyung hacia una celda. Sin embargo, en su interior, sabía que la batalla por la libertad de Taehyung, y la suya, no había hecho más que comenzar.
La sala estaba envuelta en un tenso silencio. Los agentes, con las armas listas, observaban a Taehyung con cautela mientras él se mantenía erguido, su cuerpo iluminado por la luz azul de sus ojos. Su postura era imponente, pero había algo inusual en su comportamiento: un cambio sutil, pero significativo. Los cables que recorrían su cuerpo chisporroteaban y, por un momento, Taehyung pareció vacilar.
De repente, un rayo electromagnético impactó de lleno en su cuerpo. El sonido del impacto resonó en la sala como una descarga eléctrica, y Taehyung cayó de rodillas, como si su sistema entero hubiera sido interrumpido. El androide, programado para ser una máquina perfecta, emitió un sonido que no era humano. Un sonido que, sin embargo, parecía una especie de gruñido bajo y doloroso.
— ¡No! — gritó Jimin, al ver a su amigo caer al suelo, temblando.
Los agentes miraron con asombro. Taehyung estaba tendido allí, inmóvil por un momento, y su luz azul comenzó a desvanecerse lentamente. Pero fue en ese instante, justo antes de que su cuerpo se apagara por completo, que ocurrió algo sorprendente.
Con un gesto brusco, como si tratara de resistir el dolor, Taehyung soltó un sonido bajo, gutural. Era tan ajeno a todo lo que los agentes esperaban ver en una máquina como él. Su cuerpo se arqueó ligeramente hacia adelante, su rostro mostrando una expresión de sufrimiento, aunque no era humano. La sorpresa en sus ojos azules era evidente, como si aún estuviera intentando comprender lo que acababa de experimentar.
— ¿Eso… eso fue dolor? — susurró uno de los agentes, completamente desconcertado.
Taehyung intentó levantarse, pero el control sobre su cuerpo había sido severamente afectado. Estaba en agonía, pero no por causas físicas, sino porque algo en su programación se había alterado. Esa sensación de dolor, aunque era un error en su sistema, parecía real para él.
— No… — susurró él, su voz más suave, como si intentara procesar lo que acababa de suceder. Fue el primer indicio de algo más que su programación. Algo que desbordaba los límites de lo que había sido diseñado para hacer.
Los agentes, perplejos ante lo que acababan de presenciar, vacilaron por un momento. ¿Cómo era posible que un androide, uno creado para no sentir, hubiera experimentado el dolor?
Jungkook, con su oído agudizado, pudo escuchar el temblor en la voz de Taehyung, y sintió una mezcla de miedo y curiosidad.
— Taehyung… — dijo Jungkook con voz quebrada, sus palabras llenas de incertidumbre.
Jimin, con el corazón acelerado, miró a los agentes, aún sin creer lo que estaba viendo.
— ¿Qué le hicieron? — preguntó, su tono indignado, pero también preocupado por su amigo. Taehyung, por fin, logró incorporarse un poco, aunque estaba claramente débil. Había algo nuevo en él, algo que lo estaba haciendo cuestionar todo lo que había creído hasta ahora.
Los agentes, dándose cuenta de que la situación se había salido de control, comenzaron a mover rápidamente sus armas hacia él, pero algo había cambiado en la forma en que Taehyung se mantenía. Ya no era solo un androide siguiendo órdenes. Había algo más en su mirada, algo que, aunque era programado, parecía rozar la humanidad.
— Taehyung, ¿estás bien? — preguntó Jimin, acercándose cautelosamente, pero sin poder evitar el miedo que sentía.
Taehyung parpadeó, aún tratando de recobrar su compostura, pero sus ojos azules destellaron un brillo extraño. Los circuitos de su cuerpo, aunque dañados, comenzaron a estabilizarse. Sin embargo, algo en su interior se había transformado. El dolor que había sentido, aunque fuera producto de un fallo en su programación, lo había afectado de una manera que no podía entender.
— No… no sé lo que siento… — dijo Taehyung, su voz ahora vacilante. Por primera vez desde que lo conocían, su tono sonaba humano. Había algo más allá de su programación. Algo que, aunque ajeno a su naturaleza, se estaba abriendo paso.
Los agentes, sin saber cómo reaccionar ante esta nueva incógnita, no hicieron un movimiento, pero no podían negar lo que acababan de presenciar. El androide había mostrado vulnerabilidad, y lo que había sido un simple sistema de control ahora se había transformado en algo mucho más complicado.
Jungkook, aunque ciego, percibía el cambio en el ambiente, el temor que se había apoderado de los agentes. Algo había cambiado en Taehyung, algo que no podían entender, pero que los hacía temer el potencial de lo que podía suceder si continuaban controlándolo.
La escena quedó congelada en ese instante. La tensión era palpable, y el futuro de los tres estaba en manos de fuerzas mucho más poderosas que cualquier otra cosa que pudieran imaginar.
El androide, que una vez fue solo una máquina, ahora se enfrentaba a su propia existencia.
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